Hace unos días se hacía pública a través de los medios de comunicación la posición política de quien se encamina a ser el próximo rector de la Universidad de Buenos Aires. No sorprende que Alberto Barbieri (cuyas bases fundamentales son la Franja Morada, Nuevo Espacio-UCR junto con el nosiglismo en la UBA) niegue por completo la necesidad de democratizar la UBA; se trata más bien de la confirmación del proyecto de universidad que se propone llevar adelante. En ese sentido, a días de la elección, podemos pensar en “un derecho a réplica”. Siete años de mentiras motivan algunas reflexiones.
Sobre el ejemplo de la participación en la UBA y quiénes votan
Barbieri habla de la cantidad de gente que efectivamente vota en las diferentes facultades de la UBA, y claro que numéricamente son muchas personas porque se trata de una de las universidades más grandes de América Latina. Sería absurdo pensar que si votan muchos, el sistema se convierte en democrático. Antes votaban sólo los hombres y eran muchísimos. Si observamos un poco más profundamente veremos que la ponderación de los votos hace que una pequeña minoría de docentes tenga la mayoría automática a la hora de imponer la orientación política de la UBA. Sobre el rol de la UBA, como ejemplo resulta difícil pensar que con el rectorado vallado por policías, las cesantías masivas a los docentes, la aceptación de los fondos de la minería contaminante, el aval político de la intervención del INDEC y la consiguiente adulteración de los índices de inflación, por solo mencionar algunos casos sean “ejemplo para el mundo”.
Efectivamente la historia de participación coloca a la UBA entre las más movilizadas y a su movimiento estudiantil como punta de lanza de las grandes gestas que sostienen la gratuidad y el acceso irrestricto a lo largo de su historia. De hecho la UBA fue democratizada por “huelgas”, es decir, tomas de los edificios de las facultades de Medicina y Derecho que llegaron a durar un año. La participación política ha sido producto de conquistas y aún hoy encuentra resistencias en las mismas autoridades. A dos días de la asamblea universitaria la gestión de Graciela Morgade levanta sumarios contra militantes en la lucha por la democratización en la Facultad de Filosofía y Letras. Las respuestas a la participación y al debate estudiantil siempre han encontrado la demonización y la persecución como primer obstáculo.
Sobre el proyecto que une a quienes defienden la candidatura de Alberto Barbieri
Es innegable que existe una cohesión entre los diferentes actores que impulsan la candidatura de Barbieri, sin embargo, nos parece importante ver cuáles son esos puntos de contacto en este proyecto que recorre la UBA. Son los actores que acuerdan con mantener vigente la actual implementación la Ley de Educación Superior menemista que expresamente entiende a la educación como un servicio y no como un derecho. Y esto se expresa en la devaluación de los títulos implementada a través de la CONEAU por ejemplo. Podemos mencionar el proyecto académico que se sostiene, porque vemos encolumnadas a las facultades con mayor cantidad de docentes ad honorem (enseñando gratis) y generadoras de “recursos propios” que no es ni más ni menos que un eufemismo para decir “negocios propios con la educación pública”. ¿Qué proyecto educativo amerita que los laboratorios sean sponsors las aulas de Medicina? ¿Qué proyecto educativo amerita que instalen la sucursal de un banco en Económicas?
Sobre la normalización de la UBA
Desesperados intentan instalar que los últimos ocho años han sido de “normalización” en la universidad. Evidentemente han decidido que la normalidad excluye a cientos de docentes que día a día sostienen los cuerpos de cátedra y equipos de investigación, esta normalidad excluye a quienes trabajan diariamente en el funcionamiento de cada una de las trece facultades de la UBA y el rectorado. Los cientos de trabajadores y trabajadoras no-docentes son parte del co-gobierno universitarios en la mayoría de las universidades nacionales pero no el la UBA. Frente a cualquier comparación, sólo en términos de representación, la UBA es de las más antidemocráticas del país.
Permítasenos dudar frente a la afirmación que pone a la UBA como uno de los ejemplos de democracia y creer que mientras esta “democracia de la UBA” deba ser defendida con vallas en cada una de las sesiones de Consejo Superior (su órgano máximo de gobierno) no hay tal normalidad. No puede pretenderse imponer la normalización por la fuerza.
Nos negamos a creer que la normalidad incluya a futuros rectores que a través de negociados como el Centro Universitario de Idiomas (CUI), la universidad paralela arancelada CAPACITARTE UBA sólo utilicen la plataforma política de la UBA para fines que nada tienen que ver con la educación pública.
Sobre la relación de la UBA con la sociedad y el mercado
El futuro rector de la UBA afirma que “no tiene miedo de hablar del sector privado”; es importante poder observar la concepción que se expresa ante estas afirmaciones. La relación entre la Universidad y el medio no son las problemáticas de las mayorías que solventan diariamente nuestros estudios sino la relación que pueda entablarse con la sociedad a través de las empresas. Menciona el rol ético y de responsabilidad social como ejes de trabajo, cabe preguntarse entonces, ¿desde qué ética se avala la falta de insumos y el vaciamiento del Hospital de Clínicas que depende de la UBA? ¿Desde qué responsabilidad social (terminología directamente asociada al mundo empresarial) se intervino frente a las últimas inundaciones en Capital Federal y Gran Buenos Aires?
Sobre el futuro de la UBA
El próximo rector se encuentra con el flamante jefe de Gabinete Jorge Capitanich para hablar del futuro de la UBA y disponer del Congreso de la Nación para la elección de rector el próximo 5 de diciembre violando el mismo estatuto que dice defender. Las asambleas universitarias de 2006 y 2009, donde el mismo Barbieri fue electo como vicerrector, se realizaron por fuera de las dependencias de la UBA tal como establece la normativa.
Desde la FUBA fuimos al encuentro de una de las experiencias de avanzada en la democratización, la Universidad Nacional de La Rioja, la UNLAR. Nuestra idea era nutrirnos de las mejores experiencias para pensar el futuro de la UBA. En las calurosas tierras del NOA se levantaron contra un régimen antidemocrático y dieron por tierra con todos los decanos, rector y vicerrector. Poniendo en pie un proceso estatuyente que aún se encuentra en curso y que quedará en la historia como uno de los hitos más importantes en la historia de movilización de la provincia.
Tal como decían los estudiantes de 1918 en Córdoba, en el Manifiesto Liminar que recorrería el continente entero, “se nos acusa ahora de insurrectos en nombre de una orden que no discutimos, pero que nada tiene que hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho sagrado a la insurrección”. Por eso mismo estaremos en las puertas de esa asamblea universitaria antidemocrática denunciando a quienes quieren imponernos el modelo de universidad al servicio de sus intereses. Estaremos exigiendo la democratización de las decisiones de nuestra universidad porque queremos una universidad de excelencia y vinculado a innumerables problemáticas que afectan al pueblo trabajador.