El BCRA debe más pesos que los que hay en circulación

Ha sido eficaz la actuación del Banco Central en estas diez semanas de gobierno de Mauricio Macri, aunque la difícil coyuntura económica obligó a la entidad a enfocarse menos en solucionar los problemas que a evitar que se profundicen y causen males mayores. Por eso debió operar con estrecho margen y un equilibrio endeble: las medidas tomadas para contener la inflación incuban una recesión, mientras que mantener a raya al dólar demandó más deuda y pérdida de reservas.

La entidad que preside Federico Sturzenegger lidió con la liberación del “cepo” cambiario y la devaluación, el salto inflacionario, la debilidad de su balance, el pago de los vergonzosos contratos de dólar a futuro que legó su antecesor, la suba de las tasas de interés y la absorción de la liquidez excedente que financió durante años el creciente déficit fiscal. Fueron apenas algunas batallas de las muchas que tendrá que librar la entidad emisora en los próximos meses.

La capacidad técnica y algo de audacia permitieron transitar este verano caliente con poca turbulencia. La primera movida fue la liberación del mercado de cambios a partir del 17 de diciembre, que se cristalizó en una inmediata devaluación del peso. La escalada del dólar oficial fue inferior a lo previsto por muchos analistas: la divisa aumentó 58,3% desde la salida del “cepo”, de 9,91 a 15,69 pesos, pero continuó debajo de los $16 que superó el “blue” en octubre pasado.

Tuvo que ver en esta cotización la reaparición en escena de las intervenciones oficiales en el mercado de cambios, con importantes posiciones vendedoras que desviaron a la autoridad monetaria de la estrategia inicial de dejar flotar libremente al precio de la divisa para que sea el mercado el que fije su valor, a través de la pulseada entre la oferta de exportadores y la demanda de importadores, bancos y empresas.

La regulación de liquidez digitada por el Central es una apuesta riesgosa: para las reservas aumenta el estrés, con la expectativa puesta en un pronto acuerdo con los holdouts que permita a la Argentina regresar al mercado de capitales. Esta nueva deuda, se prevé, aportará una apreciable inyección de divisas, a una tasa entre 5 y 6 por ciento anual, para atenuar el ajuste sobre la economía y la palpable contracción de la actividad.

Sin embargo, no parece certera esta reciente apuesta por una “flotación administrada”: mientras que el dólar apenas desaceleró su marcha ascendente, hubo un elevado costo en reservas, que retrocedieron más de USD 1.500 millones en febrero. Solo por ventas netas en el mercado de cambios la caída fue de USD 346,6 millones desde el jueves 18.

Los activos internacionales alcanzaron los USD 24.862 millones el pasado 10 de diciembre, cuando se concretó el traspaso de mando, mientras que ahora se ubican en los USD 28.556 millones. No obstante, si se descuentan los USD 5.000 millones del pase pasivo con bancos extranjeros del 29 de enero, las reservas hoy estarían en su monto más bajo desde los USD 23.553 millones del 10 de mayo de 2006, hace casi una década. Si se suma a este préstamo el equivalente en yuanes por USD 11.000 millones producto del “swap” con el Banco Popular de China, más de la mitad de las reservas internacionales son fondos prestados.

Preocupa más la inflación que el dólar

Probablemente detrás de este sacrificio de activos para frenar al dólar subsista la urgencia política por apaciguar las expectativas de mayor devaluación y quitar un incentivo para que suban los precios, en momentos en que las negociaciones salariales empiezan a acaparar la agenda oficial.

Está claro que el incremento de tarifas y la devaluación decidida por el gobierno de Macri, más la emisión compulsiva y sin respaldo heredada de la administración Kirchner, potenciaron a la inflación en los últimos cuatro meses. La suba de precios preocupa más al equipo de Sturzenegger que el valor del dólar. Por ese motivo fue agresiva la esterilización de pesos con la colocación de LEBAC y el incremento de las tasas a niveles de 30 por ciento.

La Base Monetaria (billetes y monedas en circulación, cheques cancelatorios y depósitos de entidades financieras en cuenta corriente del BCRA) se redujo 14% en los últimos tres meses desde el récord de $640.006 millones del 22 de diciembre pasado. Respecto de febrero de 2015 la Base Monetaria desaceleró su incremento al 23% interanual. Esa contracción es un potente antídoto contra la fiebre de los precios, aunque sus consecuencias son recesivas en el corto plazo.

