Las paritarias congelan el “veranito” preelectoral

Aunque hay economistas que pronostican una suerte de “veranito” hacia mitad de año, con reactivación de los indicadores en algunos rubros, la dilación en los acuerdos salariales disipa la expectativa de una fiebre de consumo para motorizar el crecimiento antes de las elecciones. En el mismo sentido, la presión oficial para cerrar las negociaciones paritarias en unos 10 puntos porcentuales menos que la inflación real acumulada en 2014 asoma como el principal obstáculo para que los ingresos puedan acercarse al poder de compra de doce meses atrás.

Si bien el ministro Áxel Kicillof se esforzó en aclarar que el Gobierno no impuso ningún “techo” a la negociación entre gremios y empresarios, reiteró que “está muy bien” un 27% de incremento salarial este año. “Hay sindicatos que han mirado las variables y han hablado de esa cifra aproximadamente. Y está muy bien que lo hagan”, explicó, pues según su visión “claramente hay una desaceleración de los precios“. En declaraciones Radio del Plata, el jefe del Palacio de Hacienda argumentó que “en este marco hay que cerrar las paritarias. Y si se reconoce que la inflación este año va a ser 7 ó 10 puntos porcentuales menor que el año pasado, deberían discutirse con este panorama”.

Sin embargo, un reporte de Management & Fit advirtió que “la escasa credibilidad del Gobierno dificulta la coordinación de expectativas” y subrayó la dificultad de una economía que “continúa con el ‘termómetro’ averiado a pesar de los cambios en el IPC oficial”.

Según el índice Congreso, que promedia una serie de mediciones de inflación de instituciones privadas y algunos organismos estadísticos provinciales, entre marzo de 2014 y marzo de 2015 los precios minoristas acumularon un alza de 29,81%, mientras que el INDEC registró una tasa anualizada de 16,5 por ciento. En la medición a abril pasado, la inflación oficial acumuló un aumento interanual de 15,5% en el IPC Nacional Urbano, mientras que en dicho período la consultora Elypsis, que dirige Eduardo Levy Yeyati, apuntó un incremento de 25,2 por ciento.

Aún cuando las mediciones privadas también detectaron una desaceleración inflacionaria, estas cifras no reflejan la demanda sindical, que toma en cuenta la evolución de precios registrada a lo largo de 2014, que en 12 meses trepó a 38,5% según el índice Congreso, a la vez que el sitio Inflación Verdadera calculó un acumulado en todo 2014 de 38,58 por ciento. El INDEC sumó apenas un 23,9 por ciento.

El ex viceministro de Economía Jorge Todesca resume que “finalmente, la inflación persistente introdujo el consabido deterioro en el poder de compra de los salarios”. Un informe de su consultora Finsoport detectó que en el período 2003-2012 hubo un fuerte aumento del salario real que alcanzó en términos generales un 41% a fines de 2011. A partir de las restricciones impuestas por el gobierno de Cristina Kirchner al mercado de cambios, “en el período 2012-2015 el salario real se mantuvo estancado, con períodos de descenso, y a marzo de este año arroja una contracción del 1,3 por ciento”.

El estudio de Finsoport agrega que “a este estancamiento del salario en términos de su poder adquisitivo se suma la incidencia creciente que ha tenido sobre una amplia franja de asalariados la no actualización del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, que se mantiene en los niveles de 2013”.

En ese línea, Eduardo Fracchia, del IAE Business School, recordó que “durante varios años la inflación estimuló el gasto de los hogares como reacción a los escasos incentivos al ahorro, pero eso tiene un límite cuando el salario real experimenta caídas significativas”. Además, estimó que “nada indica que la inversión vaya a recuperarse en 2015”, otra condición necesaria para retomar una senda de crecimiento. Estudios privados como el Índice General de Actividad de la consultora Ferreres & Asociados muestran que el PBI acumula cuatro trimestres consecutivos con una caída superior al 2% interanual, por cuanto las posibilidad de una reversión del proceso de moderada pero extendida recesión económica todavía no está en el horizonte cercano.

Se confirma el cambio de ciclo económico en 2015

Después de un complicado 2014, en el que se debilitaron casi todos los indicadores macroeconómicos de la Argentina, los análisis internacionales apuntan que el presente será otro año recesivo para nuestro país, en el marco del bajo crecimiento que afectará a toda América Latina. La expansión regional inició el último año un ciclo de desaceleración que se mantendrá mientras se prolongue la apreciación global del dólar, con la consiguiente devaluación de las divisas latinoamericanas y la caída de precios de sus productos de exportación.

El miércoles pasado, el Fondo Monetario Internacional divulgó su pronóstico de crecimiento para la región y señaló que la Argentina será la que manifieste el peor desempeño, detrás de Venezuela. Para el país caribeño estimó una caída del PBI del 4% en 2014 y una profunda contracción económica del 7% para 2014, afectado puntualmente por el recorte de 60%en los precios del petróleo en los últimos siete meses. Sobre la Argentina, definió una leve baja del 0,4% del PBI el año pasado y proyecta un declive de actividad del 1,3% en 2015. “A pesar de la moderación de las presiones cambiarias y de un crecimiento más vigoroso de lo previsto en 2014, Argentina continúa haciendo frente a importantes desequilibrios macroeconómicos”, sintetizó el FMI.

El organismo estimó un “crecimiento mediocre” promedio de 1,3% para América Latina en 2015, en sintonía con las conclusiones de otros estudios. Una presentación de Itaú Unibanco en el Foro de Davos prevé un año 2015 poco alentador ante la desaceleración de la economía mundial, con un camino dificultoso para Brasil y más positivo para México.

