El periodismo sustituye a la política

La Justicia y Clarín, focos de conflicto convergentes.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

El Caso Nisman reinstala al gobierno, de frente, con los principales focos de conflicto convergentes. Clarín y La Justicia (segundos, en adelante, afuera).

Se advirtió del hallazgo usual de escoger como enemigo, en el sistema democrático, al hegemónico medio de comunicación. A la prensa, presentada como “libre”.
Al vencerla, en general es bastante más fácil doblegar, después, a la Justicia.

El ejemplo más flagrante procede de la Rusia “democrática”. Supo protagonizarlo Vladimir Putin.
Aunque Putin tuvo discípulos meritorios entre las “democracias descompensadas” de América Latina.
Desde el extinto Chávez, con el pintoresquismo estrafalario que ocultaba la astucia en materia geopolítica, hasta el rudimentario -pero eficaz- Evo Morales.
Ambos -Chávez y Morales- supieron atenuar ostensiblemente el poder que suele atribuirse a la prensa. Y luego cargaron, en simultáneo, sin inconvenientes, contra la Justicia. Hasta controlarla.
Sin embargo el estadista de consagración brutal, al respecto, es Rafael Correa. Es el falsario inteligente que logró domesticar a la prensa mejor que nadie. Para algarabía de los empresarios ecuatorianos que se enriquecen, se muestran felices y aprueban las restricciones, aunque aceptarlo no sea socialmente elegante.
En Argentina, en cambio, Néstor Kirchner, El Furia, pasó de la armónica colaboración con “la prensa concentrada”, a la confrontación despiadada.
De la más amable convivencia con el Grupo Clarín a la más desaforada persecución.

Volteretas

Pero los extremos, los giros posicionales en el aire, fueron bastante reiterados en la década.
De hostigar, por ejemplo, a la “monetista” doctora Gils Carbó, por ponerle obstáculos a la megafusión de Cablevisión (la joya que nutre de fibra espiritual al Grupo Clarín), se pasó a transformarla en la idónea cancerbera del despojo de hoy. De perseguida del gobierno de El Furia, pasó milagrosamente Gils Carbó a perseguir en nombre del gobierno de La Doctora.
Una voltereta similar transcurrió con Irán. Fue mucho más grave. En principio, Irán fue el instrumento exclusivo que Kirchner utilizó para tratar inútilmente de acercarse a los Estados Unidos. Consta que Argentina desperdició los minutos sustanciales en la plenaria de Naciones Unidas para demonizar, en el máximo nivel, a Irán. Fue un enorme favor que los norteamericanos necesitaban pero ni siquiera le pedían. Argentina se lo hacía gratis. Cuando no se logró la contraprestación que infantilmente se aguardaba, el cristinismo -inspirado por Chávez- pasó a dulcificar la relación con Irán. Y sin saber, por ineptitud, explicarlo. Hasta alcanzar el mamarracho del memorando de entendimiento, instrumentado por una banda extraordinariamente marginal, compuesta por personajes de Roberto Arlt.

Errores escalonados

Sin embargo Kirchner (hoy homenajeado pero superado) conocía lo suficiente el poder como para no ir nunca, a una reelección, sin garantía de continuidad. La muerte (irresponsable) permitió justificar la validez de su teoría.
La Doctora, en 2011, fue por el segundo mandato (sin garantía de continuidad) y transcurrió el desastre.
Los escandalosos errores escalonados arrancaron con la designación de Amado Boudou, El Descuidista, como compañero de fórmula.
Con la desafectación de Moyano, El Charol, como aliado primordial.
Con la chiquilinada de “ir por todo” con los entrañables buscapinas de Unidos y Organizados y La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Con la catastrófica expropiación de YPF. Y con la impericia congénita que arrastró a la Argentina hacia el cadalso del default. A la humillación del desacato. Y con la falta de estrategia con los holdouts que amenaza, en “los idus” del cercano marzo, con ser letal.
En semejante marco es que irrumpe la tragedia de Nisman. En medio del cambio geopolítico a la más estricta bartola, que tampoco se explica. Y entre una guerrita de empleados públicos que dependen del Poder Ejecutivo y se dedican a la tarea dignamente literaria del espionaje. La guerrita carga, a esta altura, con dos muertos.

