El desplome del crudo, un imprevisto alivio fiscal

El descenso del crudo sigue un derrotero cuyos límites los analistas de mercado todavía no logran dilucidar. El petróleo intermedio de Texas cayó un 2,1% el lunes y se situó en u$s43,88 el barril, su nivel más bajo en seis años, desde el 12 de marzo de 2009. Entonces el desplome de la energía marchaba a la par de los valores mínimos de las acciones, en un año de crisis financiera y recesión global. Ahora los factores bajistas son propios.

En 2015 se sostienen los mismos fundamentos para los hidrocarburos que los hundieron en 2014. La oferta excede a la demanda, debido a la pulseada entre la producción de “shale” en los EEUU, que le devolvió el autoabastecimiento al principal consumidor del mundo, y el cartel de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), líder del sector que a su vez se niega a recortar el bombeo de crudo, con el objetivo de destruir la rentabilidad de las explotaciones no convencionales, mucho más costosas que las tradicionales.

El precio del “oro negro” cayó un 56% desde los u$s107 por barril del 20 de junio último, y dicha caída hizo que las compañías recortaran gastos y que se desacelerara la perforación en los Estados Unidos, aunque la propia OPEP reconoce que recién a fines de 2015 podría observarse un declive en la producción norteamericana.

En el exterior el impacto en la economía real es formidable. En los EEUU se tradujo en una caída en el valor de los combustibles, pues el crudo incide en dos tercios del precio final de las naftas. Su efecto contribuyó a la reactivación económica, aceleró el consumo y redujo las presiones inflacionarias. En países exportadores como Rusia, Venezuela, Irán e incluso Brasil, la pérdida de ingresos fue notoria, un factor que influyó en el proceso devaluatorio de sus monedas.

En la Argentina se da una situación muy particular, pues el país reincidió en déficit energético a partir de 2011. Así, se espera que este año la drástica caída de precios del crudo contribuya a reducir el déficit comercial en este rubro. Como son las compañías estatales Enarsa e YPF las importadoras casi excluyentes del mercado doméstico, la disminución de este rojo, que demanda pagos con dólares “cash”, es de prever que atenuará el preocupante déficit fiscal, en el que la Argentina también recayó desde 2011.

Un estudio del Centro de Economía Política de la Argentina (CEPA) subrayó esta coincidencia entre el incremento del déficit fiscal y el energético. “Si del cálculo de los ingresos y los egresos de fondos al Estado dejamos afuera el cargo que le genera el déficit energético, tendríamos superávit fiscal. Naturalmente esto es un mero ejercicio analítico, pero permite comprender la causa principal del déficit fiscal. No es el gasto descontrolado en diversos sectores en formas de subsidios desesperados, transferencias populistas y demás acusaciones”, definió CEPA en un informe. De hecho, Argentina hubiera tenido superávit primario en 2012, 2013 y 2014 de no haber existido desbalance energético. En el mismo sentido, el déficit energético amplió su participación en el déficit financiero –al contabilizar pago de deuda- hasta el actual 60% del total.

La balanza energética en números

En 2011 Argentina tuvo un superávit primario de $4.919,7 millones, que se transformó en déficit financiero de $30.663 millones al contemplar los pagos de deuda de aquel año. El déficit energético de 2011 -según el BCRA y contabilizando electricidad- fue de u$s3.189 millones, que con un dólar mayorista promedio de $4,13 para todo el año representó 13.170 millones de pesos. Es decir que la energía significó el 43% del déficit financiero.

El Gobierno informó para el cierre del ejercicio de 2012 un déficit presupuestario primario $4.374,9 millones, y financiero 55.563 millones. El rojo en materia energética se elevó a u$s4.075 millones en 2012, según el BCRA, o $22.331 millones, con un tipo de cambio promedio de 4,55 pesos. El déficit energético significó el 40,2% del déficit financiero del período.

