Esta semana se produjo el esperado encuentro entre el presidente ruso Vladimir Putin y su par chino, Xi Jinping en Beijing. Su visita de dos días resulto más que fructífera para el presidente ruso quien partió del gigante asiático con las manos llenas y nuevos aires de victoria. Si bien históricamente han sido aliados en el pasado, tuvieron un período de distanciamiento donde China, más temerosa de Rusia en ese entonces devenida en la poderosa Unión Soviética, decide reanudar relaciones con los Estados Unidos, durante la era de Nixon, como forma de contrarrestar poder y disuadir cualquier intención rusa de invadir sus territorios. Durante esta breve estadía en territorio chino, Putin logró finalmente, luego de diez años, un acuerdo económico para la venta de gas por millones de dólares, una cumbre de seguridad regional que incluye ejercicios militares conjuntos en la costa china, y el veto acompañando a Rusia, de una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con respecto al conflicto en Siria. A tan sólo días de los conflictivos comicios a realizarse en Ucrania, Putin deja sentado a Occidente, que no está solo, sino por el contrario, muy bien acompañado.
En la noche del miércoles, luego de una extensa y difícil ronda de negociaciones, China y Rusia firmaron un acuerdo de compra venta de gas cercana a la cifra de 400 mil millones de dólares. En el acuerdo la compañía estatal rusa Gazprom se compromete a proveer a la Corporación Nacional de Petróleo de China también controlada por el Estado, 38 mil millones de metros cúbicos de gas por año, entre los años 2018 y 2048. Para Putin, no sólo representa el mayor acuerdo económico de gas logrado en la historia de Rusia, sino una victoria geopolítica. Este acuerdo ayudará al Kremlin a reducir su dependencia económica de Europa a quien exporta una importante cantidad de gas y quien a partir de los eventos en Ucrania, se ha transformado en un archienemigo.
Los lazos comerciales entre ambos países vienen en aumento. Rusia es el mayor socio comercial de China con flujos bilaterales por 90 mil millones de dólares en el 2013. Por otro lado, si los bancos occidentales se negaran a dar préstamos a Rusia, como represalia por Crimea y su accionar en el este de Ucrania, China podría salir a rescatarla suplantándolos. China por su parte necesita de los recursos estratégicos naturales que posee Rusia en abundancia. El acuerdo de gas le permitirá reducir el uso de carbón como fuente de energía, y así poder reducir el alto nivel de contaminación de muchas de sus ciudades.
En el día de ayer China sorprendió vetando junto con Rusia una resolución propuesta por Francia dentro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas desafiando no sólo a la mayoría, sino a grupos defensores de derechos humanos y a los Estados Unidos. La resolución proponía llevar al régimen sirio a la Corte Penal Internacional para que investigara los crímenes de guerra. El conflicto en Siria lleva más de tres años y ya ha costado unas 150.000 vidas. De los 15 miembros permanentes del Consejo de Seguridad, 13 votaron a favor. Es la cuarta vez que ambos países utilizan en forma conjunta el poder de veto que tienen por ser miembros permanentes del Consejo de Seguridad, para bloquear una acción coercitiva por parte del organismo internacional para sancionar al régimen de Bashar Al Assad. Ambos justifican el veto diciendo que cualquier acción en contra del régimen sirio haría caer las negociaciones de paz iniciadas en Ginebra I y II , no pudiendo llegar a una tercera ronda. Pero China también se abstuvo de votar en marzo cuando el Consejo rechazó el referéndum propuesto por Rusia en Crimea previo a anexarla. Ambos países han tomado una postura similar a la tomada con Siria en lo referente a Irán y su tan cuestionado programa nuclear. Se han comportado más como aliados con Irán confrontando con el resto de los países, Rusia aún más abiertamente.
Rusia y China sienten un enorme orgullo y un gran nacionalismo. Se reconocen como potencias históricas. Hoy comparten su antagonismo con los Estados Unidos con quien compiten por el primer puesto del mundo. Tienen gobiernos dictatoriales pero han sabido reconocer que la economía de mercado es el camino al crecimiento. Ambos están en una etapa expansionista donde quieren recuperar territorios perdidos y zonas estratégicas. Rusia con la anexión de Crimea recientemente, y el intento en el este de Ucrania. China en el mar del este y del sur. Con sus ojos en Taiwán, inversiones en recursos estratégicos en África y América Latina.
Pero este idilio puede quebrarse fácilmente ya que ambos son vecinos, históricamente han desconfiado y temido el uno del otro. Recordemos que los misiles nucleares rusos apuntan todos al territorio chino.