El deterioro comercial, bajo análisis de expertos

Argentina manifiesta una debilidad creciente en su inserción comercial en el mundo. Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indicó que el comercio en contenedores en puertos de la Argentina tuvo una caída del 22,4% en 2014 respecto del año anterior, a pesar de que el promedio de América Latina y el Caribe sostuvo un leve crecimiento del 1,3 por ciento. Esta tendencia en el plano local se profundiza en 2015, con pérdidas en montos exportados e importados superiores al 10%, y es analizada exhaustivamente en diversos estudios económicos.

“El fin de la etapa pujante de las exportaciones argentinas fue acompañado por una mayor dependencia de la canasta de exportables en torno a los productos agropecuarios. Productos cuyos precios, además de ser altamente volátiles, actualmente transitan una etapa de declive”, subrayó el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) en un reporte.

Durante 2014 las exportaciones cayeron 12% a u$s71.935 millones, mientras que las importaciones se redujeron 11%, a 65.249 millones de dólares. El volumen comerciado total fue de u$s137.184 millones contra u$s155.316 millones de 2013. Según la información oficial, este año se pronuncia la retracción comercial: en el primer cuatrimestre el saldo positivo fue apenas u$s420 millones, un 57% inferior al que se obtuvo en el mismo período de 2014, con una pareja caída interanual de exportaciones (-17%) e importaciones (-15%) en cuanto a montos. Las compras y las ventas suman además 17 meses consecutivos con datos negativos.

Un análisis del IERAL de la Fundación Mediterránea refiere que “la política económica actual se concentra en mantener relativamente estable la cotización del dólar -aumenta muy levemente-, que contribuye a anclar la inflación, y favorece la sensación de ‘no estar tan mal’. El costo de esta política es el deterioro de la rentabilidad exportadora, que termina impactando sobre las economías regionales”.

Dicho atraso cambiario y la disposición del “cepo” desalientan inversiones que impiden una mejora en la calidad y la cantidad de la producción doméstica. En ese caso, los controles sobre la importación son perjudiciales también para el desarrollo exportador. Un estudio del Banco Ciudad aporta que “la frontera de producción argentina ha ido contrayéndose a lo largo de los últimos dos años. Sucede que la capacidad de producción de una economía depende, entre otros factores, de la inversión en bienes de capital, la dotación de recursos humanos y su calidad, además de la productividad total de los factores productivos -eficiencia-, todos ellos elementos que vienen mostrando un franco retroceso”.

Asimismo, un análisis de Invecq Consultora Económica indica que “el tipo de cambio real, como precio relativo entre bienes transables locales y bienes transables extranjeros, es esencial para tomar decisiones de inversión que implican grandes volúmenes de capital, tiempos de realización y la incertidumbre endógena de apuntar a un mercado extranjero”, por cuanto su elevada volatilidad “impide a los agentes establecer expectativas claras hacia el futuro y, en lugar de incentivar inversiones productivas, incentiva un comportamiento cortoplacista y especulativo”.

El atraso cambiario es más dañino para las exportaciones regionales. Ejemplo de ello es la extendida protesta de productores frutícolas del Alto Valle del Río Negro. “En contextos de deterioro de los términos de intercambio, problemas de demanda externa y de política externa nacional, suele recordarse a la diversificación de exportaciones –sobre todo a partir de productos de alto valor agregado- como una posible estrategia para ‘hacerle frente’ a la escasez y volatilidad de ingresos por exportaciones y, consecuentemente, a sus efectos nocivos sobre la producción, el empleo y la inversión”, describe el IARAF. Añade que “en este proceso no todas las jurisdicciones han logrado avanzar de manera uniforme” y recuerda que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y las provincias de Buenos Aires y Córdoba “son las jurisdicciones con canastas de exportaciones más diversificadas y con mayor presencia de exportables de alto valor agregado”. Por el contrario, “Catamarca y San Juan son las más retrasadas en estos aspectos, lo que las expone con mayor vulnerabilidad a shocks externos”.

En ese contexto, la consultora Analytica señala que se acortan los plazos para mantener el esquema económico presente, “sin posibilidades de contar con un shock de términos de intercambio como en el que tuvo a principios de la década pasada y de recuperar competitividad a través de un fuerte ajuste del tipo de cambio”, debido a que “con un piso alto de inflación y con la pobreza en torno al 25% de la población, no hay mucho margen político para una mega devaluación”. Con esas limitaciones, Analytica considera que el próximo Gobierno “tendrá que afrontar un déficit creciente en la cuenta corriente con lo cual la apertura financiera será una necesidad más que una elección”.