El economista en jefe del banco brasileño, Ilan Goldfajn, detalló en el foro empresario que “este año veremos una mejora, gracias a EEUU, pero probablemente no lo suficiente para devolver a Latinoamérica a un crecimiento muy fuerte”. Para Brasil, un destino comercial clave de la producción argentina, anticipa un crecimiento de 0,2% en su PBI, en lo que será el quinto año de bajo crecimiento: tras un alza de 7,5% en 2010, la economía del gigante sudamericano creció 2,7% en 2011, un 1% en 2012, 2,5% en 2013 y registró una expansión cercana a cero el año pasado. En ese sentido, el FMI rebajó en 1,1 puntos su previsión de crecimiento para Brasil en 2015, en apenas 0,3 por ciento.

Según la consultora española Focus Economics, los tres referentes del Mercosur -Argentina, Brasil y Venezuela- serán un lastre para la “tendencia creciente” que evidencian otras economías latinoamericanas. El retroceso del 0,5% en el PBI del Mercosur en su conjunto en 2014 contrasta con el avance del 4,2% registrado en la Comunidad Andina (CAN), integrada por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.

En un informe titulado “Latin Focus Consesus Forecast”, la agencia detectó un anémico crecimiento de 0,2% para Brasil 2014, determinado también por la devaluación de su moneda, factor que deprime su PBI medido en dólares. También registró “una contracción significativa” en los PBI de Venezuela (-3,6%) y Argentina (-0,8%). Al primero lo impactó el desplome del crudo, al segundo, una inflación que pasó a ser estandarte de la recesión.

Focus Economics enfatiza que la Argentina padece la “fuerte caída en el consumo privado”, con un restringido acceso al mercado de deuda por la estancada renegociación de deuda en cesación de pagos. Otros indicadores confirman este freno brusco de la actividad económica argentina. Según la consultora Ferreres & Asociados, el PBI cayó 2,6% durante 2014 y la producción industrial registró una merma de 3,6% interanual. Para el INDEC, en el acumulado enero-noviembre de 2014 la retracción de la actividad económica fue 0,2%, mientras que durante 2014 la producción de la actividad fabril bajó un 2,5% respecto del año anterior.

Frente al retroceso de las cotizaciones de las materias primas, todavía el sustento de la actividad económica latinoamericana, los análisis proyectan un inminente período de transición, alejado de las elevadas tasas de crecimiento de la última década, en el que se impondrán las medidas de austeridad fiscal y control de la inflación, con menos divisas por exportaciones y encarecimiento del crédito externo ante una eventual suba de tasas en los Estados Unidos.

Inflación y devaluación

A las menores tasas de crecimiento le replicaron mayores índices de inflación. Venezuela, con un 63% anual, y la Argentina, en un rango entre 24 y 40 por ciento, según la fuente, encabezaron el listado de alza de precios minoristas, que según la CEPAL promedió un elevado 9% anual en América Latina. Focus Economics prevé para la región una inflación promedio del 13,3% y un déficit fiscal de 4,5% del PBI para 2015.

En Davos, los especialistas financieros coincidieron en que el crecimiento regional a “tasas chinas” observado en el primer tramo de este siglo está dando paso a uno de crecimiento débil, sin que los países hayan aprovechado a pleno el ingreso de dólares para cambiar su matriz productiva, todavía anclada a las materias primas, que representan el 60% de sus ventas externas, con instituciones que siguen en proceso de consolidación y notorias brechas sociales.

En el foro anual que se lleva a cabo en la ciudad suiza, el ex presidente del Banco Central argentino, Mario Blejer, afirmó que “la fiesta se ha terminado” y que las naciones se enfrentan a la necesidad de generar valor agregado a través de “inversiones que deben ir hacia la diversificación con una lógica de aprovechar las ventajas comparativas”.

El año electoral manda al “freezer” a la economía local

El nivel de actividad económica está en una encrucijada de salida esquiva este año. La mayor tarea para encarar en 2015 será la recuperación del crecimiento, pues de ello depende el empleo y la estabilidad de las capacidades de consumo. A la par, la necesidad de enfriar el salto inflacionario que dejó 2014, generado por el déficit fiscal, obligará a medidas de ortodoxia en materia cambiaria y monetaria que atentarán contra la expansión del PBI.

“Ingresamos a un 2015 complejo, cuyo derrotero dependerá, en gran medida, de la imprevisible postura del Gobierno en relación a la deuda externa. En general, la política económica será de contención. En otros términos, que nada se mueva demasiado, en especial el dólar. El calendario político será la guía a lo largo del año”, explica el economista Jorge Todesca, de la consultora Finsoport.

La campaña presidencial que marcará el ritmo de los próximos meses será la excusa para que el Gobierno apele a variedad de argucias que evitarán la implementación de medidas de fondo. Al postergar las soluciones no traslada el costo político del ajuste al próximo Gobierno, sino a toda la sociedad que tendrá que asumir mayores estrecheces a medida que el tiempo transcurre, pues el cambio de ciclo económico no tiene exclusivo origen interno: arrecia con toda velocidad desde el exterior y no deja tiempo para dilaciones.

La renovada apreciación del dólar frente a divisas fuertes (euro, yen, libra esterlina) y emergentes (rublo, real) se manifestó en concreto en las caídas de las materias primas cotizadas en moneda norteamericana, como el petróleo, el cobre y también los productos agrícolas que representan un tercio de las exportaciones nacionales.

“El contexto mundial y regional no juega a favor de un dólar cuasi fijo en Argentina durante 2015″, señala un informe de Economía & Regiones, que remarca que “el dólar se viene -y seguirá en 2015- apreciando fuertemente en todo el mundo”. La parálisis del dólar oficial en la Argentina “podría alimentar más las expectativas de devaluación e inflación y consecuentemente un dólar ‘blue’ más caro y mayor brecha cambiaria; o sea más recesión”.

Para Economía y Regiones, en su último año de mandato Cristina Kirchner intentará “preservar la actual estabilidad financiera sin renunciar a su estilo basado en políticas fiscales y monetarias ultra expansivas” dado que “le importa más el nivel de las reservas, de la inflación y del dólar que el nivel de actividad“.

