El triunfo etnocéntrico de los unitarios

El poder se decide en Buenos Aires. 

Sobre informe de Consultora Oximoron, Redacción final Carolina Mantegari, especial para JorgeAsísDigital

Descartado Julio Cobos en Gualeguaychú, los exponentes del llamado “interior”, que aún se desgastan en la pelea grande, son dos. José Manuel de la Sota, de Córdoba, y Ernesto Sanz, de Mendoza.

En cierto modo queda también la señora Elisa Carrió, que es oriunda de Chaco. Aunque ella resolvió la conflictiva ecuación cultural. Se hizo porteña. Como el cordobés Fernando de la Rúa.

Ambos -Sanz y De la Sota- se encuentran aceptablemente distantes del objetivo explícito de conquistar la presidencia. Pegan cartelones. Declaran con frecuencia. Pero lamentablemente no prenden en las encuestas mezquinas.

Algo pasa en la Argentina que ya no emerge el riojano de los 90, como Carlos Menem. O mismo el patagónico de los dos mil, Néstor Kirchner, a quien Eduardo Duhalde le entregó el poder servido, en bandeja de tragamonedas.

Aún persisten tres exponentes del “interior profundo” que se proyectaron oportunamente como presidenciables. Continuar leyendo

Romance del Mauricio y La Doctora

Escribe Oberdán Rocamora

Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

 

En blanco y negro, El Romance del Aniceto y La Francisca es de los films más logrados de Leonardo Favio, el ingenio que nos falta. Se lo evoca apenas como punto de partida para tratar la enternecedora relación vecinal de La Doctora -lejos de ser la María Vaner de La Francisca- con Mauricio, El Niño Cincuentón, que poco tiene del Federico Luppi que hacía de Aniceto.

El romance político de Mauricio y La Doctora irrita por igual a los sensibles radicales -como Gerardo Morales, El Milagritos- y a los massistas ambiciosos como Darío Giustozzi, El Habitante Eterno del Cable.

Algo despechados, ellos creen asistir a las derivaciones graves de un pacto. Al contrario, la relación del Mauricio y La Doctora es, según nuestras fuentes, perfectamente cándida, platónica, casi naif. Aunque impregna de ternura la política swinger del sustancial 2014.

El entremés romántico, hasta hace tres días, era sólo telefónico. Aporta una tensión reconfortante a la parsimonia achanchada de Daniel, Mauricio y Sergio (cliquear). Consagrada miniserie del Portal que atraviesa la segunda época de sucesos.

El idilio facilita la convivencia. Atenúa los ataques devastadores del “anibalismo”. Posibilita la resolución de los temas pendientes entre los vecinos cordiales. Conversaciones que rozaban la problemática municipal. Con la idea de resolver los conflictos. Desde arriba se instruyen las soluciones, para que tres funcionarios casi familiares las concreten desde abajo. Viejos conocidos de la provincia de Buenos Aires, La Inviable.

Son Eduardo De Pedro, El Wado, y Florencio Randazzo, El Loco de la Florería, por parte de La Doctora. Y Emilio Monzó, El Diseñador, por el costado de Mauricio.

Desfila desde la culminación del tramo de la autopista hasta el traslado del jarrón chino del monumento a Cristóbal Colón.

Sin embargo la comunicación dejó de ser exclusivamente por telefonía celular. Fue La Doctora quien blanqueó el encuentro privado del primer tipo. El que debía mantenerse en el secreto.

Entonces Mauricio quedó como el “alma del bandoneón”. En “orsay”. Como en el tango.

 

Problemática nacional

Al adelantarse, La Doctora lo dejó a Mauricio fuera de juego. Como un caballero sin memoria, El Niño Cincuentón se bancó la desubicación. Como lo tratado sólo lo saben los dos, crecieron las especulaciones que aluden a la marcada preferencia de La Doctora. Para que Mauricio sea El Sucesor, en desmedro de El Enemigo, o sea Sergio, Titular de La Franja de Massa, y de El Esmerilado, Daniel, Líder de la Línea Aire y Sol (leer “El Enemigo, El Sucesor y El Esmerilado”).

