Dólar: retorna la táctica del “suave deslizamiento”

Comienza a desperezarse el dólar. La divisa en el mercado mayorista rompió con una estabilidad de casi dos meses, y entre lunes y martes avanzó dos centavos en este mercado interbancario, donde se pactan las grandes transacciones para comercio exterior y donde interviene el Banco Central con sus habituales operaciones para regular la liquidez.

La divisa sube esta semana a $8,0225, desde los $8,0025 del viernes, en un déjà vu de aquellas microdevaluaciones características del período en que Mercedes Marcó del Pont se desempeñaba como presidente del Banco Central, que los técnicos llaman “crawling peg”, una depreciación progresiva y controlada de una moneda respecto del dólar. En contraste, el actual titular de la entidad, Juan Carlos Fábrega, decidió aplicar un shock cambiario entre el 21 y el 23 de enero, cuando impulso una suba de 20% en el dólar oficial, hasta los 8 pesos.

A partir de entonces, la inflación empezó a descontarle la ventaja al dólar oficial y los analistas del mercado financiero coincidieron en que a mediados de año la suba de precios se iba a “comer” el beneficio en materia de competitividad cambiaria que significó la devaluación del peso, para obligar después a una nueva devaluación que retroalimenta un círculo vicioso.

Por ejemplo, la medición que realiza la Dirección de Estadística y Censos del Gobierno porteño mostró que en abril la inflación fue de 3,1% en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, para acumular 16,9% en el primer cuatrimestre del año. En el transcurso de 2014, el dólar oficial gana 23% en el mercado mayorista o interbancario (desde $6,523 a $8,0225).

Diferente es el panorama para el dólar marginal, presionado a la baja por la iniciativa de la AFIP de flexibilizar las restricciones para las ventas a minoristas destinadas a atesoramiento. Desde el 27 de enero se efectivizaron operaciones al público por u$s604 millones, que de persistir el “cepo” con todo su rigor se hubieran cursado en buena proporción por el circuito paralelo.

Sin embargo, los agentes del dólar informal no son indiferentes a lo que ocurre en el segmento oficial y la divisa finalizó ofrecida a $10,81, para sumar un avance de 26 centavos o 2,5% en el transcurso de mayo. De mantenerse la tendencia, será la primera vez desde la devaluación que el dólar libre consigue superar a la inflación.

Desde que arrancó el año el dólar paralelo mantiene un rezago respecto del promedio de precios de bienes y servicios, pues sube un 7,7 por ciento. Podría atribuírsele a Fábrega el mérito de haber calmado el arrebato del billete verde, como el repunte en el monto de reservas internacionales de abril, aunque estas victorias puntuales están condicionadas por tasas elevadas y un incremento de la deuda del BCRA directamente proporcional a la mejora del activo.

Es probable, entonces, que la autoridad monetaria entienda que es momento de retomar el “suave deslizamiento” que caracterizó al dólar oficial en 2013, antes de que concluya la temporada alta de liquidaciones de exportaciones del agro, propia del segundo trimestre del año y que en 2014 está posibilitando un ingreso récord de divisas, a u$s8.747 millones hasta el 9 de mayo. Y postergar lo más posible otro shock como el de enero.

Dólar: la menor brecha en 14 meses

La evolución alcista del dólar mostró una clara reversión durante febrero, como consecuencia de la ortodoxa política de endurecimiento monetario del Banco Central, bajo la impronta de su actual presidente, Juan Carlos Fábrega. Varios mecanismos operados en simultáneo (devaluación, suba de tasas, absorción de pesos, desarme de carteras dolarizadas en los bancos) contribuyeron a un realineamiento de las variables, cuyo signo más visible es la reducción de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo a un 41,3%, su menor nivel en 14 meses..

El dólar “blue” cerró febrero en $11,25, lejos del récord de $13,10 alcanzado el 23 de enero, cuando el mercado libre se sostenía por la efervescencia del pago del medio aguinaldo y la demanda de divisas para vacaciones. Entonces, la devaluación del 18,7% del peso convalidada por el Banco Central en enero (ascenso del 23% del dólar oficial), también potenció el salto de precios del billete informal.

Este viernes, con un dólar minorista a $7,96, según el promedio de bancos y casas de cambio que publica el Banco Central, la brecha con el “blue” retrocedió a un rango no visto desde el 2 de enero de 2013, cuando alcanzó el 38,7%, entre los $4,958 y los $6,88 de los mercados oficial y libre, respectivamente.

La movida de Fábrega en el BCRA también llevó a un cambio de fondo: el dólar formal avanza a mayor ritmo que el informal. En 2014, el primero sumó 21,9%; el otro, 12,1 por ciento. La idea que persiste es la de achicar la brecha de las cotizaciones hasta algún punto de convergencia, en el cual se pueda liberar el mercado de cambios sin generar una corrida del peso ni una espiralización inflacionaria. En el contexto macroeconómico de hoy, este juego de variables necesita precisión quirúrgica y amplia colaboración y sincronización entre el accionar de las autoridades del Palacio de Hacienda, el Banco Central e incluso la AFIP, para empezar a corregir el déficit de las cuentas públicas sin deprimir la actividad económica.

