El derrape del crudo no redujo el déficit energético

Este mes el Banco Central difundió su informe sobre Evolución del Mercado Único y Libre de Cambios y Balance Cambiario de 2014, en el que señala que el déficit comercial del rubro energético se incrementó 25% frente a 2013 y superó los u$s8.000 millones, en un nuevo récord.

En las cuentas del Central, el rojo comercial por energía ascendió a u$s8.131 millones, producto de exportaciones por u$s5.292 millones –con una caída interanual de 11%- e importaciones por u$s13.423 millones, un 8,1% más que en 2013. En un contexto de restricciones para operar divisas en el país, esta cifra cobra mayor magnitud cuando se recuerda que hasta 2010 Argentina tuvo superávit energético.

Con precios internacionales más elevados, en 2013 el déficit sectorial fue de u$s6.478 millones, según el ente monetario. La Argentina no pudo capitalizar plenamente la debacle de los hidrocarburos: desde los u$s107,26 por barril que cotizó el petróleo de Texas el 20 de junio de 2014, su valor se redujo prácticamente a la mitad en el segundo semestre. Este viernes el barril finalizó a u$s50,34 en Nueva York y a u$s60,22 en Londres para la variedad Brent.

En el saldo final del año, esta caída no fue suficiente para equilibrar las cuentas comerciales de la Argentina en este ítem y, probablemente, será recién en 2015 cuando la economía local podrá beneficiarse de los bajos precios del crudo, en tanto éstos se conserven estables. Sin embargo este abaratamiento de la energía es el principal escollo para reducir el déficit, pues desactiva los planes de inversión para desarrollar campos de gas y petróleo en el país, en particular del yacimiento no convencional de Vaca Muerta.

La baja del crudo se percibió levemente en el tercer trimestre del año pasado (-7% interanual) y con más contundencia en el período octubre-diciembre, pues “durante el cuarto trimestre de 2014 las distintas empresas vinculadas al sector energético registraron pagos de importaciones 20% menores a las realizadas el mismo trimestre del año anterior”, indica el documento del BCRA.

En 2014 la energía consumió el 22% de las divisas demandadas para las importaciones nacionales, que totalizaron u$s60.635 millones, según el Banco Central. Esto significa que hidrocarburos y electricidad se llevaron uno de cada cinco dólares destinados a compras en el exterior. “A excepción de los sectores vinculados al sector energético que registraron un aumento por unos u$s1.000 millones, el resto de los principales sectores registraron bajas interanuales en el total de pagos de importaciones”, subrayó el BCRA. Así, el peso del rojo energético se evidencia en otro dato: de las diez primeras empresas con mayores pagos de importaciones en 2014, seis correspondieron a la industria automotriz y tres al sector energía: dos petroleras y una del rubro eléctrico.

Por efecto del “impuestazo” a los autos premium y la leve recesión económica de 2014, resalta el recorte en u$s7.500 millones en compras del sector automotriz por insumos, piezas y unidades terminadas. De esta forma, el rubro energía, al contabilizar hidrocarburos y electricidad adquiridos en el exterior, desplazó a la industria automotriz como principal complejo importador de la Argentina. Las terminales locales acumularon compras por unos u$s12.000 millones el año pasado, frente a u$s19.579 millones en 2013.

El BCRA detalló que “los mayores pagos de importaciones del sector energía en 2014 se dieron en un contexto de mayores niveles de demanda. Según la información disponible en la síntesis del mercado eléctrico mayorista, informe publicado por la Secretaría de Energía, la energía demandada del sistema creció alrededor de 2% interanual en los primeros once meses de 2014. Dicho incremento se observó particularmente en el periodo marzo-julio”.

Divergencias con el INDEC

Las cifras del rojo energético registrado por el BCRA son holgadamente mayores que las difundidas por el INDEC, con una diferencia de 30,2% o 1.888 millones de dólares. El cuestionado ente estadístico informó un déficit sectorial de u$s6.243 millones en la balanza comercial energética en el acumulado de los doce meses de 2014.

Esta divergencia puede surgir por el momento en que se asientan las transacciones con el exterior, que en algunos casos se efectúan al contado y en otros se cancelan por adelantado o a plazo, aunque no deja de ser llamativa, pues en el ejercicio 2013 la brecha entre las cifras del BCRA y el INDEC no superó el 12%, entonces unos 800 millones de dólares.

Argentina quedó en medio del fuego cruzado por el petróleo

La pulseada por el precio del petróleo involucra a la economía argentina en una disputa imprevista. El retroceso de las cotizaciones obedece a una paulatina apreciación del dólar que impacta en todos los commodities que cotizan en esa moneda y que tiene un agregado de peso en el desarrollo de campos no convencionales en los EEUU, un fundamento que alteró el mercado global de la energía.

