A pesar de la progresiva secularización en la que vivimos, a la que no han sido ajenos los países latinoamericanos, intuimos que la figura del Papa Francisco tendrá una gran influencia sobre la región. Su figura no ha hecho más que crecer desde su asunción. En este sentido, hemos podido constatar la reacción que causa entre sus feligreses con su reciente viaje a Brasil en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud.
Nos resulta entonces de particular interés indagar sobre el pensamiento y la visión del máximo pontífice sobre los principales temas que interesan a nuestras sociedades dada esta enorme potencialidad para influir sobre la opinión pública.
Vale una aclaración. Si bien estamos puntualizando la figura de Francisco reconocemos que la Iglesia Católica es una institución con estructuras, jerarquías y tradiciones de más de dos mil años de antigüedad, y que el Papa es en la mayoría de los casos el portavoz del pensamiento de la Iglesia Católica en su conjunto. Por lo tanto, y por añadidura, también nos referimos a esta última.
Si esto último es así, cabe preguntarse: ¿ha habido dentro de la Iglesia una visión rectora o una síntesis integradora alineada a las santas escrituras que brindara una perspectiva sobre la economía, la sociedad y la política, además de las cuestiones religiosas y espirituales? Y si es así, ¿encontramos en el nuevo Papa Francisco una desviación con respecto a dicha “línea fundacional”?
Hay que mencionar en primer lugar, que a pesar de las tradicionales posturas “antiliberales” de la Iglesia, algo lógico teniendo en cuenta que dichas ideas liberales siempre propugnaron una sociedad laica y abierta (es decir antiestamental y antijerárquica), y más aún considerando el creciente proceso de secularización que siguió tras la Revolución Francesa y la idea de separar el Estado de la Iglesia, hacia fines del siglo XIX y principios del XX se comienza a forjar una “línea” bien definida dentro del seno de la Iglesia Católica. El encargado de reafirmar dichas posturas sería Gioacchino Pessi, quien en 1878 asume como Papa bajo el nombre de León XIII. Este último publica dos importantes encíclicas, la Quod apostolici muneris y la más influyente Rerum Novarum. Dichas encíclicas condenan de manera explícita las ideas socializantes y las tesis comunistas, la idea de lucha de clases, y la negación que hacen estás últimas doctrinas de la propiedad privada consagrada en el derecho natural romano. Por el contrario, e inspirado en los católicos clásicos y sobre todo en Santo Tomás de Aquino, hay una defensa abierta a la propiedad privada, el afán de lucro, y hasta a la sana competencia entre las personas para que estas pudieran progresar. Estas encíclicas, especialmente la Rerum Novarum, serían la piedra basal para lo que luego se conocería como Doctrina Social de la Iglesia (DSI).
Tras el fallecimiento de León XIII en 1903 pasarían varios sucesores (Benedicto XI, Pío X, Pío XI y Pío XII), quienes no se apartarían de la línea fijada en la Rerum Novarum, que a esa altura ya era la Carta Magna de la Iglesia en materia social. Incluso antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, y bajo la creciente influencia de las doctrinas comunistas y fascistas, la Iglesia bajo el papado de Pío XI emite dos documentos condenando al nazismo y al comunismo, la Mit brenender Sorge y la Divini Redemptoris, respectivamente. Había una posición muy clara de la Iglesia respecto a la propiedad privada y al comunismo.
Sin embargo, hacia fines de la década del cincuenta se comienza a producir un cambio en la atmósfera intelectual de Occidente. Por un lado, las ideas keynesianas y la idea de que el Estado debía encabezar el desarrollo económico y tener un “rol activo” estaban pasando por un alto período de popularidad desplazando a teorías más ortodoxas basadas en la economía clásica, ya desprestigiada y pasada al olvido. Por otro lado, las economías de las URSS, debido a su crecimiento, estaban reduciendo su “brecha” con respecto a las naciones occidentales y capitalistas. Eran años en los que el comunismo ya se había extendido y consolidado en la URSS, Europa Oriental, China, Mongolia, Corea, Vietnam del Norte, y se había extendido hasta Cuba, amenazando incluso con extenderse al resto de América Latina en el marco de la exportación de la revolución cubana.
Estos profundos cambios impactarían en la Iglesia y en su manera de ver los problemas sociales.
Así lo atestigua la encíclica Populorum Progressio (PP) de Pablo VI (quien asume en 1963), documento que en uno de sus pasajes remarca “…los bienes creados deben llegar a todos de forma justa, según la regla de la justicia inseparable de la caridad. Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en ellos los de propiedad y comercio libre, a ello están subordinados…”.
La PP marca un claro alejamiento con respecto a la esencia de la Rerum Novarum, y también tendrá una influencia decisiva sobre la visión económica y política de muchos obispos y sacerdotes del tercer mundo y su furibunda condena al afán de lucro, la competencia, y la propiedad privada. A partir de aquí se consolida dentro de la Iglesia una postura que condena la moral del sistema capitalista y de una dialéctica antimercado, sin percatarse por un segundo que nuestras naciones son subdesarrolladas precisamente por carecer de los suficientes niveles de acumulación de capital y por carecer de un vigoroso entramado empresarial que sólo puede operar y desarrollarse cuando los derechos de propiedad están fuertemente garantizados y cuando hay libertad de empresa (precios libres).
Aquí hacemos una pausa y nos preguntamos. ¿En qué tradición podríamos incluir al Papa Francisco? ¿Pertenece más bien a la vieja escuela de la Rerum Novarum o lo podríamos englobar en la tradición latinoamericanista fuertemente influenciada por la Popolorum Progressio? ¿Tienen vigencia ya estas antiguas visiones? ¿Se está gestando con Francisco una “re-actualización” o aggiornamiento de la Iglesia a la nueva realidad global que la aleje de estas viejas categorías? ¿Hay una nueva síntesis?
En los próximos días contestaremos estas preguntas en la segunda y última parte de este informe.