Hoy los argentinos somos mucho más conscientes del gigantesco valor que tiene y que tendrá Malvinas en un futuro no muy lejano. Hemos logrado comenzar a integrar la pasión y los sentimientos que despierta esa porción de nuestra identidad territorial a una visión social pragmática y comprometida con el desarrollo sustentable y la paz.
Afortunadamente somos cada vez más quienes sabemos que Malvinas no es un capricho, que por el contrario se trata de una enorme ventana de oportunidades que puede transformar nuestras estructuras productivas e impactar decisivamente sobre el sueño de la movilidad social ascendente, el trabajo y el desarrollo industrial. Este es un fenómeno de conciencia endémica sin retorno. Justamente, porque hoy sabemos que Malvinas no es un archipiélago. Malvinas es un sistema geográfico al que sin titubeos podemos llamar “la última frontera planetaria de los recursos naturales”.
En menos de un siglo pasaremos de ser 6.500 millones a 9.500 millones de personas habitando el planeta. Con la industria y el consumo global tal y como lo conocemos vamos hacia un inevitable cuello de botella para el aprovisionamiento de cinco elementos claves para nuestra subsistencia como especie: energía, minerales metalíferos, proteínas, biodiversidad y el verdadero quinto elemento, agua potable.
En vistas a este escenario, el mundo ha puesto sus ojos en los únicos dos territorios del globo terráqueo que aún no están bajo soberanía efectiva de los estados. Esos dos escenarios tienen a Malvinas como punto en común. El primero es la Antártida, un enorme continente de 14 millones de kilómetros cuadrados, casi seis veces el tamaño de la Argentina continental, donde todos esos recursos están disponibles. La Argentina reclama soberanía sobre una octava parte de ese continente, casi la misma porción que el Reino Unido gracias al enclave colonial de Malvinas, Georgias y Sándwich de Sur, aun cuando este hecho no forme parte de su discurso geopolítico.
El segundo escenario de alto valor futuro son los fondos marinos y las plataformas continentales. Nuestro país tiene la tercera en extensión a escala planetaria, detrás de la rusa y la australiana. Nada y nada menos de 6 millones de kilómetros cuadrados de plataforma continental, cerca de dos veces y media la superficie de nuestra Argentina continental. ¿Qué hay allí? Todo. Energía, minerales metalíferos, proteínas y biodiversidad. Malvinas es un tema demasiado serio para ser simplemente un capricho. Y hoy celebramos la conciencia endémica de su valor estratégico y social.
Pueblos por Malvinas
Desde la Iniciativa Pueblos por Malvinas queremos constituir a nuestra gente en garantes del Diálogo Bilateral por la Cuestión de la Soberanía. En este esfuerzo estamos recorriendo el país desde hace un año llevando adelante la campaña del millón firmas por el diálogo, firmas que serán elevadas a la Secretaria General de Naciones Unidas en el marco de los reclamos generados por nuestro país ante el Comité de Descolonización.
Maratón “Malvinas Corazón de mi país”
Buscando profundizar el conocimiento social del enorme potencial de Malvinas queremos invitar a todos los argentinos salir a correr por Malvinas buscando elevar al mundo un mensaje de paz y esperanza a través de la Maratón “Malvinas Corazón de mi País”. Argentina corre en un gesto enorme de solidaridad transgeneracional, puesto que Malvinas es un legado estratégico, una promesa de prosperidad futura para las próximas.
Argentina también corre en un generoso gesto de solidaridad intercultural, el pueblo argentino, unido en una cruzada pacifica frente al poder colonial que condiciona los sueños de libertad y desarrollo de los hombres y mujeres del mundo. El hecho colonial de Malvinas es un espejo invertido en el que la humanidad no debe volver a verse reflejado nunca más en ningún lugar del mundo. El próximo 15 de septiembre en Río Grande, Tierra del Fuego; los días 20 y 21 en San Lorenzo y Cafayate, Salta; el 28 de septiembre en Cutral-có, Neuquén; y el 5 de octubre en San Juan, iniciaremos un itinerario federal buscando compartir una visión del futuro de una Argentina grande, con un enorme potencial de desarrollo y un prometedora vocación austral, malvinera y antártica. Será un encuentro cultural, generacional e inclusivo y una oportunidad para transmitir al mundo un mensaje colectivo por Malvinas.