Jorge Todesca subraya el persistente deterioro de las cifras fiscales. “El Presupuesto aprobado a fines del 2013 preveía un superávit financiero de $830 millones y ahora se prevé un déficit de $195.514 millones equivalente a un 5% del PBI. Coincidentemente esa cifra es casi idéntica al monto de los subsidios económicos, que durante el año crecieron alrededor del 70%”, analiza.

Según Dante Sica, director de Abeceb.com, el default selectivo de deuda del canje por los fallos adversos a la Argentina en los EEUU profundizó las restricciones al dólar y “el resultado de esa estrategia fue que la recesión se agudizó, como así también el deterioro del mercado laboral. Sin embargo, la expectativa de cambio de ciclo de cara a las elecciones presidenciales de 2015 y de un acuerdo con los holdouts a principios del año próximo funcionó como ancla, evitando un deterioro mayor”.

Además, los vencimientos de capital e intereses previstos para este año también limitan la libertad de iniciativa que tendrán los funcionarios del área económica. El Gobierno nacional demandará unos u$s12.000 millones al BCRA para cancelar deuda. Esta cifra se extiende a u$s14.000 millones si se contemplan pasivos provinciales y corporativos, casi la mitad de las actuales reservas.

Debilidad de las cuentas del BCRA

En ese marco, el Banco Central elaboró para 2015 un diagnóstico al que le sobra optimismo. De la mano de la recuperación del piso de reservas de u$s31.000 millones, su presidente, Alejandro Vanoli, prometió una “normalización gradual” del mercado cambiario, mientras que un informe del organismo prevé “que durante 2015 las actividades comerciales y financieras con residentes del exterior permitirán, en un marco de flotación administrada del tipo de cambio, obtener divisas suficientes para finalizar el año con un saldo de reservas internacionales similar al del cierre de 2014″.

Sin embargo, Daniel Artana, economista Jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), descartó en el corto plazo una salida del “cepo”, debido a que “la caída proyectada de exportaciones por el triple efecto de la reducción en el precio internacional de la soja, el atraso cambiario y la depreciación del real brasileño -y el parate de la economía de nuestro principal socio comercial- no permite ningún espacio para avanzar en una relajación”, que comprometería a las mismas reservas internacionales del BCRA por la irrupción de la demanda reprimida de dólares.

En simultáneo, la desmejora del balance de la entidad demuestra cuan precaria es la tranquilidad cambiaria que se transita desde el tramo final de 2014. El Central resignó su rol al de simple prestamista para financiar el gasto público. Si bien la expansión de la Base Monetaria, en torno al 20% anual, creció a un ritmo menor que años anteriores e incluso a la tasa de inflación anual, datos de Finsoport indican que la asistencia de pesos al Tesoro ascendió a $130.562 millones, un 39% por encima de los montos de 2013, cuando fue de 94.082 millones.

Estos giros no se replicaron en la misma proporción en la expansión del dinero circulante debido al enorme esfuerzo del BCRA para reabsorber este excedente, por cuanto el stock de deuda por Letras y Notas (LEBAC y NOBAC) tuvo un explosivo incremento de 140% en el último año, de $154.385 millones, a $264.932 millones (datos actualizados al 23 de diciembre), que al momento de vencer, con el añadido de intereses cercanos al 30% anual, significarán el reingreso al mercado de una masa de billetes cuya repercusión inflacionaria será difícil dominar.

Noticias externas obligan a asumir la dura realidad local

Desde el exterior llegaron inapelables indicadores financieros que en pocas semanas cambiaron la visión de los operadores locales, que hasta hace poco estaban aferrados a las expectativas de cambios en la política económica en 2015, ya sea antes o después de las elecciones. El mundo real se impuso a las apuestas y proyecciones. Hacia mitad del año, el quiebre de tendencia encontró explicación desde varios flancos: la certeza de una cosecha récord en los EEUU sacudió al mercado global de granos, el default selectivo en el que incurrió la Argentina tras 12 años, luego del revés en la causa promovida por los holdouts en Nueva York, y el más reciente desplome de las cotizaciones del petróleo marcaron la cancha para esta actualidad aciaga de los mercados que tiene al país como protagonista.

Las acciones líderes de la Bolsa arrancaron la semana con un derrape de 8,3% en promedio. El panel Merval cae en diciembre casi 23%, y un 39,8% desde el récord de 12.531 puntos del 12 de septiembre. Las ganancias del año, que habían superado el 130%, se desinflaron en tres meses a un 40,6%, apenas un par de puntos por encima de la inflación minorista acumulada desde enero, según el “Índice Congreso”.

Las petroleras fueron las más perjudicadas. En dólares, YPF prácticamente igualó su valor más bajo del año, alcanzado el 4 de febrero, en torno a los 22 dólares para el ADR que se negocia en Wall Street. En las últimas doce ruedas la acción de la empresa más grande de la Argentina cedió un 36% de valor, lo que representa una pérdida de casi u$s5.000 millones en su capitalización bursátil, a los actuales 8.817 millones de dólares.

En este panorama de precios arrasados impactó la caída del petróleo, que se hundió a u$s55,40 por barril en Nueva York, lo que significa un derrumbe del 44% en 2014, a valores inéditos desde el 5 de mayo de 2009. YPF también es víctima del “cepo” cambiario y el default, pues adolece de financiamiento externo para sus ambiciosos proyectos de desarrollo de campos no convencionales en Vaca Muerta, cuya rentabilidad a estos precios del crudo está en duda, al menos para el corto plazo. También se posterga el desembarco de importantes multinacionales del rubro energético, que se manifestaron dispuestas a invertir y aportar tecnología imprescindible para el éxito de esta explotación.

“Lo que estamos viendo es una caída generalizada en los commodities, con fuerte retracción en lo que es petróleo, en donde hay una especie de guerra fría en la que Rusia y Venezuela son los principales damnificados: el rublo se está depreciando a pasos agigantados”, subrayó Marcelo Trovato, de Pronóstico Bursátil. El analista añadió que “en Brasil no sólo Petrobras es el problema, sino que papeles como Vale o Gerdau SA o Companhia Siderurgica Nacional siguen sufriendo la caída producto de la depreciación del real”.