Dólar: turismo y ahorro desplazan a importaciones

Hace tres años y medio que hay “cepo” cambiario en la Argentina. Con exclusividad el Estado es el que arbitra a la vez precios y cantidades de divisas y es así que en los últimos meses la decisión política sesgó a favor del público el flujo de billetes, en perjuicio de las importaciones de bienes. Una consecuencia de esta estrategia oficial es que se resintió la actividad económica ante las restricciones para ingresar insumos necesarios para la industria, mientras que se flexibilizaron las ventas a minoristas, ya sea para atesoramiento como para viajes y consumos en el exterior.

En el último informe sobre Evolución del Mercado Único y Libre de Cambios y Balance Cambiario del Banco Central, actualizado al primer trimestre de 2015, se explica esta transferencia de dólares que antes se derivaban a empresas y ahora en buena medida capta el público. Las importaciones retrocedieron entre enero y marzo u$s3.373 millones interanual, un monto que equipara los u$s3.368 millones que significaron la caída de exportaciones (u$s2.248 millones) y el incremento de ventas a minoristas (u$s1.120 millones más para ahorro y turismo).

La entidad monetaria logró con esa liberación de divisas mantener bajo control al dólar “blue”, que en el período perdió cerca de 10% frente a sus valores de cierre de 2014 (la divisa cerró marzo a $12,62, casi el mismo precio de hoy). A la vez, sostuvo el nivel de reservas internacionales, pues según el Balance Cambiario “el Banco Central continuó haciendo un uso en forma parcial del acuerdo de ‘swap’ de monedas locales con el Banco Central de la República Popular de China”. De esta manera, compensó la salida de divisas del sistema con ese mayor endeudamiento, ya que nueve de cada diez dólares para atesoramiento son retirados de los bancos y, por lo tanto, dejan de contabilizarse como reservas. En su totalidad fugan del país las divisas autorizadas por la AFIP para viajes y consumos en el exterior.

En esta “sintonía fina” para equilibrar los flujos en el mercado de cambios no todo pasó por “pisar” importaciones. En el primer trimestre hubo una fuerte caída del orden de u$s1.280 millones en las compras de energía, que aliviaron el déficit sectorial, y una baja de u$s1.000 millones en las ventas externas de granos y derivados. En ambos casos fue decisivo el desplome de precios internacionales de las materias primas, dato insoslayable para establecer los niveles de ingreso y egreso de divisas en la economía doméstica.

Según el BCRA, “en el primer trimestre de 2015, la demanda neta por turismo y viajes y pasajes alcanzó los u$s1.900 millones y las compras netas de billetes para atesoramiento los u$s1.400 millones, registrando entre ambos conceptos una demanda adicional cercana a u$s1.300 millones en términos interanuales”. En algún aspecto se reemplazaron importaciones de mercancías por “importaciones” de servicios -al contratar paquetes turísticos en el exterior- e importaciones de bienes al menudeo, como los artículos de tecnología que adquieren los argentinos fuera del país.

Al complementar esos datos con los informes diarios de la AFIP sobre tenencia de moneda extranjera se llega a conclusiones similares. Entre enero y marzo de 2015 el ente recaudador autorizó ventas a particulares por u$s1.404,7 millones para atesoramiento, otros u$s145,5 millones para viajes al exterior. Además, el BCRA puntualizó que en el primer trimestre de este año se registraron egresos brutos por otros u$s2.027 millones por uso de tarjetas en el exterior, pagos a operadores turísticos y pasajes. En total, son unos u$s3.577,2 millones tomados por minoristas tanto para tenencia personal como para gastos en el exterior.

Ese monto es 45,6% superior a los u$s2.457,1 millones para ahorro y turismo insumidos en el mismo lapso del año pasado. Según la AFIP, entre enero y marzo de 2014 se vendieron u$s484,5 millones para atesoramiento y u$s252,6 millones para viajes al exterior. A ello se suman u$s1.720 millones que según el BCRA se destinaron a gastos con tarjetas en el exterior, pagos a operadores turísticos y pasajes.

La firme demanda minorista de dólares responde seguramente a la licuación de la devaluación del peso del año pasado -concentrada principalmente en enero de 2014- por efecto de la inflación. El dólar oficial aumentó en doce meses 31,2% en el mercado mayorista (de $6,523 a $8,555) contra una inflación estimada por consultoras privadas en torno al 38% anual. Ese desfasaje profundizó el atraso cambiario y mejoró la capacidad de compra de divisas de los particulares luego de los aumentos salariales aplicados a mediados del año pasado.

Industria y exportaciones ratifican un mediocre 2015

En la transición hacia 2016 se dirime una pulseada entre realidad y expectativas. La primera, exhibida en los informes macroeconómicos, confirma una recesión leve pero prolongada en el tiempo; las segundas, impulsoras de las ganancias bursátiles, son aún una apuesta al eventual regreso a una senda de crecimiento moderado y de largo plazo a partir del recambio presidencial.

