Axel, el volteador de muñecos

Escribe Oberdán Rocamora – Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

Despojado De Vido. Despachado Moreno. Eliminado Fábrega. Sólo queda Echegaray.

El primer gran muñeco que Axel Kicillof -El Gótico- volteó fue Julio De Vido.

Al Ex Superministro lo convirtió, con el aval de La Doctora, en un secretario calificado. Un tío bonachón, sexagenario e inofensivo. Un peronista despojado, amante de los tangos de Julio Sosa, apenas útil por el caudal de información acumulada.

De Vido representa la memoria del kirchnerismo. Como en menor medida José López, El Neolopecito, quien también tallaba en aquellos tiempos nostálgicos del IDUV. Santa Cruz. Como muñeco, El Neolopecito aún no molesta (como tampoco molesta demasiado Alicita, La Fotocopia). Continuar leyendo

Apretar por YPF

Lo va a desmentir. Como corresponde. “Ni un paso atrás” (aunque adelante esté la ciénaga).

Pero La Doctora, según nuestras fuentes, está arrepentida de haber confiscado YPF.

La pobre creyó. Conste que aquí no se escribe el plácido “le hicieron creer”.

Se anotó sola en el contagio del cuento de colores. Con ilustraciones.

Creyó en la magia de otro relato. Al que le modificaron el desarrollo y -sobre todo- la incertidumbre del final, que persiste riesgosamente abierto.

La Doctora está presa en el laberinto de la energía.

Tiene que juntar los dólares para pagar los barquitos durante los próximos dos años (más inciertos aún). Sin embargo ya se le resisten hasta en el directorio de Enarsa. La invención módica que Juan Carlos Romero, con acierto, bautizó En Farsa.

Y toda la movida para quedar, en definitiva, como la insaciable que no respeta las reglas. Ni el juego.

Que dejó de ser confiable. Porque la voraz “se robó”, literalmente, una empresa. Y ahora tiene que pagarla.

Cuando, arrastrada por la ceguera del rencor, la habían convencido exactamente de lo contrario.

Eran “Los Gallegos”, con Brufau a la cabeza, los que tenían que poner. Los Vaciadores.

 

Valijas sin rumbo

 

Este epílogo, que es tan triste, lo padece, justamente, La Doctora.

La que supo clausurar, tanto en Olivos como en Balcarce, la escala obligada de las valijas misteriosas.

Consecuencias de la dinámica instalada del Sistema Recaudatorio de Acumulación. Que estaba, a su manera desprolija, armado.

Para bien o para mal, pero admitía la ficción del funcionamiento. Cierta continuidad. Así fuera un mecanismo pecaminosamente irresponsable.

Deriva, en la actualidad, a la paralización de las valijas sin rumbo. Al cuentapropismo que carece siquiera de la menor orientación.

Las valijas -después de todo- están contenidas. Alguien siempre se hace cargo.

“En el final, Carolina, es el caos”, confirma la Garganta.

Un “todos contra todos”. Con alianzas levemente transitorias. Ampliaremos. Aún queda tiempo y el portal no tiene apuro.

Trasciende, incluso, que alguien vaga con una cifra. Sin saber a quién entregar la cifra. Y que no puede, por distintas razones, “quedársela”.

“Es tu problema”, le dijeron.

 

Cerealeras, Petroleras, Bancos

 

Quienes la impulsaron a deslizarse en el error patrióticamente nacionalizador ya desconocen, a esta altura, de qué modo conseguir dinero. Blanco.

De donde rajuñar los millones de dólares que faltan para que YPF salga del atasco.

Para que la empresa, que por torpeza y mala praxis devaluaron, no esté tan muerta como la Vaca que creyeron los iba a salvar.

Como la Vaca Muerta. Se la describieron como la gran solución cuando es, en realidad, el principal problema.

Y que va a dar leche, con suerte y miles de palos mediante, sólo en un par de años. Como las dos represas que fueron su obsesión. Y que los chinos, probablemente, van a financiar.

Axel Kicillof, El Gótico, junto a Guillermo Moreno, El Neo Gostanián, son los encargados de “juntarla”. Como sea.

Ilusoriamente ambos creen que los mangos que les faltan pueden salir de “las grandes Cerealeras”.