La apertura parcial de las ventas minoristas a través del llamado dólar “ahorro”, bajo supervisión de la AFIP, permitió transacciones por u$s253 millones en un mes. Este volumen negociado prácticamente atrofió las ventas de “cuevas” y “arbolitos”, a la vez que alimentó la oferta, pues pequeños ahorristas que adquieren la divisa al precio oficial más un 20% como adelanto del Impuesto a las Ganancias ($9,55) recurren a ventas en el mercado paralelo cuando necesitan pesos. En este segmento, la brecha con el dólar libre es de apenas 17,8 por ciento.

También queda otro remanente del “cepo”: el dólar “turista” o “tarjeta”. Es decir la salida de divisas autorizada por el BCRA y la AFIP para aquellos que viajan al exterior o realizan gastos con tarjeta de crédito o débito fuera del país, a valor oficial más un recargo de 35 por ciento ($10,75). En este caso, la brecha es aún más chica: 4,7 por ciento. Pagar con dinero plástico o en efectivo en el exterior no tiene gran diferencia para los particulares, aunque sí para el Banco Central. La primera opción significa caída de reservas, pero no la segunda si las divisas se adquirieron por vía informal.

El ministro Axel Kicillof hizo pública la visión del Gobierno sobre la restricción externa que atraviesa el país cuando remarcó: “Si todos los exportadores guardan lo que tenían que exportar ¿cómo no van a caer las reservas?”. Las ventas del campo continúan como principal fuente de divisas para una economía cada vez más primarizada y por eso el Gobierno les hizo dos concesiones a los exportadores agropecuarios. Además de reconocerles más pesos por cada dólar que ingresan, producto de la devaluación, la suba de las tasas les permite una rentabilidad más conveniente al dejar sus pesos dentro del sistema financiero, cuando antes les era más provechoso posicionarse en dólares –adquiridos en el mercado informal- a la espera del momento oportuno para venderlos y cubrir los costos de la cosecha nueva.

La absorción de pesos del Banco Central a través de la colocación de deuda (Letras y Notas) superó los $40.000 millones en dos meses de 2014. Sin contabilizar las licitaciones de la semana pasada, la Base Monetaria se contrajo 10,1% desde los $377.197 millones del cierre de 2013 a los $338.736 millones del 23 de febrero. En este sentido, el llamado dólar “de convertibilidad” o “implícito” cayó de los $13 de enero a los actuales $12,28, al dividir la Base Monetaria por las reservas, a esa fecha en u$s27.575 millones según datos consolidados.

De todos modos, la calma cambiaria es muy frágil. Las reservas cayeron en el segundo mes del año u$s266 millones, a u$s27.482 millones (con datos definitivos al 26 de febrero), aún con freno a las importaciones e incentivos a los agroexportadores. La desaceleración de la actividad en conjunto con una creciente inflación y la continuidad del rojo fiscal, que lleva ya dos años, anteceden a una economía recesiva en la que la eventual alza del dólar pasará a ser una preocupación de segundo orden.

Tregua efímera para el dólar

Después de la sorpresa que significó para el mercado cambiario la abrupta devaluación del peso aplicada entre el 21 y el 23 de enero, que llevó al dólar mayorista a $8,01, el Banco Central mostró otras cartas esta semana que contribuyeron a apaciguar la expectativa por nuevos saltos bruscos en la cotización de la divisa.

La autoridad monetaria se movió con eficacia para incorporar dólares que estaban en manos de los bancos a su saldo neto. Con esa renovada liquidez se enfriaron los mercados de divisas, acciones y bonos, y en la semana financiera del 3 al 7 de febrero, el dólar oficial retrocedió 2,2%, desde los $8,019 a los $7,843 en la plaza interbancaria.

El Comunicado A 5536 de la entidad determina un límite para la tenencia de divisas o activos dolarizados propios de los bancos –no de los ahorristas- a un 30% de la cartera y fija un techo del 10% para las posiciones del mercado de futuros. Para adecuarse a las nuevas directivas, las entidades deben liquidar en el mercado en total unos u$s1.700 millones antes de abril, un flujo del que puede disponer el BCRA para actuar frente a cualquier recrudecimiento de la tensión cambiaria. En tres jornadas financieras, el Banco Central acumuló compras de divisas por unos u$s1.058 millones en el Mercado Electrónico de Pagos (MEP).

La iniciativa estuvo precedida el martes 4 por una suba de tasas por encima del 28% para la licitación de Letras y Notas, que permitió una absorción de más de $7 mil millones, que se sumaron a otros $5 mil millones de la semana anterior. Estos pesos fuera del mercado son una contención contra el alza de precios, aunque encarecen el crédito, desaceleran el consumo y generan una deuda que habrá que renovar a su vencimiento con tasas tan altas como la inflación real o bien cancelar, con un volumen de efectivo que podría trasladarse a precios o a la demanda de dólares.

Desde que comenzó 2014 el dólar oficial avanzó un apreciable 20,3% (cerró 2013 en $6,52), pero las autoridades no consiguen reducir la brecha superior al 50% con el dólar “blue”, que gana 21,5% en 2014. Aún así, la intención de Juan Carlos Fábrega de acercar las dos cotizaciones es clara: desde que es presidente del BCRA, el dólar oficial se apreció un 29,8% (desde los $6,04 de cierre del 19 de noviembre pasado a los actuales $7,84), más que el 23% que ascendió el dólar libre (desde los $9,92 a los $12,20).