En 2014, la Bolsa porteña había acelerado las ganancias de la mano de la dolarización de carteras. La compra de acciones y bonos argentinos con pesos en la plaza local posibilitaba hacerse de divisas al liquidarlos en dólares en mercados del exterior. La escalada asombrosa del Merval no fue motorizada por genuinas posiciones inversoras, a la espera de futuras ganancias corporativas. La realidad dicta que la presente es una economía recesiva, que orada los balances, principal fundamento para empinar las cotizaciones. Y en 2015 tampoco se prevé crecimiento para el PBI con la persistencia de las restricciones al dólar.

En otros períodos de la historia reciente se demostró que el valor de las acciones acompañó e incluso superó al ritmo de devaluación. Esta expectativa fue desactivada por el incremento de las reservas del Banco Central, a través de maniobras contables como el swap con China y préstamos de otros bancos centrales, y el bloqueo del juez Griesa a los pagos de bonos Par y Discount. Sólo por estas cuestiones coyunturales se encuentran casi al mismo nivel que en enero, por encima de los 30.000 millones de dólares.

Finalmente, los agentes bursátiles tuvieron que dejar de lado su reticencia a transferir a precios el pertinaz default selectivo, ya convencidos de que la voluntad política del kirchnerismo amenaza con extenderlo más allá de enero, cuando vencerá la cláusula RUFO.

Otro llamado de atención desde los mercados internacionales vino por la soja y sus derivados industriales, los principales productos de exportación nacionales y los que posibilitan el ingreso de dólares comerciales a la economía. Desde los u$s451,23 por tonelada que cotizaba el 29 de junio, la oleaginosa cedió un 15,4 por ciento. Asimismo, resignó 31,6% desde el máximo del año (u$s558 por tonelada) del 16 de abril pasado.

El experto Manuel Alvarado Ledesma indicó que “la excelente evolución de la siembra en la Argentina y el desarrollo de los cultivos en Brasil, Bolivia y Paraguay generan expectativas depresoras sobre los valores”, por lo que el recorte en el flujo de divisas se mantendría en 2015. Sin embargo, en su análisis para Agrositio no descarta que la baja en los precios de la energía mejore la capacidad financiera de los países importadores de granos y sustente la demanda, como un piso para el rebote de las cotizaciones.

El economista Aldo Abram, de la Fundación Libertad y Progreso, dijo a InfobaeTV que “este año la caída del nivel de PBI va a ser de algo más del 2% y la inflación va a estar rondando a finales del 2014 un 40%”, una estimación desfavorable que ya se está descontando en el circuito financiero.  “Para el año que viene lo que estamos viendo es que aún con un arreglo con los holdouts está la probabilidad de una caída del PBI más alta incluso que la del 2014. Eso porque, a nuestro juicio, la principal razón de la caída del PBI, que viene desde finales del año pasado, no tiene tanto que ver con esta incertidumbre de los holdouts, si no con el impacto del ‘cepo’ sobre los sectores productivos”, evaluó Abram.

Un mes de bruscos sobresaltos financieros

En el plano económico, la novedad sobresaliente del pasado octubre fue el reemplazo de Juan Carlos Fábrega por Alejandro Vanoli en la conducción del Banco Central. Este nombramiento tuvo decisivas derivaciones: el ajuste de los controles sobre el mercado y los gestos contundentes para disuadir a los referentes de la plaza financiera que buscaban el refugio del dólar. Éstos últimos optaron por desarmar posiciones, con relativo éxito para frenar la escalada del precio de la divisa. Si esta presión permite un forzado triunfo al Gobierno, trae duras consecuencias, como el exacerbado el “cepo” a las importaciones y una continuidad sin plazo para la recesión. El propio INDEC reconoció que la producción industrial acumuló 14 meses de retroceso interanual.

Inspecciones rigurosas, como el publicitado allanamiento a la sociedad de bolsa Arpenta, y la advertencia del titular del BCRA acerca de que se investigará si hay maniobras de lavado de dinero en las operaciones de “contado con liquidación” fueron ejemplos de las movidas oficiales que desactivaron la dolarización de carteras a través de operaciones bursátiles formales. Cayó el volumen negociado en la Bolsa y el índice Merval perdió en promedio un 12,2% en octubre.

En el mismo sentido, también se recortó con fuerza el precio implícito del dólar en transacciones financieras, al dividir las cotizaciones en pesos en la Bolsa porteña por los precios en dólares en Wall Street. El “contado con liqui” se desplomó 12% (de $14,93 a $13,14), el dólar MEP cayó 12,6% (de $15,26 a $13,34) y el dólar “blue” perdió 9,1% (de $15,72 a $14,28).

El descenso del dólar informal tuvo cierto sustento si se observa la relación de “convertibilidad” entre la Base Monetaria ($396.113 millones) y las reservas (u$s27.402 millones), con datos actualizados por el BCRA al 23 de octubre, que resulta en un dólar teórico de $14,45, más cercano al valor actual del “blue” que de los casi 16 pesos del 24 de septiembre pasado. El atraso cambiario parece ser un baluarte del esquema económico: el dólar mayorista terminó el mes en $8,5025, con una suba de apenas 0,9%, la mitad que la inflación real, desde los $8,4275 del final de septiembre.

Sobre el cierre del mes, el Banco Central activó el swap con China y sumó unos u$s800 millones a las reservas, a las que hay que añadir unos u$s200 millones adquiridos en el mercado mayorista, donde la autoridad monetaria monopoliza las compras, a expensas de los importadores. Así, el ente emisor logró un modesto éxito: terminar octubre con un saldo positivo de u$s237 millones para los activos internacionales, en u$s28.103 millones, aún con la efectivización récord de divisas para atesoramiento y turismo por un total de 485 millones de dólares. Hay que recordar que por el default “selectivo”, el BCRA todavía contabiliza u$s700 millones de intereses de bonos Discount y Par, cuyo desembolso fue bloqueado por el juez Thomas Griesa.

