Irrupción del súperdólar “rápido y furioso”

La expectativa de un alza de las tasas de referencia en los EEUU ya había impulsado a la divisa norteamericana en 2014, pero este año cobró una velocidad que sorprende a los agentes del mercado. Los analistas prevén que la Fed comenzará a aplicar este gradual ajuste entre junio y septiembre de 2015. Será una tenue reversión desde rendimientos en torno a un histórico piso de 0 por ciento, pero la repercusión sobre activos y divisas está causando un temblor de precios cuyo desenlace es una incógnita.

“¡Demasiado rápido, demasiado furioso!”, definieron los analistas de Goldman Sachs al repunte del dólar en Brasil, un movimiento sísmico que dejó expuesta a la divisa brasileña a la peor performance en el mundo en el arranque de 2015.  El dólar en Brasil trepa 23% desde enero, a 3,26 reales, su valor más alto desde abril de 2003, lo que significa que la moneda brasileña se devalúa un 18% desde que comenzó el año. El regreso del “súperdólar” afecta a la gran mayoría de las divisas. El euro, por ejemplo, tocó u$s1,05 el viernes, en niveles mínimos desde hace doce años, con una depreciación acumulada de 12,5% en el primer trimestre del año.

Así como la Reserva Federal de los EEUU fue el primer banco central que se involucró en una política monetaria laxa con tasas de interés en mínimos para reactivar la economía luego de la crisis de 2008-2009, en este momento son otras entidades las que apelan al incremento de los estímulos monetarios, como el Banco Central Europeo, que comenzó esta semana a comprar grandes cantidades de deuda pública.

Ahora los traders prevén que será la Fed la que volverá a ganar la iniciativa con la paulatina reversión de tasas ante mejores indicadores de la economía real, lo cual ya se va descontando con el concentrado apetito financiero por el billete verde. Goldman Sachs calcula que el euro cotizará a 95 centavos de dólar en un año y proyecta para fines de 2017 un valor de u$s0,80, inferior incluso que el mínimo nivel histórico del euro de u$s0,8225 en octubre de 2000.

La acelerada corrección de monedas devino, entre otros factores, de la caída en las cotizaciones de las materias primas, que la antecedió en unos seis meses. Los países devalúan, o mejor dicho sus mercados financieros lo hacen a través del precio que convalidan para los activos en la operatoria bursátil. Por supuesto que los gobiernos tienen instrumentos para intervenir, aunque muchas veces prefieren que los mercados arbitren hasta alcanzar valores de equilibrio. El ortodoxo ministro de Hacienda brasileño Joaquim Levy, graduado de la Universidad de Chicago, dejó en claro que el gobierno de Dilma Rousseff no utilizará las reservas internacionales para contener la fuerte caída del real.

En Brasil la debilidad de la moneda se exacerba por la crisis política que resquebraja la coalición gobernante y el descrédito por el escándalo de corrupción en Petrobras, que movilizó a la protesta callejera, en momentos en que el país debe abordar un ajuste fiscal luego de cuatro años de muy bajo crecimiento económico.

Argentina, aún ajena

Argentina juega al aislamiento. Las cercanía de las elecciones presidenciales refuerza la voluntad del Gobierno de congelar la actual coyuntura a cualquier costo, con controles sobre el mercado de cambios y las importaciones, factores que explican que el dólar para comercio exterior mantenga en un precio artificial de $8,785, con un ascenso de apenas 2,8% en el año, por debajo de la inflación. En un mundo que se redolariza no existe el problema de inflación en la magnitud argentina, aunque es un indicador que preocupa o, más bien, ocupa a los gobiernos.

El comercio “administrado” permite esa suerte de descalce de la economía local con el exterior. Sin embargo, los productos con los que Argentina gravita en los mercados mundiales valen menos por el ineludible giro del “viento de cola”. La soja cayó el viernes a u$s356 por tonelada, un 30% menos que doce meses atrás, y el maíz se operó a u$s147 la tonelada, un 22% menos en la comparación interanual. A la vez, por la dinámica cambiaria en los países de origen, se abaratan muchos productos que compiten con las manufacturas argentinas.

En el marco de un congreso organizado por el Banco Ciudad y la Universidad Di Tella, el presidente del BCRA Alejandro Vanoli aseguró que ante la devaluación del real la entidad “va a seguir con su política”, pues “el tipo de cambio en la Argentina es el correcto“, y expresó que lo continuará “administrando para mantener la estabilidad financiera y cumplir con el objetivo de desarrollo con equidad”. En el mismo foro, el economista Guillermo Calvo fue mucho más cauteloso, al estimar que “no son exagerados los temores” por un endurecimiento de la política monetaria de la Fed, que va a desencadenar “flujos de capitales” desde los países emergentes hacia los EEUU, como ocurrió hace 20 años con el Efecto Tequila.

