Depilación a la cera negra

Como el personaje de Hemingway, Sergio se alejó demasiado de la playa

Escribe Carolina Mantegari, Editora del AsísCultural, especial para JorgeAsísDigital

“Sergio no tiene una buena historia”, confirma el filósofo promisorio del arrabal. Cuentan que se lo dijo. “Interesa más la historia de Mauricio. Primero porque es rico. Porque estuvo secuestrado. Fue presidente de Boca, tuvo mujeres soñadas y, por si no bastara, es el hijo de Franco”.

A su criterio, en la fantasía colectiva y popular, Franco funciona como un Padrino, aunque no lo sea en absoluto. “En la cultura Argentina esa creencia funciona como atributo”, prosigue, y arriesga: “No olvidar que aquí, en el fondo, se venera a don Julio Grondona”. Continuar leyendo

Año de la esquizofrenia activa

Plena etapa lazarista del cristinismo. Matar al muerto. Cargarse a Lorenzetti.

Sobre informe de Consultora Oximoron

escribe Bernardo Maldonado-Kohen, especial para JorgeAsísDigital

La Doctora culmina con aire artificial el año de la esquizofrenia activa.

Sin el dramatismo de un miserable saqueo. Debe admitirse que Sergio Berni, El Licenciado Serial, trabajó bien. Merece estar nominado para la gobernación de Buenos Aires, o la Jefatura del Artificio Autónomo.

Puede Berni ser el punto de unión, incluso, entre La Doctora y Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol.

Berni trabajó en sintonía con la acción psicológica previa que diseñó su adversario interno. El camarada general Milani, Seductor de Sexagenarias. Continuar leyendo

La bacinilla de Francisco

La Doctora y Los Bonetistas marchan sobre Puerta de Hierro.

Tío Plinio querido,

Para diciembre el problema energético dista de ser grave. La solución es natural. La actividad cayó lo suficiente. Es la ventaja indirecta del desmoronamiento de la economía.
Entonces con la energía que hay alcanza para alumbrarnos a todos (y todas).

Para el cristinismo, tratar un conflicto, implica fomentarlo. No hay manera de salvarse. Ni “razonamiento lateral”, de los que Francisco pondera y recomienda.
Tratarlos significa avalar los alborotos que se vienen en las vísperas del verano. Las protestas irremediables de ciudadanos de pantalón corto y ojotas. Enojados por los cortes de electricidad que, en el fondo, no van a suceder. Es la suerte de convivir con la estanflación. Inflación más recesión. Estancamiento.

El diciembre de Harry

Ante cualquier problema, La Doctora suele recurrir a las enseñanzas de El Furia. Antes que la solución debe encontrarse siempre un culpable.
Primero fueron los fatídicos 90. Después, hasta un olvidado 7 de diciembre, fue Clarín. Pudo ser también Duhalde, el fantasma selectivo que los catapultó. Ahora son los buitres de Griesa. Y providencialmente aparece Kevin Sullivan, diseñado como un potencial Spruille Braden, en gestación.
La modalidad prospera. Porque el hallazgo último consiste en encontrar al culpable con anticipación. Antes que el problema anunciado se produzca.
La bacinilla de FranciscoEs el diciembre de Luisito Barrionuevo. Harry, como lo apodaba Triacca.
Aunque Harry, esta vez, ni siquiera se fue de boca. Rutinas del ejercicio transgresor de la palabra. Apenas le planteó a Clara Mariño (que se imponía en rating a Intratables, A dos voces y a Sylvestre) lo que cualquier desdichado sabe y teme. El alboroto habitual de los diciembres.
Ahora se descuenta que lo que se viene es por culpa de Harry. Si en diciembre se producen alborotos, por despidos o hartazgos, o si se arma algún saqueo, el instigador es siempre Harry. Barrionuevo.

