El papa Francisco lanzó, en Bolivia, un duro ataque contra la ganancia excesiva y el lucro desmedido. No dijo, sin embargo, cómo poner fin a lo que ve como la causa de la pobreza generalizada. No ha planteado que los bancos y los latifundios se conviertan en propiedad pública, bajo el control de los mismos trabajadores. El planteo papal carece entonces de contenido. Francisco ha contratado al Deutsche Bank para reestructurar al Banco del Vaticano. El Deutsche, sin embargo, es uno de los condenados por las autoridades financieras por haber manipulado la tasa Libor, que es la referencia de los contratos comerciales y financieros a nivel internacional. Los estafadores del Banco del Vaticano no han sido condenados ni llevados a la Justicia. El discurso papal menciona el “derrumbe mundial”, pero no lo relaciona con el capitalismo ni con la necesidad de nacionalizar a los grandes monopolios que sostienen su hegemonía económica mediante guerras cada vez más devastadoras. Las propiedades del Vaticano, distribuidas por el mundo entero, prosperan en un sistema mundial dominado por el lucro privado. Continuar leyendo