En 2013 Argentina tuvo déficit primario por $22.479 millones, que se amplió en el cálculo financiero a 64.477,5 millones. El saldo energético de 2013 experimentó un déficit de u$s6.163 millones, que con un dólar promedio de $5,48 fue equivalente a unos 33.770 millones de pesos. La energía representó el 52,4% del déficit financiero.

En 2014, el rojo financiero se incrementó a $109.720 millones, y el déficit primario, a 38.561,9 millones. El año pasado, en las cuentas del Central el rojo comercial por energía ascendió a u$s8.131 millones, unos $66.024 millones a un dólar promedio de 8,12 pesos. Así, el saldo negativo de la ecuación energética aumentó su aporte al déficit financiero del país a 60,2% del total. “Sin el problema energético, Argentina se mantendría con el modelo de superávit gemelos. Y el estrangulamiento externo sería, al menos, una problemática de un impacto menor”, concluye el estudio de CEPA.

En un escenario hipotético de actividad económica estancada en 2015 y precios del petróleo consolidados en un 50% por debajo de 2014, el Gobierno podría encontrarse ante un inesperado beneficio fiscal por un declive del déficit sectorial. El año pasado, las exportaciones de petróleo y derivados sumaron u$s5.292 millones y las importaciones, poco menos de u$s10.000 millones si se descuentan las compras de electricidad. Por lo tanto, si se reducen aproximadamente a la mitad los montos por exportaciones e importaciones de hidrocarburos, a u$s2.650 millones y u$s5.000 millones respectivamente, el ahorro para las arcas públicas puede rondar los 2.400 millones de dólares. O $21.100 millones, al actual tipo de cambio de 8,782 pesos.

Es un dato positivo, pero no habilita festejos. El avance del año electoral difícilmente dejará lugar para el ahorro en la administración pública, que además tendrá que asumir menores ingresos por derechos de exportación y una recaudación afectada por la retracción económica en varios rubros de la actividad. Sólo como ejemplo, vale recordar que distintos estudios económicos prevén una caída entre 5.000 y 6.000 millones de dólares en las exportaciones de granos y derivados industriales, principalmente por la baja de cotizaciones, que de confirmarse impedirán recaudar unos u$s2.000 millones por retenciones este año.

“El 2015, año electoral y último de la actual Administración, asegura resultados más deficitarios”, señaló Cynthia Moskovits, economista de la fundación FIEL. “Para 2015 se espera un nuevo año de recesión y menor inflación a la registrada en 2014, lo que se traduciría en una menor suba de los ingresos fiscales”, agregó.

Un cóctel recesivo que le da mayor impulso al dólar

Para moderar la demanda en el mercado mayorista, este martes los importadores no pudieron realizar operaciones por un monto superior a los u$s150.000 sin conformidad del Banco Central, cuando el límite formal para la demanda es de 300 mil dólares. Esta barrera, comunicada de manera informal y de vigencia temporaria, despejó el camino para que el BCRA pueda acaparar la compra de las divisas ofertadas por los exportadores y redujera la exposición de sus reservas, en un período de menor liquidación de ventas del agro. Por caso, las cerealeras y la industria aceitera rindieron la semana pasada sólo u$s285,6 millones, uno de los montos más bajos del año.

La entidad que preside Juan Carlos Fábrega redobla los esfuerzos para evitar un declive más pronunciado en los activos internacionales, que ya desde agosto exhiben en los informes diarios bajas mucho más profundas que las eventuales alzas. Como el BCRA es el proveedor de los dólares para pagar deuda e importar energía a través de las estatales YPF, Enarsa y Cammesa, debe apelar a iniciativas fuera de libreto para aferrase a las divisas cada vez más escasas por la contracción de las exportaciones.