Para Consultora Oximoron, el crimen de Nisman llegó para quedarse.
Es el espejo que devuelve la imagen de la improvisación, asociada a la mediocridad. Nos exhibe el previsible desconcierto del gobierno que se desmorona, mientras se presenta, sin la menor credibilidad, como víctima. Por inoperancia, los funcionarios desconocen la manera más conveniente de pararse frente al derrumbe. Frente a la gravedad de la bola del escándalo. Se agiganta y se les viene encima.
Si vivo y denunciante Nisman representaba apenas una amenaza, muerto se les transforma en el peligro letal que se los lleva puestos.
Así incluso Nisman, con todo su derecho, se haya suicidado, como enérgicamente los cancerberos del oficialismo se obstinan en demostrar, deben cargar para siempre con el muerto.
Corona Nisman esta desgraciada etapa de la historia.

Hojitas ofensivas

Chambonadas memorables. Chiquilinadas de red social en el más alto nivel. Intromisiones. Intromisiones y contradicciones que se percibieron desde el primer momento.
Cuesta encontrar el límite impreciso de la truchedad moral con la berretada institucional.
La insigne torpeza de Capitanich consistió en romper simbólicamente (como si se inspirara en el ecuatoriano Correa) dos hojitas ofensivas de papel.
Pero volvió a poner a Clarín en el primer plano de la confrontación. A consagrarlo, en exclusiva, como el gran player de la oposición, el jugador principal. En desmedro de los opositores reales que pasaron, a pesar de ellos, al plano secundario.
En este film de aventuras los opositores figuran, apenas, como extras.
Pero el periodismo no puede -ni debe- sustituir a la política.
Y el periodista no debiera concentrar más legitimidad que el político. Ni competir en influencia. Y menos aún: desplazarlo.

El Caso Nisman -para Consultora Oximoron- ya rebanó 14 puntos de prestigio a La Doctora.
Y Scioli -hoy más un Milagro que Líder de la Línea Aire y Sol-, ya dejó 6 puntos en el tendal de Nisman. Pese al mar de sombrillas naranjas que satura la costa.
Son puntos que fueron a parar, en este orden, a la paciente modernidad de Macri, a la saludable indefinición de Massa, y en menor medida a De la Sota y Cobos o Binner.
Aunque ninguno de los cinco haya sabido, hasta el cierre del despacho, ocupar el gigantesco vacío.
Ni señalar, siquiera, un horizonte creíble. O al menos un camino para la sociedad desconcertada.
Otra vez fueron superados -y sea dicho con cierto dolor- por los periodistas.

Cambio geopolítico y crimen

Se teme un “tiempo de desprecio”. Tiempo de sicarios. De facturas.

escribe Bernardo Maldonado-Kohen

1.- La plasticidad admirable del suicida

Hay que destacar, ante todo, la plasticidad admirable del suicida. La originalidad que debiera destacarse.
Porque la bala del final entró hacia abajo. A tres centímetros detrás de la oreja.
Si se agrega que en la autopsia no se nota el apoyo del arma en la cabeza, debiera rescatarse también, en el fiscal Alberto Nisman, el (presunto) suicida, la matemática habilidad de contorsionista para efectuar el disparo.
Tal vez, una segunda autopsia hubiera proporcionado aún mayor rigor analítico, como para tratar semejante destreza mortuoria.
En un principio, reclamaba la nueva autopsia la doctora Arroyo Salgado, ex de Nisman. Pero no insistió. Trasciende que un inapelable médico legista la convenció que no era necesaria.
“Lo que se perdió en la primera autopsia ya no podía recuperarse”, confirma la Garganta.

2.- Mensaje de la comunidad

De todos modos, el mensaje de la comunidad es claro: al fiscal Alberto Nisman se lo sepultó en La Tablada como si fuera otra víctima del atentado a Amia. La número 86.
No se lo apartó, como corresponde hacerlo, en su religión, con los suicidas.
Cambio geopolítico y crimen“Quien quiera oír que oiga”. Quien quiera saberlo que lo sepa. Para Israel no existió ningún suicidio. Ni con la pedantería teórica de la inducción.
Al fiscal, simplemente, lo “pusieron”. Lo asesinaron.
¿Más claro?