“La recuperación de los EEUU podría generar una suba de tasas que en el corto plazo tendría un efecto negativo en la Argentina. Esto es una especie de Big Bang en que no sabemos para dónde van a saltar las cosas”, dijo Calvo. Consideró que “en el mediano plazo hay expectativas positivas para la Argentina”, pero advirtió que en lo inmediato ”el peor escenario es que se saque el cepo y se suban las tasas en los EEUU al mismo tiempo. Puede tener un efecto muy fuerte sobre la tasa de cambio y coordinar una fuerte salida de capitales” del país.

El dólar obliga a elegir más recesión o más inflación

El Gobierno se encarga de desmentir cualquier clase de intención “devaluacionista” del peso, pero el transcurrir de 2015 confirma la tendencia internacional de depreciación de las divisas frente al dólar norteamericano de la que la Argentina no puede escindirse. En lo que va del año, el euro cayó de 1,216 a 1,135 dólares, una pérdida de 6,7 por ciento. En Brasil, la divisa de EEUU aumentó 6,8% en menos de dos meses, de 2,654 a 2,835 reales.

El desliz alcista del dólar repercutió en Chile, de 605,4 a 621,7 pesos (+2,7%); en Perú, de 2,993 a 3,086 soles (+3,1%) a valores de los que no había registro en los últimos seis años. En pesos uruguayos, el dólar avanzó de 23,58 a 24,63, un 4,5% más, mientras que desde diciembre subió de 6,753 a 6,90 pesos bolivianos, un 2,2 por ciento.

Junto con Colombia y México, la Argentina resiste sumarse a esta carrera. El dólar en nuestro país subió mucho menos que la inflación, de 8,5525 a 8,685 pesos en el año, un 1,5 por ciento. En Colombia gana 1,6%, de 2.375 a 2.412 pesos colombianos, pero allí, debajo de la inflación y luego de una pronunciada apreciación de la tasa de cambio de 23,4% respecto del dólar durante 2014. La estabilidad del peso mexicano contra el billete verde se explica por la férrea integración de su economía con la del gigante norteamericano, su principal socio comercial.

Aparte queda el caso de Venezuela, donde se anunció una nueva tasa de libre flotación para la divisa de los EEUU, que elevó su precio de 6,35 bolívares a unos 50 bolívares fuertes por dólar, a través del denominado SICAD II de referencia para actividades financieras con el exterior.

El peso argentino está envuelto en un escenario internacional que presiona sobre las divisas en un mundo de cotizaciones volátiles. A favor del dólar de EEUU y en contra del resto de las emisiones hay operadores que especulan este año con un ritmo de alza de tasas de la Fed por encima del consenso de mercado; un complejo escenario emergente, en el que los casos de Grecia y Ucrania son hoy un emblema, y dificultades para las compañías del sector de energía por el bajón petrolero, cuyos países de origen tienen elevada exposición financiera atada a la suerte de estas firmas.

En el presente argentino se agrega la incertidumbre propia de un año electoral en el que se anticipan además la llegada de un gobierno de distinto sesgo económico que el actual, mayores presiones inflacionarias por la sostenida emisión del Banco Central y escasas expectativas de crecimiento.

Contra el dólar hay argumentos, aunque con menor número de adeptos, entre los que se pueden apuntar una demora en la reversión de política de tasas bajas en los EEUU y un rebote de cotizaciones de los hidrocarburos por eventuales conflictos geopolíticos.

Dólar quieto para moderar la inflación

El último informe económico del Banco Ciudad señaló que “el BCRA mantiene su estrategia de emplear el tipo de cambio como ‘ancla’ contra la inflación manteniendo, a pesar de cierta aceleración llevada a cabo durante enero, el ritmo de devaluación del cambio oficial en el entorno del 1% mensual (12,7% anual), bien por debajo de la inflación”.

La tendencia a una desaceleración inflacionaria en la Argentina quedó demostrada en enero. Según el índice Congreso que difunden los legisladores de la oposición en base a datos de instituciones privadas y entes estadísticos provinciales, los precios minoristas subieron en promedio 2,1% en el primer mes del año, contra un 4,6% del mismo mes del 2014.

“Con esta dinámica de precios relativos se sigue profundizando la apreciación real del peso, en un contexto en el que además el dólar se ha fortalecido contra otras monedas”, indica el estudio del Banco Ciudad, según el cual dicha pérdida de competitividad “afecta al sector real de la economía y es un determinante del pobre comportamiento de nuestra balanza comercial”, por cuanto cabe afirmar que desde el Palacio de Hacienda se elige una desaceleración inflacionaria con atraso cambiario y persistencia del déficit fiscal, mientras se resigna actividad económica.

Una señal de que el sector real viene golpeado puede llegar este miércoles 18, cuando se conocerán los datos de cierre de 2014 en materia de desocupación, que podrían redondear cuatro trimestres de retroceso en los niveles de empleo. “El Gobierno este año debe ensayar otra estrategia, que es atrasar el tipo de cambio, porque esa devaluación (de enero de 2014) no le dio buenos resultados. El tipo de cambio se atrasa y disciplina los precios este año, pero genera problemas a las economías regionales y a las exportadoras, implica riesgo para la liquidación del sector agropecuario. La devaluación ganó competitividad y se licuó en nueve meses”, explicó el ex viceministro de Economía Gastón Rossi.