El país norteamericano aportó un año atrás la noticia más relevante para las finanzas internacionales: el restablecimiento del superávit energético en su suelo después de dos décadas. Ahora ese reequilibrio en la balanza comercial del rubro petrolero se observa con toda su fuerza: en cinco meses el barril perdió un tercio de su valor. El crudo ligero de Texas recortó un 36% desde los u$s107,26 del 20 de junio a los u$s66,15, en la actualidad, el precio más bajo desde septiembre de 2009.

Esta caída también se registró en otras materias primas, como la soja, que desde los u$s451,23 por tonelada que cotizaba el 29 de junio pasado cedió un 17%, a 373,32 dólares. Desde el máximo del año, a u$s558 por tonelada el 16 de abril pasado, la caída de la soja se amplía a 33 por ciento. Este comportamiento se rige por el avance del dólar frente a otras monedas y las expectativas porque la Reserva Federal decida un incremento de las tasas de referencia en 2015. La visión de un fortalecimiento más pronunciado del billete verde se descuenta en las plazas financieras.

Por eso se erige un frente de tormenta para las materias primas. Los países que integran el club de los grandes exportadores de petróleo, la OPEP, discutieron el futuro de un sector que es la matriz de sus respectivas economías. En los extremos se encuentran Arabia Saudita y Venezuela. El primero es el principal abastecedor global de crudo y apoya el sostenimiento de la oferta aún con precios en baja, para desalentar las explotaciones no convencionales, “shale oil” y “shale gas”, que asoman como una competencia peligrosa. El segundo padece una vital pérdida de ingresos, en un presente recesivo de elevada inflación, caída de reservas y necesidad de divisas para sostener las importaciones. Los árabes ganaron el debate e impusieron su postura: mantener la hegemonía del mercado a cambio de perder rentabilidad.

Germán Fermo, experto de MacroFinance, refiere que “la historia para mercados emergentes sigue siendo razonablemente favorable, pero ya no vamos a ver los máximos que vimos en el lustro anterior en commodities y por lo tanto un gran motor de crecimiento y auge, de a poco, se está empezando a apagar”. Anticipa además que “los próximos años van a ser más desafiantes para estas economías. Lo bueno sería que este cambio de precios relativos sea lento, de forma que le dé al equilibrio general la chance de ajustarse”.

Con este esquema de precios, la Argentina tiene un diagnóstico ambiguo: en el corto plazo se beneficia de una energía más barata, por su déficit comercial en este segmento; a largo plazo, queda comprometida la rentabilidad de futuras inversiones en el megayacimiento no convencional de Vaca Muerta, debido a que el proceso de “fracking” es mucho más caro que la explotación de hidrocarburos convencionales. Los analistas sitúan en u$s80 por barril de crudo el umbral que hace rentable al “shale”.

El jefe de Gabinete Jorge Capitanich negó que la baja en el valor del petróleo afecte la inversión en Vaca Muerta: “YPF, en forma directa o asociada, ha generado una eficiencia y productividad de cada peso invertido, con el objeto de disminuir el costo de explotación de cada pozo”. Pero la realidad marca que los fundamentos técnicos son ajenos a la voluntad política.

Ariel Squeo, analista de ICB Argentina, indica que “de forma análoga, el precio en baja complica los planes de YPF en Vaca Muerta. Sin embargo, la diferencia con lo anterior es que en Argentina la estrategia de mediano y largo plazo se ve opacada con las necesidades inmediatas, es decir, necesidades de dólares, inversiones y un Gobierno controlante que enfrenta el año que viene elecciones a nivel nacional”.

Por ahora, las acciones de YPF soportaron con bastante dignidad los avatares de la economía local y las vapuleadas cotizaciones internacionales. En Nueva York, los ADR de la compañía insignia de la Argentina en el exterior se sostienen en los u$s33 con que empezaron el 2014 y ceden solo 1,4% desde que el crudo inició su desliz bajista el 20 de junio.

“Para la proyección del precio del petróleo hacia delante, sugiero observar el comportamiento entre el rango de 70 y 65 dólares. En principio, podría resultar como un soporte y piso de corto plazo en función al nivel de precio que operó durante mitad del año 2009 y 2010; desde ahí, armar una estrategia ‘long’ en el commodity, como así también en acciones correlacionadas, como Tenaris. En el caso contrario, el quiebre del nivel anterior generaría un evento bastante negativo, dejando abierta la puerta a una caída sin pisos concretos y habilitando incluso la zona de 50 dólares”, advierte Ariel Squeo.