3.- Los hechos y la interpretación

Como si se tratara de una dilatada conferencia de prensa en un estudio de abogado, en la plenitud del desorden se discute la interpretación de los hechos. Sin tener los hechos, aún, bien claros.
Significa confirmar que importa más la interpretación política. Pese a los esfuerzos de la presionada fiscal Fein, que está en vísperas de jubilarse y se preparaba para dedicarle tiempo a sus nietos. Y de la jueza Parmaghini, que amontona correos electrónicos, en los que amenazaban a Nisman con suicidarlo. Cumplieron.
Entonces la política, desde su magnitud berreta, banaliza la discusión. Sostener que fue un suicidio implica pronunciarse a favor del gobierno. Sugerir la certeza del asesinato es una postura para ser inmediatamente calificado de oponente conspirador.
Cambio geopolítico y crimenEsta manera berreta de entender el instrumento transformador (la política) empantanó la investigación compleja del atentado a la Amia. Derivó en una causa casi inadmisible, que sirve, de todos modos, para historiar los últimos veinte años.
Sin embargo se tomó una orientación, sin estar en el fondo demasiado seguros. Entre tantas fojas signadas por las operaciones. La inculpación definitiva alude a los altos funcionarios de Irán. Donde, según nuestras fuentes, estaban más preocupados por las trabas de Interpol que por la clarificación del atentado.
Hasta que se produjo, entre los altibajos, el cambio geopolítico acordado con el extinto Chávez, al que era muy difícil decirle en algo que no. Va a ser aún más difícil si se derrite Maduro aún más, y alguien se dispone a investigar números alarmantes y valijas innumerables.
Aquel cambio fue complementado, en pavorosa simultaneidad, por la guerra de espías más insólita. Ya produjo dos muertes. Se habla sólo de la segunda y apenas se alude a la primera. Mejor omitirla.
Entre tanto anecdotario que desborda, y que improvisa una sucesión de especialistas televisivos, no se trata de saber si se habilitó o no, de verdad, una diplomacia paralela. Un tema político que excede a la fiscal Fein, y menos para plantearlo en el borde del fin de semana. Cuando los nietos esperan.

4.- Instancia de boletas

Cambio geopolítico y crimenUn conflicto de poder entre empleados del estado que se desenvuelven como espías. Profesionales de inteligencia. Es la Servilleta’s War, cliquear.
La resultante del cambio geopolítico que los presidenciables no se atreven a tratar. Y eso que cuentan con auténticos expertos en política exterior. Como Andrés Cisneros, en la Franja de Massa. O Diego Guelar, en el macricaputismo de Macri.
Del viraje geopolítico y de la guerrita de espiones emerge el crimen expresivo de Alberto Nisman. Sometido hoy a las multiplicadas interpretaciones que se independizan de los hechos que la produjeron.
El riesgo es evaluar que, después de veinte años, no se aprendió absolutamente nada. Que todo sigue inalterablemente igual, apenas algo más trucho.
Sólo se repite, se reitera. En versión más trágica que grotesca. Incertidumbre que logra que en la Argentina, el Neuropsiquiátrico de hoy, impere el estado de sospecha.
A la desconfianza se le agrega, en adelante, un miedo que puede transformarse, por su propia dinámica, en pánico.
Se teme, en definitiva, que se renueve la instancia de las boletas. Un tiempo de desprecio, como lo definía Sábato, convertido hoy en un tiempo de sicarios.

Cambio geopolítico y crimenSe oscurece el límite impreciso entre la información y la operación. Cualquier comunicador, en su afán investigativo, puede ser parte, sin saberlo, de alguna operación. Ante la divulgación de teorías temerarias, que se comparten por lo bajo, corresponde dudar. ¿Publicamos o no? Ampliaremos.
Abundan, para pasar, talonarios de facturas.

Bernardo Maldonado-Kohen

Líder de culto y fenómeno delictivo

Cuatro años de la muerte (irresponsable) de Néstor Carlos Kirchner, El Furia.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella

“puto y ladrón/
lo queremos a Perón”
(consigna anónima)

Líder de culto y fenómeno delictivo

“Un fuera de serie. Hacía política hasta cuando dormía. Pero le gustaba mucho la guita. Demasiado”, sintetiza la Garganta.

La “guita”, en principio, era sustancial para “hacer política”. Después, con el poder acumulado, la “guita” pasaría a convertirse en el gran obstáculo. No había manera de gastarla. Se desconocía, incluso, dónde ocultarla.
A cuatro años de la muerte (irresponsable) de Néstor Kirchner, El Furia, correspondería celebrar al militante apasionado. A quien no “dejó las convicciones en la puerta de la Casa Rosada”.
Aquí, precisamente, reside la clave del dramatismo que atormenta a La Doctora, la heredera. Que en mayo de 2003 El Furia ingresaba en la Casa de Gobierno con sus “convicciones” reconocidas. Dispuesto a aplicar su metodología de interpretación del poder, inspirada en la“pasión recaudatoria”.
Es el origen de los “desastres seriales” por los que La Doctora debe responder hoy. En momentos de alta sensibilidad, cuando el temor de los adversarios se diluye. Y se animan a impugnarla hasta los empresarios.

