El mes de la “dolarización”

En un difícil año para la economía, el mes de septiembre será recordado por la profundización del default y la declaración de desacato en los tribunales de los EEUU. También por cifras para el asombro en el plano financiero debido a la revalorización de activos, como resultado de la creciente incertidumbre que motorizó los negocios, a falta de fundamentos positivos.

La Bolsa de Comercio local es la plaza que más ganancias obtuvo en el año en todo el mundo. La búsqueda de cobertura ante una inflación persistente y el riesgo de una devaluación brusca que muchos operadores anticipan intensificó las posiciones dolarizadas en acciones y títulos públicos, pues empresas y grandes inversores se valieron del canal financiero para acceder a divisas.

Para las transacciones que se efectivizan en el exterior, es decir el dólar “contado con liquidación” o “cable”, el tipo de cambio implícito finalizó en $14,93, con un incremento de 15,6% en septiembre. Para las operaciones que se cierran en el mercado interno con títulos públicos, es decir el dólar “bolsa” o MEP (Medio Electrónico de Pago), la cotización finalizó en $15,26 y un alza mensual del 17,1 por ciento.

“En el plano doméstico, la escena estuvo nuevamente dominada por el conflicto con los holdouts, que motivó a los inversores a acentuar la dolarización de las carteras, elevando el tipo de cambio implícito en las cotizaciones de los activos financieros. Ley de pago soberano, cambios de jurisdicción y desacato incrementaron el grado de incertidumbre”, sintetizó un informe de Tavelli Sociedad de Bolsa.

Para el ahorrista común, la salida del dólar “blue” fue una alternativa cara. El billete subió un 11,9% en septiembre, a $15,72 en el mercado paralelo, y acumuló un incremento del 56,6% en nueve meses de 2014, el doble que el 29% que subió el dólar oficial en el mercado mayorista, ahora en 8,4275 pesos.

La brecha cambiaria cercana al 90% también activo la avidez por acceder al cupo de dólares para atesoramiento permitido por la AFIP. La divisa acumuló compras récord en septiembre por u$s376,6 millones, mientras que las operaciones minoristas efectivizadas este año para ahorro y turismo sumaron 2.073,1 millones de dólares. La huida del peso hacia el dólar es incentivada por el atraso perceptible de la cotización oficial, que subió apenas 0,2% en el último mes, contra una inflación que multiplicó por diez ese porcentaje.

El índice Merval de la Bolsa porteña se lució con un repunte promedio de 27,8% en el mes, ascenso que se trasladó a los bonos soberanos, especialmente los nominados en divisas. Aluar subió 68,4% en septiembre y anotó la mayor ganancia mensual entre las líderes, seguido por Siderar (+46,3%), Pampa Energía (+41,5%), Banco Francés (+39,5%) e YPF (+32,2%). En el panel general, Transener escaló 84,2% y Banco Patagonia, 80,1 por ciento.

El default “selectivo” cumplió dos meses, luego de que el 30 de julio caducaran los 30 días de plazo para cancelar intereses de bonos Discount en dólares bajo legislación extranjera, giro que bloqueó el juez Griesa. Sin embargo, el apetito por el dólar superó todos los temores y estos títulos ganaron un contundente 27,4% en septiembre. Otras emisiones que pagan capital e intereses en divisas se apreciaron con fuerza en el mercado secundario: el Bonar 2017 sumó 20,5% y el Boden 2015, un 14,20 por ciento.

A los mediocres resultados macroeconómicos de la Argentina, la soja les aportó el dato más preocupante: en el mes, el contrato más negociado retrocedió 11,2%, a u$s335,54 por tonelada, el precio más bajo en cuatro años y medio. Desde enero, el principal producto de exportación de la Argentina perdió 30,4 por ciento.

En ese contexto de una reducida liquidación de exportaciones del agro se comprende mejor por qué retornó con fuerza el proceso de declive de las reservas del Banco Central, que en u$s27.914 millones cayeron u$s706 millones en septiembre, aún con pagos de deuda que no se están haciendo efectivos. En 2014 las tenencias internacionales de la entidad ceden 8,8% ó 2.685 millones de dólares.

Prólogo de un duro fin de año

En agosto irrumpieron tres condicionantes que dañan el crecimiento: el default “selectivo” por el bloqueo a los vencimientos de deuda reestructurada, la baja de los precios de la soja y la recesión técnica en Brasil. Con este lastre, hacia fin de año el Gobierno cuenta poco margen de movimiento para torcer el rumbo de una economía resignada al déficit fiscal, la elevada inflación con caída de actividad y una firme presión alcista para el dólar.

La cesación de pagos, con horizonte indefinido, arrastró al alza a las cotizaciones del dólar en todas sus variantes, incluso el implícito en las valuaciones de acciones y bonos, y coincidió con un retorno de la merma de reservas en el BCRA. El mercado financiero ya convalida un rango de precios entre 13 y 14 pesos para el billete verde.

En cuanto a la soja, principal producto de exportación del país como materia prima y derivados, comenzó el último cuatrimestre del año a u$s376,33 por tonelada para los contratos más negociados, con entrega en noviembre, su piso desde 2010. Este precio es un 42% inferior que el alcanzado hace dos años: el 4 de septiembre de 2012 la oleaginosa marcó un récord histórico de u$s655 en el mercado de Chicago. El retroceso tendrá importantes consecuencias, por menores ingresos fiscales y pérdida de dólares comerciales, además del perjuicio en la rentabilidad de los productores.