En coincidencia con el “deslizamiento” del dólar oficial, el dólar paralelo alcanzó el 23 de enero su récord de $13,10 para el cierre, un incremento que entonces pudo parecer exagerado, al ritmo de la demanda para turismo y atesoramiento luego del cobro del medio aguinaldo, pero que cuenta con un sólido fundamento: según informa el Banco Central, la división entre la Base Monetaria al 31 de enero ($363.857,6 millones) y las reservas internacionales (entonces en u$s27.742 millones) da como resultado que hay 13,12 pesos por cada dólar en las arcas de la institución emisora.

En este punto, el Central actuó con reflejos rápidos al habilitar parcialmente la venta de divisas para atesoramiento. Al quitarle demanda al mercado paralelo y ofrecer un precio sensiblemente más bajo, el descenso del blue fue una consecuencia lógica. El futuro dirá si este procedimiento, que alimenta la salida de fondos del sistema –pocas operaciones se traducen en depósitos- es sostenible en un marco de notoria pérdida de reservas.

Por ahora, la pericia de Fábrega no es acompañada por medidas profundas y consecuentes desde el Palacio de Hacienda, más allá de los acuerdos de precios sectoriales y voluntarios, la restricción de autorizaciones a los importadores y el pedido de pronta liquidación para las exportaciones del agro.

Enero tuvo la caída de reservas mensual más grande en 8 años (de u$s2.851 millones o 9,4%) y la devaluación mensual más profunda en 12 años. Probablemente en 2014 el déficit fiscal se extienda por tercer año consecutivo y se acumule la inflación más alta desde 2002. Según la consultora Elypsis, que dirige Eduardo Levy Yeyati, enero cerró con una inflación récord de 6,1% y un fuerte arrastre de 1,9% como piso para febrero. El IPC recalculado según las ponderaciones de la Ciudad de Buenos Aires arrojó un 4,8% para enero, una tasa menor pero igual de preocupante. Será imposible que el BCRA en soledad pueda rectificar los numerosos desequilibrios del actual esquema económico.

Dólar: termina una década de gradualismo

El marcado salto de 25 centavos que registró el dólar, tanto en su cotización mayorista como minorista, significa un rotundo giro en la política cambiaria del Banco Central, con el afán de recortar la preocupante brecha que separa al dólar oficial del libre, y proteger las debilitadas reservas, cuya sangría es cada vez más abundante.

En mayo del año pasado, la presidente Cristina Kirchner había advertido desde un atril en Casa Rosada que “los que quieren ganar plata a costa de la devaluación y del pueblo, van a tener que esperar a otro Gobierno”. Ocho meses después, la acuciante realidad generada por la virtual ausencia de una política económica integral –visible con mayor crudeza en el salto del dólar paralelo y la pérdida de activos en las arcas del BCRA- refuta esa declaración de principios. El déficit fiscal financiado con pesos emitidos sin respaldo, la utilización de los dólares del Central para pagar deuda e importaciones de energía y la obcecada omisión de la inflación a través de estadísticas adulteradas llevaron al colapso de la retórica oficial.

La actual cotización de $7,14 en las pizarras de casas de cambio y bancos para operaciones autorizadas por la AFIP, y de $7,12 en el mercado mayorista, donde operan bancos, casas de cambio y empresas, pulverizó la referencia de $6,33 que había fijado el Gobierno como promedio para todo el año en la elaboración del Presupuesto 2014.

Desde que Axel Kicillof se hizo cargo de la conducción de la política económica, hace apenas dos meses, la suba del dólar oficial fue de 18,1%, desde los $6,04 a los $7,12 en el mercado mayorista. Con la perspectiva de la última década, si se observa el valor del dólar oficial en enero de 2003 ($3,363), la apreciación hasta diciembre de 2012 ($4,9173) fue de 46,2 por ciento. Desde el 2 de enero de 2013 ($4,9228) a hoy ($7,12), el salto del dólar oficial fue de 44,6 por ciento. Es decir que la administración kirchnerista se vio obligada a devaluar en un año casi lo mismo que en los diez años anteriores, en una determinación que pude explicarse por las presión hasta ahora reprimida de la inflación sobre la tasa de cambio y que también debe interpretarse como una medida de supervivencia política, a 23 meses de un recambio presidencial en 2015.

También pesó demasiado el costo de sostener el crecimiento económico de 2013 con los dólares de la entidad que ahora preside Juan Carlos Fábrega. La importación de insumos y piezas para amplios sectores industriales, deficitarios en términos de comercio exterior, así como el ingreso de productos premium al tipo de cambio oficial, para incentivar el consumo interno en el año electoral, fueron grandes causas de la salida de divisas del país. Por añadidura, el virtual subsidio al turismo en el exterior a pesar de la imposición de una tasa para los gastos con tarjeta fue otro despilfarro de divisas que, está claro, no sobraban en la economía doméstica.

Los analistas económicos coinciden en que la devaluación como medida aislada será más perjudicial, en un marco de incertidumbre sobre el futuro económico. Faltan alternativas de ahorro e inversión que reemplacen al dólar como opción para escaparle a la escalada de precios minoristas. En ese aspecto, el rezago de las tasas de interés respecto de la inflación no contribuye a frenar la vertiginosa circulación de pesos excedentes, que se vuelcan al circuito paralelo.

