Shock, gradualismo y realismo

Entre los variados puntos de vista acerca de la “herencia” económica que recibirá el próximo Gobierno en diciembre de 2015 hay dos corrientes que dividen posturas: los que adscriben a las políticas de “shock” y los que se inclinan por el “gradualismo” para abordar las distorsiones remanentes de 12 años de presidencias de Néstor y Cristina Kirchner.

La experiencia de la salida de la convertibilidad durante la crisis 2001-2002 abona la teoría del “shock”, con una devaluación abrupta que sirva para establecer un tipo de cambio de equilibrio según condiciones reales del mercado. En esta visión, el costo político y social en el corto plazo es grande, pero reduce los tiempos para un eventual “rebote” de la actividad.

Durante la convulsionada presidencia de Eduardo Duhalde, con récord de pobreza y desempleo, mientras el malestar de la ciudadanía se evidenciaba día a día con protestas en las calles, se producía a la par, apenas advertida, una despareja moderación en la caída de la actividad. El primer trimestre de 2002 registró un derrumbe del PBI del 16,3% en la medición interanual y a partir de mayo empezó a desacelerar: el peor año económico de la historia argentina cerró con una caída del 10,9% respecto de 2001.

Tras el colapso devaluatorio del peso, el superávit de la balanza comercial del 2002 saltó a u$s16.358 millones, casi el triple que los u$s6.289 millones de 2001. En simultáneo, el dólar, que tocó un máximo de $3,90 al promediar el año 2002, cerró diciembre ligeramente debajo de 3,40 pesos. Las reservas del BCRA, que tocaron un piso de u$s8.832 millones el 8 de agosto, se recuperaron hasta u$s11.000 millones de mayo de 2003, cuando asumió Néstor Kirchner.

Sin embargo, los especialistas que abogan por las políticas de shock olvidan a menudo que aquella accidentada y dispar reversión del proceso recesivo que se había iniciado a fines de 1998 pudo practicarse en un marco de deterioro tal que toda medida correctiva implicaba, a grandes rasgos, una mejora ante un esquema de tipo de cambio fijo insostenible y en estado terminal. Hoy, con cifras económicas y sociales mucho mejores -aún con el arrastre de cuatro años de estancamiento en el PBI-, se impone la necesidad de preservar los vigentes niveles de empleo y poder adquisitivo, como las ajustadas reservas en el BCRA, entre otras variables que condicionarán el margen de decisión de los funcionarios que ocuparán el Palacio de Hacienda a partir de diciembre.

Más allá de las expresiones de campaña y teorías de cada experto, es probable que los datos de la realidad marquen los tiempos para rectificar variables, en una transición que será gradual a la fuerza y que demandará todo el 2016. Así empiezan a manifestarlo los referentes en materia económica de las corrientes políticas con ambición de llegar a la Presidencia de la Nación.

Miguel Bein, integrante del equipo de Daniel Scioli, adelantó que “no hay un cambio copernicano en dos meses” y aunque planteó la necesidad de salir del “cepo” cambiario, “primero hay que normalizar; después, acceder al crédito; después, el criterio de administración de reservas tiene prioridades: insumos, materias primas y bienes de capital”, para garantizar los dólares para importar antes que para la venta a minoristas. “Mal que le pese, hay que apuntar al dólar ahorro”, sentenció.

En ese sentido, la actual ministra de Economía bonaerense Silvina Batakis dejó claro que no está en los planes la eliminación inmediata de los controles al dólar y señaló que “la política del Gobierno Nacional con respecto a la administración de las reservas del Banco Central es la correcta, ya que está administrando de forma inteligente los recursos, atendiendo a la demanda tanto de los sectores productivos como de los ahorristas”.

Por Infobae TV, el economista Ricardo Delgado, referente del Frente Renovador, dijo que “es una herencia compleja, Argentina no va a ir a una crisis ni va a estallar todo el 10 de diciembre a la tarde, pero la gobernabilidad de esa transición, de esa salida, que tiene que ser ordenada, va a ser crítica”. Puntualizó que se debe aplicar “un programa de cien días, integral y consistente de lucha contra la inflación, que incluya medidas fiscales y monetarias y un gran acuerdo económico y social”, mientras que alertó que “decir que en 24 horas el ‘cepo’ se libera, de alguna manera es decir que va a haber una gran devaluación, porque no hay dólares suficientes para bancar la demanda, y esto implica caída de salario y de actividad económica”.

Otro economista vinculado a Sergio Massa, el ex ministro Miguel Peirano, se pronunció la semana pasada por “salir del cepo, pero salir bien”, por cuanto remarcó que deben evitarse “los reduccionismos, los atajos fáciles y la lógicas monetaristas”.

En marzo pasado, el jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri declaró que si él llega a la Presidencia, “a partir del 11 de diciembre no hay más cepo“, pues confió en que “van a sobrar dólares en la Argentina a partir de diciembre”. Por eso apostó a dejar “flotar el tipo de cambio”, aunque reconoció en esa misma entrevista por radio La Red que su gestión va “a buscar un punto de equilibrio que no perjudique al asalariado“.