La utopía de durar

A diario, tío Plinio querido, en cualquier parte, brota la pregunta. ¿Dura?
¿Usted cree que esto, así como va, puede llegar a diciembre de 2015? Por más que Francisco invierta voluntad y rezos en la utopía de durar.
Pasa que La Doctora twitea sin la menor credibilidad. Rodeada por los incondicionales que se fanatizan. Aplaudidores entusiastas que pronto tendrán que salir a pasear con pasamontañas.
La bacinilla de FranciscoPasa que La Doctora ya no puede aportar ninguna solución. Es parte sustancial del problema. De la mano de Kicillof, El Gótico que la obedece, va camino del foso.
Por más que Francisco les pida a los desopilantes argentinos que se obstinen en cuidarla. Por más que la reciba con almuerzos bimensuales. Y prosiga con el envío de las cartas conmovedoras, por intermedio de Eduardo Valdés, El Nuncio Móvil. Conductor virtual de la línea Bonetista. Una escuadra mística que integra Domínguez, El Lindo Julián, con Gaby Mariotto, El Pesado de Llavallol, Morenito, El Napia que Vuelve, y Maradona.
Por más invocaciones y eucaristías de Francisco, hoy cualquier pagador de sueldos acepta, en respetado off, que en tanto sigan La Doctora y El Gótico, a la Argentina no va a llegar una moneda.
“Nadie va a traer un p… dólar”, nos dijo un empresario asustado. Extranjero. Cabrero porque tampoco se puede llevar ningún p… dólar.

En el pozo y con pedanterías

La bacinilla de FranciscoHay declinación, sí, pero con arrogancia. En el pozo pero con pedanterías y desplantes.
Persiste la decadencia paulatina. De acuerdo, pero con ambiciones de ejemplaridad.
La agonía, aparte, tío Plinio querido, también es cierta, pero desafiante.
Trátase de una agonía guapa, casi pendenciera.
Muestras de simulada fortaleza en medio de la colectiva fragilidad.
Simples ideas para sintetizar el momento actual del país durante el ocaso del viento de cola. Con Fábrega, El Sensato Marginal, que ya no sabe cómo retener los dólares que quedan mientras la soja cae a 360. De todos modos, el cristinismo busca siempre culpables. Detecta las conspiraciones más sublimes, perfectas. En el esplendor de la paranoia son portadores de una audacia tan enternecedora como admirable.

La Doctora y Los Bonetistas se toparán con esta carta cuando lleguen a Roma. Para la marcha frecuente hacia la nueva Puerta de Hierro.
El Vaticano es la primera escala de la cruzada multilateral. Porque Argentina va a sepultarse en el grotesco de Naciones Unidas. A someterse al desgaste del pedaleo inter-sesional.
La bacinilla de FranciscoLa Doctora va a pedirle a Francisco la metafórica bacinilla. En la búsqueda del viento espiritual del santo. Alguien que es más peronista que ella pero que actúa en otra categoría, con el mundo como competencia, con incomparable profundidad de campo. Pero en simultáneo un Guardián que quiere ayudarla a sobrepasar el diciembre de Harry y hasta llegar al diciembre de 2015. Aunque no haya nadie que quiera impedírselo. Sólo La Doctora está trabada por la propia incapacidad. Nadie tiene el menor interés en rajarla.
Es por sus propios atributos que La Doctora roza la lona. Con el país puesto de sombrero, y con su comportamiento para tratar con la homeopatía. O la medicina elementalmente clínica.
Mientras tanto, los muchachos de La Cámpora reinstalan, desde La Paternal, la ficción de su supremacía imbatible.

Galletita amarga

La Cámpora es, en la práctica, tío Plinio querido, lo único políticamente vivo que le queda al cristinismo.
Son los que sostienen el desvencijado relato. Surrealismo o realismo mágico que impulsa la Revolución Imaginaria. Junto a una colección de Buscapinas sueltos que se aferran a los puestos y a los medios de comunicación. Y que cuentan con la impotencia colaboracionista del PJV. Partido Justicialista Vegetal.
Certifican con convicción que, de ser La Doctora de nuevo candidata, nadie estaría en condiciones de competirle.
Una galletita amarga que Macri, El Niño Cincuentón, se come en silencio. Sin rebatirla. Como si la dejara pasar. Como la come también Massa, El Renovador de la Permanencia, que sabe que ese fantasma se desvaneció el 27 de octubre del año pasado. Galletita que soporta el mismo Cobos, El Malvinero Sentimental, que la padeció durante tres años. Y hasta De la Sota, El Cordobés Profesional, al que quisieron cargarse el último diciembre. Es el único que podría ensayar una impostura peronista, que no sea vegetal.
La bacinilla de FranciscoLa cuestión que, en términos políticos, el cristinismo hoy cuenta las monedas para comprarse un pancho. Pero mientras tanto se atreve a juzgar la carta de La Tour d’Argent. O del Oviedo.
Son verdaderos maestros en el arte de tergiversar. De mandarla cambiada. Otra prueba de la vieja teoría del Portal. Indica que van siempre al frente. Con la iniciativa capturada y con el único glóbulo rojo que les queda. Cuando se frenan es sólo para tomar envión.