La distorsión de precios relativos generada por el atraso cambiario tuvo su origen con la crisis del campo de 2008 y perduró con una exasperante sobrevida por el establecimiento del “cepo” cambiario. Mantener rezagado al dólar implicó reconocerles menos pesos a los productores agrarios por sus exportaciones, ya gravadas con retenciones, a la vez que se otorgó un incentivo para las importaciones de los sectores fabriles, como variante para financiar con recursos de un sector superavitario a otro que es un insustituible creador de empleo, pero que no puede evitar ser deficitario hasta que se desarrolle y tome vuelo competitivo en el mercado global.

Ahora más que nunca el Gobierno dependerá de las exportaciones del complejo cerealero-oleaginoso, principal fuente de dólares para la economía. Con una tasa de cambio que se actualiza de forma vertiginosa, en el Palacio de Hacienda esperan que los productores se apuren a liquidar exportaciones de la soja que quedó almacenada desde la última cosecha, en un momento delicado en el frente externo, puesto que las perspectivas sobre la evolución de los precios internacionales de los granos no son las mejores para los meses venideros.

La estampida del dólar arrasa con la estrategia del BCRA

El transcurso de un mes y medio fue desgastador para la gestión de Juan Carlos Fábrega al frente del Banco Central. Los diversos esfuerzos que el directivo dispuso detrás del objetivo de rectificar en forma paulatina las variables del mercado de cambios tropezaron con la dura realidad de problemas macroeconómicos que sobrepasaron su rol de fijar las políticas cambiaria y monetaria, con un déficit público sostenido con emisión y una inflación creciente. Así, la contención del precio del dólar paralelo, la reducción de la brecha entre cotizaciones y la recuperación de reservas esbozadas en diciembre fueron apenas un breve espejismo.

En primer término, el dólar blue se desbocó y alcanzó un nuevo récord, al filo de los 11 pesos, con una demanda reducida, pero suficiente para dar impulso alcista a una plaza escasa de billetes. Se potenció además el movimiento especulativo de los vendedores de las “cuevas”, que aprovecharon la necesidad de efectivo de aquellos que planificaron sus vacaciones en el exterior y la abundancia de pesos por el cobro del salario de enero, el medio aguinaldo de diciembre y los “bonus” de fin de año, cuyo excedente se volcó a la cobertura en dólares. Con estas condiciones ya es difícil concebir un piso inferior a los 10 pesos para el dólar marginal.

Otro problema que esmeriló la estrategia del Central es el aumento de la brecha entre las cotizaciones oficial y libre, que se extendió a un preocupante 65 por ciento. En el pico de precios de mayo pasado ($10,45), este diferencial tocó el 100 por ciento. Luego, la fuerte iniciativa oficial, con presiones del entonces secretario de Comercio Guillermo Moreno a cambistas, ventas de bonos en dólares para deprimir el “contado con liquidación” y una aceleración en la apreciación del dólar oficial, lograron recortar este rango a 48% a mediados de junio último ($7,90 del blue contra $5,35 del oficial) y conjurar un escenario financiero de alta tensión.

A la par de los cambios en el equipo económico se concretó la salida de Mercedes Marcó del Pont del BCRA y el arribo de Fábrega. El ex presidente del Banco Nación asumió con una brecha del 64% entre el dólar formal y el paralelo ($9,92 del libre frente a $6,05 del oficial). La intensiva venta de bonos en dólares en cartera de organismos públicos y la liberación de la operatoria llamada “dólar Bolsa”, para hacerse de divisas legales a través de una transacción bursátil, descomprimieron la demanda de la plaza marginal y la brecha se redujo al 47% el 3 de diciembre último ($9,13 del blue contra $6,18 del oficial). Sin embargo, esa estabilidad se diluyó un mes después, con el brutal salto de 8,9% u 89 centavos del dólar libre en apenas cuatro jornadas financieras de 2014.

Una evolución similar pudo observarse con las reservas del Banco Central, que alcanzaron un piso de siete años de u$s30.383 millones el 5 de diciembre pasado, para recuperarse hasta los u$s30.828 millones el 27 de diciembre. Fuentes del mercado de cambios atribuyeron a los buenos oficios de Fábrega, con su extensa trayectoria en el sistema bancario, esta recuperación de activos, en la que se capitalizaron los dólares ingresados a través de las Letras ofrecidas a las cerealeras, las inversiones de Chevron en Vaca Muerta y la colocación de bonos de YPF. Ese avance también se desvaneció en pocos días: hoy, las reservas líquidas del Banco Central se sitúan en u$s30.447 millones y cuantifican una caída de u$s1.339 millones desde que se modificó la cúpula de la entidad monetaria.

La dinámica cada vez más veloz de los precios de bienes y servicios –que incluyen al dólar- erosiona la eficacia de la intervención del Banco Central en la plaza mayorista para apurar la apreciación del dólar oficial. Desde el 20 de noviembre, con Fábrega al frente del ente emisor, la divisa oficial avanza 9,1% (desde $6,05 a $6,60), pero la competitividad cambiaria poco recupera con una tasa de inflación real estimada en 4% en diciembre y otro tanto para enero. Por eso, no es extraño que el dólar blue haya trepado un 10,1% en esas seis semanas.

