Hacia otro 14 de junio

De la mano de La Doctora, El Cenador y El Gótico

 

“…el 14 de junio de 1982 cuando el gobernador argentino, el ex general Mario Benjamín Menéndez, se rindió ante el jefe de las ‘Task Force’, Jeremy Moore”. Del Fuego/ noticias

 

Tío Plinio querido,

“Patria o Buitres no es sólo una consigna”, dijo La Doctora.

Tiene razón. Es una trampa para captar incautos. Para tergiversar el fracaso y transformarlo en otra epopeya. Una derrota venerable y heroica.

El cristinismo, tío Plinio querido, suele aplicar, con bastante suceso, la metodología envolvente.

Y en el ocaso acaba de producir su envoltorio superior. Para envolver a quien lo impugne. Hasta convertirlo en un opositor envuelto.

Para no ser calificados de buitres, o de vulgares vendepatrias, lo que corresponde a los críticos envueltos es callarse. Y otorgar. Ceder el campo libre de la argumentación. Para que prosperen los delirios.

Los paquetes que arma el cristinismo carecen entonces de desperdicios. Útiles para estrellar al país sin contemplaciones pero con énfasis. Con rigurosa tranquilidad. Sin resistencias ni reticencias. Contra el paredón del sentido común. De la sensatez más elemental.

 

Machu Pichu

 

No obstante la Argentina, tío Plinio querido, tiene perspectivas favorables. Porque La Doctora se va. Tiene fecha de vencimiento.

Expira, a más tardar, en diciembre de 2015. Falta aún un trecho demencial de estancamiento.

Aguardan alrededor de 150 discursos más. Con aprietes a selectivos fantasmas y con victimizaciones sobreactuadas, ante la magnífica euforia de los “pibes para la liberación”. A un promedio de dos o tres discursos por semana.

Es un retroceso de quince dilatados meses, salpicados de diversos frentes de tormenta. Con la mishiadura de la recesión que se niega. Con la inflación que galopa. Mientras los terroristas irresponsables, buitres de afuera o de adentro, agitan el índice de desempleo.

De todos modos, merced a la patología imperante, hay quien se abusa de la mansedumbre eventual del opositor envuelto.

Hay quien advierte que la confrontación contra los providenciales buitres, tío Plinio querido, es altamente redituable. Tanto, que podría facilitarles la utopía de quedarse.

Por la convicción y la tenacidad, los cristinistas resultan admirables. Van siempre para adelante. Contra el imperio de los buitres o por otra ley de abastecimiento. Aceleran siempre, así tengan por enfrente al foso.

Se las ingenian para extraer beneficios hasta del propio fracaso.

“Piedra en la piedra, y el hombre ¿dónde estuvo?”, pregunta Pablo Neruda, en Las alturas del Machu Pichu.

Error en el error, y el peronismo ¿dónde estuvo?

El peronismo vegetal hoy sepulta transitoriamente su historia. Es una hiedra que se aferra a los desplantes de La Doctora. Con la instrumentación de Kicillof, El Gótico. Y con la falta de estrategia que se le atribuye a Zannini, El Cenador.

El grotesco ya adquiere derivaciones alarmantes. Requieren más del servicio de la medicina clínica que de la psicología. Lo que nada tiene que hacer aquí es la ciencia política.

En Paraguay, por ejemplo, La Doctora se atrevió a decir que “el problema no es sólo de la Argentina, es un problema del mundo contemporáneo”.

¿No será mucho? Cuando La Doctora se manda no tiene el menor freno inhibitorio.

Al globalizar tanto la derrota, lo que se globaliza es la magnitud del ridículo. Y el mundo contemporáneo se nos c… de risa. Se da vuelta por respeto, para reírse mejor.

 

Maldito Ferembach

 

La “malvinización”, como concepto, se encuentra, tío Plinio querido, dolorosamente banalizado. Duele aceptarlo.

Por formación y educación, usted también fue malvinero. Se lo evoca pendiente de las informaciones que transmitía el pobre patriota José Gómez Fuentes.

Creyó en aquellas apelaciones emotivamente románticas, que condujeron hacia el terrible 14 de junio de 1982.

Acuérdese, el Papa Juan Pablo Segundo bendecía al pueblo compungido por las calles de Buenos Aires, mientras en las islas mataban y desalojaban a los soldados.

Al malvinizar la cuestión administrativa de los buitres, que fue manejada con escandalosa improvisación y frivolidad, la Argentina del 2014 construye, tío Plinio querido, su propio 14 de junio.

De la mano de La Doctora, del Cenador y del Gótico.

La decisión de defecarse olímpicamente en la sentencia del juez Griesa ya se percibe con claridad meridiana.

Ahora, a la reconocida mala praxis, a la impericia y la dilación, debe agregarse la ostensible mala fe. La tendencia hacia el desacato frontal es explícita.

Pero en Nevada emerge Cam Ferembach. Es otro juez que transforma a Griesa, comparativamente, en un anciano venerable. Un abuelito dulce que reprende con dureza la rebeldía nacional.

En su impulso destituyente, impulsado con seguridad por los terroristas de la imprenta Donnelley, y tal vez estimulado por los sobres de Paul Singer, el maldito Ferembach viene a entrometerse en aspectos vinculados a la entrañable corrupción nacional y popular.

