Este nuevo comienzo de clases nos invita a debatir y a preguntarnos sobre qué educación queremos y qué aspectos debemos mejorar y profundizar para lograr más y mejor educación para nuestros hijos.
En estos diez años se ha avanzado mucho en la política educativa a partir del cambio en el marco normativo que rige el sistema educativo; se ha incrementado y sostenido la inversión pública, se promovieron otras formas de escolarización y terminalidad de la secundaria, se crearon universidades nacionales en distintos puntos del país, se distribuyeron netbooks para los alumnos de las escuelas secundarias, se construyó y se puso en valor un importante número muy escuelas en todo el país, logrando una importante ampliación de la cobertura en todos los niveles educativos.
La declaración de la obligatoriedad de la sala de cinco años y, más recientemente la de cuatro, así como de la escuela secundaria ha consolidado al Estado como garante de los derechos educativos de los niños, niñas y jóvenes. Creo que este importante conjunto de medidas sientan una base sólida para seguir trabajando en el futuro. Es sabido, y hemos actuado en consecuencia, que la mejora de la educación no se limita a las decisiones en este área sino que debe articularse con otras políticas y aéreas del gobierno. Un buen ejemplo es la Asignación Universal, que sin dudas, contribuyó para que miles de niños, niñas y adolescentes sostengan la escolaridad.
Sin embargo, a pesar de los importantes avances que se lograron en estos años, quedan cuestiones en las que debemos trabajar y profundizar. Necesitamos una nueva normativa que regule la vida de las universidades; queremos que más chicos y chicas concurran a la escuela primaria de jornada extendida pero, no queremos que solo “estén” más horas, queremos que aprendan, que conozcan otros lenguajes expresivos, que se conecten con el conocimiento de diversas formas. Debemos concebir a la escuela cómo el espacio público en el que se desarrollen aprendizajes de calidad.
Asimismo, tenemos que seguir trabajando para resolver a mediano plazo la problemática de los docentes. El Estado debe garantizar una formación inicial y continua a nivel nacional e identificar las cuestiones laborales. No sólo me refiero a los requerimientos salariales de profesores y maestros, que es una cuestión por demás importante en lo que es la agenda educativa. Necesitamos pensar políticas nacionales que construyan y articulen mecanismos para que el trabajo de enseñar sea un trabajo gratificante y creativo, lleno de desafíos y justamente remunerado.
Desde los sectores conservadores se ha planteado que el aumento del presupuesto educativo implementado a lo largo de estos años no ha dado resultado y no creo que haya sido así. La calidad educativa que soñamos demanda una fuerte inversión.
Para ello, creo que debemos desarrollar un mecanismo por el que el aumento del presupuesto educativo esté vinculado con un porcentaje de los recursos que se obtengan de la explotación de Vaca Muerta, como hace Brasil que destina recursos del “PRESAL” a financiar la educación.
Además, tenemos una escuela media obligatoria que, aún tiene pendiente repensar los pilares sobre los cuales se sostiene, para ello debemos propiciar nuevas y diversas formas de organización de modo tal que, para todos los alumnos, estar en la escuela signifique un crecimiento personal y colectivo. En este sentido, debemos intensificar el trabajo para que las escuelas sean más participativas y democráticas, en donde los alumnos tengan un lugar para hacer escuchar sus propuestas y hacer sentir su voz.
Necesitamos escuelas en buenas condiciones, en las que el trabajo cotidiano para alcanzar aprendizajes de calidad sea el principal pilar que deben sostener maestros y profesores junto a los padres.
También creemos que el Estado es garante de los derechos educativos y que le cabe la responsabilidad central en la promoción e implementación de herramientas y medidas políticas para que todos los niños y niñas accedan a aprendizajes de calidad y los docentes a un trabajo digno.
Sabemos, tras el recorrido de estos últimos once años, que no es una tarea fácil, que los cambios son a mediano plazo. Sin embargo, contamos con una ventaja no menor: lo realizado constituye una plataforma indispensable para enfrentar estos retos. Tenemos la vocación y la decisión política de consolidar entre todos una educación de inclusiva y de calidad para todos los chicos de nuestro país.