Primer mes de Fábrega: subió el dólar oficial y cayó el libre

La política de acelerar la suba del dólar oficial –en realidad, devaluación del peso- quedó plasmada con más claridad a partir de las elecciones primarias, luego de que su resultado significara un retroceso electoral para el oficialismo. En poco más de tres meses la divisa formal subió más que el “blue”, y en el último mes, en el que Juan Carlos Fábrega tomó la conducción del Banco Central, el dólar oficial subió aún más fuerte y el libre bajó.

El atraso del tipo de cambio, que mantuvo una inusual continuidad gracias al establecimiento del “cepo”, dejó en evidencia con la pérdida de reservas del BCRA que fue más perjudicial que beneficioso, aún cuando en los despachos oficiales lo ponderaron como una “ancla” inflacionaria.

Así, en el tramo final del año, a partir del lunes 12 de agosto –primera jornada cambiaria tras las elecciones-, el dólar oficial subió 16,3%, desde los $5,5425 a $6,445, considerando el precio de la divisa mayorista que fija el Banco Central a través de operaciones de regulación de liquidez. Es decir que en poco más de tres meses, la moneda norteamericana subió más que en siete meses precedentes, para acumular un incremento de 30,9% desde el cierre de 2012.

En el primer mes de gestión de Fábrega, quien asumió el 21 de noviembre último en la presidencia del BCRA en reemplazo de Mercedes Marcó del Pont, la suba del dólar oficial se profundizó en forma notable: fue de 6,6% en sólo 22 rondas cambiarias. Si en un ejercicio contable multiplicáramos por doce meses este salto, estaríamos hablando de una apreciación de 79,2% anual, el triple que la inflación real.

¿Qué pasó con el “blue”? Sin dudas el accionar oficial lo “planchó”: la operatoria de venta de bonos en dólares de las carteras de entidades oficiales retrajo al “contado con liquidación”, el tipo de cambio de referencia para la actividad financiera que contagia al mercado paralelo. Con ese fin es que también se liberaron las compras de dólares vía el mercado bursátil. Desde las PASO, el dólar libre ganó 10% (de $8,82 a $9,70), y en el último mes, con Fábrega al frente del Central, bajó 2,3%, desde los $9,93 del cierre del 20 de noviembre, aunque avanzó 42% en el año.

El apresurado repunte del dólar oficial dejó al Presupuesto 2014 tan viejo como el diario del 12 septiembre, fecha en la que el entonces ministro Hernán Lorenzino presentó el proyecto en el Congreso. En Argentina tres meses es largo plazo: la “ley de leyes” previó un precio promedio de $6,33 para el dólar oficial en 2014 y hoy ya está 12 centavos por encima de aquel cálculo.

Un indicador a monitorear es el progreso del llamado dólar “turista”, que se vende con autorización de la AFIP y fija un tipo de cambio producto del oficial más un 35% de recargo. Este dólar formal vale $8,71, apenas un peso menos que el libre, por lo que la brecha entre ambos se acortó a 11,4 por ciento. Constituye una manera elegante de hacer converger paulatinamente los tipos de cambio en el más alto sin causar alarma, en un país con una dramática historia de devaluaciones drásticas y sorpresivas, y un primer paso para la esperada y definitiva eliminación del cepo cambiario.

Toda la emisión del BCRA es para cubrir el déficit fiscal

El jefe de Gabinete Jorge Capitanich señaló el viernes 13 que el funcionamiento del sector público está “garantizado” y que “se cubre con superávit cuasifiscal”, es decir con el aporte al Tesoro nacional de las denominadas “rentas de la propiedad” que salen de las arcas del Banco Central y la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSeS).

La realidad desbarató el discurso del funcionario en apenas diez días: noviembre registró un déficit primario –previo al pago de deuda- de $6.678,7 millones, nueve veces más que en el mismo mes del año pasado. Se trató del segundo rojo fiscal del año, después de octubre (-$2.758 millones) y se prevé que diciembre será aún más deficitario por las fuertes erogaciones adicionales que debe realizar el Estado nacional para el cierre del año por pago del medio aguinaldo y cancelación de compromisos. “La dinámica del gasto público en noviembre se mantuvo en sintonía con lo evidenciado desde el comienzo del año, en el sentido que continuó creciendo a alta velocidad, ubicándose por encima a los ingresos genuinos, como lo es la recaudación de impuestos”, indicó un informe del IARAF, que dirige el economista Nadin Argañaraz.

La planilla de la Secretaría de Hacienda mostró que entre enero y noviembre el déficit primario alcanzó $2.581 millones, frente a un superávit primario de $6.670,9 millones en el mismo lapso de 2012, año que de todos modos concluyó con rojo fiscal primario de $4.374,9 millones al contabilizar diciembre. Está claro que desde hace dos años el Estado nacional no puede cubrir con sus propios recursos los gastos que requiere para funcionar.

Hacienda aclaró en el informe base caja de noviembre que el incremento del gasto se debió a la expansión de 38,9% interanual de las Prestaciones de la Seguridad Social por Ley de Movilidad jubilatoria (desde los $17.793 millones a $24.723,8 millones) y por el aumento del 47% para las Asignaciones Familiares y Universal por Hijo y Embarazo (desde los $10.085 millones a $15.177,9 millones). Estos son rubros muy sensibles y sobre los que indudablemente sería un error aplicar un recorte de partidas oficiales.

