Cuando escribí, casi a modo de divertimento, en una columna en este mismo medio, que pronto podríamos ver a abogados reclamando indemnizaciones por “despido” para los internos liberados, nunca pensé que la realidad, que en este caso supera toda ficción, cumpliría tan pronto con mi triste profecía.
Fue hace apenas dos meses, el viernes 2 de enero, cuando publiqué una nota con el título: “Un hábeas corpus para el sentido común“.
Apelando a la ironía, más bien al sarcasmo, cité tres ejemplos ficticios de reclamos judiciales.
Los tres reclamos -dije en aquel entonces- eran perfectamente posibles en esta increíble Argentina que nos toca vivir. Pero, en el fondo, no perdía del todo la esperanza… Continuar leyendo