A días de que el ingeniero Mauricio Macri comience su gestión presidencial en la Argentina 2015-2019, la abarcativa consigna Cambiemos empieza a tomar forma. La primera noticia política tiene que ver con que, a pesar de que Macri quiere sintetizar en este nombre la alianza entre el PRO y el radicalismo, queda claro que por ahora las cosas se encaminan a trabajar juntos, pero no mimetizados.
En el Poder Legislativo habrá interbloque, no un bloque Cambiemos. El Ejecutivo tendrá convivencia de dirigentes del PRO y de la Unión Cívica Radical (UCR), pero todo indica que Macri manejará políticamente su Gobierno. Oirá, evaluará para luego decidir en primera persona. Hasta ahora nada hace pensar en un gabinete de coalición.
A propósito del gabinete, los perfiles de las personas elegidas muestran que las expectativas del Ing. Presidente están puestas en idoneidad, eficiencia, resultado. Aerolíneas Argentinas, por ejemplo, bajo la conducción de Mariano Recalde, “deja pago” con lo desembolsado hasta el momento, en el hotel de la Presidente Kirchner, según el colega Nicolás Wiñazki, para que duerman pilotos y azafatas por siete años más. Prima facie, el ejemplo brindado se asociaría con falta de idoneidad e ineficiencia. Lo es, pero el tema es más profundo y tiene que ver con el verdadero desafío que le espera al Presidente electo: destruir la corrupción. Y esto último no es una cuestión de técnicos, es conducción política; la política simplemente entendida como servir o servirse. Continuar leyendo