El Furia supo construir admirablemente el poder mientras, en simultáneo, consolidaba el Sistema Recaudatorio de Acumulación.
Mecanismo que el portal exploró desde sus comienzos, con el propósito exclusivo de entenderlos. Se remite a los textos iniciales que componen “La Marroquinería Política”, o “El Descascaramiento”. Editados mientras El Furia vivía. Cuando “podía defenderse”.

Construcción y evaporación

Líder de culto y fenómeno delictivo

En nuestros seminarios privados, suele rescatarse la epopeya del fenómeno kirchnerista. Sobre todo entre mayo de 2003 (cuando El Furia accede al gobierno e inventa Austral Construcciones con Lázaro, El Resucitado) y octubre de 2005. Cuando le perfora la provincia (inviable) de Buenos Aires a Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas). Y conquista la hegemonía total.

Junto a Hugo Chávez, El Furia se dio el horrible gusto diplomático de humillar a George Bush, El Junior, en Mar del Plata. Fortalecidos, ambos extintos, por la prepotencia respectiva del petróleo y de la soja.
Para no ser menos, La Doctora se animó también a maltratar a Obama, El Keniano, en el pleno reciente del Consejo de Seguridad. Con argumentos políticos que no ocultaban el desborde del resentimiento. Por no haber evitado la expresión de la justicia de Estados Unidos. Por no haberla salvado -El Keniano- de la dilatada siesta de la mala praxis, que depositó a la Argentina en el descenso del default y sus derivaciones previsibles. El maldito discovery, que habilita a los sabuesos irascibles de Paul Singer, El Buitrero, para husmear entre cuentas inquietantes.
“Partes sustanciales de un todo complejo, más amplio”. Restos de recaudaciones producidas mientras El Furia, en simultáneo, construía la propia mítica que lo completa. Sopapeaba a Bush, “maltrataba corporaciones culposas”, abusaba de la centralidad desde el conflicto, obligaba olímpicamente al heroico general Bendini a subirse al banquito y retirar los retratos impresentables.

Líder de culto y fenómeno delictivoDurante sus mandatos, La Doctora no pudo disfrutar de la complacencia de la gran prensa que supo festejar a su marido. Aunque mantuviera, a su lado, en el arranque, a Alberto Fernández, El Poeta Impopular. La pobre enfrentó severas derrotas, se enroló en causas perdidas, pero registró sus propias recuperaciones. Hasta debió improvisarse para el rol de La Jefa.
En los citados seminarios, así como se trata la epopeya de la hegemonía, desfila también la transformación del poder que se evapora. Sin darle siquiera importancia al clavel inerte de Boudou, El Descuidista, reconocido como el primer gran error de la estadista viuda.
Debe estudiarse la instancia que se extiende desde abril de 2012 hasta octubre de 2013. O sea, desde que en el estadio de Vélez se lanza el movimiento de buscapinas “Unidos y Organizados”. Cuando La Doctora decide la tontería abrupta de “ir por todo”. Junto a los incondicionales incentivados a fuerza de presupuesto de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. Hasta que Sergio Massa, el titular de la Franja de Massa, le perfora, a su vez, Buenos Aires, la provincia inviable.

Líder de culto y fenómeno delictivoEn cuatro años, La Doctora supo mantener, como pudo, los trapos. Pero no supo sustituir el trípode de poder con que gobernó, como dueño, su marido. Junto a Hugo Moyano, El Charol, y Héctor Magnetto, El Beto. Suponer que con el sindicalismo adicto de Yasky y Caló, y con los buscapinas de Unidos y Organizados, podía suplir los servicios que le brindaba Moyano, es tan absurdo como suponer que con las publicaciones satelitales de Szpolski y Gvirtz, y con las escenografías de Grossman, podía suplirse el extinguido favoritismo que le dispensaba Magnetto. Y menos aún con Magnetto -o sea Clarín- en contra.
Es el medio como enemigo. Resignado, dispuesto a informar para no morir.
Así sea tardía, que sea bienvenida la información.