La cuenta es mucho más pesada cuando se contabilizan los pagos de deuda. El déficit financiero entre enero y noviembre contabilizó $38.856,3 millones, un 73% más que en once meses de 2012, a pesar de los extraordinarios giros del BCRA, la ANSeS o el PAMI, que enviaron al Tesoro $52.987,2 millones, sin los cuales el rojo hubiera saltado a 91.843 millones de pesos. “A juzgar por los recursos que el Banco Central destinó en noviembre para asistir al sector público y a las autorizaciones extraordinarias de gasto que tuvieron lugar también en ese mes, el déficit financiero (después del pago de intereses y antes del pago de capital) podría trepar a los $100.000 millones”, señaló la consultora Finsoport, que conduce el ex ministro de Economía Jorge Todesca.

En este sentido, es clave el rol del Banco Central, que resignó al Tesoro fondos por $30.964,6 millones entre enero y noviembre, más del doble que el año pasado. La emisión de pesos sin respaldo de reservas –que caen 29% o u$s12.600 millones en el año- fue de $29.494 millones hasta el 30 de noviembre, una cifra próxima a esos casi $31.000 millones que el BCRA le asignó al Tesoro. Es decir, que la expansión de la base monetaria se explica por completo con esos aportes adicionales.

El auxilio al fisco acelera el deterioro del patrimonio del BCRA, principal prestamista del Tesoro, que además carga con la tarea de proveer los dólares para pagar deuda. La situación no mejora este diciembre. En las dos primeras semanas del mes, la entidad emitió otros $19.295 millones, para llevar a la base monetaria a un récord de 356.104 millones de pesos.

“Para el cierre del 2013, es factible esperar un saldo negativo en las cuentas públicas, equivalente al 1,1% del PIB en el caso del resultado primario y del 2,4% en el resultado fiscal”, anticipa el IARAF. La suerte de la hoja de balance del Central, atada a la evolución del déficit del Tesoro, no será mejor: el Presupuesto 2014 contempla “rentas de la propiedad” por unos $84.485 millones para el año próximo.

El “contado con liqui” ya es más barato que el dólar “turista”

La profundización de las intervenciones oficiales para ponerle un techo al dólar libre a través de la baja del llamado “dólar financiero”, combinada con la suba de la divisa oficial y las mayores imposiciones para el dólar “turista”, trajo una nueva distorsión al mercado de cambios: hoy el dólar “contado con liquidación”, a $8,46 en promedio, es más barato que el de referencia para los gastos en el exterior, a 8,53 pesos.

De esta forma, el dólar que se deduce de las operaciones con acciones y bonos argentinos permite adquirir divisas en forma legal a un precio 0,8% más bajo que el autorizado por la AFIP para pasajes, paquetes turísticos y gastos con tarjeta en el exterior. Esta ventaja es irrisoria, pero grafica los diversos “estados alterados” del mercado de cambios, ante la necesidad del Gobierno de fijar los distintos precios del dólar, en un marco de claro atraso cambiario y fuerte pérdida de reservas.

En los hechos, el “contado con liqui” es operado con más frecuencia por grandes inversores a través de agencias de Bolsa. Se obtiene por la adquisición de acciones y bonos argentinos en la plaza financiera local para venderlos en Wall Street, en dólares que quedan depositados en una cuenta en el exterior. Estas transacciones para la fuga de capitales son formales y no representan caída de reservas, pues implican un cambio de manos de activos  de tenedores locales a otros en el exterior, pero no una salida de dólares del sistema financiero argentino.

En el caso del dólar “turista”, hay que destacar que surge de la cotización oficial de la divisa más un 35% de recargo a cuenta del pago de Ganancias y Bienes Personales, lo cual significa que aquellos que tengan justificado el origen de sus ahorros pueden reclamar más adelante la devolución de los fondos abarcados por dicha tasa en concepto de tales impuestos.

En cualquier caso, el Gobierno interviene en el “contado con liqui” con la venta de acciones o bonos en dólares de la cartera de la ANSeS, posiciones que deprimen los precios en pesos de esos activos en la Bolsa local. Al dividir las cotizaciones en pesos por el precio en dólares en Wall Street de los mismos activos, resulta un tipo de cambio “financiero” más bajo. Ante la posibilidad de hacerse de divisas más baratas con una operación registrada, los agentes del mercado paralelo se ven obligados a bajar el precio del “blue”.

Sin embargo, estos movimientos cada vez son menos eficaces, ante la percepción generalizada de que el dólar libre va a mantener la tendencia alcista en 2014. La expectativa de que el billete verde superará pronto los 10 pesos es un obstáculo para desalentar la demanda en los niveles actuales e instar a una baja más abrupta de su precio en el corto plazo. Por ello, esta semana se advierte la brecha más amplia entre el dólar “blue” y el “contado con liqui”, de 1,24 peso o 14,6% cuando en meses anteriores distaban apenas unos centavos, es decir se genera una nueva distorsión en el panorama cambiario. Incluso, con “cepo” el “liqui” debería ser más caro que el dólar libre, pues al primero se aplica un spread mayor por tratarse de una operación formal.