El encuentro furtivo de los epígonos del Aniceto y La Francisca marca, pese al secreto, algunos cambios notorios. Es la primera vez que Mauricio se atreve a plantearle a La Doctora problemas nacionales. Nada tienen que ver con el erotismo municipal. Por ejemplo liberar las obstrucciones a la exportación de trigo. O colocar, en el momento cumbre del romance, la problemática que alude a una palabra que nunca debiera pronunciar un festejante educado. Inflación.

Ante el cambio del panorama, las segundas líneas de ambos gobiernos se esmeran en ostentar la obediencia. A creer que, entre los perversos tortolitos, está todo arreglado. Y que el mito bacheletiano (cliquear) de La Doctora puede convertirse en realidad. Por interesado amor, Mauricio se presta entonces para ser el Piñera que La Doctora necesita, para volver. Aunque aún ni remotamente piense en irse. Quedan alternativas. Ampliaremos.

No obstante, el idilio presenta sus incómodos inconvenientes para uno de los amantes. El varón. En el plano, sobre todo, electoral. Ya que el opositor duro que abunda, y que se siente representado en El Niño Cincuentón, sueña tiernamente con verla presa a La Doctora. La pobre, de pronto, pasa a transformarse en otro jarrón chino. Como el monumento a Colón.

¿Dónde poner a La Doctora? ¿Cómo desconocer el poder que aún detenta? En franca declinación. En el esplendor de la etapa lazarista del cristinismo. Pero con la botonera a su disposición, durante otros 17 meses. La Doctora va a utilizar la temible botonera hasta el último día. Y más aún.

 

El deporte de tirarse con La Doctora

Preguntas similares surgen también en el airesolismo sciolista. En medio de la trampera, Daniel, El Milagroso, tiene que esforzarse, primero, en conseguir el apoyo imposible de La Doctora.

Ella duerme poco sólo para disponer de más tiempo despierta. Para esmerilarlo.

Pero Daniel mantiene la potencia optimista del milagro. Y merced a la ideología del vitalismo va a ser el candidato (cercado) de La Doctora.

Por lo tanto el positivista tendrá que esmerarse después para lograr que el apoyo de La Doctora no lo sepulte. Para que no le espante a los hartos de las capas medias, que la detestan con énfasis. Y que, si aún respetan al Milagro Scioli, es porque El Milagroso se las ingenia, a pesar de todo, para diferenciarse.

El Aire y Sol trasciende en un extraño laberinto. No es como los que inexorablemente deben apoyarlo. Ellos prefieren, de entrada, apoyarlo a Sergio Urribarri, El Padre del Marcador de Punta, que compra cristinismo en pie. Entero. A ciegas y llave en mano. Nada tiene para perder, en definitiva.

Con los que quieren a La Doctora, en cambio, a Daniel no le alcanza para ganar nada. Aparte, para habilitarlo como el candidato “del espacio”, La Doctora le va a pegar otra estampilla como vice. Un nuevo Mariotto. Y va a llenarle la canasta de diputados. Que es precisamente lo que necesita La Doctora para hacerse la jefa de la oposición a Mauricio. Y perseguir los pasos de la señora Michelle Bachelet.

Tirarse con La Doctora amenaza con convertirse en un deporte de riesgo.

De los tres, quien menos padece ese furioso deporte es Sergio. Al escogerlo como El Enemigo, La Doctora lo purifica a Sergio ante los independientes hartos. Lo construye entonces como El Renovador. Así renueve, probablemente, la Permanencia.

 

Juan Manuel, Florencio y el Tío José

¿Habrá lugar para un cuarto personaje en la miniserie?

Pudo haber sido Milton Capitanich, El Premier, pero El Montenegrino Denso se derritió enseguida.

Parece postularse Juan Manuel Urtubey, El Bello Otero, que suele hacerse el tonto con inapelable idoneidad.