De todos modos, hay que resaltar las muy buenas noticias desde el frente externo. Por una parte, los precios de la soja rebotaron desde sus pisos del año y recuperaron un 14% en el mes. Los granos y sus derivados aportan más de un tercio de las exportaciones argentinas y las mejores cotizaciones en el exterior alientan mayores liquidaciones de divisas.

A la vez, se consolidó el descenso del precio del petróleo, que permitirá a la Argentina estabilizar en 2014 el déficit en materia energética, que había trepado en todo 2013 a unos 6.500 millones de dólares. El barril de crudo de Texas se situó apenas sobre u$s80 el barril y desde enero cedió 18%, mientras que la variedad Brent, que se negocia en Londres, perdió alrededor de 25% en el año.

Según el Balance Cambiario del BCRA correspondiente al tercer trimestre del año, en el lapso julio-septiembre los pagos de importaciones de las empresas vinculadas al sector energético bajaron un 7% o u$s258 millones frente al mismo período de 2013. Si bien entre enero y septiembre las compras de energía al exterior se mantuvieron por encima del año anterior (u$s10.800 millones frente a u$s9.722 millones), la tendencia es declinante por el efecto conjunto de la recesión local y la baja de precios internacionales.

La conclusión que dejó octubre es la de una cierta tregua financiera en un país aquejado por el estancamiento, el default y la carencia de crédito. Es un poco de aire fresco para una política económica agotada, que tiene como único objetivo pagar el menor costo político posible para llegar al cambio de mando en diciembre de 2015, a costa de postergar esfuerzos contra los problemas de base acumulados desde la intervención del INDEC para encubrir la inflación, el atraso cambiario que nació a la sombra de “crisis del campo” de 2008 y el camino sin retorno a la recesión que significó el “cepo” al dólar desde 2011.

Las reservas caen 10% en 2014

Octubre es un mes de trascendentes movimientos en el mercado cambiario. La llegada de Alejandro Vanoli al Banco Central disuadió a bancos y empresas de profundizar su dolarización de carteras: el “blue” retrocedió 6,5% (de 15,72 a 14,70 pesos), el “contado con liqui” cayó 7% (de 14,93 a 13,88 pesos) y el dólar mayorista avanzó un módico 0,6% (de 8,4275 a 8,475 pesos). Pero al mismo tiempo las reservas recortaron casi u$s600 millones: se trata de la mayor pérdida de activos en nueve meses, superada en el año por los u$s2.851 millones que salieron en enero, cuando todavía no se sentían los efectos de la devaluación.

Según datos sujetos a ajuste, las reservas se situaron este viernes en u$s27.301 millones, con un retroceso de u$s565 millones respecto de los u$s27.866 millones del cierre de septiembre, cuando aún restan 10 días hábiles en octubre. Marzo también había sido otro mes muy negativo para las reservas, con una pérdida de 539 millones de dólares. Así, en el transcurso de 2014, la tenencia de activos internacionales del BCRA retrocedió u$s3.289 millones, un 10,8%, desde los u$s30.599 millones que se contabilizaban en enero.

El Gobierno hizo efectivo este viernes el pago semestral de intereses del Bonar X, título bajo legislación local, por unos u$s240 millones, cuyo pago no es alcanzado por los bloqueos dispuesto por el juez de Nueva York Thomas Griesa. Ya el 3 de octubre se habían cancelado otros u$s208 millones por el vencimiento de Boden 2015. Además, con la apertura parcial del “cepo” cambiario empezaron a tomar cuerpo las ventas a minoristas para atesoramiento y viajes, que sólo en el décimo mes del año representan unos 390 millones de dólares.

Las reservas habían tocado su piso del año el 3 de abril, en u$s26.729 millones, una marca similar a la del 15 de agosto 2006, durante la presidencia de Néstor Kirchner y pocos meses después de la cancelación total de la deuda con el FMI. Si se hubiera evitado el default “selectivo” que impide pagos de deuda bajo legislación extranjera, el cumplimiento de las obligaciones con bonistas reestructurados el 30 de junio (bonos Discount) y el 30 de septiembre (bonos Par) hubiera absorbido reservas líquidas del BCRA por unos u$s700 millones, aún exceptuados los u$s1.650 millones que los tribunales norteamericanos ordenaron pagar a los holdouts por títulos incumplidos desde 2001.

En 2013 el BCRA perdió u$s12.691 millones de sus reservas: fue el año más negativo desde el 2001, cuando salieron de las arcas de la entidad más de u$s19.000 millones, en el prólogo de la peor crisis económica de la historia argentina. En 2014, las reservas caerán un tercio del monto perdido el año pasado, a fuerza de mayores controles sobre las importaciones y las operaciones financieras y una mayor devaluación de la moneda que encarece a los productos e insumos extranjeros. Estas medidas traen consecuencias recesivas que se perciben en todos los órdenes del desempeño económico.

“Estamos a la deriva, prácticamente paralizados en materia de política económica, con poco tiempo y menos herramientas. Esto se suma un escenario externo que se complica día a día, con el precio de la soja nublando aún más las perspectivas”, explica Juan Pablo Ronderos, de la consultora Abeceb.com.

El Gobierno podrá argumentar que en 2014 se recortó a menos de la mitad la pérdida de reservas en comparación al 2013, pero por un fuerte ajuste de la actividad, pues otras variables no aportaron divisas como se esperaba. Con una devaluación más acelerada, en los ocho primeros meses de 2014 las exportaciones se desplomaron 10% con respecto a igual período del año anterior. Además, las ventas a Brasil disminuyeron un 13% por el estancamiento económico del país vecino. Las inversiones extranjeras para Vaca Muerta y la llegada de dólares por la colocación de bonos de YPF tampoco alcanzaron el volumen estimado.