En todo caso, el mediocre tránsito hacia el traspaso de mando se comprende en concreto al observar los recientes informes de comercio exterior e industria, indicadores relacionados entre sí –pues la caída de uno retroalimenta la del otro- y afectados a la par por la escasez de dólares que contrae a ambas actividades.

Un pilar de la política económica, el superávit comercial, se sostiene con debilidad. Según el INDEC, el saldo positivo del comercio exterior fue en febrero apenas de 53 millones de dólares. Si bien representa un incremento de 20,4% respecto del mismo mes de 2014, el número es magro para enfrentar la sequía de divisas. El primer bimestre acumuló un superávit de 126 millones de dólares; será complicado alcanzar los u$s9.197 millones previstos en el Presupuesto 2015 para el total del año.

Por encima de este resultado, la información relevante es el desplome parejo en el volumen de importaciones y exportaciones, evidencia del desempeño recesivo de la economía. En el segundo mes del año las exportaciones sumaron u$s4.064 millones y las importaciones, u$s4.011 millones, con un retroceso de 25% interanual en ambos casos. El volumen comercializado en el breve recorrido de 2015 es el más bajo desde 2010.

En cuanto a productos primarios y manufacturas de origen agropecuario, que representan el 60% de las exportaciones nacionales, la caída en precios y cantidades significó una pérdida de divisas superior a u$s700 millones en el primer bimestre. El declive de cotizaciones de los granos y sus derivados industriales fue decisivo para este retroceso: la soja vale 32% menos que hace un año, y el maíz cedió 19 por ciento. Entre enero y febrero, los exportadores de granos acumularon liquidaciones por u$s2.022 millones, un monto 31,7% inferior al del año pasado, aun cuando la última cosecha resultó 15% superior. Desde 2007 que este concepto no registraba un nivel acumulado inferior al actual.

En el descenso del monto de importaciones contribuyó la franca caída global de los precios de la energía. Las compras de combustibles y lubricantes del primer bimestre del año experimentaron un recorte de 59%, que significó un ahorro mayor a 800 millones de dólares.

También hubo un declive en el volumen de las compras de vehículos automotores de pasajeros y piezas y accesorios para bienes de capital, consecuencia del descenso de la actividad fabril y de las ventas de autos. En este punto entre enero y febrero se demandaron u$s900 millones menos que un año atrás. En contraste, la caída de exportaciones de manufacturas de origen industrial, en donde automotores y autopartes tienen un peso decisivo, redujeron en unos u$s1.000 millones el ingreso de divisas.

Los números del intercambio comercial se condicen con los de la industria. La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) indicó que la actividad industrial cayó en febrero 7,2% respecto de igual mes de 2014 y acumuló en el primer bimestre una retracción de 6,7 por ciento. FIEL evaluó que “las perspectivas para los próximos meses continúan resultando complejas, especialmente por las necesidades de divisas para sostener la producción y el impacto del retroceso de la actividad en Brasil y la apreciación de su moneda”. Según el Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (CEU) “con excepción de unos pocos sectores, el estancamiento y caída en el nivel de actividad es generalizado“.

La información oficial reafirma que existe una tendencia negativa: el INDEC difundió que la producción industrial cayó 2,2% en febrero con relación a igual mes del año pasado y sumó 19 meses consecutivos con retrocesos interanuales. En el primer bimestre, la producción fabril cayó 2,1% frente al mismo lapso de 2014, período en el que la fabricación de vehículos bajó 20,4%, explicado principalmente por la disminución de la demanda desde Brasil.

El desplome del crudo, un imprevisto alivio fiscal

El descenso del crudo sigue un derrotero cuyos límites los analistas de mercado todavía no logran dilucidar. El petróleo intermedio de Texas cayó un 2,1% el lunes y se situó en u$s43,88 el barril, su nivel más bajo en seis años, desde el 12 de marzo de 2009. Entonces el desplome de la energía marchaba a la par de los valores mínimos de las acciones, en un año de crisis financiera y recesión global. Ahora los factores bajistas son propios.

En 2015 se sostienen los mismos fundamentos para los hidrocarburos que los hundieron en 2014. La oferta excede a la demanda, debido a la pulseada entre la producción de “shale” en los EEUU, que le devolvió el autoabastecimiento al principal consumidor del mundo, y el cartel de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), líder del sector que a su vez se niega a recortar el bombeo de crudo, con el objetivo de destruir la rentabilidad de las explotaciones no convencionales, mucho más costosas que las tradicionales.

El precio del “oro negro” cayó un 56% desde los u$s107 por barril del 20 de junio último, y dicha caída hizo que las compañías recortaran gastos y que se desacelerara la perforación en los Estados Unidos, aunque la propia OPEP reconoce que recién a fines de 2015 podría observarse un declive en la producción norteamericana.

