Pido permiso para escribir en primera persona esta columna y, con generosidad, el editor de Infobae me admite (por hoy) este gesto de soberbia periodística. Pido licencia para invocar, antes que nada, que soy rosarino orgulloso y que el acto del 20 de junio expresa en mí un plus de sentimiento nacional de emoción, y espero que me sea concedido.
En los 49 años que llevo de existencia no debo haber estado menos de 40 veces en el Monumento a la Bandera en un día como hoy. Nos gusta a los que somos nacidos (o a los se declararon adoptivos) en las tierras de Lito Nebbia y Antonio Berni que llegue esta mañana de junio para asomarnos a ese lugar pensado por el padre de Beatriz Guido a la vera del Paraná y honrar a la bandera. Aunque la conveniencia turística mueva el feriado con insolente desmemoria. Aunque haga mucho frío (no tanto como en mis tiempos cuando con guardapolvos soportábamos los sabañones en las orejas y padecíamos el discurso militar autoritario que nos escondía la constitución). Aunque el Presidente que vaya no sea el que uno ha votado.