La pérdida de valor para la soja, en la zona de u$s350 por tonelada, y también para otros cultivos significó una caída en los ingresos de divisas por liquidación de exportaciones del 3,5% en lo que va del año (u$s19.225,5 millones contra u$s19.924,3 millones). Como contracara, por efecto de la recesión y la caída de los precios internacionales de los hidrocarburos, entre enero y agosto el déficit del rubro energético cedió 2,6% contra similar período de 2013 (u$s4.922 millones contra u$s5.053 millones) .

Avatares económicos que unen a la Argentina y Brasil

Pasó la euforia del Mundial de fútbol, que hizo un aporte muy modesto a la economía brasileña. De hecho, la industria del país vecino utilizó el 80,1% de su capacidad instalada en junio y redujo su facturación un 5,7% respecto de mayo por los feriados y la disminución de ventas durante la Copa, según la Confederación Nacional de la Industria. El oficial Instituto Brasileño de Geografía y Estadística indicó que la producción fabril cayó un 6,9% en junio respecto al mismo mes de 2013, el peor resultado mensual desde 2009. El organismo también atribuyó la caída al certamen celebrado entre el 12 de junio y el 13 de julio, cuando se establecieron varios feriados para facilitar la movilidad de los hinchas, vacaciones colectivas y se redujeron turnos de trabajo las fábricas.

Durante la presentación del Plan ProEmplear, Cristina Kirchner recordó que “el crecimiento previsto que tenía Brasil para 2014 de 1,9% bajó al 1,3 por ciento. En octubre, esa proyección era del 2,5%”. El país vecino genera un menor volumen de comercio exterior que impacta particularmente en la economía argentina y así como el gigante sudamericano reviste -según explicó Cristina- “una reversión de los flujos de capitales, que retornan a las economías desarrolladas”, muchos de esos dólares también dejaron de ingresar a nuestro país, por la menor demanda de productos industrializados. Aunque es una simplificación que omite relevantes factores internos que estancan nuestra economía, tiene razón la Presidente en destacar la necesidad de medidas de estímulo para paliar las consecuencias de la desaceleración de las naciones emergentes, especialmente en Brasil, nuestro principal socio comercial.

En algún punto, “no nos une el amor, sino el espanto”: la economía brasileña se expandió en torno a cero en el primer semestre y el presidente del Banco Central de Brasil, Alexandre Tombini, admitió que la actividad crecerá menos en el 2014 que en el 2013. La sintonía entre los socios del Mercosur se traduce en que la actividad económica en Argentina descendió un 0,2% en mayo pasado con relación al mismo mes de 2013 y el PBI argentino bajó en el primer trimestre de este año un 0,2% interanual, cifras que ridiculizan las previsiones del Presupuesto 2014, que anticipó una expansión del PBI del 6,2 por ciento.

La consultora Abeceb.com señala que para la Argentina “la caída del comercio total registrada durante el mes de junio tiene un gran impacto a nivel regional dado que los países del Mercosur explican prácticamente la mitad de la caída”. Las ventas a Brasil se retrajeron 16% interanual, y a Chile, un 21 por ciento. En términos acumulados al primer semestre, las exportaciones se posicionan en los u$s36.778 millones, un 10% por debajo de los registros de igual período en 2013. Las importaciones acumularon entre enero y junio los u$s33.094 millones, con una contracción del 8 por ciento. El saldo comercial total de la Argentina hasta el mes de junio es de u$s3.684 millones, un 28% inferior que el valor del primer semestre de 2013.

Y la preocupación es recíproca: según Mario Marconini, directivo de la Federación de Industrias de San Pablo, las exportaciones brasileñas hacia Argentina disminuyeron un 20% durante el primer semestre respecto al mismo periodo de 2013, arrastradas, en parte, por las medidas restrictivas adoptadas por el Gobierno argentino. El sector automotriz, considerado uno de los pilares de la industria en ambos países, atraviesa momentos difíciles por la caída de las ventas bilaterales. “Si disminuye la demanda por parte de Argentina, Brasil va a tener mucho automóvil que no va a vender a Argentina y que no va a vender a otros mercados por cuestión de precio y de competitividad“, dijo Marconini.

Los cortocircuitos comerciales que genera el estancamiento en ambos países son concretos: la producción brasileña de vehículos cayó un 20,5% en julio y se redujo un 17,4% en los siete primeros meses del año en la comparación con 2013. Del lado argentino, la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA) refirió que “el comportamiento a la baja en materia de exportaciones estuvo marcado principalmente por la caída de la demanda por parte de Brasil, principal mercado de exportación, el cual había registrado en junio el volumen mensual más alto de este 2014. En el acumulado enero-julio, las terminales automotrices exportaron un total de 195.460 vehículos lo que representa una caída de 25,6% respecto de los 262.800 vehículos del mismo período del año pasado”. En tanto, la producción de autos se desplomó 23,3% entre enero y julio respecto del año pasado.

Distinto abordaje a problemas comunes

Aunque nos hermana el bajo crecimiento económico, en los últimos años Brasil decidió tomar un camino distinto al de la Argentina en cuanto a sus políticas, al fijarse metas de inflación y tasas de interés elevadas, por encima de los índices de precios. El gobierno de Dilma Rousseff apeló a moderar el crecimiento a cambio de hacerlo sostenible en el mediano plazo y priorizó el enfriamiento económico a cambio de no recaer en inflación elevada. Los precios minoristas en Brasil ascendieron un 0,01% en promedio durante julio. Fue el menor incremento desde junio de 2010, con lo que acumuló en los últimos doce meses un 6,5%, dentro del rango de las previsiones oficiales. Asimismo, la inflación brasileña sumó en los siete primeros meses del año un 3,76%, una cifra envidiable para la Argentina, aunque aún por encima de 3,18% registrado en el país vecino en el mismo periodo del año anterior.

La economía brasileña defiende algunos buenos fundamentos: una cosecha récord prevista en 193,2 millones de toneladas para la actual campaña; récord en la producción de hidrocarburos y la aplicación de políticas procíclicas, como el llamado Simple Nacional, un régimen tributario que reduce en hasta 40% la carga fiscal para unas 9 millones de micro y pequeñas empresas.