“Con Néstor era distinto”

Aparte de una fortuna tan indescifrable como oscura, El Furia le dejó a La Doctora un gobierno con destino clavado de naufragio. Pero cabe consignar que ella aprendió a encarrilarlo. Contó con la inestimable docilidad del peronismo en estado vegetal, que se adaptó a la ficción del rol de conductora. De Jefa.
Entonces La Doctora se lanzó a jugar al solitario con la política. Nadie puede culparla que continúe, aún hoy, con el juego en soledad. Confronta con la tendencia hacia la destrucción, contra la indignación de los sectores gravitantes de la sociedad que no encuentra -por suerte- quien los represente.

Líder de culto y fenómeno delictivoCon la iniciativa acaparada, La Doctora se dedica a envolver a los opositores envueltos con las construcciones épicas que sirven para simular el gran fracaso. Mientras se entrega a la seducción generacional de los jóvenes brillantes, que colaboran -junto al peronismo vegetal- para introducir el país en la ciénaga. Sin que se note, en exceso, las marcas del fango. Pero se ampara el negacionismo que indica que no existe el fango, como tampoco existe el default, ni el desacato, ni el estancamiento de la inflación.

Líder de culto y fenómeno delictivoPor si no bastara, La Doctora sabe que a sus espaldas prospera, entre los canallas que se colgaban del vestidito negro y dicen defenderla, otra interpretación.
“Con Néstor era distinto. Con Néstor esto no pasaba”.
Aunque aquella pasión recaudatoria de El Furia signe las verdaderas pesadillas actuales del gobierno. Por aquella ilustrativa franqueza que lo inducía a abrazar las cajas fuertes que ansiaba llenar.
Cuatro años después, La Doctora trata audazmente de reconstruir a El Furia como el máximo líder popular. Una versión desgarbada de San Martín contemporáneo, un objeto de culto para venerar. Mientras en simultáneo, la gran prensa sobrecargada de información, prefiere presentarlo, por derivaciones de la pasión recaudatoria, como un fenómeno delictivo.
El Furia sostiene, acaso, la compleja combinación de ambas interpretaciones antagónicas.
No deja de ser -la suya- una proeza.

Oberdán Rocamora

Argentina en mesa de saldos

 Imposturas para el desplazamiento. Desde Estados Unidos hacia China y Rusia.

escribe Osiris Alonso D’Amomio
Geopolítica, especial

A través de sus imposturas, La Doctora acapara la iniciativa y puso de moda la política internacional.
Tratar (las imposturas) con rigor implica regodearse. Incitar a la compasión colectiva.
Pero en diplomacia, los hechos (como los gestos, tonos y formas) expresan posicionamientos. Sin que sean, necesariamente, programados por quienes los producen.

Se asiste, en la práctica, a un cambio sustancial en el sistema de alianzas de la Argentina. El desplazamiento es forzado pero explícito. Desde la adscripción tradicional de lo que se conoce como occidente -Estados Unidos y la Unión Europea- hacia la preferencia por asociarse con dos potencias que cuesta tildar de emergentes.
Durante la trágica competencia comunista, Rusia y China mantuvieron las tensas distancias, en relaciones que se racionalizaron a partir del capitalismo casi salvaje. Pero redituable.
En Shanghai, en mayo de este año, Rusia y China avanzaron en una asociación estratégica integral. En la ilusión de gestar una moneda común. Un proyecto que las dos potencias mantienen en conjunto con los países denominados BRICS, con Brasil, India y Sudáfrica. Junto a la creación del nuevo banco de inversión, exhiben el propósito de detener la marcada hegemonía del dólar, y en menor medida del euro. Y atenuar la importancia del Banco Mundial.
Dos obras monumentales brindan la magnitud del entendimiento. La construcción del gasoducto que facilite el traspaso de gas desde Siberia hasta Pekin. Un acuerdo de 400 mil millones de dólares. Por 30 años de energía garantizada.
Por otra parte China, con la obvia cooperación rusa, encara la construcción del nuevo canal de Nicaragua. Para monopolizar su manejo durante 50 años, renovables por otros 50 más. Una inversión de 40 mil millones de dólares que cambia la geografía de América Central, y flexibiliza el paso de las mercaderías, del petróleo y eventualmente de armas entre el Atlántico y el Pacífico. Se inicia la obra en diciembre.

