Alfonsín y el camino de Frondizi

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

Ironía sutil del destino. A cinco años de su muerte, Raúl Alfonsín sigue el camino histórico de Arturo Frondizi. El de la previsible idealización nacional.
En general, en la Argentina, el que se muere pierde.
Pero en los casos de Frondizi y Alfonsín la muerte, en cambio, dignifica. Agiganta. Mejora. Enaltece. Hasta consolidar la magnitud de estadistas.
Una categoría que a ambos -en vida- les costó que les reconocieran.

Difusas veleidades del oportunismo interpretativo.
Resulta que ahora se reivindica en exceso a don Arturo Frondizi
Se valoran las tesis del desarrollismo, que en su momento se descalificaron.
Lo rescata desde Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas), hasta Mauricio Macri, El Niño Cincuentón. O Roberto Lavagna, La Esfinge.
A la hora de buscar un ejemplo memorable se recurre, para salir del paso, al pobre Frondizi. Pero en el podio de los rescatados ya se encuentra también don Raúl Alfonsín.
En el país donde siempre se finge hablar en serio, la unanimidad en el elogio comienza a ser sospechosa.

Transformadores

El Frondizi transformador que hoy se mitifica es aquel que, en alianza con el peronismo proscripto, y con la franja del radicalismo intransigente, gana las elecciones de 1958. Junto a Alejandro Gómez, venció a don Ricardo Balbín, un prócer venerable pero menos valorado. Destacado por la actitud de un salto. Del abrazo con Perón y del discurso sentido (el “viejo adversario” despedía “a un amigo”).
Aludir a Frondizi implica homenajear también al influyente Rogelio Frigerio, El Tapir.
Pero los desarrollistas fueron desalojados del gobierno en marzo de 1962, a los empujones. Después de haber padecido la intolerancia estúpida de 23 planteos militares. La sortija del cargo presidencial, sin el menor poder, iba a quedar para el olvidable José María Guido. Una suerte de Raúl Lastiri de los sesenta. Un anticipatorio Bordaberry local.
Siempre con el peronismo proscripto, en 1963 triunfó el radicalismo “del pueblo” con Arturo Illia. Con apenas el 22 por ciento de los votos. Guarismo que repetiría Néstor Kirchner, El Furia, otro repentino desarrollista. 40 años después.
Sin embargo el Frondizi que fervorosamente suele rescatarse como estadista visionario cierra el esplendor de su vida pública en 1962. Aunque el pobre no se murió ese año, como le hubiera convenido. Cuando tenía 54. Al contrario, don Arturo decidió sobrevivir 33 años más. A los efectos de cesar recién en 1995, a los 87.
Son 33 años de vida que los idealizadores contemporáneos, para no complicarse, prefieren no registrar.

Por más que Frondizi apoyó con Frigerio al Perón que retorna triunfalmente en 1973, el ingrato General decidió no entregarle a los desarrollistas el manejo de la economía. Optó por José Ber Gelbard, El Soviético.
Y por más que en 1976 ambos (Frondizi y Frigerio) aguardaban, con resignada complacencia, la irrupción irremediable del facto, los militares -también ingratos- tampoco tomaron en serio las recetas milagrosas del desarrollismo, para sacarnos del estancamiento. Optaron por don José Martínez de Hoz. Para facilidad conceptual de los analistas maniqueos de la izquierda, que en su indolencia aún interpretan que el golpe de marzo de 1976 se efectuó para implantar un modelo económico neoliberal.
Macanas. Los facciosos providenciales (que se entregaban a la prioridad de la carnicería) llegaban con el cuento de “achicar el estado para agrandar la Nación”. Pero no achicaron un pepino. Al contrario.
La transformación de la economía transcurrió exitosamente durante el facto de Chile. Pero no tuvo el menor lugar durante el facto argentino.
Otra prueba que acentúa las diferencias entre los procesos de Argentina y de Chile. Distancias que aquí no la certifican los demócratas. La brindan los golpistas.
En Chile se mató con énfasis, pero se ordenó la economía. En la Argentina sólo se mató, a canilla libre, pero destruyeron también la credibilidad y la economía se fue al descenso.
La transformación (que hoy se descalifica) debió encararla Carlos Menem. Desde las dificultades de la democracia, junto a Domingo Cavallo, su Frigerio personal.
(Es de esperar que en un par de décadas, y a partir de la dinámica patológica, Menem sea también otro idealizado. Para seguir el camino tardío de Frondizi y de Alfonsín).