Los pesos que se retiran de la plaza financiera engrosan la deuda de la entidad, que además de pagar una alta tasa de interés, concentra sus vencimientos en un breve término de 90 a 180 días. Mientras la Base Monetaria se sitúa ahora en torno a los $553.000 millones por este esfuerzo de absorción de liquidez , el stock de LEBAC asciende a unos 479.000 millones de pesos. Es decir que el organismo debe un monto que se está aproximando a toda la cantidad de pesos en la economía.

Incluso las LEBAC superan al circulante de billetes y monedas (ítem que representa la mayor parte de la Base Monetaria) de 398.000 millones de pesos. Así hay más pesos de deuda en el balance del Central que billetes y monedas en manos del público.

La sobre emisión anticipa más inflación a fin de año

El Banco Central informó que al 21 de julio pasado la Base Monetaria (billetes y monedas en poder del público, depósitos a la vista y cheques cancelatorios) sumaba un monto récord de 531.382 millones de pesos. En apenas tres semanas de julio el indicador creció un 10,1% desde el cierre de junio, en 482.719 millones de pesos.

La expansión de los pesos en la economía está alcanzando en las últimas semanas un nivel sin precedentes, con un ritmo de incremento interanual de 39,6% si se lo compara con los datos del 23 de julio del año pasado ($394.680 millones).

La inflación tiene múltiples causas, pero es la emisión de moneda sin respaldo el principal cimiento para que aumenten los precios en forma generalizada y esta expansión es promovida por el Gobierno para financiar el déficit de las cuentas públicas.

Es habitual una correlación entre el aumento de la Base Monetaria y la tasa de inflación. En una comparación interanual, el incremento de la Base Monetaria al cierre del primer semestre fue de un 30%, desde los $370.611 millones del 30 de junio de 2014 a los $482.719 millones en 2015. La inflación acumulada en doce meses fue de 27,9% hasta junio último, según promedió el índice “Congreso”.

Por ese motivo, mantener el ritmo de expansión de la Base Monetaria en torno a 40% anual dará un fuerte impulso a la inflación hacia fin de año, más si se tiene en cuenta que el déficit fiscal se multiplica por cuatro este año respecto a 2014 y no hay alternativas financieras suficientes para cubrirlo.

El incentivo al consumo con una importante inyección de liquidez es un propósito del Gobierno de cara a las elecciones presidenciales. El 10% de aumento de la base monetaria en el corriente julio es sólo superado por el alza de 12% de diciembre de 2014. El último mes del año es el que mayor demanda de pesos registra por las necesidades de pago de salarios, medio aguinaldo, cierre de balances y pagos de bonos empresarios, y por estacionalidad exige mayor emisión monetaria. Este año electoral apuró los tiempos y diciembre se adelantó a julio.

Menos esterilización, más inflación

El Banco Central utiliza la emisión de deuda “cuasi fiscal”, las LEBAC, para “esterilizar” la liquidez de la economía. No es un instrumento neutro, pues al tomar pesos del mercado se compromete a pagar una tasa de interés cercana al 30% al vencimiento, pero permite que la expansión monetaria no se cristalice plenamente en inflación, al menos en lo inmediato.

En 2014 la emisión de letras fue crucial para evitar una espiralización inflacionaria: el crecimiento de la Base Monetaria se redujo a un 22,6% anual (de 377.196,5 a 462.564,5 millones de pesos) debido a que la deuda de la entidad trepó 155% (de 110.546,6 a 282.135,2 millones). El resultado fue que la inflación anualizada (38,5% según el índice Congreso, un 37,6% según el sitio Inflación Verdadera) se desaceleró sensiblemente hasta quedar debajo del 30% anual en el transcurso de 2015. Los números de julio dan señales claras de que esta tendencia se está revirtiendo.

Para no causar un deterioro mayor en la hoja de balance del Central, este año el Tesoro empezó a contribuir al financiamiento de su propio déficit, con la colocación de bonos en pesos. Y el BCRA aflojó con la licitación de LEBAC. En los últimos cuatro meses se tomaron $42.200 millones en Bonos del Tesoro Nacional (BONAC) y la deuda del Central subió desde enero un 22% o $64.446,8 millones, a 346.582 millones de pesos.

Una diferencia principal es que los pesos absorbidos a través de BONAC regresan al mercado en pocos días, pues son utilizados para cubrir gastos corrientes, por lo tanto no surten el efecto antiinflacionario de las LEBAC. Apenas sirven para el financiamiento del Tesoro en el corto plazo.

