Diez buenas noticias para el corto plazo

Mucho se abundó en los últimos meses sobre los desequilibrios que lega el gobierno de Cristina Kirchner a su sucesor: déficit fiscal, atraso cambiario, Banco Central descapitalizado y endeudado, default selectivo, inflación de dos dígitos, estadísticas fraguadas, una intrincada trama de subsidios, “cepo” cambiario, entre otros puntos conflictivos que condicionarán la economía en los próximos años. Más allá de los pesados problemas que el Gobierno se esmera en “heredarle” al próximo Presidente, en los últimos días se sucedieron varias novedades en materia financiera que permiten delinear una transición política sin convulsiones, aún con la economía en recesión.

En el listado de 10 buenas noticias que los mercados financieros traen a la Argentina para el corto plazo hay que enumerar:

1) Emisión de Bonar 2024. Después del fracaso de la colocación de diciembre (menos de u$s300 millones), el Tesoro obtuvo del mercado unos u$s1.400 millones, una revancha frente al fuerte obstáculo que impone el fallo del juez Thomas Griesa en EEUU. Argentina deberá pagar tasas muy elevadas, de 8,9% anual en dólares, por encima de las que se le exigen a otros países de la región como Brasil (3,5%), Chile (1,8%), Paraguay y Uruguay (4%) o Bolivia (5%). Esa inyección de dólares caros es, de todos modos, un alivio para contener tensiones cambiarias.

2) Colocación de deuda de YPF. La petrolera YPF emitió u$s1.500 millones en bonos a diez años, bajo ley de Nueva York, a una tasa de interés fija de 8,5%, levemente inferior a la colocación soberana. Además del bienvenido ingreso de divisas en las próximas semanas, el aval del mercado a la petrolera es imprescindible para reactivar el programa de inversiones de la empresa más grande del país, en medio de un déficit energético cuya fecha de caducidad es una incógnita y un lastre para los próximos años.

3) Reservas en alza. Los activos internacionales del Banco Central se sostienen sobre los u$s32.000 millones, una cifra apreciable, aunque a cuenta de ingresos por emisión de deuda soberana y corporativa a elevadas tasas o préstamos como el “swap” con el Banco Central chino y divisas de los bancos de Francia y Basilea. Estos fondos ayudan a dispersar en lo inmediato las expectativas devaluatorias y permiten flexibilizar la restricción a las importaciones, el principal escollo para el crecimiento de la actividad industrial. También apuntalan las reservas los dólares que no están cobrando los acreedores de deuda reestructurada debido al default selectivo que ya lleva nueve meses.

4) Caída del déficit energético. La impresionante baja de los precios internacionales del petróleo y, en menor medida, la caída de la actividad económica local, posibilitan una reducción a la mitad del rojo de la balanza energética, que en 2014 superó los u$s8.000 millones, en un año en el que languidece el superávit comercial argentino. El barril de crudo se aproximó a 60 dólares, su valor más alto de 2015, aunque un 44% por debajo de la cotización de 12 meses atrás.

5) Cosecha récord. El clima favorable habilita para la presente campaña una producción agrícola récord en Argentina. Los importantes rindes globales presionan a la baja los precios, que aún se aferran a niveles elevados en la comparación histórica. El Ministerio de Agricultura y la Bolsa de Cereales de Rosario coincidieron en cifrar en 59 millones de toneladas la cosecha de soja 2014/2015, cuya recolección concluye en julio. La oleaginosa es en la práctica sinónimo de dólares, pues se exporta casi en su totalidad como granos o derivados industriales (aceites, harinas, residuos). Aún con una sensible pérdida de valor en soja (-33% interanual), maíz (-26%) y trigo (-28%), el agro garantizará este año ingresos anuales en torno a los 20.000 millones de dólares.

6) Dólar estable. El Gobierno utiliza el atraso cambiario como instrumento para contener la inflación y, en la medida que el ingreso de dólares a las arcas del BCRA lo permite, libera divisas para importaciones, atesoramiento y turismo. Las ventas de dólar “ahorro” también ponen un techo al precio del dólar “blue”, que cede 9% desde que empezó el año. Con alta inflación, Argentina se encarece a través de esta “apreciación real” del peso frente al dólar, pero consigue una calma cambiaria que es inusual en períodos electorales y despeja por el momento la inquietud por una pronta devaluación.

