La Organización de los Estados Americanos (OEA) tiene un Departamento para la Cooperación y la Observación Electoral (DECO). Desde 1962 se implementaron más de 200 Observaciones Electorales en 27 de los 34 Estados miembros de la OEA, desplegando más de 5.000 Observadores Internacionales.
Una experiencia muy rica para analizar pero por sobre todas las cosas ha resultado fundamental para la consolidación de muchas democracias de la región como así también para superar escenarios de alta conflictividad política.
Me tocó participar de estas Misiones de Observación Electoral (MOE) en varias oportunidades y pude percibir en carne propia el respeto que emana en los actores políticos, sea en la inhóspita soledad de la puna boliviana o en la periferia de la selva peruana. La sola presencia de un Observador Electoral disipa toda intención de cometer irregularidades por parte de los que controlan el territorio.
En la Argentina nunca se invitó a una Misión de Observación Electoral. De las 200 MOEs ninguna pasó por aquí. Para que esto ocurra los gobiernos deben hacer el pedido formal. Nunca se ha hecho aun cuando el país financia las MOEs que se implementan en los distintos rincones de la región.
El clima político en nuestro país amerita que se tomen medidas adicionales para garantizar la seguridad del proceso electoral.
Notamos que poco se discute acerca de la seguridad de las elecciones 2015. Esta cuestión no está en la agenda y merece mucha atención.
Las elecciones íntegras presentan un requisito central: el elector no puede ejercer libremente sus derechos políticos en contextos de violencia y presión.
A los hechos “habituales” (que lamentablemente hemos naturalizado) deben sumársele declaraciones de los propios dirigentes del oficialismo que aseguran que será una campaña y una elección “violenta”. Así lo ha manifestado, por ejemplo, un senador de la nación del partido de gobierno, Marcelo Fuentes.
En nuestro país tenemos distritos más problemáticos que otros. El caso de la provincia de Buenos Aires es el que merece más atención. Allí se concentra el 40% del padrón electoral y se han sucedido una cantidad importante de problemas, algunos muy conocidos como el robo sistemático de boletas en 2007 y en las elecciones posteriores inclusive.
También contamos con la información de las últimas elecciones sobre las mesas de votación en donde se registraron irregularidades o resultados que se han distanciado mucho del promedio general.
Es por ello que Transparencia Electoral le ha enviado una nota a la Dirección Nacional Electoral del Ministerio del Interior con la intención de que arbitre los medios necesarios para solicitar la presencia de observadores de la OEA en las próximas elecciones, lo cual representará una medida preventiva más a fin de garantizar elecciones íntegras y seguras.
La OEA podría hacer una significativa contribución en este clima complejo que atraviesa nuestro país.
No hay ningún argumento que se oponga a esta posibilidad. Inclusive si se negara la tensión que se respira en el escenario prelectoral, las MOEs también podrían hacer su aporte. Sus informes y sus recomendaciones podrían ayudarnos a resolver problemas relacionados con campaña anticipada, financiamiento, clientelismo, entre otros.
Si se trata de mejorar nuestro proceso electoral, no debe haber lugar para especulaciones, ni para prejuicios, ni tampoco se trata de apelar con argumentos de soberanía política. La OEA puede y debe acompañar las elecciones presidenciales del 2015.