Entre enero y julio, las ventas externas retrocedieron 10% respecto del mismo lapso de 2013. Para sostener el superávit comercial fue necesario que las importaciones cayeran a una tasa aún mayor, de 27 por ciento. Al mismo tiempo, déficit fiscal, inflación y falta de inversión privada se combinan en un cóctel recesivo que se potencia con la falta de divisas por la menor demanda brasileña de productos argentinos, el rojo de la balanza energética y la caída de precios internacionales de las materias primas, que para la soja significó un 20% desde enero.

Cristina Kirchner criticó por cadena nacional a los productores de soja que decidieron acopiar su producto en lugar de exportar, a la espera de mejores precios en Chicago o de un tipo de cambio más alto. “No vendieron, la guardaron, porque pensaron que se iba a devaluar mucho, que perjudicaban al Gobierno por los ingresos. El cálculo es que si hubieran vendido en ese momento, en mayo, hubiera sido el equivalente a un dólar hoy de 11 pesos“, dijo la mandataria, sin dar detalles de cómo se llegó a calcular ese tipo de cambio, que en muchos rubros productivos no dudarían de calificar como competitivo.

Desde el punto de vista de las reservas, la recesión sirve de freno a la salida de dólares de la economía doméstica por el descenso de las importaciones industriales y de hidrocarburos. En el caso de la energía, en los meses de mayo, junio y julio disminuyeron en la medición interanual por primera vez en cinco años, aún cuando la producción local todavía no repuntó: el refino de naftas cedió 9,1% interanual en el primer semestre, mientras que la extracción de gas descendió 0,6% en los primeros siete meses de 2014. Sólo subió la producción de petróleo, un 0,9% entre enero y julio frente a 2013.

Precio récord para el “liqui”

Cuidar las reservas es necesario, pero con restricciones comerciales y cambiarias genera grandes contrariedades. En el mercado financiero se conoce que una vía para hacerse de dólares es el “contado con liquidación”. Lo usan algunas empresas para girar dividendos y ahora cada vez más importadores, para cumplir con pagos en el exterior, ante la reticencia de las autoridades para ceder divisas.

El “liqui” no significa pérdida de reservas, pues se trata esencialmente de una transferencia de activos. A través de una sociedad de Bolsa se compran acciones o bonos en pesos, en el mercado local, y se los vende en el exterior, en dólares, que quedan depositados en una cuenta fuera del país. Este tipo de cambio implícito en operaciones financieras tuvo un firme incremento en las últimas jornadas y este martes promedió $13,36, valor que le pone el piso al dólar paralelo, ahora en 14,25 pesos.

La necesidad de divisas para mantener fluidos los cada vez más esquivos canales comerciales y financieros con el exterior explican por qué en el año el “contado con liqui” aumentó un 49,8%, por encima del 41,9% que lo hizo el “blue”.

El “liqui” es una operatoria formal y acumula en los últimos días negocios en torno a los u$s100 millones, entre cinco y diez veces mayores al dólar informal. Como su precio está cinco pesos por encima del dólar oficial, a $8,405 en el mercado mayorista, su volumen creciente agrieta la teoría de quienes proponen recurrir al atraso cambiario como “ancla inflacionaria”, debido a que las empresas que consiguen importar insumos, piezas o unidades terminadas con un dólar más caro, trasladan la diferencia a los precios al público, por los mayores costos de reposición.

La presión sobre reservas llevó al dólar a 13 pesos

La indefinición del diálogo con los holdouts en Nueva York renovó la tensión en el mercado cambiario, pero el voltaje político de este litigio opacó a otros indicadores que cobran mayor influencia en el precio del billete y las expectativas de su evolución hacia fin de año.

El dólar alcanzó los 13 pesos en el mercado informal, con un incremento diario de 2,4%, para acumular un 29,5% en el año. Con mínimas transacciones, los operadores de este circuito subieron el precio a un nivel que no tocaba desde el 23 de enero, cuando cerró en un récord de $13,10, que entonces se “desinfló” rápidamente. El dólar paralelo aventaja al oficial, que en el mercado mayorista acumula una suba de 25,5%, desde $6,523 de fin de diciembre a $8,185 de hoy.