7) Rally del Merval. En 12.400 puntos, el indicador líder de la Bolsa de Comercio se ubica en un puntaje cercano a su máximo histórico (12.593 puntos, el 29 de septiembre de 2014) que significa, desde la percepción financiera, un respaldo a los activos argentinos a través del valor que les atribuyen. Al dividir los 12.409 puntos por el dólar implícito en transacciones bursátiles ($11,89 del “contado con liquidación”) queda un Merval por encima de los 1.000 puntos medido en dólares, un registro sin precedentes. Es clara la apuesta de los traders e inversores por un giro en la política económica a partir de 2016 que promueva el ingreso de capitales, pues el mercado se adelanta y alimenta de expectativas además de operar según datos de coyuntura.

En el exterior, los precios en dólares de las compañías argentinas se mantienen firmes gracias al potencial que se les observa en el futuro más que a sus balances trimestrales. En 2015 el ADR de Grupo Financiero Galicia gana en Wall Street un 46%; YPF, un 13,9%; Tenaris, 3,9%, y Telecom, un 11 por ciento.

8) Balance de Petrobras. La empresa brasileña es hoy la que mayor peso tiene en los negocios de la Bolsa de Buenos Aires, de acuerdo a los montos operados en este título en los últimos meses. A partir del balance auditado de 2014, la acción muestra una importante evolución, después de haber tocado un piso en 12 años, e influye positivamente en el Merval.

La estatal brasileña informó una pérdida de casi u$s7.200 millones el año pasado, de los cuales unos u$s2.100 fueron atribuidos a hechos de corrupción. El avance de la Justicia brasileña sobre los responsables de maniobras de fraude y lavado y el reconocimiento del verdadero rojo en el balance animaron a los inversores a reposicionarse en un papel muy castigado. En Wall Street repuntó 99% desde su valor mínimo del 13 de marzo, de 5,01 a 9,99 dólares. En Buenos Aires subió en ese lapso un 96,5 por ciento.

9) Se recupera el real. La cotización de la divisa brasileña es vital para el comercio exterior argentino, pues el socio del Mercosur es el principal demandante de exportaciones argentinas. Una mejora en la actividad económica del país vecino y un ajuste de la tasa de cambio que favorezca a la Argentina siempre potencian las ventas de manufacturas argentinas y contribuyen a reducir el déficit en el comercio bilateral. Basta mencionar que nueve de cada diez autos exportados por Argentina se dirigen a Brasil, que demanda la mitad de las unidades ensambladas en las terminales locales. Después de dos meses, el dólar cayó esta semana debajo de los 3 reales. La moneda brasileña se devaluó 10,1% respecto del dólar norteamericano en el transcurso de 2015, pero rebotó casi 6% en los últimos 30 días.

10) Wall Street, en positivo. Las ganancias de las acciones en los EEUU son un indicador favorable para la Argentina, pues son señal de que la Reserva Federal no apurará el incremento de tasas de referencia o bien comenzará a aplicarlo muy gradualmente. En 18.080 puntos, el Dow Jones de Industriales está cerca de su techo histórico de 18.288 enteros del pasado 2 de marzo, mientras que el Nasdaq tecnológico batió su récord el viernes. La suba de tasas es el principal fundamento que fortalece al dólar en el mundo, encarece el crédito internacional en esa moneda y deprime el precio de los commodities que Argentina exporta, por cuanto un extendido escenario de tipos de interés en torno al 0% es aún de provecho para las economías emergentes.

El aporte de agrodólares sigue bajo presión

El breve recorrido del 2015 permite avistar un debilitamiento del ingreso de divisas por exportaciones de granos e industrias afines, que se agudiza por el efecto nocivos de diversos factores ya advertidos en 2014 y 2013. La liquidación de divisas del agro desciende un 20% en lo que va del año, principalmente por la pérdida de valor de los principales productos de exportación de la Argentina, además del atraso cambiario con elevadas retenciones que desalientan estas ventas. En ese contexto, los productores optan por aumentar sus tenencias en silbolsas, cuando los rindes se sostienen en niveles récord y “pisan” los precios en el mercado internacional.

Dante Romano, del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral, calcula que “en la Argentina se podrían pasar de campaña unos seis millones de toneladas de soja, que se sumarían a una producción de entre 57 y 58 millones de toneladas”, un nuevo máximo histórico. A esta previsión la alimentan favorables pronósticos climáticos, vitales en este mercado, con abundantes precipitaciones que mantienen el buen estado de la soja y el maíz en la presente campaña en la zona núcleo argentina. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires coincide en estimar la producción de la oleaginosa en un récord de 57 millones de toneladas y la del maíz, en 22,5 millones.