Las convocan para que Moreno, con la ruda metodología gastada, con la pólvora casi empapada, las acose.

Las Cerealeras tienen que poner, porque sí, “al menos setecientos palos”.

Y si los cretinos dicen que no los tienen, como lo dicen, que “la traigan igual”.

“De la mucha que se llevaron”. La que antes ganaron.

Entonces los funcionarios aprietan, a las Cerealeras, como si fueran naranjas paraguayas.

Del mismo modo que aprietan, según nuestras fuentes, a “las Petroleras”.

Como suponen que se puede apretar, también, a los bancos.

Se propusieron juntar dos mil palos y entonces hay que apretar para que la pongan.

Es parte de la mucha que ganaron, después de todo, “con el modelo”.

O que “se la llevaron”, los miserables.

Aprietan como si no entendieran las claves básicas del capitalismo.

Con la ingenuidad marxista del guitarrero, o incluso hasta la peronista del que se hace el malo. La alucinación de suponer que aún ahora, cuando se están por ir, es factible correr por la banda izquierda a cualquiera de estos linces. Profesionales lícitos de la ventaja, a los que no puede darse medio metro.

Para apretarlos con el cuento usualmente extorsivo. Si no ponen es “porque fueron cómplices de la dictadura”.

Quieren tratarlos como si fueran otros potenciales Blaquier, Navajas Artaza, o Massot.

Se creyeron en condiciones apretadoras de llevarse por delante hasta al reconocido empresario “que fuma debajo del agua”. Es el titán que siempre sabe mantener la actitud reclamatoria. El ganador admirable.

Lo convocaron también para decirle:

“Con este negocio vos ganaste mucho, ahora tenés que poner para YPF, porque si no te trabamos en…”

 

Sentido filosófico del apriete

 

El sentido del apriete constante es filosóficamente explícito.

El objetivo, según nuestras fuentes, es que ingrese algún atisbo de luz.

A los efectos de brindarle un poco de fe a La Doctora. Remontarle la moral. Llevarle alguna buena noticia que la rescate del bajón.

Ya que la pobre mantiene sobradas razones para el arrepentimiento que nunca, de todos modos, va a reconocer.

Para estar así, un año y medio después, en estado de súplica, entregada al acuerdo con los chicos más malos de la calle.

Con los relativamente escrupulosos de Chevron.

No hubo ninguna gloria ni valió la pena.

Con los esfuerzos para retenerlo a Miguel Gallucio. El empleado providencial.

El Mago que ya, según nuestras fuentes, dos veces se les quiso rajar. Hacia Londres o aunque sea hacia Riyad.

A La Tía Doris -cada día más próspera- le cuesta retenerlo a Gallucio.

Como también le cuesta al gobernador Uribarri, El Padre del Marcador.

Es -Uribarri- el que lo trajo a Miguelito, con el verso emocional del patriotismo y seductores mangos.

Con la esperanza política de crecer. Hasta ser, en Entre Ríos, el sucesor. La poderosa Tía Doris iba a ayudarlo.

“Para estar así, en el piadoso estado de súplica”, a La Doctora le hubiera convenido, en el fondo, “quedarse con Los Gallegos”.

Por lo menos, con Los Gallegos hubiera tenido, en la proximidad del final, a quien culpar. Alguien .un Brufau- al que reprochar. Responsabilizar.

Tener un material humano más convincente para justificar la pesadilla del fracaso.

Que la ronda. Hasta atravesarla. Porque (el fracaso) exclusivamente le pertenece.

La calle cerrada de la derrota

Dos años para la Comisión Liquidadora del cristinismo.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella

Admirablemente, entre la derrota eufórica, La Doctora pone el rostro. Pero lo pone mal. Con palabras demasiado autoindulgentes que rozan la patología. Con la insistencia en la visión autocomplaciente de su obra. Con la mitificación acerca de “todo lo hecho, lo avanzado”.
Conste que son logros que la sociedad ingrata no le reconoce. Como si se tratara de la horrible consecuencia de los influyentes medios perversos de comunicación.
A La Doctora aún le cuesta entender qué le pasó.
Téngase en cuenta que ninguno de los inútiles que se le cuelgan del “Vestidito negro” puede explicarle los fundamentos de la inmolación electoral.
O que, simplemente, fueron.