La administración del Banco Central que conduce Juan Carlos Fábrega convalida una apreciación más decidida del dólar oficial que se complementa con el accionar de ANSeS para bajar el “contado con liqui” y así reducir paulatinamente el rango de precios de un mercado virtualmente desdoblado. El dólar oficial ya gana un 28,2% en el año, hasta los $6,32, mientras que el dólar financiero subió 24,2%, a 8,46 pesos. A comienzos de mayo, cuando del dólar libre marcó un récord de $10,45, el dólar financiero acumulaba una ganancia de 37,4% en poco más de cinco meses (desde $6,81 del cierre de 2012 a $9,36) contra sólo 6,1% del oficial (desde $4,92 a $5,22 el 8 de mayo).

Esta situación representa un desafío extra, pues por el doble rol que el Poder Ejecutivo atribuye a la entidad emisora, la involucra en el financiamiento del déficit del Tesoro con emisión, cuando se está reduciendo el respaldo con reservas de los pesos de la base monetaria. Según informó el Ministerio de Economía, los aportes extraordinarios que recibió el Gobierno treparon a $48.245 millones entre enero y octubre de 2013, de los cuales el 59,4% o $28.703,1 millones fueron girados por el Banco Central. En el mismo lapso, las reservas cedieron unos u$s10.000 millones o 23,2 por ciento. Esa emisión, que no es acompañada por una mayor demanda de pesos por parte de empresas y particulares, contribuye a la escalada inflacionaria, agrega tensión al frente cambiario y previsiblemente se canaliza en el mercado del dólar informal, resultados que contradicen el objetivo de poner coto al precio del dólar.

Cerrar la brecha, una tarea titánica para el BCRA

Desde que asumió Juan Carlos Fábrega en la presidencia del Banco Central, las intervenciones de la entidad impulsaron una aceleración en la apreciación del dólar oficial, complementadas con la venta de bonos en dólares en cartera de organismos descentralizados como la ANSeS para bajar el precio del “contado con liquidación”, el dólar de referencia para operaciones financieras con acciones y bonos, que influye en la cotización del dólar informal.

Por esta mecánica, la brecha entre el dólar oficial y el libre, que había alcanzado un nivel máximo del 100 por ciento cuando el “blue” llegó a $10,45 en mayo, se redujo hoy al 52,6%, un rango aún amplio, difícil de achicar y no exento de costos. Subir el dólar oficial apuntala un mayor avance de la inflación y la expectativa de una devaluación mayor, que retrasa la liquidación de exportaciones -a la espera de un tipo de cambio más ventajoso- y apura importaciones -ante un horizonte de dólar más caro-. Vender bonos o acciones para que bajen sus precios en pesos recorta al “contado con liqui”, pero es una práctica que no se puede sostener por mucho tiempo y que  sólo deprime al dólar libre en forma artificial y en el corto plazo.

Este proceso de “achique de brecha”, imprescindible para desactivar el “cepo” cambiario en algún futuro, tropieza con una inflación que se acerca al 27% anual, el porcentaje más alto de la administración kirchnerista, y con un ingreso modesto de dólares por un recorte en el saldo de comercio exterior. A su vez, la intervención oficial es todavía insuficiente para “poner al día” el precio del dólar oficial en la carrera inflacionaria y deja al “blue” rezagado, debajo de los 10 pesos.

Si bien este año se observa una moderación en la emisión monetaria –un dato positivo para atenuar la escalada de precios de bienes y servicios-, pues desde enero el incremento asciende al 15,1% contra un 39% durante todo 2012, ésta se debe a que el Banco Central giró menos pesos para la adquisición de dólares en el mercado mayorista, con la consecuente pérdida de reservas advertida en los últimos meses.

Al 6 de diciembre –último dato disponible del Banco Central- la base monetaria se situaba en $353.762 millones, contra reservas por u$s30.467 millones, lo que resulta un dólar “implícito” o de convertibilidad de 11,61 pesos. En diálogo con Pablo Wende por radio El Mundo, el economista Rodolfo Santangelo, de la consultora M&S, resumió: “El principal instrumento antiinflacionario que tiene este Gobierno es la pérdida de reservas. El dólar paralelo pinta como una muy buena inversión para el 2014. Si no cambia la política económica, el dólar paralelo seguirá siendo el refugio de la gente”.

Por otra parte, la aceleración de la devaluación apenas le empata a la inflación creciente. Desde que se impuso el “cepo cambiario” el 31 de octubre de 2011, la apreciación del dólar oficial (un 44,95%, desde los $4,236 a los $6,14 del 29 de noviembre último) duplicó la inflación del INDEC (21,79% acumulado entre noviembre de 2011 y noviembre de 2013), pero sigue rezagada respecto del 60,68% acumulado por el índice Congreso (promedio de estimaciones privadas) en el mismo período. En tanto, el dólar paralelo duplicó el registro de los privados y ganó un contundente 125,9% (desde $4,236 a $9,57), en esos 25 meses.

