La profundización de la tendencia bajista para los activos como reflejo de la apreciación global del dólar se precipitó la última semana con una agresividad aún no asimilada por la dirigencia argentina, enfocada en la política y la trascendente pelea electoral que definirá el cambio de Gobierno a partir del 10 de diciembre.
Más atentos a la realidad cotidiana, frente a una actividad económica estancada y la inflación persistente, los ahorristas siguieron buscando dólares como cobertura. Las ventas para atesoramiento superan los u$s4.000 millones en 2015 y agosto se encamina a ser un mes récord de adquisiciones minoristas: en dos semanas se efectivizaron casi 500 millones de dólares.
El dólar “blue” alcanzó los $15,10 el viernes, su valor más alto del año, empujado por la escasez en la oferta de billetes, dado que aquellos que compran divisas formales son reticentes a venderlas en el mercado negro, aún con un arbitraje de 62% por la brecha cambiaria, que permite una ganancia inmediata en pesos mayor al 30% si se descuenta la percepción anticipada del Impuesto a las Ganancias para retirar los billetes del banco.
Igual que en décadas pasadas, el dólar vuelve a tomar protagonismo como un activo seguro y, ahora, barato. En 2015 el dólar oficial aumentó un 8% y el paralelo, un 7,5%, casi la mitad del 14% de inflación entre enero y julio. En los siete primeros meses del año, los precios minoristas subieron en promedio 13,9% según la “inflación Congreso” y 13,8% según el IPCBA, indicador relevado por la Dirección General de Estadística y Censos del Gobierno porteño.
El sacudón externo vino más fuerte desde China, por la resonante devaluación del yuan cerca de 5% en la semana. El país asiático es el segundo destino de las exportaciones nacionales, detrás de Brasil, que depreció el real un 24% desde enero. El euro, en tanto, cae en el año un 8,6 por ciento. Entre los tres concentran la mitad de las ventas externas de la Argentina.
La devaluación de los principales socios comerciales y la apreciación real del peso argentino –al devaluarse a un ritmo menor que el de la inflación- tiene un efecto de pinzas: le compran menos a la Argentina, cuyos productos se encarecen en sus monedas locales, y ganan competitividad cambiaria para venderle más barato a nuestro país.
Los dólares comerciales son la única fuente genuina de divisas, debido a que los canales financieros están obstruidos por el “cepo” cambiario y el “default selectivo”, que ya cumplió más de un año. La dramática caída del potencial exportador argentino en 2015 se observa a las claras en los granos y sus derivados industriales. Este complejo exportador representa un tercio de las exportaciones nacionales y desde el fin de 2014 sufrió caídas de precios en todas sus variantes: porotos de soja (-10,1%), aceites (-10%) y harinas de soja (-9,1%), y maíz y trigo sin procesar (-8,3% y -14,1%, respectivamente). Una caída de cotizaciones en torno al 10% para el agro es una baja mayor al 3% en el total de exportaciones argentinas sólo por precios, sin afectar cantidades.
La caída de precios de bienes transables se extiende a todos los rubros. El INDEC señaló que “en el acumulado al primer semestre de 2015 el saldo de la balanza comercial fue de 1.232 millones de dólares. Si en este período se hubiesen registrado los mismos precios que en el acumulado al primer semestre de 2014 el saldo comercial hubiese sido de 3.874 millones de dólares”. Bajo este supuesto el país tuvo una pérdida en los términos del intercambio de casi u$s3.000 millones en la primera mitad del año.
En ese contexto, las reservas del BCRA acusaron el impacto: cayeron casi u$s300 millones en dos semanas de agosto por las ventas netas de divisas en el mercado mayorista, para satisfacer la demanda de los ahorristas, y el impacto de la caída del yuan, pues por los tramos activados del “swap” de monedas con China, esas divisas componen la cuarta parte del total de activos internacionales.