Las reservas tuvieron la mayor alza mensual en 8 años

Abril de 2015 fue uno de los mejores meses para el balance del Banco Central. Las colocaciones de deuda del Tesoro y de YPF generaron un ingreso de divisas infrecuente desde que el Gobierno estableció restricciones al mercado de cambios a fines de 2011, muy oportuno además por el declive de la liquidación de exportaciones de la agroindustria.  Las reservas internacionales de la entidad que preside Alejandro Vanoli treparon unos u$s2.411 millones el último mes, el mayor incremento mensual desde junio de 2007, hace casi ocho años, cuando se contabilizaron 2.576 millones de dólares. Así regresaron al nivel de octubre de 2013.

Desde que hay “cepo” los dólares comerciales fueron la principal fuente de abastecimiento de divisas para sostener importaciones, pagos de deuda y demanda para ahorro y turismo. En 2015, el Gobierno viró su postura refractaria a endeudarse en el mercado y empezó a demandar divisas financieras, con lo que logró con creces alcanzar su objetivo de estabilizar la plaza cambiaria, aunque debió resignarse al pago de una elevada tasa de interés en dólares cercana al 9% que casi en totalidad deberá ser asumido por los próximos gobiernos.

El último 23 de abril el BCRA informó que las reservas habían aumentado u$s1.247 millones, que formaban parte de los u$s1.415 que alcanzó la colocación del Bonar 2024 del 21 de abril. Por la inyección de las Obligaciones Negociables de YPF, entre el 28 y el 29 de abril se sumaron otros 1.221 millones. En el caso de la petrolera, la emisión de deuda superó a la del Tesoro, pues alcanzó u$s1.500 millones, y lo aventajó en tasa de interés: 8,5% contra 8,956% anual en dólares, a diez años.

En los seis meses anteriores, desde la asunción de Vanoli, los activos fueron sostenidos por los yuanes captados a través del “swap” con el Banco Central de China. Estos fondos, sin embargo, constituyen préstamos que los analistas financieros no contabilizan como reservas netas. También discriminan los depósitos en moneda extranjera en el sistema financiero local (encajes), Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, préstamos de organismos internacionales y multilaterales, los CEDIN y otros pasivos, por cuanto afirman que las reservas reales son la mitad que el monto informado en reportes oficiales.

Con los dólares ingresados a cambio de títulos soberanos y de YPF mejora esta ecuación. De acuerdo con un estudio elaborado por el economista Nicolás Dujovne, las reservas en octubre del año pasado tenían un nivel neto que representaba el 66% del total de los activos internacionales. En marzo de este año esa proporción se había reducido al 45 por ciento. Con esta dinámica, la semana pasada las reservas netas se recuperaron hasta un 53% del total de activos internacionales, unos 18.000 millones de dólares. Debe recordarse que las reservas internacionales representan apenas un 26% del total del activo del BCRA, integrado principalmente por títulos en dólares y pesos entregados por el Tesoro nacional a la autoridad monetaria a cambio de efectivo para pagar deuda o cubrir gasto corriente.

En ese sentido, un informe de Empiria Consultores resalta que “las colocaciones del Bonar 24 y de YPF reforzaron las reservas en el momento del año en que ello era menos necesario, aunque tal vez deban ser usadas para cancelar parte del fondeo cosmético que recibió el BCRA. Por otra parte, el BCRA podría utilizar esta abundancia relativa reforzada por las colocaciones de deuda para aliviar las restricciones a las importaciones. Endeudarse para mantener un atraso cambiario insostenible es una muy mala receta, que solo tiene explicación con sentido electoral”.

Más deuda, menos dólares comerciales

Desde el “cepo”, la principal fuente de divisas para las arcas del Central fueron sus compras en el mercado mayorista, donde se liquidan las exportaciones y los escasos créditos e inversiones del exterior. En este sentido, el deterioro de la balanza comercial en 2015, en particular por la caída de precios internacionales de los granos, permitió a la entidad acumular en abril un saldo positivo de unos u$s1.400 millones, un monto reducido si se contempla que ese mes, junto a mayo y junio, concentran las ventas del agro y constituyen el trimestre más fuerte para la llegada de dólares a la economía local.

La Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales comunicaron que sus empresas asociadas liquidaron exportaciones por unos u$s5.039,1 millones desde que comenzó el año. La cifra es 31,4% inferior a la del mismo período de 2014, explicada por la caída de cotizaciones de estos productos, que totalizan un tercio de las ventas al exterior. “Sería una paradoja que se reemplacen los dólares perdidos por la caída en el precio de las commodities por dólares financieros que permitan sostener por un tiempo una paridad cambiaria real inadecuada”, señaló Daniel Artana, economista Jefe de la Fundación FIEL.

La notoria alza de reservas no implica el fin de la restricción externa. Aunque el país está en default técnico y los acreedores reestructurados continúan sin cobrar intereses de títulos Par y Discount, las divisas serán necesarias para la amortización de capital e intereses de Boden 2015, el 3 de octubre. El principal vencimiento de deuda del año, por unos u$s6.300 millones, aún obliga a una ajustada transición en materia cambiaria.

Industria y exportaciones ratifican un mediocre 2015

En la transición hacia 2016 se dirime una pulseada entre realidad y expectativas. La primera, exhibida en los informes macroeconómicos, confirma una recesión leve pero prolongada en el tiempo; las segundas, impulsoras de las ganancias bursátiles, son aún una apuesta al eventual regreso a una senda de crecimiento moderado y de largo plazo a partir del recambio presidencial.

En todo caso, el mediocre tránsito hacia el traspaso de mando se comprende en concreto al observar los recientes informes de comercio exterior e industria, indicadores relacionados entre sí –pues la caída de uno retroalimenta la del otro- y afectados a la par por la escasez de dólares que contrae a ambas actividades.

Un pilar de la política económica, el superávit comercial, se sostiene con debilidad. Según el INDEC, el saldo positivo del comercio exterior fue en febrero apenas de 53 millones de dólares. Si bien representa un incremento de 20,4% respecto del mismo mes de 2014, el número es magro para enfrentar la sequía de divisas. El primer bimestre acumuló un superávit de 126 millones de dólares; será complicado alcanzar los u$s9.197 millones previstos en el Presupuesto 2015 para el total del año.

