Las historias de éxito de países son escasas y peligrosas de contar. Escasas porque hay pocas excepciones a ciertas reglas; y peligrosas porque el éxito de hoy puede ser el fracaso de mañana. Por ello, es conveniente adentrarse con precaución en el relato de un desarrollo exitoso de un país, como es hoy el de Polonia.
Después de la caída del bloque socialista, Polonia pasó por un período de ajuste económico brutal, por todo tipo de distorsiones y excesos en su tránsito del régimen autoritario a una democracia representativa, y de una economía socialista (salvo la agricultura) a una de mercado. El gran cambio comenzó en 2004 con la entrada a la Unión Europea. Acceso difícil que implicó modificaciones internas tanto legislativas como sociales.
Gracias a esta entrada, además de haber reducido drásticamente la diferencia entre su PIB per cápita y el del resto de Europa, Polonia ha construido una economía competitiva en poco tiempo, y probablemente duradera. Conviene reseñar las ventajas que el ingreso a la Unión Europea trajo para entender lo que pudiera haber sido, en un esquema imaginario, la pertenencia de México a una “Unión Económica de América del Norte”. Y para entender cuán difícil es lograr esos avances sin los apoyos procedentes de esquemas como éste.