El informe que presentó Jorge Lanata el domingo último en su programa Periodismo para Todos (PPT) generó la primera reacción directa de la Casa Rosada ante las múltiples denuncias de corrupción del periodista aunque, paradójicamente, no ofreció ningún dato veraz que permita responder a la duda sobre qué fue a hacer la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) a las Islas Seychelles, que son uno de los 87 paraísos fiscales del mundo.
Es decir que el mayor éxito del programa no fue su capacidad de revelar una noticia que involucre a CFK , como pretendió Lanata, sino sólo sembrar una duda lo suficientemente potente como para propiciar la respuesta del gobierno al show periodístico con más audiencia de la televisión.
El programa, que es emblema del grupo Clarín, fue finalmente el autor del milagro: el cambio de actitud del gobierno es, quizás, la única autocrítica ensayada por el oficialismo tras los resultados hostiles que obtuvo en las primarias de la semana pasada.
Ese cambio muestra que el gobierno registra el golpe electoral pese a que oficialmente se negó el peso de la elección. Ahora decidió responder; pero el cómo es tan importante como el qué.
Y en el cómo encontramos condimentos de lo más bizarros. Si bien el gobierno informó que preparó con anticipación la respuesta a Lanata ya que conocía “por las promociones” el contenido del informe, las torpezas estuvieron a la orden.
Primero respondió CFK a través de su cuenta de Facebook. Allí habló de “show mediático” que causó “daño, difamando a diestra y a siniestra”. En el plano de la comunicación, el hecho de que la mandataria sea la primera en responder es otorgale el status de cuestión de Estado al asunto.
Luego, la Casa Rosada contestó a través de su cuenta de Twitter. Lo hizo desmintiendo dos datos que se presentaron en el informe: se difundió la lista de paraísos fiscales que reconoce la Argentina, entre los que se encuentra Seychelles, contrariamente a lo que señala el informe y se publicó el tiempo que la mandataria pasó en la isla, que no sería dos días sino sólo 13 horas debido a una parada técnica de la aeronave que transportó a CFK en ese viaje. Pero eso no fue todo: desde la misma cuenta se tildó de “gordo chanta” a Lanata. Rápidamete el gobierno denunció ante la justicia que la cuenta fue hackeada y la cerró. Todo bastante desprolijo y poco claro, sobre todo si la respuesta estaba planeada, tal como reveló el secretario general de la presidencia Oscar Parrilli, anoche en el programa de Rolando Graña.
Allí, el funcionario acusó a Lanata de “asesino mediático” y lloró al recordar a Néstor Kirchner, quien también fue salpicado por una acusación muy floja de papeles, como se dice en la jerga perdiodística.
La debilidad tanto de la denuncia como de la estrategia de la respuesta oficial pronostican algo: de acá a octubre el cruce Clarín – Gobierno va a ser de muchos gritos y poca profundidad.
Hay que dejar tendido un puente porque, tal y como demuestran los propios protagonistas de esta saga, uno nunca sabe de qué lado puede terminar cuando la elección acomode los nuevos protagonistas del poder político.
Como en un guión de ficción, el capítulo de esta semana… continuará.