En el exterior el impacto en la economía real es formidable. En los EEUU se tradujo en una caída en el valor de los combustibles, pues el crudo incide en dos tercios del precio final de las naftas. Su efecto contribuyó a la reactivación económica, aceleró el consumo y redujo las presiones inflacionarias. En países exportadores como Rusia, Venezuela, Irán e incluso Brasil, la pérdida de ingresos fue notoria, un factor que influyó en el proceso devaluatorio de sus monedas.

En la Argentina se da una situación muy particular, pues el país reincidió en déficit energético a partir de 2011. Así, se espera que este año la drástica caída de precios del crudo contribuya a reducir el déficit comercial en este rubro. Como son las compañías estatales Enarsa e YPF las importadoras casi excluyentes del mercado doméstico, la disminución de este rojo, que demanda pagos con dólares “cash”, es de prever que atenuará el preocupante déficit fiscal, en el que la Argentina también recayó desde 2011.

Un estudio del Centro de Economía Política de la Argentina (CEPA) subrayó esta coincidencia entre el incremento del déficit fiscal y el energético. “Si del cálculo de los ingresos y los egresos de fondos al Estado dejamos afuera el cargo que le genera el déficit energético, tendríamos superávit fiscal. Naturalmente esto es un mero ejercicio analítico, pero permite comprender la causa principal del déficit fiscal. No es el gasto descontrolado en diversos sectores en formas de subsidios desesperados, transferencias populistas y demás acusaciones”, definió CEPA en un informe. De hecho, Argentina hubiera tenido superávit primario en 2012, 2013 y 2014 de no haber existido desbalance energético. En el mismo sentido, el déficit energético amplió su participación en el déficit financiero –al contabilizar pago de deuda- hasta el actual 60% del total.

La balanza energética en números

En 2011 Argentina tuvo un superávit primario de $4.919,7 millones, que se transformó en déficit financiero de $30.663 millones al contemplar los pagos de deuda de aquel año. El déficit energético de 2011 -según el BCRA y contabilizando electricidad- fue de u$s3.189 millones, que con un dólar mayorista promedio de $4,13 para todo el año representó 13.170 millones de pesos. Es decir que la energía significó el 43% del déficit financiero.

El Gobierno informó para el cierre del ejercicio de 2012 un déficit presupuestario primario $4.374,9 millones, y financiero 55.563 millones. El rojo en materia energética se elevó a u$s4.075 millones en 2012, según el BCRA, o $22.331 millones, con un tipo de cambio promedio de 4,55 pesos. El déficit energético significó el 40,2% del déficit financiero del período.

En 2013 Argentina tuvo déficit primario por $22.479 millones, que se amplió en el cálculo financiero a 64.477,5 millones. El saldo energético de 2013 experimentó un déficit de u$s6.163 millones, que con un dólar promedio de $5,48 fue equivalente a unos 33.770 millones de pesos. La energía representó el 52,4% del déficit financiero.

En 2014, el rojo financiero se incrementó a $109.720 millones, y el déficit primario, a 38.561,9 millones. El año pasado, en las cuentas del Central el rojo comercial por energía ascendió a u$s8.131 millones, unos $66.024 millones a un dólar promedio de 8,12 pesos. Así, el saldo negativo de la ecuación energética aumentó su aporte al déficit financiero del país a 60,2% del total. “Sin el problema energético, Argentina se mantendría con el modelo de superávit gemelos. Y el estrangulamiento externo sería, al menos, una problemática de un impacto menor”, concluye el estudio de CEPA.

En un escenario hipotético de actividad económica estancada en 2015 y precios del petróleo consolidados en un 50% por debajo de 2014, el Gobierno podría encontrarse ante un inesperado beneficio fiscal por un declive del déficit sectorial. El año pasado, las exportaciones de petróleo y derivados sumaron u$s5.292 millones y las importaciones, poco menos de u$s10.000 millones si se descuentan las compras de electricidad. Por lo tanto, si se reducen aproximadamente a la mitad los montos por exportaciones e importaciones de hidrocarburos, a u$s2.650 millones y u$s5.000 millones respectivamente, el ahorro para las arcas públicas puede rondar los 2.400 millones de dólares. O $21.100 millones, al actual tipo de cambio de 8,782 pesos.

Es un dato positivo, pero no habilita festejos. El avance del año electoral difícilmente dejará lugar para el ahorro en la administración pública, que además tendrá que asumir menores ingresos por derechos de exportación y una recaudación afectada por la retracción económica en varios rubros de la actividad. Sólo como ejemplo, vale recordar que distintos estudios económicos prevén una caída entre 5.000 y 6.000 millones de dólares en las exportaciones de granos y derivados industriales, principalmente por la baja de cotizaciones, que de confirmarse impedirán recaudar unos u$s2.000 millones por retenciones este año.