Por encima de este resultado, la información relevante es el desplome parejo en el volumen de importaciones y exportaciones, evidencia del desempeño recesivo de la economía. En el segundo mes del año las exportaciones sumaron u$s4.064 millones y las importaciones, u$s4.011 millones, con un retroceso de 25% interanual en ambos casos. El volumen comercializado en el breve recorrido de 2015 es el más bajo desde 2010.

En cuanto a productos primarios y manufacturas de origen agropecuario, que representan el 60% de las exportaciones nacionales, la caída en precios y cantidades significó una pérdida de divisas superior a u$s700 millones en el primer bimestre. El declive de cotizaciones de los granos y sus derivados industriales fue decisivo para este retroceso: la soja vale 32% menos que hace un año, y el maíz cedió 19 por ciento. Entre enero y febrero, los exportadores de granos acumularon liquidaciones por u$s2.022 millones, un monto 31,7% inferior al del año pasado, aun cuando la última cosecha resultó 15% superior. Desde 2007 que este concepto no registraba un nivel acumulado inferior al actual.

En el descenso del monto de importaciones contribuyó la franca caída global de los precios de la energía. Las compras de combustibles y lubricantes del primer bimestre del año experimentaron un recorte de 59%, que significó un ahorro mayor a 800 millones de dólares.

También hubo un declive en el volumen de las compras de vehículos automotores de pasajeros y piezas y accesorios para bienes de capital, consecuencia del descenso de la actividad fabril y de las ventas de autos. En este punto entre enero y febrero se demandaron u$s900 millones menos que un año atrás. En contraste, la caída de exportaciones de manufacturas de origen industrial, en donde automotores y autopartes tienen un peso decisivo, redujeron en unos u$s1.000 millones el ingreso de divisas.

Los números del intercambio comercial se condicen con los de la industria. La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) indicó que la actividad industrial cayó en febrero 7,2% respecto de igual mes de 2014 y acumuló en el primer bimestre una retracción de 6,7 por ciento. FIEL evaluó que “las perspectivas para los próximos meses continúan resultando complejas, especialmente por las necesidades de divisas para sostener la producción y el impacto del retroceso de la actividad en Brasil y la apreciación de su moneda”. Según el Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (CEU) “con excepción de unos pocos sectores, el estancamiento y caída en el nivel de actividad es generalizado“.

La información oficial reafirma que existe una tendencia negativa: el INDEC difundió que la producción industrial cayó 2,2% en febrero con relación a igual mes del año pasado y sumó 19 meses consecutivos con retrocesos interanuales. En el primer bimestre, la producción fabril cayó 2,1% frente al mismo lapso de 2014, período en el que la fabricación de vehículos bajó 20,4%, explicado principalmente por la disminución de la demanda desde Brasil.

En solo un año Argentina es 50% más cara que Brasil

El Gobierno argentino puso el “piloto automático” en materia económica para llegar en lo posible con las aguas calmas a las elecciones. El préstamo de reservas por el “swap” con el banco central de China, que suma el equivalente a u$s3.100 millones a la deuda externa, y el inicio de la liquidación de la cosecha gruesa son los dos pilares que sostienen el ingreso de divisas al país y a los que el Ministerio de Economía apuesta, a falta de señales de crecimiento en el corto plazo.

El real brasileño aparece como un factor explosivo en este panorama local de variables sujetas con alfileres. La moneda del principal socio comercial cayó a un mínimo de 12 años, a valores de abril de 2003, y la conflictividad política y económica en Brasil va en ascenso al mismo ritmo que el dólar: los inversores huyen de activos respaldados en reales, sean acciones, bonos, o de los mismos billetes, para “fugar” al dólar o activos nominados en divisa norteamericana.

Cuando el dólar en Brasil tocó el viernes a 3,31 reales (luego cedió a 3,23 reales), con una suba de 24,5% en el año y de 42% en doce meses, la presidente Dilma Rousseff debió salir a rechazar versiones sobre cambios de gabinete. Una noticia peor está en ciernes: la posible pérdida del investment grade en la principal economía de América Latina, si desde Brasilia no consiguen imponer la aprobación parlamentaria de un programa de ajuste de gasto público y alza de impuestos.

El gobierno brasileño tiene demasiados frentes domésticos para preocuparse por la coyuntura argentina y le adosa, por vía cambiaria, un problema que hasta ahora no incidía en la agenda. Con una inflación interanual por encima del 30% y un ascenso del dólar de apenas 10,7% en 12 meses, el peso argentino se “fortaleció” prácticamente un 20% respecto de la moneda norteamericana. Todo lo contrario sucedió en Brasil, que con un salto del dólar del 42% en ese período y una inflación inferior al 7% anual se hizo 35% más barato en dólares. En cuentas simples, la Argentina es hoy 50% “más cara” que Brasil, por una cuestión cambiaria.

Según un informe de la consultora Prefinex, “la merma en las exportaciones se explica por el menor dinamismo de la demanda externa en un contexto de fuerte apreciación del tipo de cambio real de Argentina”, a la vez que “la caída en las importaciones responde a una menor demanda interna sumada al impacto de las restricciones al acceso de divisas”.

Detrás de la devaluación brasileña está el velado objetivo del gobierno de Rousseff de torcer el sendero de estancamiento de cuatro años, experimentado por la economía en general y por la industria en particular, a través de una reactivación exportadora. En ese aspecto, el director para el Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, reconoció que el reciente desplome del real es un fenómeno “bienvenido”, debido a que “la inversión en Brasil ha sido muy baja y se ha venido contrayendo”, pero por otro lado “en los momentos en que ocurre abona a la incertidumbre”.

“Déjà vu” de 1999

Desde la Argentina el diagnóstico es poco favorable. Algunos analistas económicos comparan el horizonte de hoy con el observado en enero de 1999, cuando el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso permitió una devaluación del real del orden del 40 por ciento. La Argentina mantuvo la convertibilidad del peso con el dólar casi tres años más, y agudizó la recesión y sus desequilibrios estructurales hasta que se hicieron insostenibles y detonó la crisis económica de 2001-2002.