Carlos Melconian, uno de los economistas del PRO, coincidió en la importancia de salir de las restricciones cambiarias, pero relativizó la celeridad para concretarlo. “Es una decisión política a tomar, porque no hay ningún país que tenga ‘cepo’. Es una gran ridiculez, una mala medicina, en un país donde el problema fue la salida de capitales por casi 100.000 millones de dólares. Lo del 10 de diciembre, el 11 de diciembre, eso ya entra en el conjunto de la calidad que tienen los organismos oficiales para evitar las noticias y poner un título, nada más”. Añadió por radio Continental que “la decisión política es de levantar profesionalmente el cepo y está tomada, estamos trabajando. Como dijo Lula, ningún gobierno del mundo determina el valor del dólar, es una medida fluctuante”.

Ya se juega el crecimiento para 2014

El 2013 es un año de mayor actividad económica que 2012. Dos sectores protagonizaron el repunte, con ayuda de las ventas al exterior: mientras que la producción agrícola completará doce meses de crecimiento algo inferior al 20%, en particular por el volumen de cosecha después de un ciclo de sequía, el sector fabril sintió el arrastre alcista de la producción automotriz, que con un incremento cercano al 13% interanual aprovechó la mayor demanda de vehículos del mercado brasileño. Para el año próximo, los analistas macroeconómicos estiman un estancamiento o mínimo progreso del nivel de actividad, debido a que el impulso del agro y los autos no tendrá el vigor de 2013.

La producción agrícola es el principal sostén de la economía nacional, por el peso de su producto y su aporte al superávit comercial. Este año contribuyó a movilizar otras actividades emparentadas a su desarrollo, como el comercio y el transporte, aunque hubo un freno a su poder reactivador que llegó del lado de los precios: la tonelada de soja finalizó este viernes a u$s465,45 para el contrato más negociado, con entrega en noviembre, contra u$s568,98 hace exactamente un año, un 18,2% menos. Nada indica que las cotizaciones de las materias primas reboten en los próximos doce meses, cuando la cosecha continuará estabilizada en tono a 100 millones de toneladas.

En cuanto a las terminales automotrices, su nivel de actividad es el mejor de la historia del sector, pero da claras muestras de desaceleración. Mientras en el segundo trimestre del año el INDEC detectó un alza de 29,9% interanual, ésta se redujo a 12,9% interanual en agosto.

Por estas perspectivas moderadas, una de las principales críticas que se le hicieron al Presupuesto 2014 fue que el Gobierno previó un incremento del PBI del 6,2% para el año entrante, tres veces más que lo estimado por mediciones privadas.

La consultora Ferreres & Asociados señala que la economía nacional se enfrenta a “límites de crecimiento para el bienio 2014-2015”, debido a “la menor capacidad ociosa y un agro que crecerá menos en 2014. Comienza a reducirse la cantidad de empresas y el empleo crece en línea con la actividad económica, mientras que el mercado interno tendrá menos fuerza y continuará el deterioro fiscal y la emisión monetaria”. Para 2013 estima un crecimiento del PBI de 3,2%, un 1,4% para 2014 y un 1,2% en 2015.

Fausto Spotorno, director de Ferreres y Asociados, subraya que “hay un crecimiento del comercio y de los bancos, que son los grandes beneficiarios de la inflación. Es un crecimiento muy malsano, porque es a costa del ahorro. Y del ahorro sale la inversión. A largo plazo pasa que no se invierte lo suficiente para seguir creciendo. Es lo que estamos viendo ahora: el largo plazo está llegando”.

Carlos Melconian, de la consultora M&S, calcula un crecimiento económico promedio de 1,2% para el bienio 2012/2013, mientras que para 2014 y 2015 cree que habrá “un stop and go, con más stop que go”. Para Abeceb.com, la institución que dirige Dante Sica, el crecimiento rondará el 3% en 2013, mientras que en 2014 apenas alcanzará la mitad de ese porcentaje si persisten los desequilibrios: baja inversión; restricciones a las importaciones y al mercado de cambios; la salida de dólares por energía, pago de deuda y turismo, y un elevado nivel de intervencionismo.

Desde el exterior, la proyección sobre la economía nacional es un poco más optimista. El FMI afirma que el PBI crecerá un 3,5% este año y un 2,8% en 2014, mientras que el Banco Mundial espera en 2013 una mejora del 4 por ciento.

Un impedimento para que el crecimiento argentino sea mayor en el futuro es el déficit de energía, que a su vez, presiona sobre las reservas del Banco Central, porque esas importaciones de combustibles se pagan con las divisas de la entidad. Este viernes, los activos líquidos del BCRA tocaron su piso desde febrero de 2007, en u$s34.502 millones, con una pérdida de u$s8.788 millones o 20,3% en el año.

En ese aspecto, el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), entidad que dirige el economista Nadin Argañaraz apunta que “el drenaje de dólares es un tema clave para la marcha de la economía. Luego de las elecciones algunas medidas adicionales seguramente serán tomadas por el Gobierno, dado que este drenaje va menguando las reservas y consecuentemente el respaldo duro de los pesos que circulan en la economía”.