Pasó la euforia del Mundial de fútbol, que hizo un aporte muy modesto a la economía brasileña. De hecho, la industria del país vecino utilizó el 80,1% de su capacidad instalada en junio y redujo su facturación un 5,7% respecto de mayo por los feriados y la disminución de ventas durante la Copa, según la Confederación Nacional de la Industria. El oficial Instituto Brasileño de Geografía y Estadística indicó que la producción fabril cayó un 6,9% en junio respecto al mismo mes de 2013, el peor resultado mensual desde 2009. El organismo también atribuyó la caída al certamen celebrado entre el 12 de junio y el 13 de julio, cuando se establecieron varios feriados para facilitar la movilidad de los hinchas, vacaciones colectivas y se redujeron turnos de trabajo las fábricas.
Durante la presentación del Plan ProEmplear, Cristina Kirchner recordó que “el crecimiento previsto que tenía Brasil para 2014 de 1,9% bajó al 1,3 por ciento. En octubre, esa proyección era del 2,5%”. El país vecino genera un menor volumen de comercio exterior que impacta particularmente en la economía argentina y así como el gigante sudamericano reviste -según explicó Cristina- “una reversión de los flujos de capitales, que retornan a las economías desarrolladas”, muchos de esos dólares también dejaron de ingresar a nuestro país, por la menor demanda de productos industrializados. Aunque es una simplificación que omite relevantes factores internos que estancan nuestra economía, tiene razón la Presidente en destacar la necesidad de medidas de estímulo para paliar las consecuencias de la desaceleración de las naciones emergentes, especialmente en Brasil, nuestro principal socio comercial.
En algún punto, “no nos une el amor, sino el espanto”: la economía brasileña se expandió en torno a cero en el primer semestre y el presidente del Banco Central de Brasil, Alexandre Tombini, admitió que la actividad crecerá menos en el 2014 que en el 2013. La sintonía entre los socios del Mercosur se traduce en que la actividad económica en Argentina descendió un 0,2% en mayo pasado con relación al mismo mes de 2013 y el PBI argentino bajó en el primer trimestre de este año un 0,2% interanual, cifras que ridiculizan las previsiones del Presupuesto 2014, que anticipó una expansión del PBI del 6,2 por ciento.
La consultora Abeceb.com señala que para la Argentina “la caída del comercio total registrada durante el mes de junio tiene un gran impacto a nivel regional dado que los países del Mercosur explican prácticamente la mitad de la caída”. Las ventas a Brasil se retrajeron 16% interanual, y a Chile, un 21 por ciento. En términos acumulados al primer semestre, las exportaciones se posicionan en los u$s36.778 millones, un 10% por debajo de los registros de igual período en 2013. Las importaciones acumularon entre enero y junio los u$s33.094 millones, con una contracción del 8 por ciento. El saldo comercial total de la Argentina hasta el mes de junio es de u$s3.684 millones, un 28% inferior que el valor del primer semestre de 2013.
Y la preocupación es recíproca: según Mario Marconini, directivo de la Federación de Industrias de San Pablo, las exportaciones brasileñas hacia Argentina disminuyeron un 20% durante el primer semestre respecto al mismo periodo de 2013, arrastradas, en parte, por las medidas restrictivas adoptadas por el Gobierno argentino. El sector automotriz, considerado uno de los pilares de la industria en ambos países, atraviesa momentos difíciles por la caída de las ventas bilaterales. “Si disminuye la demanda por parte de Argentina, Brasil va a tener mucho automóvil que no va a vender a Argentina y que no va a vender a otros mercados por cuestión de precio y de competitividad“, dijo Marconini.
Los cortocircuitos comerciales que genera el estancamiento en ambos países son concretos: la producción brasileña de vehículos cayó un 20,5% en julio y se redujo un 17,4% en los siete primeros meses del año en la comparación con 2013. Del lado argentino, la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA) refirió que “el comportamiento a la baja en materia de exportaciones estuvo marcado principalmente por la caída de la demanda por parte de Brasil, principal mercado de exportación, el cual había registrado en junio el volumen mensual más alto de este 2014. En el acumulado enero-julio, las terminales automotrices exportaron un total de 195.460 vehículos lo que representa una caída de 25,6% respecto de los 262.800 vehículos del mismo período del año pasado”. En tanto, la producción de autos se desplomó 23,3% entre enero y julio respecto del año pasado.