Paradojas

Después del derrocamiento, los desarrollistas sólo quedaron vinculados al manejo del poder como consecuencia del manejo ideológico del diario Clarín. Cuando Clarín aún no era ningún Grupo (Ver, al respecto, “Diario de la Argentina”, novela maldita del director del Portal).
En los setenta, los aventureros de los otros partidos les tributaban alguna importancia a la dupla Frondizi-Frigerio sólo para aparecer entre las páginas de Clarín.
Hasta que Héctor Magnetto, el destacado “tenedor de libros”, a los 35 años, no tuvo reparos en asumir pragmáticamente la ética de la traición (a Frigerio). Para entusiasmar a la señora directora Ernestina con la perspectiva de sacarse de encima a los desarrollistas molestos. Se imponía expulsar a los fastidiosos. Por entonces todos creían que Clarín era el diario del desarrollismo cuando ocurría, en realidad, lo contrario. Si el desarrollismo mantenía alguna remota vigencia era por manejar las páginas de Clarín.
En cuanto Ernestina, de memoria, en un discurso de aniversario dijo que “Clarín no tenía más amigos privilegiados”, las ideas desarrollistas se fueron al precipicio. Quedaron depositadas en la marginalidad minoritaria de la lona.
Pero aún transcurría 1981 y aún ni Frigerio ni Frondizi proyectaban morirse. A don Arturo le quedaban 14 años que es preferible olvidarlos. Descartarlos para tranquilidad de los idealizadores de entrecasa. Y a don Rogelio le quedaban 25 años más.
Debe aceptarse que ninguno de los dos la pasó nada bien durante el gobierno del doctor Alfonsín. En el tramo de “la democracia recuperada”. Peor aún, puede asegurarse que, cuando se lo quería hacer engranar al “Gallego Alfonsín”, bastaba con compararlo con Frondizi. Quien completaba, a esa altura, la parábola que envolvió su vida como una paradoja. Y que incita a sospechar que el ejercicio de la política es letal para los intelectuales de vanguardia. Aunque tuvieran -como Frondizi- una arquitectura superior.
Porque aquel Frondizi progresista que en los sesenta pretendía modernizar se había convertido en los ochenta en un viejo reaccionario, que se recostaba sobre la derecha menos racional, manifestaba contra el divorcio y era, para los periodistas especializados (como el que escribe), la mejor fuente para tratar el latente tema militar. En voz baja, como en susurros. Sobre todo a partir de las ceremonias rupturistas de los carapintadas que generaron aquella semana santa de 1987. Con el epílogo que resultó fatal para la credibilidad del gobierno alfonsinista. Y para las ambiciones de permanencia. De implantar el Tercer Movimiento Histórico que se diseñaba desde el Grupo Esmeralda. A los efectos de superar al imposible peronismo que -en otra paradoja- se renovaba. A partir del modelo alfonsinista que culturalmente lo colonizaba.
Desprestigiado, debajo del olvido, don Arturo murió finalmente en 1995. En la plenitud del menemismo que se reelegía, justamente, gracias a la indulgencia interesada de Alfonsín. Que facilitó, como gran estadista, el Pacto de Olivos que deja algunos puntos más enigmáticos que oscuros, para tratar entre la perversidad de otro despacho (consultar al respecto a Luis Barrionuevo, Coti Nosiglia, Carlos Corach, Gabriel Romero y Hugo Anzorregui).

Alfonsín, modo de empleo

Ironías de la historia. Hoy Alfonsín se encuentra en el mismo camino de la canonización que lo estampilló a Frondizi como el gran estadista incomprendido.
No hay quien deje de rescatar al “padre de la democracia” y hasta el prolífico escritor Eduardo Duhalde lo hizo protagonista de su último libro.
El cristinismo se propone absorber lo más redituable de Alfonsín con una multiplicidad de homenajes que comenzaron en vida. Cuando don Raúl, para ser exactos, ya era un opositor inofensivo que mostraba las huellas implacables del deterioro físico. Y cuando La Doctora, delante de las cámaras de la cadena nacional, le tomaba la cabeza, con una sobreactuación de maternal ternura, mientras inauguraban un busto que ni siquiera -pobre- se le parecía.
Hasta en el campeonato de Fútbol se disputa la copa Raúl Alfonsín. Modo de Empleo, para todos y todas.

