La preocupación de los ciudadanos acerca del lugar que tiene Argentina en el mundo es un reflejo normal, dado que las opiniones de muchos especialistas insisten sobre esa cuestión. Los más memoriosos recordarán que se decía en el 2002 que “nos caímos del mapa”. Pero seguir con ese latiguillo hoy en día no tiene asidero y es meramente retórico, como lo mostraremos a continuación.
¿En qué lugar del ranking de potencias económicas se encuentra Argentina? El lector puede pensar un número antes de conocer la respuesta, y seguramente podrá verificar si es un “optimista” o un “pesimista”, si está bien informado o mal informado, acerca de la situación actual de la Argentina. Existen muchas maneras de medir la “riqueza de las naciones”: algunas hacen más hincapié en la distribución de la riqueza, otras en la infraestructura, incluso las más novedosas toman en cuenta indicadores ecológicos. Sin embargo nos parece más adecuado volver al ranking por PBI, en el cual el número 1 es Estados Unidos y el número 2 es China. Ese ranking es el que, al fin y al cabo, permite sentarse en determinadas mesas de negociaciones a nivel mundial, ser parte de las grandes decisiones a nivel mundial, es decir: tener un lugar relevante y reconocido como tal por sus pares.
Los datos del Banco Mundial nos muestran que la evolución de nuestro país en el ranking por PBI fue decreciendo desde los años 60 y hoy se ubica en el puesto Nº 21, medido por paridad de poder adquisitivo. Esto nos ubica detrás de las principales potencias (Estados Unidos, Alemania, Japón), los grande países continentales (China, India, Rusia, Brasil, México), los “clásicos” (Francia, Gran Bretaña, Italia, Canadá, Australia) y los “nuevos ricos” (Corea del Sur, Taiwán, España).
Argentina se encuentra en un pelotón junto a Polonia, Países Bajos, Arabia Saudita, Indonesia, Turquía, Irán, Tailandia y Sudáfrica, que pelean por entrar en el “Top 20” mundial. Para los que estamos atentos a lo que ocurre en la economía mundial, estos datos no son sorprendentes y eso explica por ejemplo que Argentina sea parte del G-20 (en el cual la Unión Europea va como un todo), o que tenga tanta impronta en la ONU (como presidente del G-77).
¿En qué puesto nos encontrábamos en 1962? En el 9º puesto de ese ranking, que no computaba por aquel entonces a la Unión Soviética. Luego de la década de mayor crecimiento de la posguerra, en 1974, Argentina estaba en la posición nº 14, siendo superada por Alemania, Brasil, Australia, España y Países Bajos. La dictadura militar, sin dudas el período más nefasto tanto en lo económico como en lo político, nos dejó en 1982 en el puesto Nº 21, siendo superados por México, Arabia Saudita, Irán, Suecia, Suiza, Bélgica e Indonesia. En 1996, en lo mejor de la Convertibilidad, la posición de Argentina seguía en el puesto Nº 20. En 2003, cuando arranca el kirchnerismo, nuestro país ocupaba el puesto Nº 35 en el ranking mundial. Desde 2007, cuando empezó la crisis mundial, superamos a países como Austria, Dinamarca, Sudáfrica y Grecia.
Entonces, lejos de las profecías derrotistas, Argentina se encuentra más cerca de entrar en el círculo privilegiado del “Top 20” que del “infierno” que vivimos con la devaluación del 2002, y en el que están por caer varios países europeos. Para eso es necesario lograr 10 años más de crecimiento económico, aunque no solo eso: también debemos seguir mejorando la distribución del ingreso, continuar invirtiendo en infraestructura, y lograr un equilibrio entre desarrollo y ecología. Solo de ese modo el logro de mejoras económicas tendrá un sentido para la población.