La recesión y la devaluación brasileña contraen la oferta de dólares comerciales, pues el descenso de su demanda de productos importados significa para la Argentina menos divisas, más retracción en la actividad industrial, refuerza las presiones sobre el tipo de cambio y afecta los niveles de empleo. Esta debilidad fue discutida la semana pasada en la Exposición Argentina de Economía, Finanzas e Inversiones (Expo EFI 2015). Allí, Daniel Artana, economista jefe de la fundación FIEL, planteó que la “verdadera restricción de la economía es el sector externo” y alertó que “se mire el rubro que se mire, las exportaciones caen al 20%, lo que lleva a que caiga la generación no financiera de dólares”.

El ex secretario de Finanzas Miguel Kiguel consideró que “el tipo de cambio es un tema eterno en la Argentina, mucho más sensible que en otros países, donde si bien la devaluación aparece en los diarios y afecta a los negocios, no son decisiones disruptivas. En Brasil hemos visto cómo el real pasó de 2,34 a 3,24 por dólar en un año y ningún brasileño ha sentido nerviosismo o tensión. En la Argentina es un tema traumático y tabú. Sería importantísimo que la Argentina pudiera salir de esta dólar-dependencia, pero lamentablemente en el corto plazo no va a ser. Va a haber algún ajuste, va a ser necesario después de la fuerte devaluación del real, pero creo que va a ser mucho menos traumático de lo que la gente piensa”.

El economista Diego Giacomini aportó que “el tipo de cambio no es el único problema” y que “será necesario hacer reformas fiscales, monetarias, de deuda”. La definición es tan oportuna para Argentina como para Brasil: “No es suficiente una devaluación porque si no se soluciona el problema de fondo, que es el gasto público excesivo y la presión tributaria, no hay tipo de cambio que aguante”, acotó.

El desplome del crudo, un imprevisto alivio fiscal

El descenso del crudo sigue un derrotero cuyos límites los analistas de mercado todavía no logran dilucidar. El petróleo intermedio de Texas cayó un 2,1% el lunes y se situó en u$s43,88 el barril, su nivel más bajo en seis años, desde el 12 de marzo de 2009. Entonces el desplome de la energía marchaba a la par de los valores mínimos de las acciones, en un año de crisis financiera y recesión global. Ahora los factores bajistas son propios.

En 2015 se sostienen los mismos fundamentos para los hidrocarburos que los hundieron en 2014. La oferta excede a la demanda, debido a la pulseada entre la producción de “shale” en los EEUU, que le devolvió el autoabastecimiento al principal consumidor del mundo, y el cartel de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), líder del sector que a su vez se niega a recortar el bombeo de crudo, con el objetivo de destruir la rentabilidad de las explotaciones no convencionales, mucho más costosas que las tradicionales.

El precio del “oro negro” cayó un 56% desde los u$s107 por barril del 20 de junio último, y dicha caída hizo que las compañías recortaran gastos y que se desacelerara la perforación en los Estados Unidos, aunque la propia OPEP reconoce que recién a fines de 2015 podría observarse un declive en la producción norteamericana.

En el exterior el impacto en la economía real es formidable. En los EEUU se tradujo en una caída en el valor de los combustibles, pues el crudo incide en dos tercios del precio final de las naftas. Su efecto contribuyó a la reactivación económica, aceleró el consumo y redujo las presiones inflacionarias. En países exportadores como Rusia, Venezuela, Irán e incluso Brasil, la pérdida de ingresos fue notoria, un factor que influyó en el proceso devaluatorio de sus monedas.

En la Argentina se da una situación muy particular, pues el país reincidió en déficit energético a partir de 2011. Así, se espera que este año la drástica caída de precios del crudo contribuya a reducir el déficit comercial en este rubro. Como son las compañías estatales Enarsa e YPF las importadoras casi excluyentes del mercado doméstico, la disminución de este rojo, que demanda pagos con dólares “cash”, es de prever que atenuará el preocupante déficit fiscal, en el que la Argentina también recayó desde 2011.

Un estudio del Centro de Economía Política de la Argentina (CEPA) subrayó esta coincidencia entre el incremento del déficit fiscal y el energético. “Si del cálculo de los ingresos y los egresos de fondos al Estado dejamos afuera el cargo que le genera el déficit energético, tendríamos superávit fiscal. Naturalmente esto es un mero ejercicio analítico, pero permite comprender la causa principal del déficit fiscal. No es el gasto descontrolado en diversos sectores en formas de subsidios desesperados, transferencias populistas y demás acusaciones”, definió CEPA en un informe. De hecho, Argentina hubiera tenido superávit primario en 2012, 2013 y 2014 de no haber existido desbalance energético. En el mismo sentido, el déficit energético amplió su participación en el déficit financiero –al contabilizar pago de deuda- hasta el actual 60% del total.

La balanza energética en números

En 2011 Argentina tuvo un superávit primario de $4.919,7 millones, que se transformó en déficit financiero de $30.663 millones al contemplar los pagos de deuda de aquel año. El déficit energético de 2011 -según el BCRA y contabilizando electricidad- fue de u$s3.189 millones, que con un dólar mayorista promedio de $4,13 para todo el año representó 13.170 millones de pesos. Es decir que la energía significó el 43% del déficit financiero.

El Gobierno informó para el cierre del ejercicio de 2012 un déficit presupuestario primario $4.374,9 millones, y financiero 55.563 millones. El rojo en materia energética se elevó a u$s4.075 millones en 2012, según el BCRA, o $22.331 millones, con un tipo de cambio promedio de 4,55 pesos. El déficit energético significó el 40,2% del déficit financiero del período.

En 2013 Argentina tuvo déficit primario por $22.479 millones, que se amplió en el cálculo financiero a 64.477,5 millones. El saldo energético de 2013 experimentó un déficit de u$s6.163 millones, que con un dólar promedio de $5,48 fue equivalente a unos 33.770 millones de pesos. La energía representó el 52,4% del déficit financiero.

En 2014, el rojo financiero se incrementó a $109.720 millones, y el déficit primario, a 38.561,9 millones. El año pasado, en las cuentas del Central el rojo comercial por energía ascendió a u$s8.131 millones, unos $66.024 millones a un dólar promedio de 8,12 pesos. Así, el saldo negativo de la ecuación energética aumentó su aporte al déficit financiero del país a 60,2% del total. “Sin el problema energético, Argentina se mantendría con el modelo de superávit gemelos. Y el estrangulamiento externo sería, al menos, una problemática de un impacto menor”, concluye el estudio de CEPA.