Se viene la franja de De la Sota

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

“¿Qué hacemos aquí?”, preguntó José De la Sota, El Cordobés Profesional -según la Garganta- al colega gobernador Beder Herrera, El Eduardista.
Pares que fueron convocados por José Luis Gioja, El Flaco que Vuelve. Para el asado del reencuentro, en Remonta y Veterinaria.
(Otro gobernador creyó que se trataba de un club social. Desconocía a Remonta como dependencia del Ejército).

Churrascos castrenses

El “aquí” es el Partido Justicialista, para el Portal el PJV. El agregado es la “v” de Vegetal
Sin embargo, De la Sota persistió en el asado militar. Como El Beder, o el pobre Pérez, El Paco, incluso Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol. O Gildo Insfrán, El de la Provincia Escriturada.
Padecieron, por relativa educación, la melosa perorata de Jorge, El Distraído.
Es -Jorge- el gobernador de La Pampa que supo clavar la garrocha, para elevarse desde Santa Rosa.
De depender de Verna, El Rebelde, Jorge saltó en garrocha hacia el cristinismo más tenaz.
Con la portación sana de fervoroso cristinismo Jorge pareció competir, en la materia, con el ausente Sergio Urribarri, El Padre del Gobernador de Punta.
Es -Urribarri- el precandidato presidencial que cuenta con el discutible atributo de ser un desconocido. Aunque bastante original. En vez de trasladarse hacia la última moda de Nueva York (como Massa, Scioli, Urtubey y Macri), el entrerriano prefirió iniciar el proselitismo geopolítico en China.
Entre los chorizos, las mollejas y los churrascos castrenses, los gobernadores debieron padecer, por si no bastara, también a José Alperovich, El Ruso del Camello.
Está irreconocible -Alperovich- desde que se bajó del camello de Dubai. Junto a su esposa, la senadora Rojkés, La Desplazada.
Ocurre que Rojkés debió ceder compulsivamente el sitial del privilegio sucesorio. De un tucumano el sabot pasó justamente hacia el rival cultural santiagueño.
Hacia Gerardo Zamora, El Neo Juárez, Radical Kash que aporta, al esquema cristinista, tres senadores invalorables, más siete diputados.
Hasta la siesta de Santiago del Estero hoy consolida el sueño del cristinismo.
Para colmo, Alperovich cree tener resuelto el dilema de la propia sucesión. Bien atada. Consiguió la luz verde de La Doctora para postularlo a José López, El Neolopecito.
Es -López- un viejo crédito del Portal, desde los inicios. El Neolopecito es un baluarte del negocio de la vivienda. Debería confiar en que nadie, en adelante (ni Lanata ni Nico Wiñaski ni Alconada) se le introduzca entre los abnegados sobreprecios del sistema recaudatorio. Fue particularmente desfachatado desde los inicios del modelo productivo. No olvidar el desayuno de trabajo en el Hotel Intercontinental, para presentar el “encargado de los asuntos especiales” (ampliaremos, sólo si viene al caso).
Lo que sorprendió, en cambio, fue el cristinismo tardío y repentino del gobernador Urtubey, El Bello Otero. Como si el salteño quisiera preventivamente desprenderse de la onda expansiva que lo vincula, acaso a su pesar, al diablo Sergio Massa, Aire y Sol II. A través de la orientación medular de la señora Graciela Camaño, La Negra.
Como Urribarri, El Bello Otero amaga también -por supuesto desde Nueva York o Washington- con disputarle la sucesión del modelo transformador a Scioli, quien, si aún se sostiene, es por un milagro. O por su infatigable vocación para poner rostro de mármol e ir “siempre para adelante, con fe y esperanza”, Aire y Sol, Coppertone para Todos (cliquear). Aunque lo hostilicen desde la totalidad de los frentes disponibles. El docente gremial, en primer plano.