Las pocas operaciones del segmento marginal no justificaron semejante salto de precios. Más bien fue la intención de los agentes de esta plaza fijarle un piso al billete ofrecido, en medio de la incertidumbre política y económica por un potencial default.

No obstante, el dólar libre se encuentra aún debajo del rango de precios que se deduce de la división de la Base Monetaria por las reservas internacionales, en u$s29.013 millones según cifras provisorias del BCRA. Con un circulante y depósitos a la vista que, según la entidad, totalizaron $391.644,3 millones al 15 de julio último, el dólar de “convertibilidad” ronda los 13,50 pesos. Este dólar implícito o de “cobertura”, como se lo llama en la jerga financiera, ascendía a $11,90 al cierre de 2013, cuando el “blue” se pagaba a 10,04 pesos.

En el mercado cambiario tienen en cuenta las dificultades del Banco Central para sumar reservas, aún con importantes saldos netos compradores en el mercado mayorista, que este mes ya acumulan 1.470 millones de dólares. Por el pago de deuda y la factura energética, las reservas ceden u$s242 millones en julio, el último mes con volúmenes importantes en cuanto a liquidación de exportaciones del agro.

La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) informaron que el sector liquidó u$s640 millones la semana pasada, mientras que desde comienzos de año rindió u$s15.636 millones por ventas de granos y derivados al exterior, un 5,3% más que en similar lapso de 2013, aún en un contexto de declive de precios internacionales.

La tonelada de soja vale hoy u$s454,30 en los contratos para agosto, un 9,6% menos que un año atrás, mientras que las posiciones más negociadas, para noviembre, rondan los 406,97 dólares. Esta baja en las cotizaciones, en un rubro que representa más de un tercio de las exportaciones locales, es una señal de debilidad para las reservas en el segundo semestre del año.

Sucede que a falta de dólares financieros, el principal ingreso de divisas se registra por el comercio exterior. El superávit comercial del primer semestre del año fue de sólo u$s3.685 millones, un 28,4% menos que en el mismo período del año pasado. Este deterioro significó el saldo positivo más bajo para el período enero-junio en once años de administración kirchnerista, producto de la merma de las exportaciones por una menor demanda de autos por parte de Brasil y términos de intercambio erosionados por la inflación. En 2013, la balanza comercial arrojó un superávit de u$s8.004 millones (36,9% menos que en 2012) y es improbable que este año pueda alcanzar un saldo favorable similar.

Pagos de deuda

Este lunes se produjo el pago inicial al Club de París por u$s642 millones al contado, según el acuerdo alcanzado por el ministro de Economía Axel Kicillof con las autoridades de la entidad el 29 de mayo. En el Palacio de Hacienda lo ponderaron como “un hito en materia de acuerdos con esta institución, puesto que el país consiguió un esquema de financiación de la deuda impaga que, además de constituirse como un mecanismo para potenciar las inversiones (…), no cuenta con la tutela del Fondo Monetario Internacional y, por tanto, no condiciona las decisiones soberanas”.

Sin embargo, en el detalle del informe oficial se conoció que la deuda refinanciada ascendió a u$s9.690 millones, incluyendo intereses y punitorios, un 95,6% por encima del capital adeudado en 2001 (u$s4.955 millones), casi el doble. El Ministerio de Economía aceptó pagar u$s1.102 millones de intereses y u$s3.633 millones de punitorios. Este último ítem más que duplica los u$s1.650 millones que el juez Griesa ordenó pagar a los holdouts por todo concepto.

También continúan contabilizándose como reservas unos u$s539 millones depositados para el pago de intereses de bonos Discount en dólares con legislación de Nueva York, bloqueados por Griesa y que serán depositados en cuanto una decisión judicial en los EEUU lo habilite. Sin estos fondos, las reservas se ubicarían en u$s28.472 millones, con un precio implícito para el dólar de 13,75 pesos.