Interpretación de superficie

Precisamente a partir de esta introducción debiera tratarse la sobreactuada crítica hacia los Estados Unidos que impulsó la señora presidente Cristina Fernández, La Doctora. En el plenario retórico de la Asamblea coral de Naciones Unidas, pero sobre todo también en el ámbito del Consejo de Seguridad. Donde suele respirarse el aire del poder mundial. Y donde China y Rusia, por su condición de miembros permanentes, traban la hegemonía de Estados Unidos y los selectos países de Europa, vencedores de una guerra que ya carece de vigencia.
La interpretación de superficie de la exposición presidencial se agota con rapidez. Basta destacar la combinación del resentimiento con la soberbia, que signó la tonalidad de La Doctora.
La impostura se justifica en el fuerte pretexto que sirve de base para el alejamiento. Para la inesperada -y acaso desubicada- toma de distancia crítica.
La sensación de abandono de los Estados Unidos. Por no resolverle, a la Argentina en problemas, los padecimientos que La Doctora equivocadamente descontaba que Obama le debía resolver.
Una manera frívola de entender la solidaridad. Admitía entonces la reacción adolescente del reproche.
Para legitimar el grotesco basta con la síntesis. Por ejemplo: “como Obama no pudo obligar al juez Griesa a favorecerla, ni persuadir a la Corte para que tomara el caso argentino, La Doctora decidió pulverizar la metodología aplicada pos Estados Unidos en Medio Oriente”.
O peor aún: “Como Obama no puede controlar al buitre Paul Singer, La Doctora condena la ejecución de Bin Laden y hasta pone en duda las decapitaciones del Estado Islámico”.

Puede entenderse como un vulgar cuestionamiento unilateral. Por su propia cuenta y con riesgos, ya que se trata de la más alta representación del país que impugna al presidente de la máxima potencia de la tierra. Para colmo, con la confesada carencia de rigor informativo, lo cual descalifica a la cancillería que debería nutrirla. Y con la transmisión de la ensalada de datos digestivos sin asimilar. Mezcla de voluntarismos teóricos con barbarismos conceptuales.

Fuera de agenda

“No está loca, sólo está equivocada”, cliquear. Se insiste en la tesis aquí desarrollada.
Acaso La Doctora se encuentra lanzada a la consolidación de una nueva agenda. Así como busca (y lo peor, encuentra) segundas intenciones dónde se le ocurra, es legítimo sospechar también de su comportamiento. En todo caso, hasta para absolverla. Explicarla. Cederle un contenido racional a sus papelones.
La andanada de rencores y olímpicas arbitrariedades hacia los Estados Unidos oculta, por lo tanto, otro objetivo. Enrolarse en un nuevo juego de alianzas.
Para tallar en geopolítica, para ser tenido en cuenta por los poderes centrales, hoy no basta con disponer de alguna articulación intelectual. Ni siquiera debe contarse con un producto bruto que respalde.
Basta con la situación geográfica. Con el atributo de la inagotable producción alimenticia (hoy estancada). Y con la capacidad energética digna, al menos, de evaluarse. Aunque diste de tratarse de la “nueva Arabia Saudita”, necesitada de una inversión que, por desconfianza, aún no atrae.
Para Estados Unidos, la Argentina actual, con su agonía ambiciosa y prepotente, se encuentra fuera de la agenda.
Tampoco cuenta para los aliados principales de la Unión Europea. Significa confirmar que no es mera invención de la paranoia la desaprobación de Alemania. Ya que Argentina -para Alemania- vive por encima de sus posibilidades y no cumple con sus compromisos. En otras palabras, gasta más de lo que se produce y recauda, aunque se prefiere trasladar, con relativa inteligencia, el desastre administrativo hacia la comunidad internacional. Y responsabilizarla, por si no bastara. La audacia es infinita.

El rol de Chávez

En la práctica, con sus imposturas La Doctora suple, en el subcontinente, el rol que cumplía Hugo Chávez. El bolivariano extinto y locuaz que humilló, junto a Néstor Kirchner, El Furia, otro extinto, a George Bush junior, en la catastrófica contracumbre de Mar del Plata.
Comparativamente, con un presupuesto menor, y sin hacerse cargo del gasto, La Doctora lo humilló a Obama de manera equivalente.
Así como Chávez y Kirchner -con la distante especulación de Lula- le voltearon a Bush la sepultada motivación del ALCA, con un despliegue de palabras La Doctora se permitió impugnar en Nueva York el manejo de la política de los Estados Unidos en Medio Oriente.
Con rencor y altivez, La Doctora fue más cruel con Obama que Chávez con Bush, a través de aquellas bromas inofensivas que aludían al azufre para espantar al demonio.

