El año pasado aumentaron casi 12 por ciento las víctimas fatales de siniestros de tránsito en la Ciudad. Hubo, en el 2013, un saldo de 10.621 lesionados y 86 muertos. El dato, que se desprende de un informe de la Defensoría del Pueblo de la CABA, señala una realidad preocupante y una falta de gestión en un área fundamental para la calidad de vida en el distrito.
Las organizaciones internacionales, el gobierno nacional y hasta los legisladores porteños reconocen la importancia de la seguridad vial en la vida urbana. En el ámbito internacional, en especial la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalan que la seguridad vial es un problema vital para la salud pública, y destacan que intervenciones exitosas implican “el desarrollo de infraestructuras para separar a los peatones del resto del tráfico (aceras, pasos elevados de peatones, pasos elevados y subterráneos, isletas y medianas elevadas), reducir la velocidad de los vehículos (badenes, bandas sonoras y “chicanes” o trazados sinuosos) y “mejorar la iluminación de las vías públicas”. En particular, las recomendaciones de la OMS, sugieren implementar varias estrategias de forma simultánea, incluyendo medidas de ingeniería vial y campañas de concientización.
En ese sentido, el Gobierno Nacional creó la Agencia Nacional de Seguridad Vial en el 2008, que logró reducir en 11% las victimas fatales de siniestros a nivel nacional. Además de las acciones de control y concientización, se creó un observatorio nacional para recolectar datos y brindar información para el desarrollo de políticas públicas para el sector. También se están implementando nuevos parámetros de seguridad de última generación en automóviles que se venderán a partir de este año.
Siguiendo la misma lógica, el año pasado la legislatura porteña promulgó la Ley N°4511, creando un Observatorio de Seguridad Vial para unificar datos relativos a la problemática y brindar información para políticas públicas. Sin embargo, este Observatorio todavía no se implementó.
Desde la gestión porteña no se puede identificar ningún esfuerzo articulado para implementar soluciones en el ámbito de seguridad vial, si bien se pueden observar ejemplos aislados de campañas e intervenciones viales para proteger a los peatones y ordenar al tránsito.
Por ejemplo, una de las políticas publicitadas en la confusa página del “Plan Movilidad Sustentable”, señala las modificaciones viales hechas con pintura – agregando centímetros a las veredas y espacios peatonales y demarcando con claridad las vías para automóviles. Inspiradas en una breve experiencia llevada a cabo en Nueva York, que hizo intervenciones relámpago con pintura para después concretar dichas modificaciones con obras civiles para expandir el espacio peatonal, la gestión porteña deja peatones parados en la calle con solo marcas de pintura para protegerlos de los automóviles.
Si bien la seguridad vial no es responsabilidad de una sola área de gobierno, vale la pena marcar que la Dirección de Seguridad Vial, sufre una desatención presupuestaria este año: tiene sancionado para el 2014 menos de 17 millones de pesos, poco más de un cuarto de lo que efectivamente se gastó en todo el año pasado.
Se destaca la falta de información acerca de las políticas implementadas y las planificadas. Las políticas urbanas se muestran de forma deshilvanada en el sitio oficial del gobierno, haciendo imposible entender la magnitud (o no) del trabajo que se hace. La falta de coordinación se señaló el año pasado, cuando se trató la Ley 4511. Es crítico contar con información detallada para poder señalar las zonas que requieren soluciones y de qué tipo.
En particular, es vital prestar atención al grupo más vulnerable de la vía publica: el peatón. De las muertes ocasionadas por el tránsito el año pasado, casi la mitad fueron peatones. Es una realidad que supera a la ciudad: Más de 23.500 peatones murieron en vías públicas de América Latina y el Caribe en el 2010 y constituyeron el grupo más vulnerable de usuarios de calles y carreteras en la región. A nivel mundial, la Organización Mundial de Salud (OMS) marca que los peatones representan el 22 por ciento de las muertes ocasionadas por siniestros de transito. Si bien no hay datos acerca de la situación socio-económica de las víctimas porteñas, a nivel internacional las muertes peatonales afectan desproporcionadamente a las poblaciones vulnerables, en especial niños pobres.
Los datos de la Defensoría muestran una problemática realidad, pero apenas permiten vislumbrar el problema. Para comenzar a combatirlo, no alcanza con pintar las veredas y las calles de amarillo; se necesita un real compromiso con la seguridad vial.