En un escenario hipotético de actividad económica estancada en 2015 y precios del petróleo consolidados en un 50% por debajo de 2014, el Gobierno podría encontrarse ante un inesperado beneficio fiscal por un declive del déficit sectorial. El año pasado, las exportaciones de petróleo y derivados sumaron u$s5.292 millones y las importaciones, poco menos de u$s10.000 millones si se descuentan las compras de electricidad. Por lo tanto, si se reducen aproximadamente a la mitad los montos por exportaciones e importaciones de hidrocarburos, a u$s2.650 millones y u$s5.000 millones respectivamente, el ahorro para las arcas públicas puede rondar los 2.400 millones de dólares. O $21.100 millones, al actual tipo de cambio de 8,782 pesos.

Es un dato positivo, pero no habilita festejos. El avance del año electoral difícilmente dejará lugar para el ahorro en la administración pública, que además tendrá que asumir menores ingresos por derechos de exportación y una recaudación afectada por la retracción económica en varios rubros de la actividad. Sólo como ejemplo, vale recordar que distintos estudios económicos prevén una caída entre 5.000 y 6.000 millones de dólares en las exportaciones de granos y derivados industriales, principalmente por la baja de cotizaciones, que de confirmarse impedirán recaudar unos u$s2.000 millones por retenciones este año.

“El 2015, año electoral y último de la actual Administración, asegura resultados más deficitarios”, señaló Cynthia Moskovits, economista de la fundación FIEL. “Para 2015 se espera un nuevo año de recesión y menor inflación a la registrada en 2014, lo que se traduciría en una menor suba de los ingresos fiscales”, agregó.

Dólar: impacta con fuerza la baja de commodities

Pasados los dos primeros meses del año, el declive de precios para los granos y derivados golpea en los ingresos por exportaciones. Las ventas de cereales, oleaginosas y derivados mostraron una caída de 31,7% respecto del mismo período de 2014, en un sector que representa un tercio de las ventas externas argentinas.

Según informaron la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), entre enero y febrero ingresaron divisas por u$s2.022 millones, monto equiparable al de cinco años atrás, cuando se rindieron u$s2.016 millones entre el 4 de enero y el 26 de febrero de 2010. La baja es sustancial en un marco de restricción de dólares necesarios para aportarle dinamismo a la economía local, pues los poco más de u$s2.000 millones declarados por el agro en el primer bimestre de 2015 quedaron lejos de los u$s2.960 millones de 2014, los u$s2.317,8 millones de 2013 (-12,8%), u$s2.850,6 millones de 2012 (-29,1%) y u$s2.647,7 millones de 2011 (-23,6%).

Esta caída no dio de lleno en las reservas, en gran medida, por el retroceso de las cotizaciones de los hidrocarburos, cuando el sector energético desplazó al complejo automotriz como el principal rubro importador de la economía argentina. Según el Banco Central, las compras de energía al exterior ascendieron a u$s13.423 millones en 2014 (+8,1% interanual), contra u$s12.000 millones importados por las automotrices para abastecerse de autopartes, insumos y unidades terminadas, un 38,7% menos que en 2013.

Asimismo, la caída del crudo permitió un sostenimiento en el superávit comercial, pues el intercambio registra una retracción de exportaciones e importaciones en proporción similar, como ocurrió en enero pasado (-18% y -19%, respectivamente). En los últimos doce meses el barril de petróleo de Texas se desplomó 52,7%, a los actuales 50 dólares. En el mismo lapso, la tonelada de soja se depreció 28%, de 517 a 372 dólares.

El BCRA destacó en un informe que en los últimos meses “no se cumplieron las expectativas de devaluación y crecieron las reservas“, dado que los activos internacionales alcanzaron los u$s31.458 millones, con una suba interanual de 14,9 por ciento. Sin embargo, la mayor parte de esa recuperación se registró a partir de octubre, cuando comenzó a activarse el “swap” firmado con el Banco Central chino. Este acuerdo de intercambio de monedas locales tiene un alcance total equivalente a 11 mil millones de dólares. Argentina captó yuanes que representaron unos u$s814 millones el 30 de octubre de 2014, otros u$s500 millones el 17 de noviembre y u$s1.000 millones el 11 de diciembre, más u$s800 millones entre el 13 y el 30 de enero últimos.

En menos de cinco meses las reservas del BCRA pasaron a integrarse en un 10% del total por yuanes, equivalentes a unos 3.114 millones de dólares. Además, desde julio el país recayó en default “selectivo”, por cuanto se siguen contabilizando en el activo del ente monetario los vencimientos de bonos reestructurados que no pudieron pagarse por el fallo del juez Griesa en los EEUU. Estos intereses de bonos Discount, Par y Global 17 en moneda extranjera no atendidos desde el 30 de junio pasado rondan los 1.230 millones de dólares.

Sólo estos dos conceptos (“swap” y default) maquillan en más de u$s4.300 millones a las reservas y explican el 13,8% del total computado por el BCRA como activos líquidos. Esta aparente holgura de divisas, sólo de carácter contable, es aprovechada para liberar más dólares a los ahorristas y también a importadores. Según la AFIP, las ventas para atesoramiento efectivizadas en febrero de este año marcaron un récord mensual de u$s463 millones, tres veces más que los u$s167,7 millones vendidos en febrero de 2013.

La inyección de dólares en manos de los particulares se vuelca en parte a ventas en el mercado paralelo, con una renta inmediata de 30% (deducido el 20% por el adelanto del Impuesto a las Ganancias) gracias a la brecha cambiaria del 50 por ciento. Es el arma más efectiva que encontró el Gobierno para moderar el alza del “blue”, que en los últimos 12 meses avanzó sólo 16%, una tasa inferior a la de plazos fijos en pesos y a la inflación. Pero esta ecuación trae consigo nuevos riesgos: mientras que en el primer bimestre de 2014 las ventas para atesoramiento y turismo significaron u$s329,1 millones, un 11,1% del total liquidado por el agro en el período, este año aumentaron en el lapso enero-febrero a u$s1.026,2 millones para ahorro y viajes, un 50,1% del total exportado por cerealeras y aceiteras.