Al BCRA le espera un duro segundo semestre

La última semana trascendió que el Banco Central solicitó que las entidades financieras requieran a las empresas clientes que por cada dólar comprado para girar dividendos y utilidades al exterior, “calcen” esas operaciones con un monto equiparable en divisas por exportaciones. Esta medida, que no fue comunicada por escrito, se enmarca en el aún vigente “cepo” cambiario y deja entrever cómo la atención del BCRA no puede apartarse del cuidado de las reservas, ante un segundo semestre con varios escollos para afrontar con ese preciado activo.

Las divisas del BCRA serán necesarias para cancelar deuda por 2.300 millones de dólares. Corresponden a unos u$s650 millones en julio, por el pago inicial al Club de París en concepto de capital, y u$s1.650 millones por intereses de títulos públicos en moneda extranjera. Es un monto reducido, pero hoy representa casi 8% de las reservas internacionales y deberá desembolsarse en un lapso de seis meses en el que no abundará la liquidación de exportaciones del agro.

Un inconveniente extra presenta la decisión desfavorable de la Corte Suprema de los EEUU, que rechazó intervenir en la causa que llevan adelante los holdouts y dejó firmes las sentencias contra la Argentina. Surge así un impedimento para el pago de u$s228 millones de intereses del bono Discount emitido con ley de Nueva York, que pondrá al país frente a un escenario de default el próximo 30 de junio, irregularidad que de concretarse tomará meses revertir, en un “revival” de zozobra financiera, debido a que los litigantes podrían obtener órdenes de embargo sobre los fondos que se quieran transferir a Nueva York para honrar los vencimientos.

Aún cuando el déficit de divisas por los rubros turismo y automotriz se redujo en forma abrupta en 2014, hasta diciembre será imperioso el uso de los dólares del Central para importaciones de energía. En el segundo semestre de 2013, las compras de hidrocarburos en el exterior demandaron unos u$s5 mil millones, y las de electricidad, otros 2 mil millones. Es improbable que estas necesidades se reduzcan este año y, por el mismo motivo, serán un lastre para el ingreso neto de divisas a la economía local.

De hecho, es llamativa la dificultad del Banco Central para incrementar sus activos durante el denominado “trimestre dorado”, que acapara el mayor ingreso de dólares comerciales. Abril, mayo y junio integran el período fuerte de liquidación de exportaciones del complejo cerealero oleaginoso.

En abril, los activos internacionales habían subido u$s1.213 millones, con compras netas de la entidad por u$s2.640 millones en el mercado mayorista. En mayo habían aumentado sólo u$s322 millones (con compras por u$s1.420 millones), mientras que en la primera quincena de junio suman un saldo de u$s289 millones (con compras por u$s560 millones). Las reservas alcanzan hoy los u$s28.831 millones, un 5,8% menos que en el cierre de diciembre pasado.

Una abultada deuda en pesos

La autoridad monetaria también deberá atender el frente interno, pues hasta fin de año hay vencimientos de LEBAC (letras en pesos de la entidad) por $135.827 millones, un 37% de la Base Monetaria, ahora en 364.532 millones de pesos. Sólo hasta agosto vencen $72.138 millones (20% de la Base Monetaria). En la medida que la entidad que conduce Juan Carlos Fábrega renueve los vencimientos, como estos se pactan a un plazo de 90 a 120 días, se irán acumulando hacia fin de año, con un volumen tal que cobrarán una peligrosa dinámica expansiva e impedirán especular con una baja de tasas para darle aire a la actividad económica.

Sucede que un regreso de la híper liquidez va a alimentar la inflación y ejercer una fuerte presión alcista sobre las posiciones dolarizadas, como títulos públicos en moneda dura y acciones como Tenaris, Petrobras Brasil e YPF, las más negociadas en el exterior y muy utilizadas en la operatoria de “contado con liquidación”. Este movimiento alcista se contagiará al aún aletargado dólar marginal.

Estas tasas elevadas, en torno al 28% anual, permitieron contraer la Base Monetaria (-3,6% en el año) con la colocación de letras y contribuyeron a la desaceleración de la inflación respecto del pico de enero (tendencia en la que coinciden el INDEC y las estimaciones privadas), además de detener una escalada del dólar “blue”. Sin embargo, hubo un inevitable efecto recesivo al encarecer el crédito, que se sumó al impacto de la devaluación y la caída del poder adquisitivo de los salarios que las paritarias no lograron recomponer. Sea con inflación o recesión, es la economía real la que paga las consecuencias de un déficit fiscal financiado con emisión y que el Gobierno se niega abordar.