El redil del PJV

Hasta que llegó Milton Capitanich, El Premier
Es -Capitanich, El Montenegrino- el gobernador que desembarcó como presidenciable, desde Chaco a Buenos Aires, para producir pronto la decepción más conmovedora de 2013. Hasta transformarse en un maestro de ceremonias. Y estabilizarse en la meseta actual, en carácter de locutor.
El Premier llegó -como se sabe- acompañado del interventor Carlos Zannini, El Cenador, justamente el causante fundamental de su desventura. Consta que la declinación de Capitanich comenzó, para ser exactos, cuando no puso las virtudes del coraje que correspondía, durante la crisis policial de Córdoba. Fue cuando Zannini convenció a La Doctora acerca de la inconveniencia de enviarle gendarmes para ayudar a De la Sota. Se le incendiaba la provincia, pero con el beneficio colateral de acabar con un fuerte opositor. E intervenirle Córdoba.
La irresponsabilidad fue compartida entre El Premier, El Cenador y La Doctora. Pero finalmente lo victimizaron los tres juntos a De la Sota, que debió ponerse las pilas y ocuparse en pleno de Córdoba.
Pudo sobrellevar el incendio y tomó más distancia aún del cristinismo. Aunque, en simultáneo, pugnara por resolver los temas pendientes entre Córdoba y la Nación. Y activar los juicios que se encuentran debidamente estancados en la Suprema Corte. De los que dependen muchos mangos para su provincia.
El ingreso de Zannini y Capitanich desbarató el ostensible esfuerzo que compartían los unificados Gioja y Scioli. Consistía en acercarlo a De la Sota, hacia el redil del PJV. El partidito vegetal que invariablemente va a ser presidido por Fellner. Premio a la constancia, y a la meritoria carencia de ambición.
“¿Que c…hacemos aquí?”, confirma la Garganta que preguntó otra vez De la Sota.
Porque descuenta, según nuestras fuentes, que el manejo cristinista de este PJV sólo le deja una alternativa. Irse. Escaparse. A los efectos de armar algo diferente. Un proyecto que, como corresponde al Cordobés Profesional, ya lo tenía armado. Pensado desde mucho antes de los churrascos castrenses.

El efecto de la Iglesia

Irse del PJV de ningún modo significa irse del peronismo.
Con admirable firmeza, desde las tradicionales vueltas a la rotonda, Massa supo armar La Franja de Massa. A través de la invención del Frente Renovador, para salir por fuera de la estructura del PJV. Pese a las intenciones de evitarlo de Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas). Alucina Duhalde con la receta imposible. “Massa gobernador/Scioli presidente”. Tortitas negras.
Se viene la Franja de De la SotaDe la Sota también, según nuestras fuentes, se propone la gestación de un invento similar. La construcción del proyecto presidencial a partir de otro sello menos relevante. De los tantos sellos respetables que se ofrecen en alquiler, y no precisamente en liquidación. A los efectos de llevar adelante su manera presentable de entender al peronismo. Un fenómeno “social cristiano”.
Para aplicar -al verbalizado estilo Ruckauf- los lineamientos de la “doctrina social de La Iglesia”.
Con la diferencia que doce años atrás, cuando estaba vigente la sonrisa de Ruckauf, aludir al cuento de la Iglesia producía un efecto incuestionablemente menor.
Pero como definió el Portal, El Vaticano, hoy, representa un nuevo Puerta de Hierro.

La Franja de De la Sota, cuya creación se anticipa, incorpora un poco más de dispersión en la fragmentada cultura peronista. Y fortalece probablemente la creencia en que emerge el turno (engañoso) del no peronismo. Una suerte de ola irresistible. Macri-Sanz.
Para convertir a La Doctora, estratégicamente, a partir de 2015, en la jefa virtual de la oposición.

La izquierda consolida a Milani

Escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

“Milani la hizo muy bien” confirma la Garganta.

La izquierda, con su impugnación movilizadora, lo favorece al teniente general Milani, El Irresistible Seductor de Sexagenarias, protagonista primordial de “El Factor Milani”
Con su estremecedora ingenuidad, la izquierda y el radicalismo lo consolidan a Milani como el verdadero jefe. Ante los pares que, hasta hace muy poco, lo resistían. 
La cuestión que hoy Milani los tiene, por su bolso, a todos en su bolsa. Casi rendidos a sus pies. Dispuestos para celebrar hasta sus fiestitas, o legitimar su admirable enriquecimiento. Y hasta para recibir, si viene al caso, alguna apaciguadora moneda de los fondos reservados. A los efectos de resolver cualquier problema puntual de la institución.
Para comprar borceguíes, componer un camión o cargar de carne las parrillas.