El aporte de agrodólares sigue bajo presión

El breve recorrido del 2015 permite avistar un debilitamiento del ingreso de divisas por exportaciones de granos e industrias afines, que se agudiza por el efecto nocivos de diversos factores ya advertidos en 2014 y 2013. La liquidación de divisas del agro desciende un 20% en lo que va del año, principalmente por la pérdida de valor de los principales productos de exportación de la Argentina, además del atraso cambiario con elevadas retenciones que desalientan estas ventas. En ese contexto, los productores optan por aumentar sus tenencias en silbolsas, cuando los rindes se sostienen en niveles récord y “pisan” los precios en el mercado internacional.

Dante Romano, del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral, calcula que “en la Argentina se podrían pasar de campaña unos seis millones de toneladas de soja, que se sumarían a una producción de entre 57 y 58 millones de toneladas”, un nuevo máximo histórico. A esta previsión la alimentan favorables pronósticos climáticos, vitales en este mercado, con abundantes precipitaciones que mantienen el buen estado de la soja y el maíz en la presente campaña en la zona núcleo argentina. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires coincide en estimar la producción de la oleaginosa en un récord de 57 millones de toneladas y la del maíz, en 22,5 millones.

La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) informaron que entre el 2 de enero y el 20 de febrero de 2015 los exportadores de granos liquidaron u$s1.813,1 millones por ventas al exterior, un 20% menos con una cosecha que resultó 15% superior. Esta caída en el ingreso de divisas a un monto equiparable al de 2007 no es ajena a la baja de precios de los productos primarios que perduran como el principal sostén de las ventas externas. En comparación a un año atrás la tonelada de soja se desplomó un 27,9% en el mercado de Chicago, a u$s367; el trigo restó 17,6% (u$s187) y el maíz apenas recuperó un 0,7% interanual, a 151 dólares. Estos valores hacen añorar las cotizaciones máximas históricas, que en el caso de la soja alcanzaron los u$s650 por tonelada en septiembre de 2012.

La cosecha de soja fue en la última campaña –concluida en julio último- de 55,6 millones de toneladas, un récord que superó en 14,6% los 48,5 millones de 2013 y en 39% los 40 millones de 2012. Estas zafras elevadas también se advirtieron en Brasil y los EEUU, que integran con la Argentina el selecto grupo de mayores productores y exportadores de la oleaginosa, y motivaron que la cotización en Chicago descendiera 4,5% en los últimos dos meses. Argentina es el principal exportador mundial de aceite y harina de soja (45% y 43% del mercado global, respectivamente), el tercero de grano de soja (8%) y el cuarto de maíz.

“La duda es si los productores podrán seguir reteniendo. Su intención será vender lo mínimo indispensable para cancelar cuentas del año pasado y los vencimientos de esta campaña. Con precios que son más bajos, costos crecientes, inflación y una devaluación que nunca llegó, la proporción de soja que habrá que vender será mayor que la del año pasado”, consideró Dante Romano.

Un estudio de Guillermo Rossi, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario, indicó que la producción agroindustrial redujo 10% sus ingresos en 2014, a u$s35.429 millones, al incluir granos, sus derivados industriales, carnes, lácteos, frutas y cultivos regionales. Sólo el complejo sojero (porotos, harina, aceite y biodiesel) representó ingresos por exportaciones de 21.345 millones de dólares.

En este trabajo, en base a datos de comercio exterior del INDEC, Rossi refiere que “en la caída de algo más del 10% en el ingreso de divisas del 2014 hay elementos de precio y de cantidad. Como es sabido, el mercado internacional de productos agrícolas sufrió una brusca caída en el segundo semestre del año pasado”, que impactó en un momento en que el país contaba con amplia disponibilidad de stocks. “Uno de los productos más perjudicados fue el aceite de soja, altamente correlacionado con el precio del petróleo”, añadió.

Según CIARA y CEC la liquidación de exportaciones sectorial fue de u$s24.143,7 millones en 2014, un 4% más que en 2013 (u$s23.208 millones) y apenas 3,9% debajo del máximo registro de u$s25.133 millones en 2011. Debe destacarse que en 2014 la tonelada de la soja promedió u$s474,59 y la de maíz, unos 172,62 dólares. Estas cotizaciones son un 11,5% y 28,8% más bajas, respectivamente, que en 2013, pues la soja promedió u$s536,25 por tonelada, y el maíz, 242,58 dólares. En 2011, el grano de soja promedió u$s505 por tonelada y el maíz u$s288,70: así, los precios de 2014 fueron 6% y 40% menores, respectivamente.

Otros informes oficiales ratifican la trascendente contribución de dólares del agro, aún con deterioro de precios internacionales y el acopio de producto que desde el Gobierno le atribuyen al sector. El Balance Cambiario del Banco Central contabilizó en la totalidad de 2014 “cobros de exportaciones del sector olaginosas y cereales por u$s27.097 millones, un importe marginalmente superior al del año 2013”, que contrastó con el resto de los rubros exportadores de bienes, que liquidaron u$s42.473 millones, con una caída interanual de 12 por ciento.

Según las planillas del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), el BCRA detectó que el complejo cerealero-oleaginoso expandió su participación al 38,9% de las exportaciones argentinas el año pasado, sobre un total de u$s69.569 millones acumulados en 12 meses. Es decir que mientras que el agro sostuvo sus ventas externas, el resto de los rubros arrastró a un descenso interanual del 8% en las exportaciones de 2014.

Se confirma el cambio de ciclo económico en 2015

Después de un complicado 2014, en el que se debilitaron casi todos los indicadores macroeconómicos de la Argentina, los análisis internacionales apuntan que el presente será otro año recesivo para nuestro país, en el marco del bajo crecimiento que afectará a toda América Latina. La expansión regional inició el último año un ciclo de desaceleración que se mantendrá mientras se prolongue la apreciación global del dólar, con la consiguiente devaluación de las divisas latinoamericanas y la caída de precios de sus productos de exportación.

El miércoles pasado, el Fondo Monetario Internacional divulgó su pronóstico de crecimiento para la región y señaló que la Argentina será la que manifieste el peor desempeño, detrás de Venezuela. Para el país caribeño estimó una caída del PBI del 4% en 2014 y una profunda contracción económica del 7% para 2014, afectado puntualmente por el recorte de 60%en los precios del petróleo en los últimos siete meses. Sobre la Argentina, definió una leve baja del 0,4% del PBI el año pasado y proyecta un declive de actividad del 1,3% en 2015. “A pesar de la moderación de las presiones cambiarias y de un crecimiento más vigoroso de lo previsto en 2014, Argentina continúa haciendo frente a importantes desequilibrios macroeconómicos”, sintetizó el FMI.