“El 2015, año electoral y último de la actual Administración, asegura resultados más deficitarios”, señaló Cynthia Moskovits, economista de la fundación FIEL. “Para 2015 se espera un nuevo año de recesión y menor inflación a la registrada en 2014, lo que se traduciría en una menor suba de los ingresos fiscales”, agregó.

Dólar: impacta con fuerza la baja de commodities

Pasados los dos primeros meses del año, el declive de precios para los granos y derivados golpea en los ingresos por exportaciones. Las ventas de cereales, oleaginosas y derivados mostraron una caída de 31,7% respecto del mismo período de 2014, en un sector que representa un tercio de las ventas externas argentinas.

Según informaron la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), entre enero y febrero ingresaron divisas por u$s2.022 millones, monto equiparable al de cinco años atrás, cuando se rindieron u$s2.016 millones entre el 4 de enero y el 26 de febrero de 2010. La baja es sustancial en un marco de restricción de dólares necesarios para aportarle dinamismo a la economía local, pues los poco más de u$s2.000 millones declarados por el agro en el primer bimestre de 2015 quedaron lejos de los u$s2.960 millones de 2014, los u$s2.317,8 millones de 2013 (-12,8%), u$s2.850,6 millones de 2012 (-29,1%) y u$s2.647,7 millones de 2011 (-23,6%).

Esta caída no dio de lleno en las reservas, en gran medida, por el retroceso de las cotizaciones de los hidrocarburos, cuando el sector energético desplazó al complejo automotriz como el principal rubro importador de la economía argentina. Según el Banco Central, las compras de energía al exterior ascendieron a u$s13.423 millones en 2014 (+8,1% interanual), contra u$s12.000 millones importados por las automotrices para abastecerse de autopartes, insumos y unidades terminadas, un 38,7% menos que en 2013.

Asimismo, la caída del crudo permitió un sostenimiento en el superávit comercial, pues el intercambio registra una retracción de exportaciones e importaciones en proporción similar, como ocurrió en enero pasado (-18% y -19%, respectivamente). En los últimos doce meses el barril de petróleo de Texas se desplomó 52,7%, a los actuales 50 dólares. En el mismo lapso, la tonelada de soja se depreció 28%, de 517 a 372 dólares.

El BCRA destacó en un informe que en los últimos meses “no se cumplieron las expectativas de devaluación y crecieron las reservas“, dado que los activos internacionales alcanzaron los u$s31.458 millones, con una suba interanual de 14,9 por ciento. Sin embargo, la mayor parte de esa recuperación se registró a partir de octubre, cuando comenzó a activarse el “swap” firmado con el Banco Central chino. Este acuerdo de intercambio de monedas locales tiene un alcance total equivalente a 11 mil millones de dólares. Argentina captó yuanes que representaron unos u$s814 millones el 30 de octubre de 2014, otros u$s500 millones el 17 de noviembre y u$s1.000 millones el 11 de diciembre, más u$s800 millones entre el 13 y el 30 de enero últimos.

En menos de cinco meses las reservas del BCRA pasaron a integrarse en un 10% del total por yuanes, equivalentes a unos 3.114 millones de dólares. Además, desde julio el país recayó en default “selectivo”, por cuanto se siguen contabilizando en el activo del ente monetario los vencimientos de bonos reestructurados que no pudieron pagarse por el fallo del juez Griesa en los EEUU. Estos intereses de bonos Discount, Par y Global 17 en moneda extranjera no atendidos desde el 30 de junio pasado rondan los 1.230 millones de dólares.

Sólo estos dos conceptos (“swap” y default) maquillan en más de u$s4.300 millones a las reservas y explican el 13,8% del total computado por el BCRA como activos líquidos. Esta aparente holgura de divisas, sólo de carácter contable, es aprovechada para liberar más dólares a los ahorristas y también a importadores. Según la AFIP, las ventas para atesoramiento efectivizadas en febrero de este año marcaron un récord mensual de u$s463 millones, tres veces más que los u$s167,7 millones vendidos en febrero de 2013.

La inyección de dólares en manos de los particulares se vuelca en parte a ventas en el mercado paralelo, con una renta inmediata de 30% (deducido el 20% por el adelanto del Impuesto a las Ganancias) gracias a la brecha cambiaria del 50 por ciento. Es el arma más efectiva que encontró el Gobierno para moderar el alza del “blue”, que en los últimos 12 meses avanzó sólo 16%, una tasa inferior a la de plazos fijos en pesos y a la inflación. Pero esta ecuación trae consigo nuevos riesgos: mientras que en el primer bimestre de 2014 las ventas para atesoramiento y turismo significaron u$s329,1 millones, un 11,1% del total liquidado por el agro en el período, este año aumentaron en el lapso enero-febrero a u$s1.026,2 millones para ahorro y viajes, un 50,1% del total exportado por cerealeras y aceiteras.