Vladimir Putin, el zar, y Xi Jinping, el mandarín, símbolos máximos del poder de Rusia y de China, firmantes de los colosales acuerdos de Shanghai, con escasa diferencia de días pasaron por la Argentina que estaba en oferta, casi regalada en la mesa de saldos, a precio de liquidación. En el marco de una guerra incierta que aún no se encuentra estampillada como fría. Ni siquiera como tibia. Con Brasil ya controlado, entre los BRICS, Argentina pasa a ser una ficha lo suficientemente importante. Ideal para sumarla. Es atractiva y barata. Y está disponible para quien se decida a bancarla. Con el contrapeso de los argentinos adentro.
Para la competencia que se diseña entre las dos cancillerías que pesan, en Beijing y en Moscú, la inversión es comparativamente intrascendente. Y se sabe que las oportunidades siempre deben aprovecharse.

Maleficios de la etapa lazarista

A La Doctora ya se le atreven empresarios, obispos, jueces

 

Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial  para JorgeAsísDigital

 

Etapa lazarista del cristinismo. Se la denomina así por las derivaciones de Lázaro Báez, El Resucitado, a quien los lectores del Portal conocen desde 2005. Conste que aún no se indagó, ni siquiera en la superficie, en la línea Sanfelice, El Bochi. Conduce directamente a Máximo, En el Nombre del Hijo, y hacia Bariloche. Del mismo modo en que Lázaro hoy lleva hacia las estancias que lo unifican con La Doctora. Ampliaremos.

En un primer tramo, La Doctora supo manejar con habilidad la herencia política de Néstor Kirchner, El Furia. Alcanzó la altura del 54 por ciento. Octubre de 2011.

En un segundo tramo, en abril de 2012 comenzó el camino de la lona. A través de su entrega hacia los buscapinas de Unidos y Organizados. Y de la petulancia hueca del “ir por todo”.

Pero La Doctora nunca acertó en el manejo de la herencia económica. En la clarificación u ocultamiento de la torta de euros. Es la torta que signa el maleficio de la etapa lazarista. Con la exhibición de los personajes secundarios que fueron transitoriamente fundamentales. Manejaron irresponsables millonadas. Impregnan de ridículo el mensaje de alta ejemplaridad, que La Doctora intenta en sus deteriorados soliloquios.

Para colmo, se obstina en ofender la inteligencia del argentino medio. Al disponerse a santificar, en cierto modo, al Nestornauta. A quien la introdujo en el laberinto que signa el ocaso. (Y por favor no vengan con la baratura de decir que aquí se critica a quien no puede defenderse. Lo decimos desde 2005 y está documentado en “La marroquinería política” y “El Descascaramiento”, de Editorial Planeta, hoy en Ediciones B).

Pese a las pastillitas indicadas por el doctor Manes, La Doctora atraviesa, según nuestras fuentes, por un periodo de irritabilidad. Está mal, desencajada, sin frenos inhibitorios. Convive con los “pensamientos tóxicos”. Como si no hubiera registrado las enseñanzas medulares del otro Facundo. El doctor Manes que compone también, según nuestras fuentes, con lícito derecho, la fantasía de sucederla.

 

Hipersensibilidad

La Doctora se transformó en una dama hipersensible de desequilibrio fácil. La sacó de quicio hasta la eficiente colega Natasha, con una pregunta de lo más simple.

Pero la desbordada hizo papelones justamente en presencia de otra presidenta, que la supera, para colmo, en templanza. Y a la que quisiera imitar, en la epopeya del regreso (ver “El mito bacheletiano”).

Como buena serpiente, lo planifica antes de irse. Por lo tanto necesita infinidad de diputados fieles. Y de jueces que le respondan, de manera complaciente. En la etapa lazarista que se viene con sus maléficas verdades.

Sin embargo a La Doctora hoy le temen, apenas, sus ministros. Los secretarios de Estado que dependen de sus arrebatos. Los que están dispuestos a aplaudir hasta más allá del final.

En la práctica, ya se le atreven hasta los empresarios. Lo cual es, casi, un exceso. ¡Si hasta producen deseos de defenderla!