El organismo estimó un “crecimiento mediocre” promedio de 1,3% para América Latina en 2015, en sintonía con las conclusiones de otros estudios. Una presentación de Itaú Unibanco en el Foro de Davos prevé un año 2015 poco alentador ante la desaceleración de la economía mundial, con un camino dificultoso para Brasil y más positivo para México.

El economista en jefe del banco brasileño, Ilan Goldfajn, detalló en el foro empresario que “este año veremos una mejora, gracias a EEUU, pero probablemente no lo suficiente para devolver a Latinoamérica a un crecimiento muy fuerte”. Para Brasil, un destino comercial clave de la producción argentina, anticipa un crecimiento de 0,2% en su PBI, en lo que será el quinto año de bajo crecimiento: tras un alza de 7,5% en 2010, la economía del gigante sudamericano creció 2,7% en 2011, un 1% en 2012, 2,5% en 2013 y registró una expansión cercana a cero el año pasado. En ese sentido, el FMI rebajó en 1,1 puntos su previsión de crecimiento para Brasil en 2015, en apenas 0,3 por ciento.

Según la consultora española Focus Economics, los tres referentes del Mercosur -Argentina, Brasil y Venezuela- serán un lastre para la “tendencia creciente” que evidencian otras economías latinoamericanas. El retroceso del 0,5% en el PBI del Mercosur en su conjunto en 2014 contrasta con el avance del 4,2% registrado en la Comunidad Andina (CAN), integrada por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.

En un informe titulado “Latin Focus Consesus Forecast”, la agencia detectó un anémico crecimiento de 0,2% para Brasil 2014, determinado también por la devaluación de su moneda, factor que deprime su PBI medido en dólares. También registró “una contracción significativa” en los PBI de Venezuela (-3,6%) y Argentina (-0,8%). Al primero lo impactó el desplome del crudo, al segundo, una inflación que pasó a ser estandarte de la recesión.

Focus Economics enfatiza que la Argentina padece la “fuerte caída en el consumo privado”, con un restringido acceso al mercado de deuda por la estancada renegociación de deuda en cesación de pagos. Otros indicadores confirman este freno brusco de la actividad económica argentina. Según la consultora Ferreres & Asociados, el PBI cayó 2,6% durante 2014 y la producción industrial registró una merma de 3,6% interanual. Para el INDEC, en el acumulado enero-noviembre de 2014 la retracción de la actividad económica fue 0,2%, mientras que durante 2014 la producción de la actividad fabril bajó un 2,5% respecto del año anterior.

Frente al retroceso de las cotizaciones de las materias primas, todavía el sustento de la actividad económica latinoamericana, los análisis proyectan un inminente período de transición, alejado de las elevadas tasas de crecimiento de la última década, en el que se impondrán las medidas de austeridad fiscal y control de la inflación, con menos divisas por exportaciones y encarecimiento del crédito externo ante una eventual suba de tasas en los Estados Unidos.

Inflación y devaluación

A las menores tasas de crecimiento le replicaron mayores índices de inflación. Venezuela, con un 63% anual, y la Argentina, en un rango entre 24 y 40 por ciento, según la fuente, encabezaron el listado de alza de precios minoristas, que según la CEPAL promedió un elevado 9% anual en América Latina. Focus Economics prevé para la región una inflación promedio del 13,3% y un déficit fiscal de 4,5% del PBI para 2015.

En Davos, los especialistas financieros coincidieron en que el crecimiento regional a “tasas chinas” observado en el primer tramo de este siglo está dando paso a uno de crecimiento débil, sin que los países hayan aprovechado a pleno el ingreso de dólares para cambiar su matriz productiva, todavía anclada a las materias primas, que representan el 60% de sus ventas externas, con instituciones que siguen en proceso de consolidación y notorias brechas sociales.

En el foro anual que se lleva a cabo en la ciudad suiza, el ex presidente del Banco Central argentino, Mario Blejer, afirmó que “la fiesta se ha terminado” y que las naciones se enfrentan a la necesidad de generar valor agregado a través de “inversiones que deben ir hacia la diversificación con una lógica de aprovechar las ventajas comparativas”.

La soja se acopla al retroceso del petróleo

El indicador que marcó la directriz de los mercados en los últimos meses fue sin duda el precio del petróleo. Una guerra tácita entre los países tradicionalmente productores de crudo, encabezados por Arabia Saudita, y aquellos que apostaron fuerte por el desarrollo de recursos no convencionales, como los EEUU, generó un excedente en la producción de hidrocarburos que motivó que las cotizaciones se desplomaran en forma deliberada a instancias de la OPEP.

Desde que comenzó el año, el barril de crudo en los EEUU retrocede un 14,8%, hasta los u$s46,07, un precio que no se registraba desde el 20 de abril de 2009, cuando aún golpeaba con fuerza la crisis financiera global de la década pasada. Para los gigantes del sector es un trámite duro de atravesar: Chevron, socio de YPF en Vaca Muerta, cede 5,6% en enero, y Exxon Mobil, un 3 por ciento. La brasileña Petrobras, con conflictos propios por denuncias de corrupción, se hunde 10% en enero, a u$s6,57 por acción, su precio más bajo en casi 11 años. YPF cayó aún más que sus competidores: un 11,7%, a u$s23,37 por acción. Hace tres años, antes de la estatización de la compañía más grande de la Argentina, la acción se negociaba en Wall Street a 39 dólares.

A YPF la afecta además que un fracking menos rentable archiva temporalmente los proyectos de explotación en el reservorio de Vaca Muerta en la Argentina, aún cuando abarata las importaciones de gas de las que depende el país, deficitario en materia energética. El campo neuquino requiere unos u$s150.000 millones para desarrollarse en los próximos diez años. Son inversiones de largo plazo, provistas de dólares que ingresan del exterior y que precisan la actividad en conjunto con grandes multinacionales. Los expertos consideran que un barril debajo de los u$s80 impide que la explotación de shale en Argentina sea rentable. Hace sólo seis meses se negociaba por encima de u$s100 el barril.

