El régimen cubano vuelve a manejar la agenda de los cubanos. Crea un problema y soluciones, estrategia de siempre de los servicios secretos cubanos. Aprovechando la miseria en que ha sumido al país, hoy utiliza a los cubanos que escapan de la isla como carne de cañón, un conflicto humanitario, pero, en su esencia, político. Recurre a su más antiguo agente en la región, Daniel Ortega, para que ordene el cierre de las fronteras de Nicaragua. Da la impresión de que su objetivo es presionar al Gobierno de los Estados Unidos, pero bien es sabido que es una presión estéril, puesto que la cuestionada ley de ajuste cubano (CAA) no se modificará bajo la administración actual ni en el futuro.
¿Para qué crear este conflicto si hasta hace unas semanas los cubanos transitaban la selva en total silencio? ¿Cuál es el verdadero motivo del régimen? Desviar la atención, los recursos y el tiempo mientras ellos se enfocan en asuntos importantes del cambio fraude. Como el mago que atrae con una mano y esconde con la otra, los Castro esconden y avanzan en una reforma electoral que los legitime como “democracia” para así obtener su más preciada presa: el fin del embargo. Entonces, si la idea es desviar la atención, mientras más esfuerzo, tiempo y recursos le dediquemos, es muy probable que el conflicto sea más largo. ¿Qué hacer entonces?
Toda estrategia tiene riesgos y en este caso es tan alto que puede hacer tambalear el régimen comunista. Con detenimiento observamos que la solución del conflicto también está en manos del grupo perjudicado y a la vez más beneficiado, los cuatro mil cubanos varados en Costa Rica. Sólo depende de que decidan tomar el destino por sus manos. Continuar leyendo