De esta crisis nadie se fuga

La fuga de los condenados por el triple crimen de General Rodríguez pone de manifiesto una verdadera crisis de Estado. La impunidad de la fuga, por un lado, y la de sus movimientos posteriores, por el otro, sacaron a la luz los vínculos que unen a los tres condenados con los aparatos políticos, judiciales o represivos que han gobernado la provincia y el país en los últimos años.

Los Lanatta frecuentaban a los punteros de los intendentes y a los barrabravas de los clubes, la misma fuente de reclutamiento de los asesinos de Mariano Ferreyra. La fuga y la impunidad posterior son un resultado inevitable de todo este entrelazamiento. Muy tardíamente, el Gobierno de Mauricio Macri-María Eugenia Vidal ha “descubierto” lo inevitable: a saber, que la Policía bonaerense no hará nada por detener a sus ¿ex? socios. En este cuadro, han iniciado una purga improvisada y parcial de una cúpula policial y del servicio penitenciario, a la que —en un claro pacto de convivencia— habían dejado mayoritariamente intacta. Continuar leyendo

El apellido de un Estado policial

El máximo tribunal porteño abrió el camino para que Macri equipe a su policía con  pistolas Taser,  un arma largamente cuestionada por organismos internacionales de derechos humanos.  Las Taser son verdaderas picanas portátiles.  Aunque su uso es defendido por sus supuestos efectos no letales,  la aplicación de electrochoques abusivos ha sido causa de muertes en diversos países.  Las descargas no dejan huellas en sus víctimas, lo que pavimenta el camino a las mayores arbitrariedades policiales. 

El tribunal consideró infundadas las advertencias de los fallos de primera y segunda instancia, a las que juzgó de “conjeturales” e “hipotéticas”. Pero no se trata de conjeturas, sino de la práctica concreta de la Metropolitana, la policía fundada por Fino Palacios.  Para demostrarlo, están las brutales represiones en el Hospital Borda o en la sala Alberdi del  Teatro San Martín.   Las Taser no son un hecho excepcional,  sólo le ponen apellido a la matriz de un Estado policial.

La venia a las Taser nos deja fuertes enseñanzas de carácter político.

El rearme del Estado PRO es simultáneo al anuncio de la alianza Macri –Sanz,  que pretende gobernar el país en nombre del republicanismo y la transparencia. En la mesa de acuerdos de este pacto, figuran, de un lado, los importadores  de las Taser. Del otro, los que debutaron con una represión en Corrientes que cobró dos muertos, y se fueron del gobierno con decenas de víctimas fatales en la tarde de un 20 de diciembre.

Por otra parte,  la Metropolitana de las Taser, de la represión al Borda y otros episodios brutales se encuentra bajo la dirección política de un ministro que, en la interna macrista,  apoya la candidatura de “Gabriela”. Que sirva de advertencia para aquellos que creen que en las PASO porteñas existe un mal menor (y que Michetti se enfrenta “al aparato”).

El kirchnerismo ha salido a rasgarse las vestiduras por estos hechos.  Pero  ¿cuál es su autoridad, de cara al nefasto Proyecto X o a los abultados presupuestos dirigidos a reforzar la inteligencia militar al mando del represor Milani?

Contra los partidos y gobiernos que refuerzan sus aparatos de represión y espionaje al servicio de la precarización laboral, el hipotecamiento del país o la privatización del suelo,  la izquierda y los organismos de derechos humanos independientes marcharemos este 24 de marzo.