El derrape del crudo no redujo el déficit energético

Este mes el Banco Central difundió su informe sobre Evolución del Mercado Único y Libre de Cambios y Balance Cambiario de 2014, en el que señala que el déficit comercial del rubro energético se incrementó 25% frente a 2013 y superó los u$s8.000 millones, en un nuevo récord.

En las cuentas del Central, el rojo comercial por energía ascendió a u$s8.131 millones, producto de exportaciones por u$s5.292 millones –con una caída interanual de 11%- e importaciones por u$s13.423 millones, un 8,1% más que en 2013. En un contexto de restricciones para operar divisas en el país, esta cifra cobra mayor magnitud cuando se recuerda que hasta 2010 Argentina tuvo superávit energético.

Con precios internacionales más elevados, en 2013 el déficit sectorial fue de u$s6.478 millones, según el ente monetario. La Argentina no pudo capitalizar plenamente la debacle de los hidrocarburos: desde los u$s107,26 por barril que cotizó el petróleo de Texas el 20 de junio de 2014, su valor se redujo prácticamente a la mitad en el segundo semestre. Este viernes el barril finalizó a u$s50,34 en Nueva York y a u$s60,22 en Londres para la variedad Brent.

En el saldo final del año, esta caída no fue suficiente para equilibrar las cuentas comerciales de la Argentina en este ítem y, probablemente, será recién en 2015 cuando la economía local podrá beneficiarse de los bajos precios del crudo, en tanto éstos se conserven estables. Sin embargo este abaratamiento de la energía es el principal escollo para reducir el déficit, pues desactiva los planes de inversión para desarrollar campos de gas y petróleo en el país, en particular del yacimiento no convencional de Vaca Muerta.

La baja del crudo se percibió levemente en el tercer trimestre del año pasado (-7% interanual) y con más contundencia en el período octubre-diciembre, pues “durante el cuarto trimestre de 2014 las distintas empresas vinculadas al sector energético registraron pagos de importaciones 20% menores a las realizadas el mismo trimestre del año anterior”, indica el documento del BCRA.

En 2014 la energía consumió el 22% de las divisas demandadas para las importaciones nacionales, que totalizaron u$s60.635 millones, según el Banco Central. Esto significa que hidrocarburos y electricidad se llevaron uno de cada cinco dólares destinados a compras en el exterior. “A excepción de los sectores vinculados al sector energético que registraron un aumento por unos u$s1.000 millones, el resto de los principales sectores registraron bajas interanuales en el total de pagos de importaciones”, subrayó el BCRA. Así, el peso del rojo energético se evidencia en otro dato: de las diez primeras empresas con mayores pagos de importaciones en 2014, seis correspondieron a la industria automotriz y tres al sector energía: dos petroleras y una del rubro eléctrico.

Por efecto del “impuestazo” a los autos premium y la leve recesión económica de 2014, resalta el recorte en u$s7.500 millones en compras del sector automotriz por insumos, piezas y unidades terminadas. De esta forma, el rubro energía, al contabilizar hidrocarburos y electricidad adquiridos en el exterior, desplazó a la industria automotriz como principal complejo importador de la Argentina. Las terminales locales acumularon compras por unos u$s12.000 millones el año pasado, frente a u$s19.579 millones en 2013.

El BCRA detalló que “los mayores pagos de importaciones del sector energía en 2014 se dieron en un contexto de mayores niveles de demanda. Según la información disponible en la síntesis del mercado eléctrico mayorista, informe publicado por la Secretaría de Energía, la energía demandada del sistema creció alrededor de 2% interanual en los primeros once meses de 2014. Dicho incremento se observó particularmente en el periodo marzo-julio”.

Divergencias con el INDEC

Las cifras del rojo energético registrado por el BCRA son holgadamente mayores que las difundidas por el INDEC, con una diferencia de 30,2% o 1.888 millones de dólares. El cuestionado ente estadístico informó un déficit sectorial de u$s6.243 millones en la balanza comercial energética en el acumulado de los doce meses de 2014.

Esta divergencia puede surgir por el momento en que se asientan las transacciones con el exterior, que en algunos casos se efectúan al contado y en otros se cancelan por adelantado o a plazo, aunque no deja de ser llamativa, pues en el ejercicio 2013 la brecha entre las cifras del BCRA y el INDEC no superó el 12%, entonces unos 800 millones de dólares.