En el arranque de 2014 será de esperar una suba en conjunto del dólar oficial, el “blue” y la inflación, pues desde los despachos de Hacienda y el Banco Central se está trazando un rumbo en el que se priorizan la defensa de las reservas y el intento de convergencia de los valores del dólar y se posterga el combate a la inflación para un futuro en el que el desempeño del sector externo no imponga medidas de urgencia.

El Gobierno da señales de ajuste por la falta de dólares

La necesidad de dólares en la economía se advierte con crudeza en la caída de reservas del Banco Central y gatilla una serie de medidas oficiales que apuntan a aplicar ajustes sectoriales con el objetivo de desalentar la salida de divisas del país y, en menor grado, canalizar dentro del sistema financiero a otras que se vuelcan al mercado informal.

No fue la política –el resultado electoral- sino los datos de la economía los que motivaron un profundo cambio en el gabinete y fruto de ello son las iniciativas destinadas a apuntalar el volumen de dólares, las cuales desplazaron de la agenda a otras posibles y necesarias para frenar la inflación y el déficit fiscal, o bien dar más brío a la actividad económica en general, y a la inversión y el empleo en particular.

Esta semana la ministra de Industria Débora Giorgi y el secretario de Comercio Interior Augusto Costa emplazaron a los ejecutivos de las cámaras que agrupan a fabricantes de equipos electrónicos y a terminales e importadoras de automotores a que disminuyan en un 20% las importaciones de piezas, insumos y unidades terminadas en el primer trimestre de 2014.

Estos rubros fabriles son beneficiados por el auge del consumo interno aunque en cuanto al saldo de comercio exterior son ampliamente deficitarios. Según el Balance Cambiario del Banco Central, sólo en el tercer trimestre de 2013 los pagos de importaciones de bienes registraron un nivel récord para el período de u$s20.313 millones, con una suba interanual de 12% “e incluyendo máximos en los montos trimestrales de los pagos de varios sectores, entre ellos, el sector automotriz, energía, química, caucho y plástico, y maquinarias y equipos”, según la autoridad monetaria. Por primera vez en la década kirchnerista, esos desembolsos superaron por u$s314 millones los cobros por exportaciones en el Mercado Único y Libre de Cambios, de u$s19.999 millones entre julio y septiembre de este año.

En la misma dirección se anunció el proyecto de ley para incrementar en forma segmentada y llevar a un rango entre 30 y 50 por ciento la alícuota del impuesto interno sobre autos, yates y motos de alta gama, con el objetivo de desincentivar su demanda y reducir la fuga de dólares por este concepto. Para el economista Dante Sica, de Abeceb.com, “buscan resolver desde la microeconomía lo que es un problema macroeconómico”.

El déficit de divisas de la industria automotriz en los primeros nueve meses de 2013 totalizó u$s5.700 millones y la estimación para todo el año se ubica en los 7.500 millones. El aumento de la carga tributaria en un contexto de cifras récord de ventas y producción de unidades va a afectar la actividad de un sector que es puntal del PBI industrial, a cambio de preservar los dólares.

La misma visión cortoplacista se puede atribuir a la restricción impuesta por el ente que preside Juan Carlos Fábrega para que las agencias de viajes locales cancelen en pesos pasajes internacionales y paquetes turísticos contratados por extranjeros. Muchos de estos turistas cambiaban sus dólares en el mercado “blue” y con los pesos obtenidos pagaban estos servicios; ahora deberán desembolsar sus dólares, euros o reales. Este nuevo capítulo del “cepo” quitará un canal de abastecimiento de divisas al segmento informal y presionará más al alza del dólar libre.

En tanto, continúa en pie la alternativa para los residentes locales de pagar con pesos pasajes y servicios turísticos en el exterior, ahora con un recargo del 35% como adelanto de Ganancias y Bienes Personales. El incremento de la alícuota, en lugar de desalentar las vacaciones en el extranjero tenderá a alentar el reclamo de la devolución de dicha retención impositiva, la cual neutralizará un eventual beneficio fiscal y apenas influirá en reducir la salida de divisas por esta vía -que se proyecta en unos u$s8.000 millones este año-, porque el actual tipo de cambio oficial todavía es un incentivo para viajar al exterior.

Otro paso que dio el Gobierno para sumar divisas es la suscripción de un bono en pesos atado al incremento del dólar oficial más una tasa de 3,65%, destinado a tentar los productores de granos y a los industriales aceiteros y harineros para que apuren la liquidación de exportaciones soja y derivados. Éstos retienen un importante remanente, a la espera de un tipo de cambio más alto en el plano local y mejores precios internacionales.

Con este panorama, la búsqueda de “consistencia de las cuentas externas” enunciada por los funcionarios responde más bien a una necesidad inmediata y no a un conjunto de políticas coherentes que apunten a un proyecto de largo alcance.

Si se discriminan los depósitos privados en dólares y los préstamos de la banca internacional, las reservas de libre disponibilidad del Banco Central están más cerca de los u$s20 mil millones que de los actuales 30 mil millones. Con esos dólares líquidos en los próximos dos años habrá que asumir pagos de deuda y proveer de divisas para importaciones, compras de energía, cancelación de deuda privada y gastos en turismo en el exterior, que en este marco no llegarán a ser compensados por el ingreso de dólares por exportaciones, préstamos e inversiones del exterior. De no revertirse esta tendencia, el stock de reservas internacionales no va alcanzar para llegar al final de 2015.