Sin dudas los cuerpos legislativos deberían dejar de otorgar reconocimientos como el de “Personalidad destacada de la cultura” con el que fueron condecorados Marcelo Tinelli y el filósofo José Pablo Feinmann. Lamentablemente, existe la creencia de que si algo no es avalado por el Estado no es reconocido. Esto es falso. El reconocimiento como personalidades destacadas es acreditado por cada persona que mira Showmatch o que compra un libro de Feinmann, que se enojó por haber sido galardonado con la misma distinción que el popular conductor.
Quisiera dejar en claro, desde mi perspectiva personal, que encuentro más interesante “Filosofía aquí y ahora” que el baile de los famosos. Si bien hace años disfrutaba del enano Gula Gula o de Leo queriendo instalar un surtidor en la vereda, la versión actual del show de Tinelli no llama mi atención. En cambio, a pesar de las diferencias ideológicas, que se traducen en diferentes maneras de analizar la realidad y el mundo, he visto muchas veces el programa de filosofía en el canal estatal. Lo encuentro útil a mi formación y considero interesante la interpretación de las personalidades de la historia por parte de un filósofo que se encuentra en mis antípodas.
Es más, me encantaría que la realidad (formada por las personas y sus valoraciones) fuese otra. Sería feliz si pudiera tener en los medios, en lugar de los programas de chimentos, debates de filosofía donde Feinmann tenga que defender sus posiciones marxistas ante pensadores que lo critiquen desde otras perspectivas. Sin embargo, en su mayoría, la gente no está interesada en eso. Por esta razón Tinelli es amo y señor hace años de la televisión argentina y Feinmann tiene un programa financiado por la coerción de los impuestos de la mano del Ministerio de Eduación y la Presidencia de la Nación.
Si bien el populismo tiene una visión sesgada de la democracia, la realidad es que ser democráticos quiere decir, por sobre todas las cosas, ser respetuoso de la voluntad de la gente. Si las proporciones y diferencias entre la cantidad de lectores de uno y el ráting de otro ofenden al filósofo es otra historia.
Una sociedad democrática acepta los gustos y preferencias de las personas. Cuando esas preferencias no son compartidas, los espacios con tendencias totalitarias se ponen nerviosos. Esto abarca a todo el autoritarismo conservador. Nada más parecido que la izquierda y la derecha en su nerviosismo por las preferencias de los ciudadanos en libertad.
Por más que le pese al filósofo, Tinelli tiene más que ver con la democracia y la libertad de elegir. Su programa es financiado por aportes voluntarios de la sociedad civil. El día que el público lo rechace, tendrá que hacer otra cosa si quiere conservar sus ingresos. Si José Pablo Feinmann busca dar el ejemplo, en lugar de renunciar a reconocimientos, debería abandonar sus ingresos estatales y someterse al arbitrio democrático del público y el control remoto al que se somete Marcelo Tinelli cada vez que hace su programa.