En “El Pozo”, de Onetti

Los errores le pertenecen exclusivamente a La Doctora.
Perdió la iniciativa. Aunque, en realidad, se la despojaron. Como a una inocente activista primeriza que disputa un centro de estudiantes.
No tuvo brújula, ni estrategia. Ni siquiera tuvo buena información. La mala praxis fue total.
La pobre se deslizó en la desmesura de humillarlo públicamente a Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol. Hasta vaciarlo. Extirparle la legitimidad. Devaluarlo. Para tener luego que depender de él.
Es precisamente la agresividad de esa diferenciación que lo mantiene a Scioli, en el furor de la debacle, sorprendentemente vivo. En condiciones de heredar la devastación. De quedarse con los restos del naufragio. O del quebranto.

Tal vez La Doctora supuso que podía bancarse, a su lado, inmutable, la roca inerte de Boudou, El Descuidista. Como si desde aquel 54 por ciento, de 2011, hasta aquí, no hubiera ocurrido nada. Ninguna mancha, en Rolando.
O tal vez creyó en la eficacia del silencio para ningunear la inflación. O el rigor de la desastrosa (falta de) política energética.
(¿Es verdad que se volvieron tres barquitos porque no había pelusa para pagarlos? ¿Es verdad que Galuccio se les quiso profugar? Rajarse).

Incluso La Doctora tal vez supuso que podía atenuar, sólo con el respaldo de su presencia, con la articulación del lenguaje, el potente festival de los valijazos transmitidos por televisión.
El peso del dinero que, en el subsuelo del cristinismo, paradójicamente se pesa.
Con semejante adversidad, entre tanta tensión arrebatada, con la geopolítica a la bartola y con los aplaudidores cautivos, La Doctora avanzó en el proyecto de cargarse al Grupo Clarín. Con las bravatas de Moreno y el gesto de pesado de Kicillof. Y con la virulencia de los artículos de la nueva Ley de Mercado de Capitales, que enarbola la Comisión Nacional de Valores. Vanoli Conducción.
Con su vulnerabilidad a cuestas, La Doctora justamente se propuso demoler el polo poderoso que simboliza la comunicación. Y que el marido extinto, El Furia, supo utilizar hábilmente -hay que reconocerlo- para imponer su hegemonía. Para gobernar, en la práctica, junto a Moyano, El Charol. El otro pilar. Al que obligó, irresponsablemente, a partir, hacia la oposición.
Divorciarse de Clarín, vaya y pase. Bastaba la ilusión de suplirlo con la inutilidad de cuantiosos medios propios, que apenas consolidaban la moral de los convencidos.
Pero desprenderse, en simultáneo, de Moyano, significaba sostenerse, en adelante, entre meros pilares presupuestarios. Pero forjados de barro blando.
“Buscavidas, buscapinas de Unidos y Organizados”.
Grandes ganadores de sueldos de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Facilitaban la tentación del trasvasamiento generacional, aunque representaban, en la práctica, la vía más efectiva para enterrarse. En el descenso.
Hasta caer, desde las alturas de la pedantería hegemónica, en El Pozo de Onetti.

En la ceguera del desbande altivo, La Doctora atinó a cargarse, también, de manera fundacional y épica, a la Justicia. Para “democratizarla”. Ya que no le habilitaba el apuro del triunfo judicial (curiosamente podía haberlo logrado sólo con respetar a la Corte, sin apretarla).

Para completar el ciclo de tropiezos, La Doctora se embarcó en una alucinante negociación con Irán, que no supo explicarle a nadie. Y que fue ridiculizada hasta por los iraníes.
En su camino hacia El Pozo de Onetti, La Doctora cayó hasta enredarse en la borrasca de imponer al General Milani, El Depurado en el Ganges. Para incinerarlo. Justamente cuando también abría otro conflicto absurdo, contra sus propios servicios de inteligencia.
(¿Es verdad que le puso tarjeta roja al Espía que llega de Abril, sólo porque fue cómplice en las aventuras brevemente donjuanescas del marido?).
Una guerrita de final incierto. Sobre todo cuando trascienden los diversos episodios de aprietes memorables. Con cachetazos en algún subsuelo.
O cuando crece la indignación, ante la frialdad de algún ajusticiamiento. Programada ejecución. Mero asesinato. ¿El Lauchón?

