Ya no es la inflación ni el dólar la principal preocupación en materia económica, si no la caída de la actividad en general, en el año que ya se perfila como el más complicado desde la traumática salida de la convertibilidad en 2002, con un agotamiento en la generación de empleo y de consumo.
Así, dos de los llamados pilares del modelo están en jaque en los últimos meses. Con un robusto crecimiento en la década que sucedió a la crisis, el empleo fue una carta fuerte de las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner y permitió un holgado triunfo electoral en 2007. En los primeros cinco años de la gestión kirchnerista la tasa de desempleo cayó del 20,5% en el primer trimestre de 2003 al 7,3% en el cuarto de 2008. Por otro lado, el auge del consumo dio impulso a otra reelección, en 2011. En ese aspecto, la actividad industrial se destacó con las ventas récord de automóviles, electrodomésticos y artículos para el hogar.
Un estudio de la consultora Economía & Regiones (E&R) subrayó que “la tasa de crecimiento del nivel de PBI se redujo marcadamente”, mientras que “la tasa de desempleo permaneció casi estancada en los últimos cinco años y se ubica en 7,1% en el primer trimestre de 2014″. A la par, en diez años, la inflación no dejó de aumentar y se aceleró desde 3,7% anual de 2003 a más de 30% en 2013, piso que se mantendrá en el presente año. La suba de los precios es un condicionante para la evolución del mercado laboral. E&R advierte que “la elevada y sostenida inflación está matando al empleo” y estimó que “hay que bajar la inflación a un dígito para tener oportunidad de volver a crecer y generar empleo sustentable en el largo plazo”.
El pasado 19 de mayo, el INDEC difundió los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares relativa al primer trimestre de 2014. En cuanto al mercado de trabajo, destacó que la tasa de “desocupación se mantuvo por debajo del 10% por treinta trimestres consecutivos”. Entre enero y marzo de 2014, alcanzó el 7,1%, ocho décimas menos que el 7,9% del mismo lapso de 2013.
En ese contexto alentador hubo un dato para preocuparse: la tasa de actividad cayó también ocho décimas en la misma comparación, de 45,8% en el primer trimestre de 2013 a 45% en 2014, el porcentaje más bajo de la era kirchnerista. La tasa de actividad es el porcentaje de la población con intención de trabajar, sea ocupada, subocupada o desocupada en activa búsqueda de empleo. Esto significa que la reducción en la desocupación se debió a que mucha gente decidió retirarse del mercado de trabajo, quizás desalentada por una mayor dificultad para procurarse de un puesto.
“La sociedad puede soportar niveles de inflación altos porque implica desacelerar o morigerar las implicancias de los avances logrados. Ahora bien, ¿hay algo que puede quebrar esta situación? Sin dudas, el empleo. La pérdida de empleo sería mucho más que ‘apretarse un poco’, seria romper con lo logrado, volver a un pasado algo reciente, pero vivido como una crisis”, reflexiona Pablo Knopoff, director de Isonomía Consultores. El deterioro del empleo trasciende lo político y causa un daño social de tal magnitud que puede decirse que es el termómetro real para determinar el nivel de gravedad de una crisis económica.
La actividad industrial, en tanto, registró en abril una baja del 4,2% respecto de igual mes del año pasado. El INDEC reconoció en su Estimador Mensual Industrial (EMI), que en el primer cuatrimestre del año tuvo una caída de 3,5% frente a igual período del 2013, por el arrastre del declive de la producción en las automotrices y el rubro caucho y plástico.
El ente estadístico informó que la producción automotriz fue las más afectada: se redujo 20% interanual en abril, tanto por la caída de ventas en el mercado interno como de exportaciones a Brasil. En cuanto a la totalidad del empleo fabril, la encuesta a empresarios que realiza el organismo indicó que un 3,3% anticipa una caída de sus plantillas y el 0,4% prevé un aumento. El 96,3% restante no espera cambios de personal.
Los analistas privados coinciden en este diagnóstico. La consultora Orlando Ferreres & Asociados, que realiza un seguimiento exhaustivo de la actividad fabril en la Argentina, detectó en abril una caída de 6% interanual, mientras que un relevamiento de la Unión Industrial Argentina, con datos de marzo, reconoció una baja de 6,1% en la producción manufacturera, que sin contar a las automotrices “se hubiera contraído un 1,3% interanual y con una caída acumulada de 1,5%” en el primer trimestre, porcentajes que evidencian el importante peso de las terminales.