En la evolución del índice Merval de la Bolsa de Comercio porteña el desempeño del petróleo es también el rector del movimiento de las cotizaciones, debido a que YPF, Petrobras Brasil y Tenaris, tres compañías ligadas al rubro energético, concentran la mitad de la operatoria local en acciones. Así, un declive del crudo también arrastra a la baja al valor de los activos financieros y la valuación de las empresas nacionales.

En forma indirecta, el descenso de los precios internacionales de la energía es un factor de presión a la baja para los productos agrícolas, a través del recorte de cotizaciones de los biocombustibles. En el mismo sentido incide un fortalecimiento global del dólar, que debilita a los commodities valuados en moneda norteamericana. El mercado de granos es crucial para la Argentina por su potencial exportador: un tercio de las ventas externas del país se reduce a soja, maíz, trigo y productos derivados. Las cerealeras y la agroindustria liquidaron por exportaciones más de u$s24.000 millones en 2014.

Este lunes, el Departamento de Agricultura de los EEUU (USDA) adelantó que aquel país producirá 108 millones de toneladas de soja y otras 284 millones de toneladas de maíz, un volumen superior al previsto. En tanto, la producción de Brasil será de 75 millones de toneladas de maíz y 95 millones de soja. Tras este informe, que vaticina rendimientos máximos en el sur y el norte de América, los precios de la oleaginosa recortaron un abrupto 3,4%, a u$s373,32 por tonelada para los contratos a marzo. Ya en 2014, el principal producto de exportación de la Argentina había perdido un 22,4 por ciento.

Para nuestro país, el tercer mayor proveedor internacional de soja, el cuarto de maíz y uno de los más importantes exportadores de trigo, el USDA mantuvo firmes sus pronósticos para la campaña de 2014/2015. Se espera una cosecha de 55,5 millones de toneladas de soja, 22,5 millones de maíz y una zafra de 12 millones de toneladas de trigo. Argentina también es el principal exportador de harinas y aceites de soja.

El analista Manuel Alvarado Ledesma señaló en Agrositio que “al estar valuados en dólares, los granos han pasado a ser más caros para los importadores y su capacidad de compra ha disminuido”, en un marco de “sobreoferta derivada de las buenas condiciones climáticas básicamente registradas en el gran productor del mundo. Nos referimos a EEUU”. En el caso de la producción agrícola, la “sobreoferta” no es voluntaria, está expuesta a incidencias climáticas, no es un mercado “cartelizado” como el de hidrocarburos y las áreas destinadas a siembra se determinan varios meses antes, en función de las cotizaciones pasadas y las volátiles expectativas de ganancia que pueda ofrecer cada cultivo.

Como síntesis, los importantes rindes agrícolas neutralizan, por el descenso de precios, la posibilidad de expandir el ingreso de dólares por esta vía, mientras que la caída del crudo, si bien alivia la salida de divisas por el déficit energético, también restringe la llegada de fondos como inversión extranjera directa, cuando el país está ávido de financiamiento y no cuenta con acceso efectivo a los mercados de deuda.

Comercio exterior: Chile superó a la Argentina

Argentina duplica a Chile en cuanto a número de habitantes y al tamaño de su economía. Sin embargo, la nación trasandina superó en septiembre a nuestro país en el volumen de su comercio y en el superávit alcanzado en su balance de intercambio. Esta dinámica era previsible: las prohibiciones sobre el dólar en la Argentina llevaron a una economía local más cerrada al mundo. Del otro lado de la frontera, Chile profundizó la senda que eligió hace más de dos décadas, la de apostar a una agresiva apertura comercial para crecer, con mayor exposición a la volatilidad del frente externo, pero también con mayores réditos.

Desde que el Gobierno argentino decidió implementar el “cepo” en 2011 varios indicadores de actividad dejaron de mostrar evolución positiva. Uno de ellos fue el comercio exterior, que en 2014 marcó una neta caída si se lo compara con el récord de 2011 y los niveles anteriores al control de divisas. Según datos de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), las exportaciones argentinas en el período 1987/98 se expandieron un 315% y entre 2002/2014 subieron un 184 por ciento. Al desagregar este último período, se observa que entre 2002 y 2011 las ventas externas se incrementaron un 226%, pero la caída de 12% entre 2011 y 2014 redujo el promedio de crecimiento. “De los últimos 65 años, en 35 se obtuvieron récords de exportaciones. Faltan dólares, pero 2014 será el tercer año consecutivo sin poder igualar o superar un récord. No ocurre algo así desde 1981”, explicó Marcelo Elizondo, CEO de DNI.

Entre enero y septiembre de 2014 las exportaciones argentinas acumularon u$s56.116 millones y las importaciones, u$s50.236 millones, con un saldo positivo de 5.880 millones. En los primeros nueve meses de 2011, las exportaciones sumaban u$s63.553 millones; las importaciones, u$s55.391 millones, y el superávit, 8.162 millones de dólares.

Del otro lado de la cordillera, la balanza comercial de Chile acumuló entre enero y septiembre de 2014 un superávit de u$s6.523 millones, resultado de exportaciones por u$s57.496 millones e importaciones por 50.974 millones de dólares. Estas cifras son 11,9%, 2,5% y 1,5% superiores, respectivamente, a las informadas por el INDEC la semana pasada.

Las matrices exportadoras y las estructuras económicas de la Argentina y Chile son muy diferentes, aunque ambos países dependen de las materias primas para insertarse en el comercio global: la minería acapara un 57% de las exportaciones trasandinas, mientras que los granos y la agroindustria significan el 35% de las ventas argentinas. Chile es el principal exportador de cobre del mundo, por lo tanto sufrió también los avatares de la caída del 10% en el precio del metal en 2014, como nosotros con la soja y el maíz.

En cuanto a población, la Argentina, con unos 42 millones de habitantes, prácticamente duplica a Chile, con 18 millones. Similar es la relación del Producto Bruto Interno: según el Banco Mundial, el PBI argentino alcanza los u$s510.000 millones, frente a u$s277.000 millones del chileno.

Sin embargo, el ingreso de dólares a Chile muestra mayor fortaleza que en nuestro país. Las reservas internacionales en el banco central de Chile se mantienen estables, en torno a los u$s40.000 millones; en la Argentina muestran tendencia declinante, apenas por encima de los 27.000 millones. En el mismo sentido, la inversión extranjera directa en Argentina se desplomó el año pasado un 25%, a unos u$s9.000 millones, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), menos de la mitad de lo que recibió el vecino Chile.