Apenas Milani encuentra alguna resistencia, según nuestras fuentes, en el Secretario de Seguridad, el coronel (doctor-senador) Sergio Berni, El Licenciado Serial. Quien, si no lo enfrenta, es por un pedido especial de La Doctora, que les ordenó a los dos.
“Llévense bien, los ministros no los van a molestar”.
Pero ningún ministro se encuentra en condiciones de molestar a dos de los funcionarios más gravitantes del cristinismo. 
Ni Agustín Rossi, El Chivo Decorativo, en Defensa, a Milani. Y mucho menos la ministra Cecilia que Berni mismo se designó. A la carta.
Sin embargo, de quien más desconfía Milani es, según nuestras fuentes, de un segundo de Berni. El “Negro Galeano”.
A Galeano lo degolló Milani en una de sus purgas de Ejército. Pero Berni lo recogió. “No podés perderte éste cuadro”, le dijo Berni a La Doctora, que daba luz verde a cualquier pedido de Milani.
Y El Licenciado Serial, cuentan, se lo sumó.

Otro foco, más de desconfianza que de resistencia, Milani lo tiene en el Estado Mayor Conjunto, que cree manejarlo como si fuera una dependencia de la Jefatura II. Es donde manda el general Carena, al que Milani no respeta, aunque aquí coincide con todos los que conocen a Carena.
El inconveniente es que Carena trafica su propia relación especial con Carlos Zannini, El Cenador. Es un armado de las mujeres de ambos.
Pero como suele suceder en el cristinismo, son los segundos los que, en este oficio, irritan más que los primeros. 
Más que Carena el que lo fastidia a Milani es el general Cundom, Cambá. O El Monito. Comandante –para colmo- Operacional.

Cartón lleno

En los setenta, como corresponde, Milani pudo haber sido un meritorio represor en La Rioja y en Tucumán.
Es precisamente de donde parten las denuncias que motivan que el Cels, el Ganges purificador (que tantas veces lo purificó), le suelte la mano.
En los ochenta, casi también como corresponde, Milani fue otro carapintada más. Aunque mantenga el pretexto más válido. Haber estado ahí sólo para espiarlos..
Si se le suma también la sospechada participación en los episodios de La Tablada, Milani ya tiene el cartón lleno.
“Si estuvo en Tucumán es porque cumplió órdenes, como cualquier soldado”.
Nos lo dijo un coronel retirado que lo desprecia, pero por cuestiones morales. O, por lo menos, lo despreciaba. Hoy es otro Milani-dependiente.
Significa confirmar que Milani es, en todo caso, como cualquier otro militar del montón. Con la diferencia que “la hizo bien”.
Tan bien que se les metió, al cristinismo, por los diversos costados. Hasta llegar a ser el jefe de Estado Mayor General.

“El preso pude haber sido yo”

Como todo profesional de la inteligencia, Milani es experto en emitir los mensajes poli-direccionales.

Trasciende que, para no comprometerlo, antes de invitarlo a cierto casamiento, le advirtieron a nuestro personaje que el padre de la novia estaba preso en Marcos Paz.
Hasta en la mazmorra se supo lo que Milani le respondió:
“Voy igual. El preso perfectamente pude haber sido yo”.
Entonces, hasta los muchos que no lo quieren, hoy lo bancan.
Aunque  Milani aventure a la fuerza en los Operativos de urbanización.
“Son Dorregos de colegio secundario” confirma la Garganta.
Los suele armar con los chicos de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. Y con representantes de Madres de la Plaza, la constructora gigantesca y quebrantada.
Lo bancan aunque manifieste que está compenetrado con el modelo productivo que invoca el cristinismo.
Lo bancan desde los “retirados” que riegan geranios en los balcones, y toman café en el Solar de la Abadía, hasta los presos.
Brota cierta corriente de admiración y obediencia. Se sentían traicionados y olvidados, pero no tienen otra alternativa que confiar.
“Esperan que, en la primera de cambio, les clave un cuchillo tramontina por la espalda” confirma –o desea- otra Garganta.
Valoran –y hasta justifican- los deslizamientos que le sirvieron para llegar. Desde el manejo de los fondos de la Inteligencia.
Concedió, recaudó, les dio todas las listas y los datos que le pidieron. Hasta ganarse la confianza, en principio, de Nilda Garré, que lo miraba deslumbrada desde la cuarta adolescencia.
Y después se ganó la confianza de La Doctora, que es -junto a Zannini- quien maneja el “Factor Milani”. Un manejo del que Rossi (el ministro del área) queda recatadamente afuera. 
El Factor Milani ya extiende su manejo hacia las otras dos fuerzas, hoy apenas complementarias. La Marina y la Aviación.
Consta, incluso, que algún jefecito fue a quejarse ante el ministro Rossi. Porque Milani lo “mandaba espiar”.