La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) informaron que entre el 2 de enero y el 20 de febrero de 2015 los exportadores de granos liquidaron u$s1.813,1 millones por ventas al exterior, un 20% menos con una cosecha que resultó 15% superior. Esta caída en el ingreso de divisas a un monto equiparable al de 2007 no es ajena a la baja de precios de los productos primarios que perduran como el principal sostén de las ventas externas. En comparación a un año atrás la tonelada de soja se desplomó un 27,9% en el mercado de Chicago, a u$s367; el trigo restó 17,6% (u$s187) y el maíz apenas recuperó un 0,7% interanual, a 151 dólares. Estos valores hacen añorar las cotizaciones máximas históricas, que en el caso de la soja alcanzaron los u$s650 por tonelada en septiembre de 2012.

La cosecha de soja fue en la última campaña –concluida en julio último- de 55,6 millones de toneladas, un récord que superó en 14,6% los 48,5 millones de 2013 y en 39% los 40 millones de 2012. Estas zafras elevadas también se advirtieron en Brasil y los EEUU, que integran con la Argentina el selecto grupo de mayores productores y exportadores de la oleaginosa, y motivaron que la cotización en Chicago descendiera 4,5% en los últimos dos meses. Argentina es el principal exportador mundial de aceite y harina de soja (45% y 43% del mercado global, respectivamente), el tercero de grano de soja (8%) y el cuarto de maíz.

“La duda es si los productores podrán seguir reteniendo. Su intención será vender lo mínimo indispensable para cancelar cuentas del año pasado y los vencimientos de esta campaña. Con precios que son más bajos, costos crecientes, inflación y una devaluación que nunca llegó, la proporción de soja que habrá que vender será mayor que la del año pasado”, consideró Dante Romano.

Un estudio de Guillermo Rossi, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario, indicó que la producción agroindustrial redujo 10% sus ingresos en 2014, a u$s35.429 millones, al incluir granos, sus derivados industriales, carnes, lácteos, frutas y cultivos regionales. Sólo el complejo sojero (porotos, harina, aceite y biodiesel) representó ingresos por exportaciones de 21.345 millones de dólares.

En este trabajo, en base a datos de comercio exterior del INDEC, Rossi refiere que “en la caída de algo más del 10% en el ingreso de divisas del 2014 hay elementos de precio y de cantidad. Como es sabido, el mercado internacional de productos agrícolas sufrió una brusca caída en el segundo semestre del año pasado”, que impactó en un momento en que el país contaba con amplia disponibilidad de stocks. “Uno de los productos más perjudicados fue el aceite de soja, altamente correlacionado con el precio del petróleo”, añadió.

Según CIARA y CEC la liquidación de exportaciones sectorial fue de u$s24.143,7 millones en 2014, un 4% más que en 2013 (u$s23.208 millones) y apenas 3,9% debajo del máximo registro de u$s25.133 millones en 2011. Debe destacarse que en 2014 la tonelada de la soja promedió u$s474,59 y la de maíz, unos 172,62 dólares. Estas cotizaciones son un 11,5% y 28,8% más bajas, respectivamente, que en 2013, pues la soja promedió u$s536,25 por tonelada, y el maíz, 242,58 dólares. En 2011, el grano de soja promedió u$s505 por tonelada y el maíz u$s288,70: así, los precios de 2014 fueron 6% y 40% menores, respectivamente.

Otros informes oficiales ratifican la trascendente contribución de dólares del agro, aún con deterioro de precios internacionales y el acopio de producto que desde el Gobierno le atribuyen al sector. El Balance Cambiario del Banco Central contabilizó en la totalidad de 2014 “cobros de exportaciones del sector olaginosas y cereales por u$s27.097 millones, un importe marginalmente superior al del año 2013”, que contrastó con el resto de los rubros exportadores de bienes, que liquidaron u$s42.473 millones, con una caída interanual de 12 por ciento.

Según las planillas del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), el BCRA detectó que el complejo cerealero-oleaginoso expandió su participación al 38,9% de las exportaciones argentinas el año pasado, sobre un total de u$s69.569 millones acumulados en 12 meses. Es decir que mientras que el agro sostuvo sus ventas externas, el resto de los rubros arrastró a un descenso interanual del 8% en las exportaciones de 2014.

