Una institución educativa se basa en cuatro pilares: medios materiales (edificio y recursos educativos); soporte administrativo (todo el personal no docente, incluidos los directivos); maestros y profesores (que fueron homenajeados el 11 y el 17 de septiembre); y alumnos dispuestos a aprender (¡éstos últimos con su festejo el 21!).
Mucho se ha hablado en estos días de la toma de colegios de la Ciudad por las reformas en los planes de estudio, de la importancia de evaluaciones como la prueba PISA 2012 cuyos resultados se darán a conocer en diciembre, y seguramente se hablará de los ruidosos festejos del día del estudiante del fin de semana. Este interés por la educación es esperable dada la importancia de contar con mano de obra bien educada en una economía crecientemente globalizada.
La economía se ha sumado a esta discusión. John Maynard Keynes alguna vez dijo que la economía es “una forma de pensar”, entonces era esperable que la ciencia económica se inmiscuya en temas de educación. En efecto, a lo largo de los años se ha mostrado empíricamente que las personas más educadas tienen más estabilidad laboral, mejor salud, etc. Pero, mucho en la economía de la educación tiene que ver con cuestiones de incentivos. Por ejemplo, cómo los padres eligen entre escuelas si ellas compiten entre sí o cómo se debe remunerar a los docentes.
Es aceptado de forma general, luego de centenares de estudios, que maestros y profesores desempeñan el rol más importante en qué, cómo y cuánto van a aprender los estudiantes. No hay ninguna otra característica de las escuelas (ni el tamaño de las clases, ni ningún recurso informático) que influencie tanto el rendimiento educativo como el docente. Atraer personas calificadas, pero sobre todo, motivarlas para esforzarse el máximo es uno de los principales desafíos de las instituciones educativas. Pero, no hay consenso sobre la mejor manera de lograrlo.
Recientemente se han implementado esquemas de incentivos vía pagos a los docentes por los resultados de sus alumnos en pruebas estandarizadas o en evaluaciones a los que ellos mismos se someten. En estudios recientes para México, Bolivia y Chile, se observa un efecto positivo en los resultados de alumnos de escuelas secundarias. Una de las críticas a estos esquemas es que los educadores no solamente deben lograr que los alumnos obtengan mejores puntajes sino también desarrollar en ellos autoestima, el ser una persona de bien, etc. Casi todos los que hemos pasado por el sistema educativo podemos recordar un profesor excepcional y ello no necesariamente está asociado a la calidad de su enseñanza sino a que fuera cariñoso, comprometido, etc. Sin embargo, aunque es cierto que es difícil medir el desempeño de los docentes, su remuneración no puede depender principalmente de su antigüedad en el cargo o de ajustes por inflación, sino que debería estar más estrechamente relacionado con su calidad y su dedicación. Los planes de estudio son importantes, pero los docentes lo son más.