En cuanto a la energía, un rubro crítico para la Argentina por su dependencia de las importaciones, la brasileña Petrobras, bajo control estatal pero con participación privada, concentró el 90% de la producción, que marcó en junio un récord de 2,79 millones de barriles equivalentes por día. Brasil tiene en la plataforma submarina su propia Vaca Muerta, que en pleno desarrollo puede convertir al país vecino en uno de los mayores exportadores mundiales de hidrocarburos: el 92% del petróleo y el 74% del gas natural se extrae de las áreas marítimas.

También Brasil apela a abrirse a los mercados para salir del pozo económico, antes que aplicar restricciones al ingreso de productos. El ministro brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Mauro Borges, aseguró que Brasil pretende adelantar a 2016 el acuerdo de libre comercio con Colombia, Chile y Perú previsto para 2019.

Un análisis de la consultora Finsoport explica que “las exportaciones de la principal economía sudamericana se redujeron 3% durante el primer semestre de 2014, en tanto que las ventas externas argentinas acumularon una contracción de 10% en los primeros seis meses, según el INDEC”. Pero, a diferencia de Brasil, nuestro “Gobierno asigna la responsabilidad del ajuste del comercio exterior a factores exógenos, limitándose a intentar morigerar el impacto negativo sobre el balance comercial mediante el refuerzo de las barreras a las importaciones”. Mientras el país vecino procura incrementar su salida comercial a los EEUU y Asia para compensar el declive regional, la Argentina disminuye su presencia en todos los mercados en los que participa.

En un duro diagnóstico, el presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil, José Augusto de Castro, atribuyó el bajo nivel de las exportaciones industriales brasileñas a los altos costos de producción, la elevada carga tributaria, el peso de los salarios, las falencias logísticas y una inversión desintegrada. Otro de los factores que el directivo de la patronal de exportadores puso en debate fue el de la tasa de cambio de la moneda brasileña, la cual considera que debe ser “neutra” y no favorecer ni la importación ni la exportación, y “mucho menos” servir para controlar la inflación.

Por eso, la divergencia de políticas también se muestra en la evolución del tipo de cambio. El dólar en Brasil cae 3% desde que comenzó el año (desde 2,36 reales a 2,29), aunque después de tocar un piso durante el Mundial –para aprovechar el ingreso de dólares- recuperó un 2,2 por ciento. En la Argentina, la presión inflacionaria hizo subir a la divisa un 27% desde el cierre de 2013 (de 6,52 a 8,27 pesos en el mercado mayorista), mientras que en los últimos dos meses ganó apenas 1,7% (desde los $8,135 del 9 de junio), justamente, como “ancla inflacionaria”.

Al BCRA le espera un duro segundo semestre

La última semana trascendió que el Banco Central solicitó que las entidades financieras requieran a las empresas clientes que por cada dólar comprado para girar dividendos y utilidades al exterior, “calcen” esas operaciones con un monto equiparable en divisas por exportaciones. Esta medida, que no fue comunicada por escrito, se enmarca en el aún vigente “cepo” cambiario y deja entrever cómo la atención del BCRA no puede apartarse del cuidado de las reservas, ante un segundo semestre con varios escollos para afrontar con ese preciado activo.

Las divisas del BCRA serán necesarias para cancelar deuda por 2.300 millones de dólares. Corresponden a unos u$s650 millones en julio, por el pago inicial al Club de París en concepto de capital, y u$s1.650 millones por intereses de títulos públicos en moneda extranjera. Es un monto reducido, pero hoy representa casi 8% de las reservas internacionales y deberá desembolsarse en un lapso de seis meses en el que no abundará la liquidación de exportaciones del agro.

Un inconveniente extra presenta la decisión desfavorable de la Corte Suprema de los EEUU, que rechazó intervenir en la causa que llevan adelante los holdouts y dejó firmes las sentencias contra la Argentina. Surge así un impedimento para el pago de u$s228 millones de intereses del bono Discount emitido con ley de Nueva York, que pondrá al país frente a un escenario de default el próximo 30 de junio, irregularidad que de concretarse tomará meses revertir, en un “revival” de zozobra financiera, debido a que los litigantes podrían obtener órdenes de embargo sobre los fondos que se quieran transferir a Nueva York para honrar los vencimientos.

Aún cuando el déficit de divisas por los rubros turismo y automotriz se redujo en forma abrupta en 2014, hasta diciembre será imperioso el uso de los dólares del Central para importaciones de energía. En el segundo semestre de 2013, las compras de hidrocarburos en el exterior demandaron unos u$s5 mil millones, y las de electricidad, otros 2 mil millones. Es improbable que estas necesidades se reduzcan este año y, por el mismo motivo, serán un lastre para el ingreso neto de divisas a la economía local.

De hecho, es llamativa la dificultad del Banco Central para incrementar sus activos durante el denominado “trimestre dorado”, que acapara el mayor ingreso de dólares comerciales. Abril, mayo y junio integran el período fuerte de liquidación de exportaciones del complejo cerealero oleaginoso.

En abril, los activos internacionales habían subido u$s1.213 millones, con compras netas de la entidad por u$s2.640 millones en el mercado mayorista. En mayo habían aumentado sólo u$s322 millones (con compras por u$s1.420 millones), mientras que en la primera quincena de junio suman un saldo de u$s289 millones (con compras por u$s560 millones). Las reservas alcanzan hoy los u$s28.831 millones, un 5,8% menos que en el cierre de diciembre pasado.