Final del relato humanista   

Hoy los radicales, como los cruzados de la izquierda, utilizan el Factor Milani para la chicana conceptual. Para gastarla a La Doctora. Con afiches y reproches.
La presencia de Milani signa –de por sí- el final del relato humanista.
Con una estremecedora ingenuidad, estos opositores hostigan a La Doctora -por Milani- desde la izquierda.
Sin tener en cuenta que lo consolidan -a Milani- por derecha. En el plano que le interesa más. Político y militar.
No olvidar que el peronismo fue una de las pocas creaciones que al Ejército le salió más o menos bien. Hasta aquí, la única creación.
Claro que continuará. ¿Acaso alguien lo duda?

Los muchos que se fueron

sobre informe de Consultora Oximoron
Redacción Final de Carolina Mantegari

Introducción

Desprendimientos

Julio Bárbaro fue de los primeros en desengancharse. Aunque después de Gustavo Béliz, Zapatitos Blancos, junto con los Centauros Quantín y Campagnoli.
Jorge Yoma, en cambio, fue de los últimos en irse.
En el medio se les rajó Alberto Fernández, El Poeta Impopular.
Para completar la síntesis introductoria, se les fue Sergio Massa, Aire y Sol II.
Hoy Bárbaro, Yoma y Fernández se encargan pacientemente de demoler, en los medios, el relato cristinista que ayudaron a construir.
Pero es Massa quien le asesta (al relato) el máximo golpe. Cuando se decide electoralmente a enfrentarlo. Y le gana.
Merece indagarse el sustancial alejamiento de Miguel Bonasso.
Fue Bonasso el que aportó -acaso sin sospecharlo- la idea escenográfica que se transforma en el emblema vertebral que los sostiene. La Cámpora.
De todos modos, son dos los desprendimientos que supieron ser los pilares principales. Facilitaron oportunamente la implantación incuestionable de la hegemonía kirchnerista. Representan la comunicación y la institucionalización del trabajo.
Son Héctor Magnetto, El Beto -o sea el Grupo Clarín-, el enemigo desde 2008, y Hugo Moyano, El Charol, excluido del palacio en 2011.
Con el acompañamiento de ambos, Néstor Kirchner, El Furia, gobernó y edificó las bases más sólidas del poder que hoy -invariablemente- se diluye.
La enumeración de los desprendimientos no persigue instalar ningún reproche efectista. Ni descender al territorio fácil de la chicana.
Sirve apenas como elemento informativo para tratar lo que Oximoron, en su informe, califica de “tergiversaciones”.

Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron

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Partir en silencio

Aquí debe rescatarse a Sergio Acevedo. Primer titular del Servicio de Inteligencia y después gobernador de Santa Cruz. Acevedo se les fue enojado, pero en silencio. Al tratarse del ex jefe de espías, o sea de un profesional de los secretos más sensibles, el Caso Acevedo debió haber registrado cierta gravedad. Pero pasó sin inconvenientes al tercer plano. Para refugiarse -el sujeto- en el lento olvido de su cátedra.
En silencio, también se les fue el senador Nicolás Fernández. Otro representante de Santa Cruz. “El Fernández que valía”. Era la voz de “la familia” en Senadores. Hoy atiende su bufete de abogado.
Por el silencio optó también el doctor Esteban Righi, El Bebe. El Procurador padeció el maltrato respaldado de Amado Boudou, El Descuidista (hoy políticamente sostenido por cuatro glóbulos rojos y uno blanco).
El camino del silencio militante lo tomó el ex canciller Jorge Taiana. Otro que partió casi humillado cuando La Doctora le exhibió la ejemplaridad moral de Boudou. Como Clarin no lo castigaba, Taiana era mal visto en la corte y fue desplazado del ministerio. Para reaparecer, años después, con la irrelevante candidatura a concejal.
Otro menoscabado canciller fue Rafael Bielsa, El Pavo Real (apodo puesto por El Furia). Posteriormente Bielsa fue utilizado para participar en diversas elecciones, todas perdidas. Para reaparecer, años después, como Inspector del Sedronar.
Pero Bielsa y Taiana (que en su momento discreparon) continuaron igual con la defensa -casi inexplicable- del cristinismo.