Argentina quedó en medio del fuego cruzado por el petróleo

La pulseada por el precio del petróleo involucra a la economía argentina en una disputa imprevista. El retroceso de las cotizaciones obedece a una paulatina apreciación del dólar que impacta en todos los commodities que cotizan en esa moneda y que tiene un agregado de peso en el desarrollo de campos no convencionales en los EEUU, un fundamento que alteró el mercado global de la energía.

El país norteamericano aportó un año atrás la noticia más relevante para las finanzas internacionales: el restablecimiento del superávit energético en su suelo después de dos décadas. Ahora ese reequilibrio en la balanza comercial del rubro petrolero se observa con toda su fuerza: en cinco meses el barril perdió un tercio de su valor. El crudo ligero de Texas recortó un 36% desde los u$s107,26 del 20 de junio a los u$s66,15, en la actualidad, el precio más bajo desde septiembre de 2009.

Esta caída también se registró en otras materias primas, como la soja, que desde los u$s451,23 por tonelada que cotizaba el 29 de junio pasado cedió un 17%, a 373,32 dólares. Desde el máximo del año, a u$s558 por tonelada el 16 de abril pasado, la caída de la soja se amplía a 33 por ciento. Este comportamiento se rige por el avance del dólar frente a otras monedas y las expectativas porque la Reserva Federal decida un incremento de las tasas de referencia en 2015. La visión de un fortalecimiento más pronunciado del billete verde se descuenta en las plazas financieras.

Por eso se erige un frente de tormenta para las materias primas. Los países que integran el club de los grandes exportadores de petróleo, la OPEP, discutieron el futuro de un sector que es la matriz de sus respectivas economías. En los extremos se encuentran Arabia Saudita y Venezuela. El primero es el principal abastecedor global de crudo y apoya el sostenimiento de la oferta aún con precios en baja, para desalentar las explotaciones no convencionales, “shale oil” y “shale gas”, que asoman como una competencia peligrosa. El segundo padece una vital pérdida de ingresos, en un presente recesivo de elevada inflación, caída de reservas y necesidad de divisas para sostener las importaciones. Los árabes ganaron el debate e impusieron su postura: mantener la hegemonía del mercado a cambio de perder rentabilidad.

Germán Fermo, experto de MacroFinance, refiere que “la historia para mercados emergentes sigue siendo razonablemente favorable, pero ya no vamos a ver los máximos que vimos en el lustro anterior en commodities y por lo tanto un gran motor de crecimiento y auge, de a poco, se está empezando a apagar”. Anticipa además que “los próximos años van a ser más desafiantes para estas economías. Lo bueno sería que este cambio de precios relativos sea lento, de forma que le dé al equilibrio general la chance de ajustarse”.

Con este esquema de precios, la Argentina tiene un diagnóstico ambiguo: en el corto plazo se beneficia de una energía más barata, por su déficit comercial en este segmento; a largo plazo, queda comprometida la rentabilidad de futuras inversiones en el megayacimiento no convencional de Vaca Muerta, debido a que el proceso de “fracking” es mucho más caro que la explotación de hidrocarburos convencionales. Los analistas sitúan en u$s80 por barril de crudo el umbral que hace rentable al “shale”.

El jefe de Gabinete Jorge Capitanich negó que la baja en el valor del petróleo afecte la inversión en Vaca Muerta: “YPF, en forma directa o asociada, ha generado una eficiencia y productividad de cada peso invertido, con el objeto de disminuir el costo de explotación de cada pozo”. Pero la realidad marca que los fundamentos técnicos son ajenos a la voluntad política.

Ariel Squeo, analista de ICB Argentina, indica que “de forma análoga, el precio en baja complica los planes de YPF en Vaca Muerta. Sin embargo, la diferencia con lo anterior es que en Argentina la estrategia de mediano y largo plazo se ve opacada con las necesidades inmediatas, es decir, necesidades de dólares, inversiones y un Gobierno controlante que enfrenta el año que viene elecciones a nivel nacional”.

Por ahora, las acciones de YPF soportaron con bastante dignidad los avatares de la economía local y las vapuleadas cotizaciones internacionales. En Nueva York, los ADR de la compañía insignia de la Argentina en el exterior se sostienen en los u$s33 con que empezaron el 2014 y ceden solo 1,4% desde que el crudo inició su desliz bajista el 20 de junio.

“Para la proyección del precio del petróleo hacia delante, sugiero observar el comportamiento entre el rango de 70 y 65 dólares. En principio, podría resultar como un soporte y piso de corto plazo en función al nivel de precio que operó durante mitad del año 2009 y 2010; desde ahí, armar una estrategia ‘long’ en el commodity, como así también en acciones correlacionadas, como Tenaris. En el caso contrario, el quiebre del nivel anterior generaría un evento bastante negativo, dejando abierta la puerta a una caída sin pisos concretos y habilitando incluso la zona de 50 dólares”, advierte Ariel Squeo.