Final con la pecadora arrepentida

Desde el descenso del default (al que se ingresó por exclusiva decisión política), La Doctora pasa a la ofensiva oral. Hasta marcar la condición de proscripta.
Sin que importe el desaire explícito hacia el abanico de voluntariosos candidatos que se postulan para defender los trapos del modelo para tirar.
Desde el natural Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, El Esmerilado, hasta Urribarri, El Padre del Marcador. O Randazzo, El Loco de la Florería. También comen la galleta amarga del desaire. Urribarri se muestra como el más leal. Como si sobreactuara.
Pero La Doctora es la gran y única estrella. Trata a los postulantes como si fueran meros personajes de reparto. Extras que hacen “bolos” en la filmación.
Protagonistas austeros del banco de suplentes. Salen a jugar sólo cuando La Doctora tiene imposibilidad electoral.

Lo importante es que los cristinistas se las ingenian siempre para cambiar el eje. Para ocultar que la marcha hacia la Puerta de Hierro, de La Doctora y Los Bonetistas, es para suplicar por la bacinilla de Francisco.
Por el aire espiritual que debe ayudarla para continuar. Sin que nadie le aproxime la línea de llegada. Para que el final esté más cerca.

La bacinilla de Francisco

Dígale a tía Edelma que indague, en el Evangelio según San Lucas, sobre la parábola de “La Pecadora Arrepentida”. En casa del fariseo que almuerza con Jesús.
Cuando la pecadora llega “con un frasco de alabastro con perfume, se pone detrás de Jesús, y comienza a llorar. Con las lágrimas bañaba sus pies”.
Dígale a tía Edelma que se anote para recibir el servicio diario de Catholic.net. Por internet.
En su compu. A la mañana. Mensaje de Dios.

 

La Doctora y Menem, epílogos paralelos

Final de ciclos peronistas. Similitudes y diferencias.

Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

Para el desenlace de la historia sólo resta saber si el Scioli de 2015, en volumen político, va a superar al Duhalde de 1999.

En versión casi grotesca, quince años después se reitera otro final de ciclo peronista. Con el respectivo gobernador de la provincia de Buenos Aires, La Inviable, entregado al proyecto sucesorio.

Aquel Duhalde de 1999 mantuvo un clavado epílogo de derrota. Confirmó el maleficio esotérico de la gobernación. La condición de destino final, y no de mera escala intermedia, para una conquista de envergadura superior. Aunque ser un aceptable gobernador de Buenos Aires es tan dificultoso como ser un presidente eficaz.

Hoy Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, apuesta otra vez por la anulación de aquel designio que adquiere el carácter de fundamentada superstición. Con el objetivo de perforarlo. Sin repetir, en lo posible, el mal interrumpido de Antonio Cafiero, Oscar Alende, el propio Eduardo Duhalde, y tantos gobernadores que se propusieron después saltar hacia la presidencia. Para quedar colgado de los cables.

Sólo Duhalde, en cierto modo, alcanzó a quebrar el citado maleficio. Pero de un modo ultra-excepcional. Accidente previsible del sistema democrático.

 

Estilos imperiales

Acontece que aquel Menem del 99, o La Doctora de 2015, más allá de sus circunstancias, distaron de caracterizarse por producir continuidad.

Antes de destacarse como el Piloto de Tormentas (generadas), Duhalde logró imponer su candidatura. A pesar del escaso interés del presidente Menem, que invariablemente se iba.

Del mismo modo hoy Scioli, con suerte bastante relativa, trata de imponer la suya. A pesar del esmerilamiento cotidiano que le aplica La Doctora que -invariablemente- debe irse.

Consecuencia absoluta del estilo imperial para el ejercicio del poder. Típica del caudillismo peronista.

