Manotazo de ahogado

En una maniobra sorpresiva y de evidente ilegalidad, en la sesión de la Cámara de Diputados de la Nación del 4 de noviembre de 2015, el Frente para la Victoria (FPV) nombró como nuevos auditores generales de la Auditoría General de la Nación (AGN) a dos fieles representantes de La Cámpora, por un mandato de ocho años, al ex presidente del Banco de la Nación Argentina, Juan Ignacio Forlón y al secretario de Justicia, Julián Álvarez, aún en funciones en el Poder Ejecutivo, en reemplazo de los auditores Oscar Lamberto y Vicente Brusca, nombrados por el mismo FPV. Entendieron, erróneamente, que el mandato de ocho años de los reemplazados terminaba el 5 de septiembre, en lugar del 10 de diciembre, como lo indica el dictamen de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado.

Evidentemente, este cambio debía ser realizado por el Congreso renovado el 10 de diciembre de 2015, en su nueva integración. Pero no, el kirchnerismo se adelantó. El procedimiento de designación de los nuevos auditores fue inconstitucional y estuvo teñido de irregularidades graves. Fueron aprobados por la mayoría automática del oficialismo antirreglamentariamente, en una sesión especial, sin estar incluida en el orden del día y sin ser votada su incorporación posterior por una mayoría de las tres cuartas partes de los votos, que el oficialismo no reunía, jurando sin el quórum requerido.

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Parlasur para la gente

Luego de 12 años de kirchnerismo, nos encontramos atravesados por hechos de suma gravedad política, institucional y social. La violencia, las irregularidades en actos electorales como en Tucumán, la politización y la cooptación de la Justicia, la impunidad, los delitos sin investigación ni justicia, los ataques a la libertad de expresión, la inflación y las inundaciones son solo algunos ejemplos de esta realidad con la que tenemos que convivir la mayoría de los argentinos.

Sería un error creer que estas cuestiones no están relacionadas. Lo que se esconde atrás de todas estas cosas es una concepción del Estado que, en vez de priorizar los intereses de los argentinos, prioriza los intereses de la clase política y de los corruptos. Es esa lógica la que los lleva a querer apropiarse de toda la estructura del Estado: los ministerios, el Poder Legislativo, el Poder Judicial, los entes autárquicos, los organismos de control, las empresas estatales y, ahora también, el Parlasur. Sin embargo, los argentinos tenemos una oportunidad para elegir qué país y qué Estado queremos. Continuar leyendo