En vida de Kirchner, cuando El Furia gobernaba con Hugo Moyano, El Charol, y el encanto caro de la negritud, y con Héctor Magnetto, El Beto, con sus aportes de silencios, en las kermesses anuales de IDEA ni siquiera se permitía el tratamiento de los temas que rozaran el menor sesgo crítico.

Hoy desde cualquier cámara la gastan. Ya ni resultan eficaces los recursos de la dupla Echegaray-Michel. Ampliaremos.

Por si no bastara, hoy cualquier dirigente empresario se le pronuncia. Le arroja, en el rostro, la maldita palabra inflación.

Trátase de la palabra que el genio de Axel Kicillof, El Gótico, aconseja negarle entidad. Lo conveniente es declararla inexistente, por absurda.

Ya que la inflación es un mito. Cualquier chartalista lo sabe. Como también pertenece al reino de la fantasía el déficit fiscal. O la necesidad reaccionaria de ajustarse.

La relación de Kicillof, el genio de cabecera, con Juan Carlos Fábrega, El Bancario Sensato y Elemental, ya no puede sostenerse. Cuesta disimular la persistencia del litigio. Y a esta altura sería excesivo sustituir a Fábrega con algún buscapina de La Cámpora.

Para hacer moco el Banco Central del mismo modo que se destruye, paulatinamente, el Banco Nación, que les dieron a los chicos para que se entretengan y ocupen los lugares claves.  A los efectos de hacer del Estado entero, con las recetas del MMT (´Teoría Monetaria Moderna”) una gigante Aerolíneas Argentinas. Total, el déficit no existe. ¿A quién le importa?. Si se cuenta con la generosidad inagotable de la maquinita de Boudou.

Si las tasas bajan el dólar se les escapa. Mientras tanto la recesión acecha. Como los licenciamientos de personal.

La Doctora está hipersensible porque se les desmoronan los pilares de flan del relato.

Y asoman, por todas partes, los impresentables pobres.

 

La justicia le pica el boleto

La Doctora siente que la justicia le tomó el tiempo. Que le picó sin piedad el boleto.

Le mantiene vivo el espectro de la equivocación fundacional y prioritaria. La culpa que, en exclusiva, le pertenece. Amado Boudou, El Descuidista.

Por suerte abundan los lineales opositores que le reclaman la renuncia. Sería la mejor manera de liberarla. Ni se dan cuenta (los lineales) que el precio más caro que La Doctora paga consiste en mantenerlo.

A su lado. Cerca en algunos actos, con la sonrisa fingida y los saludos hacia nadie.

“Es mucho peor tenerlo al lado que dejarlo caer” confirma la Garganta.

La justicia le voltea hasta el acuerdo demencial con Irán. Le brinda otra salida digna del embrollo en que se introdujo, según nuestras fuentes, por pedido de Hugo Chávez, a quien no podía decirle que no. Se le debe demasiado. Y no son precisamente favores ideológicos.

Aunque envíe a dos ministros agotados a reclamar, La Doctora debiera aceptar que la justicia en el fondo la salva. Aunque la vacune.

Cumplía con Chávez, en exceso. Y hasta cumplía con la memoria, a través del disparate de apoyar al inepto de Nicolás Maduro. Es quien se puso Venezuela de sombrero. Del mismo modo que puede ponérselo ella. En cualquier momento. Si sigue en la creencia del genio. En la inexistencia de la inflación o del mito del déficit.

Y hasta los curas de la Conferencia Episcopal ya no vacilan en vacunarla contra la enfermedad de la violencia.

Para replicar, La Doctora recurre a los textos del protector que ella y Verbitsky merecen. El Papa Francisco.

Es la última reserva moral que le queda. Es Francisco quien transmite, desde la nueva Puerta de Hierro, El Vaticano, la instrucción precisa de cuidarla.

Sobre todo, Eminencia, hay que cuidar a La Doctora. Tiene razón, pero hay que cuidarla de ella misma. Para que llegue, con algo de aire, hasta el final.

Pero quien reconforta es Julio De Vido, El Ex Superministro, en su audacia infinita. Cuando dice, en público, sin ningún prestigio que resguardar, sin nada para perder, sin ponerse colorado, que “no hay ningún final de ciclo”. Que el kirchnerismo, con su sexo breve y flojo, llegó para quedarse y ultrajarnos para siempre.

 

Oberdán Rocamora