Una abultada deuda en pesos

La autoridad monetaria también deberá atender el frente interno, pues hasta fin de año hay vencimientos de LEBAC (letras en pesos de la entidad) por $135.827 millones, un 37% de la Base Monetaria, ahora en 364.532 millones de pesos. Sólo hasta agosto vencen $72.138 millones (20% de la Base Monetaria). En la medida que la entidad que conduce Juan Carlos Fábrega renueve los vencimientos, como estos se pactan a un plazo de 90 a 120 días, se irán acumulando hacia fin de año, con un volumen tal que cobrarán una peligrosa dinámica expansiva e impedirán especular con una baja de tasas para darle aire a la actividad económica.

Sucede que un regreso de la híper liquidez va a alimentar la inflación y ejercer una fuerte presión alcista sobre las posiciones dolarizadas, como títulos públicos en moneda dura y acciones como Tenaris, Petrobras Brasil e YPF, las más negociadas en el exterior y muy utilizadas en la operatoria de “contado con liquidación”. Este movimiento alcista se contagiará al aún aletargado dólar marginal.

Estas tasas elevadas, en torno al 28% anual, permitieron contraer la Base Monetaria (-3,6% en el año) con la colocación de letras y contribuyeron a la desaceleración de la inflación respecto del pico de enero (tendencia en la que coinciden el INDEC y las estimaciones privadas), además de detener una escalada del dólar “blue”. Sin embargo, hubo un inevitable efecto recesivo al encarecer el crédito, que se sumó al impacto de la devaluación y la caída del poder adquisitivo de los salarios que las paritarias no lograron recomponer. Sea con inflación o recesión, es la economía real la que paga las consecuencias de un déficit fiscal financiado con emisión y que el Gobierno se niega abordar.

Recesión sí, pero no crisis

El recorte en las estimaciones de la tasa de actividad que confirmó el ministro Axel Kicillof al anunciar que el PBI aumentó sólo 3% en 2013, debajo del 4,9% anual que el INDEC había calculado en febrero, transparenta un enfriamiento de la economía que los analistas privados ya habían advertido meses atrás y que se constata con más claridad en 2014.

La tendencia se profundiza en varias áreas de la producción de bienes y servicios. Aunque es prematuro prever que la economía local atravesará un año de retracción o bien aventurar un crecimiento débil, una serie de cifras conocidas en los últimos días muestran un nítido declive de actividad. Técnicamente, los economistas precisan contabilizar al menos dos trimestres de caída interanual del PBI o una expansión menor a la tasa de crecimiento vegetativo de la población para establecer que hay recesión.

La Asociación de Fabricas de Automotores (ADEFA) informó sobre una contracción de la producción del 26% en marzo frente al mismo mes de 2013, con un desplome del 30% en las exportaciones, en este caso justificadas por las menores compras de Brasil, que absorbe el 90% de las ventas externas de vehículos argentinos.

Entre enero y marzo se produjeron un total de 147.416 vehículos, un 16,2% menos respecto de los 176.003 que se alcanzaron en el mismo período del año pasado. Hay que retrotraerse a 2010, cuando en el primer trimestre se fabricaron 124.377 unidades, para encontrar un volumen de producción inferior al actual. Entre enero y marzo de 2012 se fabricaron 163.837 unidades, y en 2011, unos 159.486 vehículos.

Este rubro fabril es el de mayor importancia, aunque hay que recalcar que es una muestra parcial de una vasta realidad. No obstante, hace varios meses que las terminales evidencian una tendencia de producción declinante. Desde el fuerte repunte del 9,1% interanual de julio de 2013, agosto (-12,2% interanual), octubre (-4,8%), noviembre (-20,2%), diciembre (-26,4%), enero de 2014 (-18%) y marzo (-26%) tuvieron recorte de producción. Del lado positivo quedaron sólo septiembre de 2013, con un incremento de 4,7% contra septiembre de 2012, y febrero de 2014, con una mejora interanual de 0,1 por ciento.

En el caso de las automotrices, el aumento de impuestos, la devaluación y la caída de demanda brasileña golpearon con inusual fuerza este año. El atraso salarial en un marco de aceleración de la inflación también definió la suerte de las ventas en el mercado interno. Por eso, los envíos de las automotrices a las concesionarias en el primer trimestre se redujeron 25,4% frente a los tres primeros meses de 2013.

Según la Asociación de Concesionarios (ACARA), en el primer trimestre del año se comercializaron 218.173 vehículos, un 13% menos que en el mismo período de 2013 (247.804 unidades), un 13,7% menos que en 2012 (252.887 unidades) y un 5,2% menos que en 2011 (230.185). Hay que regresar al período enero-marzo de 2010, cuando se registraron 180.513 ventas, para encontrar una cantidad inferior a la actual. En términos porcentuales, la baja interanual del 13% en el primer trimestre de 2014 es la mayor desde 2002.

El INDEC reveló que la actividad de la construcción cayó en febrero 5,2% en relación a igual mes de 2013, la contracción más fuerte desde diciembre de 2012, con lo que acumuló en el primer bimestre un retroceso de 1,7%, aún con el efecto multiplicador del Plan Procrear, que ofrece créditos a tasas subsidiadas. La construcción había aumentado un 4,6% interanual en 2013 –según datos oficiales-, frente a una merma interanual de 3,2% en 2012. De mantenerse el ritmo presente, la actividad tendrá este año un desempeño similar al que alcanzó en 2011.

En cuanto al comercio de bienes y servicios de mayor rotación, la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), indicó que las ventas minoristas cayeron 7,2% en marzo respecto al mismo período del año anterior. “Marzo es el tercer mes consecutivo en que las ventas se desploman, ante una demanda que muestra algunos síntomas de debilitamiento”, reconoció la entidad que preside Osvaldo Cornide, una de las más representativas del comercio de proximidad.

Estos son sólo algunos indicadores en rojo del presente económico argentino, que no son concluyentes si se analiza la mejora de la valuación las empresas argentinas y de los títulos públicos en la Bolsa porteña y en mercados del exterior, así como los sostenidos precios internacionales para el agro, acompañados de una abundante cosecha. Aunque es probable que el PBI disminuya en 2014, la Argentina aún se mantiene lejos de atravesar una crisis como las experimentadas en las últimas cuatro décadas.