Distinto abordaje a problemas comunes
Aunque nos hermana el bajo crecimiento económico, en los últimos años Brasil decidió tomar un camino distinto al de la Argentina en cuanto a sus políticas, al fijarse metas de inflación y tasas de interés elevadas, por encima de los índices de precios. El gobierno de Dilma Rousseff apeló a moderar el crecimiento a cambio de hacerlo sostenible en el mediano plazo y priorizó el enfriamiento económico a cambio de no recaer en inflación elevada. Los precios minoristas en Brasil ascendieron un 0,01% en promedio durante julio. Fue el menor incremento desde junio de 2010, con lo que acumuló en los últimos doce meses un 6,5%, dentro del rango de las previsiones oficiales. Asimismo, la inflación brasileña sumó en los siete primeros meses del año un 3,76%, una cifra envidiable para la Argentina, aunque aún por encima de 3,18% registrado en el país vecino en el mismo periodo del año anterior.
La economía brasileña defiende algunos buenos fundamentos: una cosecha récord prevista en 193,2 millones de toneladas para la actual campaña; récord en la producción de hidrocarburos y la aplicación de políticas procíclicas, como el llamado Simple Nacional, un régimen tributario que reduce en hasta 40% la carga fiscal para unas 9 millones de micro y pequeñas empresas.
En cuanto a la energía, un rubro crítico para la Argentina por su dependencia de las importaciones, la brasileña Petrobras, bajo control estatal pero con participación privada, concentró el 90% de la producción, que marcó en junio un récord de 2,79 millones de barriles equivalentes por día. Brasil tiene en la plataforma submarina su propia Vaca Muerta, que en pleno desarrollo puede convertir al país vecino en uno de los mayores exportadores mundiales de hidrocarburos: el 92% del petróleo y el 74% del gas natural se extrae de las áreas marítimas.
También Brasil apela a abrirse a los mercados para salir del pozo económico, antes que aplicar restricciones al ingreso de productos. El ministro brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Mauro Borges, aseguró que Brasil pretende adelantar a 2016 el acuerdo de libre comercio con Colombia, Chile y Perú previsto para 2019.
Un análisis de la consultora Finsoport explica que “las exportaciones de la principal economía sudamericana se redujeron 3% durante el primer semestre de 2014, en tanto que las ventas externas argentinas acumularon una contracción de 10% en los primeros seis meses, según el INDEC”. Pero, a diferencia de Brasil, nuestro “Gobierno asigna la responsabilidad del ajuste del comercio exterior a factores exógenos, limitándose a intentar morigerar el impacto negativo sobre el balance comercial mediante el refuerzo de las barreras a las importaciones”. Mientras el país vecino procura incrementar su salida comercial a los EEUU y Asia para compensar el declive regional, la Argentina disminuye su presencia en todos los mercados en los que participa.
En un duro diagnóstico, el presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil, José Augusto de Castro, atribuyó el bajo nivel de las exportaciones industriales brasileñas a los altos costos de producción, la elevada carga tributaria, el peso de los salarios, las falencias logísticas y una inversión desintegrada. Otro de los factores que el directivo de la patronal de exportadores puso en debate fue el de la tasa de cambio de la moneda brasileña, la cual considera que debe ser “neutra” y no favorecer ni la importación ni la exportación, y “mucho menos” servir para controlar la inflación.
Por eso, la divergencia de políticas también se muestra en la evolución del tipo de cambio. El dólar en Brasil cae 3% desde que comenzó el año (desde 2,36 reales a 2,29), aunque después de tocar un piso durante el Mundial –para aprovechar el ingreso de dólares- recuperó un 2,2 por ciento. En la Argentina, la presión inflacionaria hizo subir a la divisa un 27% desde el cierre de 2013 (de 6,52 a 8,27 pesos en el mercado mayorista), mientras que en los últimos dos meses ganó apenas 1,7% (desde los $8,135 del 9 de junio), justamente, como “ancla inflacionaria”.