El mundo según Bill Gates

Nueva York. Bill Gates, el fundador de Microsoft y uno de los hombres más ricos del mundo, no le hace caso a las malas noticias

De hecho, durante una entrevista en una friísima mañana neoyorquina, él tenía dos buenas noticias: una, el mundo está mucho mejor que antes y, dos, no, no está tirando su dinero. Empecé con lo más obvio. ¿Cuánto dinero tiene? le pregunté. Más de 70 mil millones de dólares, me dijo. Además, ya ha donado –a través de la Fundación de Bill y Melinda Gates- más de 28 mil millones. Su plan es donarlo casi todo antes de morir. “Mis hijos han tenido una gran educación y seremos generosos con ellos”, me dijo este padre de 58 años de edad, “pero el dinero le pertenece a la sociedad e invertiremos en descubrimientos y programas que realmente ayuden al mundo.”

Gates es un hombre de números. Hace décadas vio el futuro y diseñó los programas de computación que hoy dominan el planeta. Así hizo su dinero. Y aunque todavía es el chairman de Microsoft, hace años que dedica la mayor parte de sus días a ver como regala su fortuna. ¿Cuántas vidas ha salvado? “El trabajo que hemos hecho ha salvado 8 millones de vidas”, me cuenta sin subir el tono de la voz. “Y lo hacemos inventando nuevas vacunas…y ayudando a que esas vacunas lleguen a los niños más pobres.”

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Millonarios sin título

Regresé a la universidad. No a estudiar sino para conocer a los que están estudiando.

Mi primera escala al llegar a Estados Unidos hace 30 años fue precisamente la Universidad de California en Los Ángeles y ahora volví para participar en un foro sobre educación. La nostalgia me envolvió. Me puse a caminar por los mismos pasillos que en 1983 me llevaban a mis clases de periodismo y televisión. Por ahí también pasaba con mis grandes pedazos de pan y bolsas de lechuga (porque no me alcanzaba para mucho más con 15 dólares diarios). Pero me sentía feliz y libre: México, sus priístas, su censura y sus abusos parecían muy lejanos.

En esta ocasión, en esos mismos pasillos, me encontré a las integrantes del Grupo Folklórico de UCLA que preparaban un baile regional mexicano. Muchos de sus padres habían sido campesinos o ganan apenas el salario mínimo. Platicamos entre risas. Son jóvenes muy especiales: UCLA es una universidad difícil para entrar, y a pesar de todos los obstáculos a ellas las habían aceptado.

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