En la patología, el comportamiento de Menem parece unificarse con el que comparten Kirchner, El Furia, y La Doctora. Situados en las antípodas, en materia de ideología impostada. Del rumbo que, cada uno de ellos, le dio al peronismo, adaptable hasta el pragmatismo.

Por la inacción de sus conductores, el peronismo dejó de ser un Movimiento para transformarse, en los distintos periodos históricos, en un complemento apenas partidario. Un instrumento vacío para sacarlo a relucir en las vísperas de la competencia electoral.

Este Scioli de 2014 se muestra mucho más aferrado, en cierto modo, a los lineamientos compulsivos que baja La Doctora. Mientras aquel Duhalde, ya en 1998, plantaba diferenciaciones erróneas con el modo de empleo que bajaba Menem. Lujos que le facilitaron, en definitiva, la derrota.

En la previa de la campaña, Duhalde manifestaba claras disidencias con la política medular de Menem. Entonces pasaba por la Convertibilidad.

En cambio Scioli hoy se diferencia de La Doctora sobre todo en el estilo. En las formas que pulverizan el todo. Tiende más al consenso, a la cohesión, que a la confrontación, fenómeno que dejó de ser redituable.

Lo que atormenta a La Doctora, como lo atormentaba también a El Furia, en vida.

Sin embargo, al menos exteriormente, Scioli respalda cada una de las catastróficas políticas implementadas por el cristinismo que declina. Aún así, Scioli debe someterse a una especie de examen rutinario donde en general es aplazado. Con retos descalificatorios para cualquier dirigente normal. Pero que el personaje de la referencia ni los registra.

Como si las agresiones le resbalaran, el Milagro Scioli continúa, como si nada, con el atletismo positivista del Aire y del Sol.

 

Disolución en varias candidaturas

Otra diferencia sustancial de La Doctora de 2014 con aquel Menem de 1998 consiste en la perversidad de estimular precandidaturas, a los efectos de atenuar la postulación del gobernador de La Inviable Buenos Aires. Por peso prepotente de provincia, el gobernador siempre suele considerarse el candidato natural.

En algún momento Menem supo alentar al popular Palito Ortega (que fue rápidamente absorbido por Duhalde, que lo estampilló de vice). Y también hasta estableció alguna breve complicidad, a mediados de 1999, con la ambición recatada de Adolfo Rodríguez Saa, en una fórmula de literatura pendiente con Jorge Asís. Pero no pasó, por suerte, del amague.

En cambio La Doctora alienta la instalación de otras cuatro precandidaturas que sirven, en el fondo, para disolver con vaselina la postulación del gobernador de La Inviable.

Sergio Urribarri, El Padre del Marcador de Punta, catapultado por la potencia estructural de la Tía Doris. Domínguez, El Lindo Julián, con su tráfico admisible de francisquismo. O Florencio Randazzo, El Loco de la Florería. Cuesta mencionar también la carta de intención de Agustín Rossi, El Pollo de Milani.

Por lo que trasciende, semejante pluralidad que convoca a la abundancia de la oferta, no termina de conformar a muchos de los kirchneristas desasosegados de paladar negro. Los que más presienten la proximidad del final. Son los incondicionales que apostaron por la revolución imaginaria, que exhiben la conformidad hacia “las políticas públicas”.

Son los kirchneristas que no contiene Scioli. Los que renuevan las imágenes de la angustiosa soledad de aquellos menemistas que tampoco Duhalde podía contener.

 

Para salvar los trapos

“Nos vamos mal, no tenemos ningún candidato que nos represente”, confirma la Garganta K.

Como si se enfrentara, de pronto, a la desolación del fracaso prematuro.

Sin continuadores confiables, el kirchner-cristinismo se desvanece con celeridad. Persiste la tierra arrasada, y a los adeptos incondicionales les queda el consuelo de dedicarse a una suerte de resistencia, a los efectos de lograr el regreso triunfal de La Doctora. En 2019. El regreso que Menem no pudo consolidar en 2003.

Se explica que La Doctora, antes de partir, planifique ilusoriamente el regreso con gloria. Para aproximarse a semejante objetivo, La Doctora impone que los presidenciables del diluido Frente para La Victoria lleven la misma lista de diputados. Seleccionados, por supuesto, por ella. Por la próxima jefa de la oposición. Para oponerse a Macri, El Niño Cincuentón, o a Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia. Y también, por qué no, para oponerse, llegado el caso, a Milagro Scioli. Si no consigue desmoronarlo antes. Con estampillas y condicionamientos.

