En el corto plazo la escalada de los precios contribuye a expandir el consumo: cuando existe la creencia de que los productos van a ser más caros en el futuro se trata de adquirirlos lo más pronto posible. Con los años, al persistir la carrera alcista de los precios, el efecto empieza a ser el contrario; al percibirse a los productos como caros, se compra lo justo y necesario y se posterga la demanda sobe aquéllos que no sean imprescindibles, para cuando soplen mejores vientos en la economía doméstica.
Los aumentos salariales de 2014 no acompañaron el ritmo de la inflación, la más alta en la era kirchnerista. En términos reales hubo pérdida de poder adquisitivo: que el dinero en los bolsillos alcance menos es a la vez causa y efecto de una actividad económica que no se expande desde 2011. Y la actual recesión es el arma más eficaz que tiene a mano el Gobierno para calmar el apetito por los dólares.
Indicadores relevantes como la cosecha de granos o la producción automotriz, por tomar dos de importante incidencia, muestran un resultado similar al de tres años atrás. Este período coincide con el establecimiento de las restricciones al dólar, que representaron un pesado lastre para la actividad económica en general.
En 2011, la producción de vehículos informada por ADEFA alcanzó las 828.771 unidades, cuando este año no llegarán a las 700 mil unidades, puesto que el sector completó el período enero-noviembre con un total de 576.693 vehículos ensamblados en las terminales nacionales.
En la campaña 2010/2011, la producción de granos alcanzó los 104,3 millones de toneladas. Este año, estimaciones privadas indicaron que la zafra nacional estuvo en torno a los 105 millones de toneladas. En este caso es notorio el contraste con los datos oficiales: según el Ministerio de Agricultura, en el último ciclo la cosecha total se ubicó en 110,7 millones de toneladas, debido al cambio de la fórmula de cálculo que utiliza la cartera para el maíz, que le atribuye un área sembrada y producción mayor a la que considera disponible el mercado.
Podría extenderse el análisis a muchos otros indicadores, como empleo, pobreza e indigencia, construcción y ventas inmobiliarias, reservas del BCRA, deuda pública, comercio exterior, entre otros. Más allá de la particularidad de cada sector y de las divergencias entre las estadísticas oficiales y los análisis de consultoras, es muy difícil encontrar datos convincentes para afirmar que la Argentina mantiene en un ciclo de crecimiento como el que sí evidenció desde el segundo semestre de 2002 hasta 2011.
Dólar: la recesión pudo más que la inflación
El ajuste de los controles oficiales sobre el mercado cambiario, con mayores restricciones para la venta de divisas a importadores y la operatoria de “contado con liquidación”, junto con la apertura parcial de ventas para atesoramiento, permitió regular cantidades –estabilidad para las reservas- y precios –atraso cambiario-. Este equilibrio es artificial y se sostiene con prohibiciones, distorsiones y costos muy altos. Las reservas crecen porque no se paga deuda en default selectivo y porque se activan los “swap” de monedas o préstamos de bancos centrales del exterior. La caída de importaciones quita insumos a la producción y deteriora el nivel de empleo, mientras que el tipo de cambio bajo desalienta exportaciones e inversiones.
Así, el dólar oficial registra en 2014 un ascenso del 31,2%, de 6,5225 a 8,5525 pesos en el segmento mayorista, mientras que el dólar paralelo avanza un 33,3%, de 10,04 a 10,38 pesos. En ambos casos, el aumento está debajo de la inflación difundida por los legisladores de la oposición en el Congreso, que promedia estimaciones privadas y de entes oficiales de las provincias, y que acumuló un 38,7% entre enero y noviembre. En la comparación interanual, la inflación-Congreso fue de 40,5%, similar al 38,2% que registró el sitio Inflación Verdadera entre el 17 de diciembre de 2013 y el 16 de diciembre de 2014. En todo caso, se trata del aumento de precios minorista más elevado desde el 41% acumulado durante el convulsionado año 2002.
El aumento promedio de los salarios logrado en negociaciones paritarias fue de 29,7% este año, según un informe del Ministerio de Trabajo. La pérdida real de poder adquisitivo del ingreso frente a la inflación influyó en los niveles de consumo y también en la capacidad de ahorro.
Mientras que en 2012 el índice Congreso mostró una inflación minorista de 25,6%, el dólar “blue” trepó un 44 por ciento. En 2013, el mismo promedio de precios registró un aumento anual de 28,3%, contra un 47% que lo hizo la divisa informal. Este año, por la incidencia conjunta de la intervención oficial y la escasez de excedentes para dolarizar, la divisa norteamericana quedó rezagada frente al encarecimiento de los bienes y servicios.
Es por eso que una referencia como el dólar “implícito” o de convertibilidad, que se calcula al dividir la Base Monetaria que publica el Banco Central por las reservas internacionales, arroja un tipo de cambio mucho más alto que el actual, sin que se observe la tensión nerviosa característica de la plaza cambiaria en otros momentos de la historia reciente. Al 19 de diciembre, la moneda en circulación, cheques cancelatorios y depósitos a la vista totalizaban $455.507 millones, contra u$s31.110 millones de activos informados por el BCRA, que resultan en un dólar teórico de 14,68 pesos, un 9,7% por encima del “blue” y un 71,6% más que el dólar oficial.