Al amparo del agotamiento posible del trío, el planteo de Urtubey, según nuestras fuentes, deriva en una jugada combinada, con obstáculos. Quiere asegurarse otros cuatro años como gobernador de Salta. Debe ganarle en abril de 2015 a Juan Carlos Romero, El Desperdiciado, que adhiere a La Franja de Massa. Con el territorio asegurado, Urtubey planifica saltar después hacia la carrera nacional. Nada tonta la ambición.

Pero el obstáculo de Urtubey no es solo Romero. Es el creciente Partido Obrero, que va por el control de Salta, La Troska.

Otro que amaga es Randazzo, El Loco de la Florería. Para diferenciarse, El Loco no estuvo presente en la kermesse del Mercado Central, organizada por el cristinismo duro de circuito cerrado, para lucimiento alucinante de Zannini, El Cenador, que se equivocó de década y habló como si fuera Agustín Tosco.

La Doctora, que en el fondo nunca lo quiso a Randazzo, según nuestras fuentes, lo amonestó. Pero El Loco es el único islote del archipiélago cristinista que funciona solo. Sostenido por documentos de identidad que sella, o por los vagones chinos que atenúan el escándalo por los vagones chatarra comprados en Portugal.

Los camporistas tampoco lo quieren. Aunque Máximo, con frecuencia, lo llama. Por ejemplo para ordenarle, según nuestras fuentes, que vaya a cerrar un acto en Córdoba. Contra José Manuel De la Sota, El Cordobés Profesional, que hoy figura en la miniserie como el complementario Tío José.

Meter mano en la Justicia

Sobre Informe de Consultora Oximoron
Redacción final Carolina Mantegari

Introducción
La advertencia del Viejo Saadi

“Son lógicas diferentes”, reflexiona La Garganta (calificada). Mientras la oposición se entretiene con planteos electorales, el cristinismo pragmático se moviliza con planteos de poder.
Ganar una elección nunca basta para conquistar el poder.
Y de poder, La Doctora entiende. No sólo por una cuestión de herencia.
Cualquier observador hoy registra las lícitas preocupaciones en el ámbito sobrio de la justicia. Trasciende que La Doctora, para su próximo rol de jefa de la oposición, y para cumplir con el “mito bacheletiano”, necesita contar con la mayor cantidad posible de diputados leales. Pero también necesita asegurarse la posición más inapelable con los jueces propios. Aunque los llamen conjueces.
Poder concreto. Deriva del dominio ilusorio en los juzgados. Como si continuaran con las enseñanzas magistrales de Vicente Saadi, catamarqueño sabio.
“Nunca te olvides que los jueces que creíste tuyos son los que siempre te c….”. Un consejo que otra Garganta, menos académica, le atribuye también a Saadi.
El lugar común alude a que los jueces tienden a despegarse de quien los designó. O los ayudó a llegar.
La lealtad sólo se garantiza mientras se mantienen cuotas de poder. O perspectivas fuertes de recuperarlo.
La advertencia del viejo Saadi no desanima a los cristinistas que se proponen cubrir las 290 vacantes, de la justicia nacional y federal, con “tropa propia”.
Junto a Carlos Zannini, El Cenador, La Doctora instruye a Julián Álvarez, El Soberbio de Lanús, vice ministro de Justicia. Y al diputado Eduardo de Pedro, El Wado.
 Ante el retroceso de Los Profesionales Tardíos, hoy El Soberbio y El Wado son los operadores principales del Ejecutivo en el Judicial. Ambos son accionistas de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. Integran el artificio del Consejo de la Magistratura y se encargan de instrumentar el copamiento de los 290 despachos vacantes. De los 900 que existen. Aunque no dispongan, en realidad, de postulantes capacitados para cubrirlos. Aunque sepan leer y escribir y dispongan del título reciente de abogado.