Los kirchneristas huérfanos de paladar negro también saben que, a medida que pasen los meses, y que se acorte el duro momento de la despedida, a La Doctora le será más difícil asegurarse el rol de la conducción. Y como ni los contiene Urribarri, que se dispone frontalmente a comprar -llave en mano- el kirchnerismo, en su versión cristinista, en el estado (piadoso) en que se encuentra. A pesar de la magnitud desgastante de Lázaro, El Resucitado, y del clavel inerte de Boudou, El Descuidista.

Urribarri compra la mercadería en bloque y en pie. Pero no logra entusiasmarlos.

Tampoco, hasta hoy, los contiene Domínguez, El Lindo Julián. Ayudado, en su caso, con su densidad espiritual, y por saberse depositario de la esperanza de determinados kirchneristas históricos como Eduardo Valdés, cada vez más privilegiado por La Doctora, por Carlos Kunkel, El Bataclano, Pepe Albistur y sus cartelones. Por su parte Rossi aún no encuentra ningún perfil y mantiene el discurso extraviado. Tampoco los contiene Randazzo, aunque suene, en este caso, a obcecación que deriva en injusticia. Como con Scioli, que bancó la totalidad de los arrebatos y aún no lo aprueban.

La última esperanza que les queda a los nostálgicos peronistas de la izquierda, que se encuadraron en el kirchnerismo, como a tantos buscapinas independientes que se referencian en Unidos y Organizados, es que se presente la candidatura de Jorge Taiana, El Inadvertido. Aunque sea meramente testimonial. “Para salvar los trapos”.

 

Soledades comparadas

La soledad de Menem, en el último año del poder, después de haberse desvanecido el intento equivocado de la re/reelección, contuvo la mansedumbre lenta y triste de alguien resignado, que no quería despedirse. Fue menos patética, en realidad, que la soledad de La Doctora. Después de haberse derrumbado el sueño de la Cristina Eterna. La pedantería del “ir por todo”.

La Doctora contempla el universo como si la humanidad siempre estuviera en deuda con la magnitud de su obra. Hostiga cuando puede a Scioli, ya de manera casi deportiva, como si fuera un comodín. La pobre cada vez habla con menos elegidos. La mayoría de sus funcionarios pueden verla para aplaudirla en los actos ya menos convincentes. Y su mecanismo de consulta y de toma de decisiones se encuentra cada vez más acotado.

Sobre el final, Menem pasaba largas horas de golf. O pensativo, solo, en Olivos, mientras tal vez Alberto Kohan, Jorge Rodríguez y Carlos Corach se encargaban de las tareas administrativamente rutinarias del gobierno que partía.

En cambio, en la plena crueldad de la etapa lazarista, La Doctora inicia sus consultas con Máximo, En El Nombre del Hijo, para terminarlas, según nuestras fuentes, en el propio Máximo.

Entre ambas terminales pasa el inmanente Carlos Zannini, El Cenador, acaso el próximo integrante de la Corte Suprema, a los efectos de encargarse de atajarle los penales posibles que se vendrán desde el lado de la Justicia. En medio de la peste de transparencia, de la epidemia de moralidad que vaticina el portal, de los bacilos de decencia que irreparablemente van a apoderarse de la Argentina.

Después de Zannini es el turno de De Pedro, El Wado, el instrumentador discreto y de criterio, que hizo un curso acelerado de resolución de problemas. Después probablemente, la consulta roce a Kicillof, El Gótico, al que considera genial y casi la arrastra, con desenfado y cierta jactancia, hacia el pantano. Para concluir el ciclo decisorio exactamente donde se inició. En Máximo. Sin que ningún exponente de la sociedad pueda imaginar, siquiera, el motivo. Para ocupar semejante rol, el muchacho debe ser necesariamente idóneo, certeramente eficaz. De una sabiduría conmovedora. La sociedad merecería descubrir, acaso, las claves secretas de tan invalorables atributos.

Oberdán Rocamora

para JorgeAsisDigital.com