José Batlle y Ordóñez en la televisión

Con El origen, la televisión uruguaya ha dejado en evidencia que es posible crear productos de calidad, empleando un lenguaje televisivo capaz de atraer al gran público.

Facundo Ponce de León viene haciendo una demostración notable para nuestra vida cultural: narrar grandes hitos de la historia, con un lenguaje televisivo, capaz de llegar al gran público sin tergiversaciones. Lo ha hecho con equilibrio y honestidad. Siempre alguien podrá decir, de cualquiera de sus programas, que hubiera añadido algo o quitado otra cosa, pero el lenguaje de las imágenes impone un relato que, además de auténtico, debe ser atractivo y eso es lo que se logra con creces, sin desmedro de su calidad.

Se informa que la audiencia del programa superó en ese momento a todo lo que había en televisión, con habituales platos fuertes de entretenimiento. Teledoce merece, por lo tanto, el reconocimiento de que después de haber arriesgado con una producción de esta naturaleza en horario principal, haya mediado una respuesta esperanzadora. El hecho es tan alentador como que, por el contrario, las redes sociales exhiban una fantástica ignorancia sobre Batlle y Ordóñez, sin duda la figura política más conocida del país. Realmente es alarmante el desconocimiento de aspectos elementales de la vida nacional, un síntoma más del retraso educativo que adolecemos. Continuar leyendo

La gran cortina de humo

En 1917, la Constitución se transformó fundamentalmente para sustituir la Presidencia de la República por un órgano colegiado, tema planteado al país por Batlle y Ordóñez y que abriría una larga polémica. En 1934, fue para lo contrario y para convalidar la situación política emergente del golpe de Estado del año anterior, dividiendo el Senado por mitades entre los sectores mayoritarios de los dos partidos tradicionales. En 1942, para superar lo anterior y modernizar la estructura del Estado con un sistema más parlamentarista. En 1952 retornó el colegialismo y en 1967 volvió a sustituirse por la Presidencia, con el añadido de un conjunto de disposiciones que pretendían darle al Poder Ejecutivo mayor capacidad de gestión, fundamentalmente en la disposición del gasto público. El último gran cambio fue el de 1997, en que se abandonó el doble voto simultáneo, se introdujo la doble vuelta para la elección presidencial y las elecciones internas para la postulación de candidatos presidenciales.

Podremos concordar o no con esos movimientos, pero, en el contexto político de cada momento, respondían a una necesidad, al reclamo de sectores importantes de la sociedad o la vida política. Hoy se lanza la idea de la reforma constitucional sin ton ni son, como un ejercicio gimnástico que procura arrastrar el debate hacia sus vericuetos y aliviar la presión de los hechos sobre el Gobierno. No se sabe para qué. Continuar leyendo