Los críticos

Según Oximoron, desde 1983 hasta aquí, ningún otro plantel de gobierno contuvo tantos funcionarios que, al irse, no vacilaron en mostrarse repentinamente críticos. En opositores feroces, casi despiadados, de aquello que en su momento integraron. Para lucirse como exclusivas figuras que animan las emisiones del cable.
Habría que incorporar, en la lista, a Jose Nun, opaco Secretario de Cultura y frustrado embajador. Hoy Nun castiga al cristinismo con énfasis, aunque casi nadie lo registra.
O a Martín Redrado, ex titular del Banco Central, que se fue en medio de un digno escándalo. O al discreto y sobrio Alberto Iribarne, otro ministro y también embajador trunco. A la señora Graciela Ocaña, deslucida inspectora del PAMI y luego ministra inadvertida, muy activa hoy con el profesionalismo de la denuncia.
O Felipe Solá, gobernador y diputado. El máximo cuadro del felipismo resultó fundamental (junto a Randazzo, El Loco, que persiste) en la epopeya intensa de destruirlo a Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).
Aparte de haberlo instalado a Kirchner como presidente, Duhalde es otro prócer que también participó de los iniciales efluvios del kirchnerismo. Como Inspector del Mercosur.
El Informe Oximoron se extiende también en el caso, acaso prescindible, de Roberto Lavagna, La Esfinge, ministro heredado. Enlaza con el caso de Guillermo Nielssen, El Flaco, el eficaz renegociador de la deuda, que continuó como embajador.
Hoy Lavagna y Nielssen se destacan como hondos cuestionadores de la política económica (si es que puede llamarse así al conjunto de improvisaciones de Kicillof, El Gótico).
Participan del espectro difuso de la oposición. Como el embajador Gil, El Gauchito.

En cambio, el descuelgue fundamental de Alberto Fernández sirve para intentar la racionalización (o el agotamiento) del esquema cristinista.
Emerge Alberto como el antecedente inexorable de la partida tardía de Sergio Massa, que lo sucedió como Premier.
A Massa -Aire y Sol II- le bastó con desengancharse recién en 2013 para convertirse en el opositor más inquietante.
Resume Massa la constatación de una certeza. “Nunca existe adversario más peligroso que aquel que surge de la misma fuerza”.
Resta otra formidable lección para discutir: Los elegidos para terminar con el cristinismo son precisamente aquellos que supieron desprenderse a tiempo del relato cristinista.
Otros opositores abstenerse. Sobre todo los antiguos.
El premio grande nunca es necesariamente para aquel que critique antes.
Es para aquel que critique mejor. Que acierte en el momento indicado.

Tergiversaciones

En el tramo del epílogo, Oximoron advierte sobre el pretexto funcional de algunos de los que fueron colaboradores protagónicos. Se alude a la sensación de culpa anticipada.
Porque podrían ser señalados, en el futuro mediato, como colaboracionistas del fenómeno indigno.
Los muchos que se fueronLa gran tergiversación alude a la trampera intelectual de plantar, con cierta impunidad, que “con Néstor era diferente”.
Que los graves dilemas de la declinación se agravaron por los errores de La Doctora.
O por las desviaciones registradas a partir de la muerte (irresponsable) de El Furia.
“Cuando se perdió el liderazgo”. Lo sostienen quienes enuncian la tergiversación.
Solidifican la legitimidad de creer que La Doctora tomó por un camino diferente al de El Furia.
Que se enclaustró entre los incondicionales que se aferran a la alternativa única de su estrella.
Para desgastarse en la celebración grotesca de las equivocaciones múltiples que no asumen.
La evaluación de Oximoron marca exactamente lo contrario. Indica que es con El Furia que se instalaron los desastres seriales que aún se mantienen.
Culminan con la extraordinaria decadencia. Con la presente etapa lazarista del cristinismo.
Mientras tanto, se ejecuta el ajuste que, en simultáneo, se niega.
Y de los pilares de Magnetto y Moyano se pasó a gobernar con los dos pilares de Berni y Milani. Merecen otro informe.
El gobierno de La Doctora es, en definitiva, deplorablemente malo. Una sucesión de tergiversaciones que se improvisan para justificar otras.
Pero el gobierno ya era insalvablemente malo cuando vivía y lo conducía El Furia. Con el colaboracionismo consciente de muchos de los que, saludablemente, se desengancharon. En el país generoso que nunca detiene la rutina de brindar nuevas oportunidades.

Carolina Mantegari
Informe Oximoron-Redacción final