El kirchnerismo ha sufrido una colosal derrota electoral. Obtuvo un 26 % de los votos, menos de la mitad que hace dos años. Se cayó el “nos votó el 54 %”. El retroceso fue mayor al de 2009, cuando Kirchner sacó un 31 % y perdió en la provincia de Buenos Aires. Este domingo, además, el gobierno retrocedió o fue derrotado en provincias donde sus gobernadores habían obtenido la reelección en 2011 -particularmente, en el norte del país. El resultado electoral detonó una nueva diáspora en el kirchnerismo.
Final de un arbitraje tardío
Los resultados del domingo entierran la pretensión oficial de la re-reelección y han debilitado incluso una sucesión de Scioli, quien tendrá que rever su política. Los acercamientos a Massa de los intendentes bonaerenses que se habían quedado con los K anticipan un desbande político en la base principal de sustentación del kirchnerismo: el aparato de punteros pejotistas de Buenos Aires. A esto se agrega el éxodo anterior de buena parte de la burocracia sindical. Massa, sin embargo, enfrenta una dificultad enorme para poder asimilar esta nueva ola de emigrados. Esta crisis de orden general alimenta la ilusión del oficialismo de que podría remontar la derrota.