Un cóctel recesivo que le da mayor impulso al dólar

Para moderar la demanda en el mercado mayorista, este martes los importadores no pudieron realizar operaciones por un monto superior a los u$s150.000 sin conformidad del Banco Central, cuando el límite formal para la demanda es de 300 mil dólares. Esta barrera, comunicada de manera informal y de vigencia temporaria, despejó el camino para que el BCRA pueda acaparar la compra de las divisas ofertadas por los exportadores y redujera la exposición de sus reservas, en un período de menor liquidación de ventas del agro. Por caso, las cerealeras y la industria aceitera rindieron la semana pasada sólo u$s285,6 millones, uno de los montos más bajos del año.

La entidad que preside Juan Carlos Fábrega redobla los esfuerzos para evitar un declive más pronunciado en los activos internacionales, que ya desde agosto exhiben en los informes diarios bajas mucho más profundas que las eventuales alzas. Como el BCRA es el proveedor de los dólares para pagar deuda e importar energía a través de las estatales YPF, Enarsa y Cammesa, debe apelar a iniciativas fuera de libreto para aferrase a las divisas cada vez más escasas por la contracción de las exportaciones.

Entre enero y julio, las ventas externas retrocedieron 10% respecto del mismo lapso de 2013. Para sostener el superávit comercial fue necesario que las importaciones cayeran a una tasa aún mayor, de 27 por ciento. Al mismo tiempo, déficit fiscal, inflación y falta de inversión privada se combinan en un cóctel recesivo que se potencia con la falta de divisas por la menor demanda brasileña de productos argentinos, el rojo de la balanza energética y la caída de precios internacionales de las materias primas, que para la soja significó un 20% desde enero.

Cristina Kirchner criticó por cadena nacional a los productores de soja que decidieron acopiar su producto en lugar de exportar, a la espera de mejores precios en Chicago o de un tipo de cambio más alto. “No vendieron, la guardaron, porque pensaron que se iba a devaluar mucho, que perjudicaban al Gobierno por los ingresos. El cálculo es que si hubieran vendido en ese momento, en mayo, hubiera sido el equivalente a un dólar hoy de 11 pesos“, dijo la mandataria, sin dar detalles de cómo se llegó a calcular ese tipo de cambio, que en muchos rubros productivos no dudarían de calificar como competitivo.

Desde el punto de vista de las reservas, la recesión sirve de freno a la salida de dólares de la economía doméstica por el descenso de las importaciones industriales y de hidrocarburos. En el caso de la energía, en los meses de mayo, junio y julio disminuyeron en la medición interanual por primera vez en cinco años, aún cuando la producción local todavía no repuntó: el refino de naftas cedió 9,1% interanual en el primer semestre, mientras que la extracción de gas descendió 0,6% en los primeros siete meses de 2014. Sólo subió la producción de petróleo, un 0,9% entre enero y julio frente a 2013.

Precio récord para el “liqui”

Cuidar las reservas es necesario, pero con restricciones comerciales y cambiarias genera grandes contrariedades. En el mercado financiero se conoce que una vía para hacerse de dólares es el “contado con liquidación”. Lo usan algunas empresas para girar dividendos y ahora cada vez más importadores, para cumplir con pagos en el exterior, ante la reticencia de las autoridades para ceder divisas.

El “liqui” no significa pérdida de reservas, pues se trata esencialmente de una transferencia de activos. A través de una sociedad de Bolsa se compran acciones o bonos en pesos, en el mercado local, y se los vende en el exterior, en dólares, que quedan depositados en una cuenta fuera del país. Este tipo de cambio implícito en operaciones financieras tuvo un firme incremento en las últimas jornadas y este martes promedió $13,36, valor que le pone el piso al dólar paralelo, ahora en 14,25 pesos.

La necesidad de divisas para mantener fluidos los cada vez más esquivos canales comerciales y financieros con el exterior explican por qué en el año el “contado con liqui” aumentó un 49,8%, por encima del 41,9% que lo hizo el “blue”.

El “liqui” es una operatoria formal y acumula en los últimos días negocios en torno a los u$s100 millones, entre cinco y diez veces mayores al dólar informal. Como su precio está cinco pesos por encima del dólar oficial, a $8,405 en el mercado mayorista, su volumen creciente agrieta la teoría de quienes proponen recurrir al atraso cambiario como “ancla inflacionaria”, debido a que las empresas que consiguen importar insumos, piezas o unidades terminadas con un dólar más caro, trasladan la diferencia a los precios al público, por los mayores costos de reposición.