Osiris Alonso D’Amomio
DirectorConsultora Oximoron

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La mano en la Corte

Resulta casi imposible, en 2014, meter mano en la Suprema Corte.
Aún son siete los miembros. Según la innovación tendrían que ser, en adelante, sólo cinco. Entonces para meter mano en la Corte hace falta matemáticamente que partan más de dos. Sólo con la partida del tercero el cristinismo podrá meter la mano.
De los siete, trasciende que alguno se encuentra en la sala de embarque. Con el equipaje despachado. Con la tarjeta en la mano para emprender viaje final.
Otro, El Profesor de Derecho Político, colega de cátedra de Silvio Frondizi, persiste en la antesala del centenario. Va por los 97 y no les va a dar fácilmente el gusto de cesar. Por más desplantes que La Doctora le dedique, con mal gusto y por cadena nacional.
Otros dos, en cambio, amenazan con jubilarse. A más tardar, según Oximoron, hacia final del año. Ambos cumplen los 75.
Zaffaroni, El Garantista del Frepaso, cada mes muestra menos pasión por el trabajo. Cuentan que acude a su despacho, apenas, una vez a la semana. Y brinda dilatados cursos por el mundo. Trató de polarizar con Sergio Massa, Aire y Sol II, que de pico y de pícaro le volteó la invención del Código. Para algunos maliciosos, El Garantista polarizó con El Enemigo Massa con la esperanza de seducir a La Doctora. Para que lo tuviera presente en sus oraciones, como posible candidato. Pero por el lado del cristinismo, según nuestras fuentes, llegaron a la conclusión que El Garantista ya les sirve para muy poco.
“Mejor dejar que se jubile”, confirma otra Garganta. “Ni resuelve los problemas que provoca”.
La que también quiere rajarse, por las derivaciones de su corazón sensible, es la doctora Argibay. Demasiados años de prestigio accesible en los foros internacionales para aferrarse a un buen empleo de ministro decana. Cuentan que está surcada por una intransferible decepción.
De los siete, según nuestras fuentes, sólo están fuertes tres. Lorenzetti, el Presidente, el Pelado Pescia del Derecho. Y Maqueda, el Pato Cordobés, de reconocida chapa política. Y la doctora Highton de Nolasco, cada vez más asediada por abogados que sólo pretenden encontrar la atracción de su hija.
Por lo tanto, sólo dos de los cuatro que parten -o que partirían- podrían ser suplantados por elementos más confiables para el cristinismo. Juristas que sepan representar los intereses de La Doctora. Sobre todo cuando se atraviesa “la etapa lazarista” (por la vigencia maldita de Lázaro, El Resucitado). Y cuando la “capacidad ambulatoria”, alias La libertad, peligra. Aunque no debiera preocuparse. Ninguno de los sucesores de la grilla mantiene el menor interés de encerrarla. Por más que los jueces, a veces, suelen fanatizarse con esa altiva cuestión de la independencia.

Los Girados

En 2015, en cambio, meter mano en la Corte es una aventura viable.
Aunque en un año electoral -según Oximoron- les va a resultar difícil imponer un postulante que supere los dos tercios del Senado.
Que lo aprueben 48 de los 72 venerables. En la actualidad, el cristinismo cuenta con la mayoría simple. Tiene asegurados los 37. Y con los aliados -de acuerdo a la evaluación de Oximoron- puede llegar a los 41. Faltan siete venerables. La persuasión de la Banelco siempre emerge como una alternativa al arte sutil de la negociación.
Ya comienzan a girarse los nombres para saltar hacia la Corte. Dos baluartes de Justicia Legítima. Alejandro Slokar, El Versado, juez de la Cámara de Casación Penal, por quien suspiran ciento dos secretarias, y Alejandra Gils Carbó, La Jurista de la Minifalda, una dama turbulenta que acumula más de veinte denuncias en su contra. Gils Carbó es la instrumentadora de los “fiscales ad hoc”. Mal llamados, en el ambiente, “los fiscales truchos”.
“Olvídense, ninguno de los dos pasa por el filtro del Senado”.
Aunque sean competentes. Los contadores de porotos del Senado sostienen que Slokar y Gils Carbó podrían repetir la experiencia de Reposo.
Resultaría más factible llegar a un acuerdo (sin Banelco) con los radicales. La aprobación pasaría (como por un tubo) si se lo propone a León Arslanián, o a Gil Lavedra, aunque haya irritado como opositor. Mantienen la estampilla original de juristas jugados por los derechos humanos.
El penúltimo nombre que se baraja para acceder a la Corte es de un efectismo inquietante. Se lo menciona sólo para constar en actas. Es Carlos Zannini, El Cenador que ensaya inadmisibles discursos de barricada, como si fuera el mismo maoista desorientado. Ocurre que El Cenador anda necesitado de fueros. Para cuando esté afuera. En el llano.
A propósito, “el llano es mucho peor que la traición”. Lo consignó Mazón, El Chueco, filósofo positivista que hoy arma, con cama adentro, algún diseño para Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol.