El mundo profundiza la devaluación frente al dólar

Postales de la última semana: colas en Venezuela para comprar alimentos; colas en Suiza para cambiar euros por francos. Las coyunturas de estos países se oponen, pero estas imágenes están unidas por una razón: el movimiento convulso de las variables financieras que marcan con el sello de la volatilidad al 2015 y enfrentan a las sociedades a escenarios inéditos desde la crisis financiera de 2008.

La recuperación económica de los EEUU en 2014, con un alza del PBI sobre 3,5% y una sólida caída en el desempleo a 5,6% -el menor desde 2008-, solapó la frágil evolución de la actividad económica en otros países. La inesperada decisión de Suiza de salirse de la “convertibilidad” de su codiciada moneda con el euro, que fijaba un piso de paridad de 1,20 francos suizos por moneda comunitaria, provocó una apreciación del 20% al despertarse la demanda de la divisa helvética como refugio de valor por excelencia. La contracara es la debilidad del euro, indicio de que varios miembros de la Unión Europea transitan el estancamiento económico con alta desocupación, y que suman en los últimos meses la deflación, característica agravante de procesos recesivos. La moneda única bajó de u$s1,15 por primera vez desde 2003 y en los recintos bursátiles ya se anticipa un inminente “uno a uno” entre el dólar y el euro.

La Argentina continúa ensimismada en su contexto interno, pero en los próximos meses serán esas condiciones externas las que van a incidir de una u otra forma la política económica nacional.

En la agenda de próximas novedades, el 22 de enero se espera que el Banco Central Europeo decida un programa de compras de bonos, una iniciativa que profundizará la depreciación del euro e intentará dinamizar la economía de la zona euro y mejorar su competitividad exportadora. EEUU y otros países centrales utilizaron en el pasado reciente esta “laxitud” monetaria en busca de reactivación.

En nuestra región, Venezuela muestra la faceta más dramática del cambio de ciclo emergente. La caída del petróleo aceleró el deterioro de los indicadores económicos y financieros, potenciados por los errores de gestión del gobierno bolivariano. El precio promedio del crudo venezolano quebró el piso de u$s40 por barril, menos de la mitad que los u$s88,42 que promedió en 2014 y los u$s98,08 de 2013. El petróleo aporta nueve de cada diez dólares que ingresan a un país muy dependiente de las importaciones, como refleja su escasez de alimentos y productos básicos.

La caída de las cotizaciones de las materias primas se correlaciona más allá de los fundamentos propios de cada mercado. La soja se opera a precios de julio de 2010, el crudo y el cobre se sitúan en valores de abril de 2009 y el oro, de septiembre de 2010. Es la reacción a una apreciación generalizada del dólar contra otras divisas: frente al real brasileño fue de 12% en los últimos doce meses; 12,5% contra el yen japonés; 17,8% contra el euro; 92,2% frente al rublo ruso; 16,3% frente al peso chileno y 20,6% comparado al peso colombiano. China parece una excepción: el dólar sólo subió 2,6% en un año frente al yuan.

En esta etapa de la “guerra de monedas”, las devaluaciones se suceden y encadenan como una barrera contra las importaciones antes que una estrategia para mejorar las ventas al exterior, pues los gobiernos apelan a este mecanismo de defensa del empleo local como respuesta urgida a las devaluaciones ajenas. Sin embargo, es una salida de corto plazo que al replicarse de un país a otro genera un círculo vicioso, pues no hay crecimiento económico sostenido sin apertura comercial. La fortaleza de una moneda depende de la solidez y productividad de la economía del país que la emite, más que de las reservas de sus bancos centrales. En el mismo sentido, el consenso inversor busca activos financieros de economías que demuestren consistencia y generen expectativas favorables de expansión.

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) descartó que el crecimiento de los EEUU –que representan el 22% del PBI mundial- y la caída del crudo, por sí solos puedan motorizar a la economía global en 2015. Christine Lagarde trazó un panorama de baja inflación y bajo crecimiento en la Eurozona y Japón, efectos negativos de los bajos precios de la energía sobre países productores como Nigeria, Rusia y Venezuela, con “enormes presiones sobre sus divisas”. Para otras economías emergentes, grupo al que pertenece la Argentina, la directiva del FMI anticipó este año “un triple golpe por la combinación de un dólar más fuerte, tasas de interés globales más elevadas y una mayor volatilidad de los flujos de capital“.