Debilidad en la economía, debilidad en el comercio

La caída de la actividad económica en Argentina genera una menor demanda de productos extranjeros e, indirectamente, menores exportaciones industriales por el retroceso de la producción. Para las manufacturas, el estancamiento de la economía brasileña también contrajo la demanda para las fábricas argentinas que enfocan sus exportaciones en el mercado más grande de la región.

La baja de precios internacionales, como reflejaron las materias primas este año, trae como consecuencia un ingreso de dólares inferior, aún con un volumen de ventas externas similar al del año anterior. Según las cámaras exportadoras del agro, por ventas de granos y derivados se llevan liquidados hasta el 17 de octubre u$s19.492 millones, un 3,6% menos que los u$s20.271 millones que se registraron en el mismo período del año pasado, cuando la retracción de precios en el mercado de Chicago supera el 20% en 2014.

La escasez de dólares que golpea a la economía desde el establecimiento de las restricciones cambiarias hace tres años obliga a racionar divisas que se destinan a la compra de insumos, piezas y unidades terminadas en el exterior.

A la par, el atraso cambiario por la creciente inflación desincentiva las exportaciones y reprime la oferta interna de divisas, con un efecto contractivo aún mayor. Se estima que entre 20 y 23 millones de toneladas de soja de la campaña 2013/14 todavía no fueron comercializadas. “La persistencia y ampliación de la brecha existente entre la cotización del dólar ‘oficial’ vis a vis el precio en el mercado paralelo, incentiva a los productores y acopiadores -que venden al tipo oficial menos derechos de exportación- a no vender su producto a la espera de una devaluación”, sintetiza Abeceb.com.

Un cóctel recesivo que le da mayor impulso al dólar

Para moderar la demanda en el mercado mayorista, este martes los importadores no pudieron realizar operaciones por un monto superior a los u$s150.000 sin conformidad del Banco Central, cuando el límite formal para la demanda es de 300 mil dólares. Esta barrera, comunicada de manera informal y de vigencia temporaria, despejó el camino para que el BCRA pueda acaparar la compra de las divisas ofertadas por los exportadores y redujera la exposición de sus reservas, en un período de menor liquidación de ventas del agro. Por caso, las cerealeras y la industria aceitera rindieron la semana pasada sólo u$s285,6 millones, uno de los montos más bajos del año.

La entidad que preside Juan Carlos Fábrega redobla los esfuerzos para evitar un declive más pronunciado en los activos internacionales, que ya desde agosto exhiben en los informes diarios bajas mucho más profundas que las eventuales alzas. Como el BCRA es el proveedor de los dólares para pagar deuda e importar energía a través de las estatales YPF, Enarsa y Cammesa, debe apelar a iniciativas fuera de libreto para aferrase a las divisas cada vez más escasas por la contracción de las exportaciones.

Entre enero y julio, las ventas externas retrocedieron 10% respecto del mismo lapso de 2013. Para sostener el superávit comercial fue necesario que las importaciones cayeran a una tasa aún mayor, de 27 por ciento. Al mismo tiempo, déficit fiscal, inflación y falta de inversión privada se combinan en un cóctel recesivo que se potencia con la falta de divisas por la menor demanda brasileña de productos argentinos, el rojo de la balanza energética y la caída de precios internacionales de las materias primas, que para la soja significó un 20% desde enero.

Cristina Kirchner criticó por cadena nacional a los productores de soja que decidieron acopiar su producto en lugar de exportar, a la espera de mejores precios en Chicago o de un tipo de cambio más alto. “No vendieron, la guardaron, porque pensaron que se iba a devaluar mucho, que perjudicaban al Gobierno por los ingresos. El cálculo es que si hubieran vendido en ese momento, en mayo, hubiera sido el equivalente a un dólar hoy de 11 pesos“, dijo la mandataria, sin dar detalles de cómo se llegó a calcular ese tipo de cambio, que en muchos rubros productivos no dudarían de calificar como competitivo.

Desde el punto de vista de las reservas, la recesión sirve de freno a la salida de dólares de la economía doméstica por el descenso de las importaciones industriales y de hidrocarburos. En el caso de la energía, en los meses de mayo, junio y julio disminuyeron en la medición interanual por primera vez en cinco años, aún cuando la producción local todavía no repuntó: el refino de naftas cedió 9,1% interanual en el primer semestre, mientras que la extracción de gas descendió 0,6% en los primeros siete meses de 2014. Sólo subió la producción de petróleo, un 0,9% entre enero y julio frente a 2013.

Precio récord para el “liqui”

Cuidar las reservas es necesario, pero con restricciones comerciales y cambiarias genera grandes contrariedades. En el mercado financiero se conoce que una vía para hacerse de dólares es el “contado con liquidación”. Lo usan algunas empresas para girar dividendos y ahora cada vez más importadores, para cumplir con pagos en el exterior, ante la reticencia de las autoridades para ceder divisas.

El “liqui” no significa pérdida de reservas, pues se trata esencialmente de una transferencia de activos. A través de una sociedad de Bolsa se compran acciones o bonos en pesos, en el mercado local, y se los vende en el exterior, en dólares, que quedan depositados en una cuenta fuera del país. Este tipo de cambio implícito en operaciones financieras tuvo un firme incremento en las últimas jornadas y este martes promedió $13,36, valor que le pone el piso al dólar paralelo, ahora en 14,25 pesos.

La necesidad de divisas para mantener fluidos los cada vez más esquivos canales comerciales y financieros con el exterior explican por qué en el año el “contado con liqui” aumentó un 49,8%, por encima del 41,9% que lo hizo el “blue”.

El “liqui” es una operatoria formal y acumula en los últimos días negocios en torno a los u$s100 millones, entre cinco y diez veces mayores al dólar informal. Como su precio está cinco pesos por encima del dólar oficial, a $8,405 en el mercado mayorista, su volumen creciente agrieta la teoría de quienes proponen recurrir al atraso cambiario como “ancla inflacionaria”, debido a que las empresas que consiguen importar insumos, piezas o unidades terminadas con un dólar más caro, trasladan la diferencia a los precios al público, por los mayores costos de reposición.