¿Somos muy gastadores los argentinos? De acuerdo a un análisis de la Agencia de Información de Energía de los Estados Unidos (US EIA por sus siglas en inglés), los argentinos estamos en el podio (2° detrás de Venezuela) entre los países que más energía per cápita consume, comparados con todos los países de América Latina.
Con respecto al consumo de gas natural residencial, utilizamos 7 veces lo que gastan los hogares en Chile, 11 veces lo que gastan en Colombia, o 32 veces lo que gastan en Uruguay o Bolivia.
Probablemente parte de estos resultados comparativos se deba al bajo costo relativo que hemos tenido en las tarifas de servicios públicos, como consecuencia de la aplicación de los subsidios.
Un estudio de la Dirección Provincial de Estudios y Proyecciones Económicas de la Provincia de Buenos Aires exhibe algunas conclusiones en términos de distribución en los beneficiarios.
El 20% más rico de la población del país recibe más de 2,5 veces en subsidios lo que recibe el 20% más pobre de la Argentina. Si abrimos el análisis por servicios, vemos que los subsidios al servicio de agua y saneamiento, el 10% más rico recibe 11 veces lo que recibe el 10% más pobre de los habitantes. Respecto a los subsidios al transporte, el 10% más rico recibe 4 veces lo que recibe el 10% más pobre.
Como vemos, los subsidios se han concentrado en los sectores de la sociedad que más han reclamado resguardo del poder adquisitivo, y más han mostrado disconformidad con la gestión del gobierno nacional. Salvo el caso del gas envasado, ninguno de los subsidios se concentra en los sectores más pobres.
Yendo más al detalle desde el punto de vista geográfico, el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es la que recibe mayor subsidios a los servicios públicos, comparado con el resto del país.
El gas licuado importado casi en su totalidad va destinado a la generación de energía eléctrica para todo el Gran Buenos Aires. Solo el mes pasado requirió de más de 2.000 millones de dólares en divisas para poder traer el gas necesario para tal fin.
Si bien es cierto que si en los últimos 10 años no hubiera existido una política de subsidios, la tasa de crecimiento habría menguado 1,6% promedio anual, el déficit en la balanza energética sería menor si solo los sectores más vulnerables hubiesen sido los beneficiarios.
Al retomar el tratamiento de los recortes de los mismos a los sectores menos necesitados, el gasto fiscal se verá aliviado con un gasto innecesario.