Respecto de Brasil, un socio comercial clave para Argentina, los economistas bajaron su proyección de crecimiento del PBI a 0,52% para este año, según el sondeo Focus del banco central brasileño. Para el próximo año, la expectativa de expansión de Brasil se recortó a 1,1 por ciento. La semana pasada, un informo oficial reveló que la actividad económica del segundo trimestre cayó 0,6% en relación a los tres meses anteriores, cuando ya el primer trimestre había mostrado una caída 0,2 por ciento.

Como un dato para rescatar, el déficit comercial con Brasil se contrajo un 66,4% en los primeros ocho meses de 2014 y alcanzó u$s483 millones, según un análisis de Abeceb.com, aunque este descenso se debió al desplome del 22% en el intercambio bilateral, “por una caída similar de las compras y de las ventas que variaron un -24% y -19% respectivamente” para la Argentina. En este caso, es la contracción económica la que fuerza una menor sangría de divisas.

En el plano doméstico, la expansión del déficit fiscal es consecuencia de un gasto público que se incrementó once veces en la última década, de $64.200 millones (2004) a $751.000 millones (2013), según la Contaduría General de la Nación. Un estudio del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) establece que en 2014 el gasto público crece a una tasa del 48% anual, de acuerdo con una comparación entre el primer semestre de este año y el de 2013, con una duplicación del déficit. La incidencia del rojo del balance energético, que se traduce en crecientes subsidios, es hoy un escollo insalvable para revertir el resultado negativo de las cuentas públicas.

“Una política fiscal desmedidamente expansiva, que incrementa el déficit fiscal y lo financia con emisión monetaria, combinada con una política de tipo de cambio cuasi fijo -que presiona sobre las reservas- y trabas a las importaciones -para evitar que caigan las reservas- conducen inexorablemente a la estanflación“, concluye un informe de la consultora Economía & Regiones.

La recesión también llegó para quedarse y varios indicadores lo demuestran desde mucho antes de la “saga buitre”. Según el INDEC, la producción industrial descendió 1% en julio respecto del mismo mes de 2013 interanual y cumplió doce meses consecutivos en declive. Las automotrices produjeron entre enero y julio un 22% menos que en el mismo período del año pasado, luego de la suba de impuestos a nivel nacional, la devaluación de enero y la caída de la demanda brasileña.

Sin margen de maniobra

¿Qué pasará hacia fin de año? La necesidad de financiamiento del Estado requerirá mayor emisión de pesos. Con $25.000 millones, la expansión de moneda marcó en agosto un récord del año y se incentensificará hasta diciembre, el mes que estacionalmente demanda más efectivo.

El ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen anticipó que el Estado seguirá financiándose con el BCRA y estimó que la autoridad monetaria deberá emitir otros $120 mil millones hasta fin de año, que representan nada menos que un 30% de la actual Base Monetaria. Los datos de recaudación difundidos por la AFIP este lunes confirman que los recursos crecen por debajo de la inflación: en los primeros ocho meses del año, los ingresos tributarios acumularon $755.922 millones, un 34,2% más que en el mismo período del 2013, cuando los relevamientos privados sitúan la inflación anual en torno al 39 por ciento.

“Sin un cambio contundente en el sesgo de la política fiscal y monetaria, la Base Monetaria terminaría creciendo en 2014 a una tasa interanual más cercana al 25%, que al 20% actual, mientras que las reservas podrían llegar a caer a u$s24.000 millones, tras avanzar el Gobierno en un creciente aislamiento financiero para el país”, indica un informe del Banco Ciudad.

La emisión de pesos sin respaldo es la única alternativa para un Estado sin crédito y con las cuentas en rojo. Tendrá como consecuencia directa una inflación persistente en el rango máximo desde la salida de la convertibilidad, similar a la de 2002, cuando acumuló un 41% en doce meses, aunque todavía lejos del 74,9% de 1991.

La fragilidad del balance del Banco Central también se profundiza por la pérdida de reservas internacionales, que se reactivó en agosto (-u$s391 millones) y sumó una caída de casi u$s2.000 millones en ocho meses. Sólo en este aspecto el Gobierno puede sacar tajada del default, pues la normalización de los pagos sin ingreso de préstamos e inversión externa aceleraría el descenso de los activos nominados en divisas. Para fines de septiembre y principios de octubre, por ejemplo, se esperan vencimientos por unos u$s500 millones entre deuda nacional y provincial, aunque el cumplimiento de estos compromisos sigue en riesgo sin la anuencia del juez Thomas Griesa.

“Al panorama recesivo que muestran casi todos los indicadores de actividad y empleo, se ha sumado en los últimos días una alta inestabilidad en las variables financieras que se puso en evidencia por el aumento observado en la brecha cambiaria. Los agentes económicos parecen responder a la abundancia proyectada de pesos y la escasez de divisas, dolarizando sus portafolios“, puntualizó Daniel Artana, economista de la Fundación FIEL. En los próximos meses, inflación más emisión contribuirán a incrementar el atraso cambiario y la demanda por todos los dólares: el informal, el oficial para atesoramiento, los bonos en divisas y cualquier activo respaldado en moneda dura, con saltos alcistas para el “contado con liqui” y el dólar MEP.