Las compras de dólar para atesoramiento se aceleran con el transcurrir del año, incentivadas por un incremento del dólar oficial que apenas acompaña a la inflación y no puede escapar al atraso cambiario acumulado en tres años de establecido el control de cambios.
En ocho días hábiles de octubre la demanda minorista cursada por el circuito oficial ascendió a u$s323,1 millones, que representan un 85% del total vendido en septiembre, hasta ahora el mes récord con 379,1 millones de dólares. Transcurrió un tercio de octubre y ya es el segundo mes con más dólares efectivizados para minoristas.
¿Los ahorristas tienen más dinero ahora que a comienzos del año y por eso demandan más divisas? Seguramente no en términos reales: los incrementos salariales registrados durante las paritarias, con un promedio de 29,7% según el Ministerio de Trabajo, coinciden con el 29,8% que aumentó en el año el dólar oficial en el mercado mayorista, de 6,523 a 8,467 pesos.
Un motivo menos obvio que el atraso cambiario está detrás de la transferencia de pesos excedentes –y no tanto- del consumo al ahorro en moneda dura. La incertidumbre sobre el futuro de la economía llevó a muchos pequeños ahorristas a optar por el refugio del billete verde, en detrimento de la compra, por ejemplo, de bienes durables, que tanto favoreció la expansión de la actividad interna.
Esta cobertura del “chiquitaje”, como se dice en la jerga financiera, tiene doble consecuencia recesiva: contrae el consumo y retira dólares del sistema financiero, imprescindibles para inyectar dinámica al comercio exterior, debido a que nueve de cada diez dólares para atesoramiento salen de los bancos y se “fugan”, disminuyendo además las reservas del Banco Central. Parcialmente contrarresta esta pérdida la percepción anticipada de 20% en concepto de impuesto a las Ganancias por cada transacción, aunque luego puede ser deducida.
El Gobierno insistió la semana pasada en que no suspenderá la alternativa de la compra legal del dólar para ahorro, habilitada desde el 27 de enero, ni alentará una devaluación abrupta, lo cual mantendrá como muy atractivo el precio de la divisa, cuando el dólar paralelo se aproxima a los 15 pesos, con una brecha que aún con la carga impositiva es casi del 50 por ciento.
Dentro de la colección de contradicciones oficiales está el control de cambios, impuesto con la intención de preservar las reservas sin apurar la devaluación, en un escenario de déficit fiscal, elevada emisión de pesos y escalada inflacionaria. En tres años de “cepo” las reservas cayeron un 42%, de u$s47.523 millones del 31 de octubre de 2011 a unos u$s27.615 millones hoy. Y la economía se sumió en una clara recesión que promete extenderse a 2015.
Otro “subsidio” a los que más ganan
La apertura parcial del mercado minorista, con cupos establecidos por la AFIP, no llega a satisfacer la demanda de los ahorristas, pues el mercado marginal se mantiene firme y con precios en alza, y tampoco consigue proteger las reservas del BCRA. En el año, por ahorro y turismo el público demandó un total de u$s2.414,4 millones, mientras que los activos internacionales de la entidad monetaria cedieron 2.984 millones de dólares. Si bien hay múltiples factores que explican el ingreso y egreso de divisas a las arcas del BCRA, las ventas para atesoramiento contribuyeron a esta merma.
Con la misma debilidad de criterio se resolvió incrementar las tasas que los bancos deben ofrecer a los ahorristas, con un piso de 23% anual, y triplicar la garantía para depósitos a plazo fijo a 350.000 pesos. Mientras el dólar oficial y el “blue” avancen a mayor ritmo que los rendimientos por esas colocaciones, seguirá el apetito por la divisa y el sacrificio de reservas, aún cuando la cotización aumente a menor ritmo que la inflación, algo poco probable. Prueba de ello es que en octubre ya se contabilizan 482.440 particulares que compraron dólares por el circuito formal, un 50% más que en el mismo lapso de septiembre, cuando lo hicieron 322.026 personas.
Por otra parte, queda plantear si este procedimiento no implica un subsidio para los que más ingresos tienen. Un tercio de los asalariados, que trabaja “en negro”, tiene vedado el acceso al mercado de cambios. También aquellos que cobran “en blanco”, pero con ingresos inferiores a $8.800 mensuales (equivalentes a dos salarios mínimos). Asimismo, como se pueden adquirir dólares por una proporción de los ingresos registrados, los que más ganan, más divisas “baratas” pueden comprar, lo que luce como una política regresiva si en el futuro no se mantiene este nivel tan bajo de tasa de cambio.
Las operaciones para atesoramiento de octubre dejan un promedio de u$s670 por individuo. Como la AFIP fija un cupo determinado por el 20% del ingreso promedio mensual comprobable en el promedio de los últimos doce meses, puede inferirse que el ingreso medio del ahorrista en dólares es de unos 28.300 pesos, un salario que de ninguna manera puede ser equiparado por la mayoría de los trabajadores argentinos.
A este beneficio para el asalariado de altos ingresos hay que sumarle la diferencia que puede hacerse por la posterior venta de los dólares formales en el mercado paralelo. En el caso de los u$s670 de promedio, representarían una ganancia aproximada de unos $3.000 –más de 10% del salario-, aún contabilizando la percepción por Ganancias y el spread que descuentan los cambistas de las “cuevas” respecto del precio de venta del “blue”.