La magnitud de la épica le sirvió a La Doctora para terminar enredada en los operativos de inteligencia más berretas.
Asaltos televisados, con silenciador.
Para dejarse arrastrar, sola, hacia la calle cerrada de la derrota.
Sin salida.

Comisión Liquidadora

En el arrojo de dar la cara, ante la adversidad, La Doctora también le erra.
Cuando intenta el análisis político. Por la facilidad de comparar, la calle cerrada de su derrota, con la derrota del extinto en 2009.
Cuando todavía había espacio para la recuperación, que El Furia, desde el piso, lo supo aprovechar. Aún creía disponer de carretel para ser el candidato presidencial en 2011. Por si no bastara, estaba también latente la posibilidad de la reelección de La Doctora.
Significa confirmar que en 2009 la continuidad era algo más sólido que una ilusión.
Esta derrota de 2013 implica la representación exacta del final.
Porque hoy se carece de espacio hasta para justificar la desmesura voluntarista de la señora Conti.
O del Ex Superministro De Vido, que insistía por los beneficios de la continuidad. Con mejores fundamentos. Su preocupación era lógica. Extensiva a sus “buenos muchachos”.
(¿No es cierto, Baratta? Olazagasti. Espinoza. Siguen las firmas).

Quedan dos años por delante. Debieran institucionalmente funcionar como una polea de transición. Como si La Doctora ahora presidiera una Comisión Liquidadora del cristinismo.
Para cubrir alguno de los severos desastres que La Doctora deja, en cada uno de los focos del poder aniquilado.
Tienen que ver, concretamente, con el manejo del Gorro Frigio. Del Estado.
Se extienden desde la política exterior hasta la salud, el dispendio de la solidaridad y la economía.
Desde la falta de energía, y de dinero para pagar los barquitos, hasta atender el descalabro anunciado de YPF (donde a la Tía Doris le cuesta impedir la idea de rajarse del pobre Galuccio).
O los desbordes del ANSES. O la irresponsable fiesta del Dinero Ducto de Aerolíneas ArgentinasDe Enarsa.

Consultora Oximoron anuncia una serie de informes relativos a La Herencia del cristinismo. Lo que deja, lo que queda después de la devastación.
Más allá de las internas lacerantes que actualmente se libran, hasta hoy, sin trascendencia. Más allá de las divisiones y de la ineficacia de los relatos.
Sin indulgencia. Pero también sin crueldad.

Parábola de la perforación

Nada que ver, por lo tanto, con aquel retroceso transitorio de 2009.
Resiste, con mayor densidad, alguna comparación con 2005.
Se asiste al cierre perfecto de la parábola.
En 2005, con La Doctora, Kirchner le perforó la provincia a Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas). Aquel equivocado que precisamente los instaló en el podio de presidenciables.
En 2013 es Sergio Massa, La Rata del Tigre, Aire y Sol II, el que le perfora la provincia, en cuarenta días, a La Doctora. Es quien había elevado a Massa para jugar en la gran liga, en su condición de Premier. Puesto por ella, en el primer plano. Para que después le perforara la provincia inviable, que simboliza numéricamente el poder.
Por último, un tema parroquial. Resta reconocer el trabajo de Consultora Oximoron, que blinda con sus informes al Portal.
Sugerir la relectura de “Triunfa la Franja de Massa”, donde se anticipan, también, los 7 Samuráis que continúan vivos. En condiciones de heredar la desolación moral que lega el cristinismo.
Massa, Scioli, Cobos, Binner, De la Sota, Macri y la señora Carrió.

Oximoron anticipó los resultados cuando el Frente Encuestológico de la Victoria instalaba la idea sellada de la paridad.
También leer, de paso, “Gana Massa, el benefactor de Scioli”, O “Tigre, Tierra Santa”.
Es apenas el reflejo de una lectura acertada de la información disponible.
Méritos, acaso, del periodismo artesanal.

Oberdán Rocamora