Durante los últimos 12 años gobernó al país el oportunismo, el clientelismo y el populismo. Esto no es una simple opinión, es un hecho y queda demostrado por los números, que dan cuenta de que la pobreza actual es consecuencia de las decisiones políticas tomadas en la última década, basadas en medidas que no resuelven los problemas estructurales, sino que aparentan una mejoría que no es real.
Mientras para publicidad de los actos de Gobierno se destinan 1814 millones de pesos anuales, solo 476 millones fueron designados para la realización de las tan necesarias obras hídricas que hubiesen evitado la pérdida de más de mil millones de pesos tan solo en el sector agrícola bonaerense, sin contar las miles de familias que perdieron absolutamente todo. Mientras que en Aerolíneas Argentinas y Fútbol para Todos -empresas que podrían generar enormes ganancias con una óptima administración dentro del ámbito estatal- se gastan 4544 millones de pesos y 1742,7 millones de pesos anuales respectivamente, en la urbanización de villas se destinan 1641 millones.
Jamás se pensó en mejorarle la vida a la gente, se utilizaron los recursos de una de las épocas de mayor bonanza para nuestro sector productivo en “pintar una casa sin cimientos”, brindar nuevos servicios dignos de países desarrollados en un país que apenas logró recuperarse de la crisis del 2001, pero sin expandir su capacidad productiva, generándose empleo público como nunca antes en nuestra historia, sin alentar al emprendimiento privado. Esto llevó a que se gastara más de los que se producía, lo que tuvo como consecuencia un déficit fiscal financiado con el más tramposo de los impuestos que un gobernante puede imponer: la inflación. Continuar leyendo