El Artificio de la Magistratura

El venerable artificio del Consejo de la Magistratura se merece un informe aparte (Oximoron lo tiene en carpeta).
Aquí apenas se subraya que, de los 13 miembros del artificio, son 7 los que responden al cristinismo y su modelo de inclusión. Y mantiene 6 opositores.
Para tener la mayoría, los dos tercios, se necesitan 9. Les faltan 2.
De la tarea ablandadora se encarga El Soberbio de Lanús, el pibe Álvarez. Conste que tiene menos poder que De Pedro, El Wado. Pero cuenta con mayor capacidad expresiva.
Ambos camporistas hasta suelen quedar como chicos simpáticos cuando se los compara con la pesadez de Marcelo Fuentes, El Duro. O con la astucia enfática de Moreno, El Cuto, que mantiene el atributo de hacer quedar siempre al interlocutor como si fuera un idiota.
En el artificio -para Oximoron- brilla el academicismo platense de Urriza. Y ya hasta es notoria la ostensible recomposición de Fera. El pobre venía algo deprimido desde que le soplaron la presidencia. La que hoy ocupa Sánchez Freites, El Cordobés.
Estos siete baluartes del cristinismo tienen que lidiar en las tensiones del artificio con los seis antagónicos. Ostropolsky, Cimadevila, Aguad, Radicales de Ética Republicana. Como Recondo, Piojo Conducción, o Fargosi, la espada prioritaria del macricaputismo.
Se explica entonces que cueste tanto hacer funcionar al Consejo. Persiste el riesgo latente de la paralización, que obstaculiza la presentación de las ternas que deben ser sometidas a la consideración dirigida de La Doctora. Para cubrir los 290 juzgados vacantes, con leales, tropa propia.
Aunque la propia tropa sea, según la regla, la que “te mande en cana”. Siempre.

Continuará

El campo y la secta

Del Grito de Alcorta a la Gastada de Etchevehere.

La Garganta lo había anticipado:
Etchevehere es muy personal, se manda solo. Tal vez mañana quiera lucirse con un discurso demasiado crítico”.
La bronca se percibía en el aire de la “127° Exposición Rural”.
Los reclamos, por repetidos, se convirtieron en lugares comunes.
Se perdieron “diez millones de cabezas”. “Ya Nicaragua exporta más ganado que Argentina”. “Pronto habrá que importar trigo”.

Sintetiza Susana Merlo, editora de Campo 2.0:
“A diferencia de muchos de los países vecinos, que supieron aprovechar los últimos ocho años, hoy la Argentina está sin resto”. Y agrega: “No quiso, no supo o no pudo avanzar, como lo hizo prácticamente toda la región”.
Persiste entre los ruralistas, la “gente de campo”, “chacareros confundidos con oligarcas”, un contagioso sentimiento de humillación.
Entre la queja generalizada, y la rabia contenida, un ex presidente de la Sociedad Rural -de apellido que dista de aludir al paquetismo o la riqueza- expresó el deseo personal: que Luis Miguel Etchevehere, el presidente actual, “no profundice la ruptura con el gobierno”.

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