Que impresionante basura terminó siendo la Revolución Cubana, nos ha sorprendido su pestilencia incluso a los que creíamos esperar todo tipo de oportunismo de su parte.
Lo más vergonzoso no es que Fidel y Raúl ahora entreguen el país al gran capital, sin permitir a los pequeños y medianos empresarios cubanos desarrollarse y tomar esas posiciones del mercado.
Ya que reniegan incluso de los últimos flecos del paripé socialista que venían sosteniendo para autoengaño únicamente de los acólitos incondicionales, podrían permitir que fuese una nueva y promovida clase empresarial cubana, de dentro o fuera de la isla la que protagonizase el cambio.
Sin embargo lo peor no es eso, sino que se amistan con EEUU, cuna de innumerables valores democráticos, civiles, culturales, artísticos, de vanguardia en el mundo, y resulta que lo primero y único que reciben es a Paris Hilton y de Inglaterra a Naomi Campbell.
No es causal, es un símbolo que marca una tendencia, un deseo profundo que viene de lejos, postergado mientras se pudiese vivir de otros mecenazgos.
Vaya embuste que es y fue la Revolución y sus dirigentes.
Me encantaría verles la cara ahora a los que gritaban desaforadamente golpeándose el pecho: ¡Socialismo o Muerte!, amenazando a todos aquellos quienes admirábamos de los países occidentales, sus derechos de expresión, de pluralidad, libertad cultural, ¿qué nos dicen ahora? ¿ que Paris Hilton es representante de los trabajadores explotados de los Estados Unidos, o una luminaria progresista o un icono de vanguardia contracultural?
En parte no niego mi satisfacción de que vayan mostrando sus inmundicias, las que siempre tuvieron y conocíamos muy bien, pero que mantenían semi ocultas ¿Cuál es el discurso ideológico ahora para alienar y alinear a los obsecuentes de la “izquierdosidad” (no confundir con el verdadero izquierdismo).
A raíz de la visita de estas luminarias norteamericanas e inglesa a La Habana para contribuir con un baño de cultura a la isla, la militante Naomi Campbell y la ilustre Paris Hilton, dos incansables luchadoras por los derechos civiles del hombre desposeído desde temprana edad en sus países, ejemplos culturales, artistas irreverentes de primera línea, revolucionarias en cuanto renglón se las analice, me han hecho recordar dos cositas.
Una que me sugirió la foto del festejo con algarabía incluida del primogénito de Fidel y la primogénita de Hilton, ex constructor del Hotel donde yo recalé en La Habana y viví tres años mitad tristes y mitad luminosos, es que ambos sienten orgullo de su inutilidad supina, de ser célebres únicamente por los desmanes o negocios de sus respectivos padres.
Y la segunda cosa que recordé, es que en Cuba el poder absoluto, la vida y la muerte de la gente, pertenecía a Fidel, el Ejército entero pertenecía a su hermano Raúl, la ganadería vacuna a su hermano mayor Ramón Castro, la Federación de Mujeres Cubanas, a la esposa de Raúl y cuñada de Fidel, Vilma Espín, el destino de la Física Nuclear lo dictaba el flamante admirador de Paris Hilton, Fidel Castro Balart, el hijo de Fidel, hoy el béisbol de todas la isla está a cargo de otro hijo de Fidel, el ejército estará dentro de no mucho a cargo de un hijo de Raúl y sobrino de Fidel, y para ponerle la tapa a la botella, incluso lo contestatario está en manos de ellos, la dirección de los grupos de LGTB, de la comunidad homosexual cubana está en manos de una hija de Raúl, aunque a mi juicio, ésta es más auténtica, podría estar en ese puesto también por méritos propios, pero no deja de ser una sobrina de Fidel y habría que ver como hubiese continuado su apuesta del lado de los marginales más denostados desde el machismo y la homofobia de la Revolución, una vez que hubiese recibido los primeros palos por defender tal desviación de la “hombría revolucionaria” como decía su tío.
Esto me lo recordó el hecho de que Fidelito fuese raudo a darle un abrazo a otra inútil hija de un poderoso,
Me pregunto cuántas monarquías, dinastías o dictaduras modernas, e incluso históricas, presentaron semejante panorama de una falta de pudor total, quizás haya que irse muy lejos en el tiempo, a la extensísima dinastía Ching para encontrar nepotismo de tal amplitud.