Creciendo en Nigeria durante mis épocas de niño, no solo disfruté del privilegio de viajar por todo el país, sino también de vivir en varias partes de su territorio. Mi infancia es una que se puede describir como llena de diversión. No vendería la experiencia ni la intercambiaría por ninguna otra. Esa es la Nigeria en la que me crié.
Hoy en día parece que todo eso se desvaneció en el aire, tan rápido que muchas personas están aún tratando de recordar cómo era vivir en esta Nación durante esos días. Lamentablemente, todo esto fue hace tanto bastante tiempo.
En la última década hemos visto el aumento de las protestas por los derechos sociales en la rica región petrolera del país del Delta, como consecuencia de varios años de abandono y degradación del medio ambiente. Sin embargo, el gobierno comenzó a hacer frente a los problemas y ha llevado poco a poco a su punto más bajo la cifra de casos de destrucción de instalación petrolera.
Sin embargo, en los últimos 5 años, hemos sufrido la aparición de un grupo de extremistas religiosos sin precedentes, con el nombre de “Jama’atu Ahlis Sunna wal -Jihad Lidda’awati”, que puede traducir en español como “personas comprometidas con la propagación de las enseñanzas del Profeta y la Jihad”. Se les conoce más popularmente hoy en todo el mundo como “Boko Haram”.
Este grupo ha cambiado todo lo que conocíamos hasta ahora de la alguna vez pacífica región norteña en mis días de muchacho. Habiendo comenzado con una retórica moderada con la que afirmaban que habían venido a luchar contra la corrupción, pasaron a destruir los edificios del gobierno y luego comenzaron a matar a ciudadanos inocentes. Ese pequeño grupo que conocíamos e ignorábamos ha ido ahora muy lejos y se convirtió en una organización terrorista internacional que acaparó la atención del mundo entero.
A pesar de que se estima que han muerto no menos de diez mil personas desde que comenzaron sus infames campañas, el pico de su actividad resultó ser cuando secuestraron lo que se cree son más de doscientas adolescentes en un pueblo llamado Chibok en el estado de Borno, noreste de Nigeria. Estos secuestros no sólo han conmocionado a Nigeria, sino también a todo el mundo mundo, y probó ser una ocasión ideal para que el gobierno nigeriano responda muchas preguntas para las que al parecer no tiene ninguna respuesta.
Mientras que el grupo islamista se ha ufanado de esta acción cobarde a través de YouTube, e incluso aseguró en un video que las chicas fueron todas convertidas al islam, nadie en Nigeria o en ninguna parte del mundo conoce el paradero de las víctimas de los secuestros.
A cuatro semanas de estos hechos, continúa reinando una sensación de tristeza en la mayoría de las ciudades de Nigeria, y las protestas a lo largo del país se han multiplicado mientras que ha habido una condena global de este accionar terrorista. Muchos países incluso han enviado ayuda en diferentes formas para ayudar a encontrar a las chicas.
Ciertamente, la vida como la conocíamos aquí ha llegado a su fin. Mucha gente ahora está aprendiendo el habito de tomar precauciones especiales en cuanto a su seguridad, un bien preciado que los ciudadanos en Nigeria solían tomar por sentado.