El malvado Ferembach pretende indagar en la centena de empresas que se le atribuyen a Lázaro, El Resucitado.

Justamente en la plenitud de la etapa lazarista del cristinismo. Cuando se multiplican los bolsones ocultos en las sombras y se alude a la prosperidad trunca de La Rosadita.

Con el emblema del capitalismo triunfal que vino desde el sur. Arrancó con Austral Construcciones, por pura casualidad histórica, entre mayo y junio de 2003.

Después que Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas) cometiera el invalorable acierto histórico de optar, cuando revoleaba el poder, por Néstor, El Furia.

Entonces es Ferembach quien avanza, desde Nevada, en los asuntos recaudatorios que supo manosear el fiscal Campagnoli.

Es otro problema que cuesta atribuírselo “al mundo contemporáneo”. Es espantosamente local, un dilema apenas familiar.

Una profanación del sistema jurídico del imperio que se lanza a manosear la verdadera esencia cultural del kirchnerismo.

 

Final con Serpientes y Chanchos

 

Dígale a tía Edelma que la relación política de La Doctora con El Gótico, según Medea, va a terminar astrológicamente mal.

Tan mal como la que terminó La Doctora con Alberto Fernández, El Poeta Impopular.

A la larga, como la tía Edelma y la Otilia lo saben, una Serpiente como La Doctora (o como Máximo) siempre concluye, con el antagónico Chancho, a los desprecios limpios.

Acuérdese que El Poeta Impopular es un Chancho de Tierra. Enternece el pobrecito cuando exhibe su dramático desconsuelo por los canales de cable.

Y dígale a tía Edelma que, para su evaluación, tenga presente que El Gótico es un Chanchito de Metal.

Que según Medea a veces atrae el encanto de lo opuesto. Aunque se termine, generalmente, para el demonio.

Sea dicho aunque la Otilia -siempre fatal- tenga pesadillas después que se aluda a Satán.

Maleficios de la etapa lazarista

A La Doctora ya se le atreven empresarios, obispos, jueces

 

Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial  para JorgeAsísDigital

 

Etapa lazarista del cristinismo. Se la denomina así por las derivaciones de Lázaro Báez, El Resucitado, a quien los lectores del Portal conocen desde 2005. Conste que aún no se indagó, ni siquiera en la superficie, en la línea Sanfelice, El Bochi. Conduce directamente a Máximo, En el Nombre del Hijo, y hacia Bariloche. Del mismo modo en que Lázaro hoy lleva hacia las estancias que lo unifican con La Doctora. Ampliaremos.

En un primer tramo, La Doctora supo manejar con habilidad la herencia política de Néstor Kirchner, El Furia. Alcanzó la altura del 54 por ciento. Octubre de 2011.

En un segundo tramo, en abril de 2012 comenzó el camino de la lona. A través de su entrega hacia los buscapinas de Unidos y Organizados. Y de la petulancia hueca del “ir por todo”.

Pero La Doctora nunca acertó en el manejo de la herencia económica. En la clarificación u ocultamiento de la torta de euros. Es la torta que signa el maleficio de la etapa lazarista. Con la exhibición de los personajes secundarios que fueron transitoriamente fundamentales. Manejaron irresponsables millonadas. Impregnan de ridículo el mensaje de alta ejemplaridad, que La Doctora intenta en sus deteriorados soliloquios.

Para colmo, se obstina en ofender la inteligencia del argentino medio. Al disponerse a santificar, en cierto modo, al Nestornauta. A quien la introdujo en el laberinto que signa el ocaso. (Y por favor no vengan con la baratura de decir que aquí se critica a quien no puede defenderse. Lo decimos desde 2005 y está documentado en “La marroquinería política” y “El Descascaramiento”, de Editorial Planeta, hoy en Ediciones B).

Pese a las pastillitas indicadas por el doctor Manes, La Doctora atraviesa, según nuestras fuentes, por un periodo de irritabilidad. Está mal, desencajada, sin frenos inhibitorios. Convive con los “pensamientos tóxicos”. Como si no hubiera registrado las enseñanzas medulares del otro Facundo. El doctor Manes que compone también, según nuestras fuentes, con lícito derecho, la fantasía de sucederla.

 

Hipersensibilidad

La Doctora se transformó en una dama hipersensible de desequilibrio fácil. La sacó de quicio hasta la eficiente colega Natasha, con una pregunta de lo más simple.

Pero la desbordada hizo papelones justamente en presencia de otra presidenta, que la supera, para colmo, en templanza. Y a la que quisiera imitar, en la epopeya del regreso (ver “El mito bacheletiano”).

Como buena serpiente, lo planifica antes de irse. Por lo tanto necesita infinidad de diputados fieles. Y de jueces que le respondan, de manera complaciente. En la etapa lazarista que se viene con sus maléficas verdades.

Sin embargo a La Doctora hoy le temen, apenas, sus ministros. Los secretarios de Estado que dependen de sus arrebatos. Los que están dispuestos a aplaudir hasta más allá del final.

En la práctica, ya se le atreven hasta los empresarios. Lo cual es, casi, un exceso. ¡Si hasta producen deseos de defenderla!

En vida de Kirchner, cuando El Furia gobernaba con Hugo Moyano, El Charol, y el encanto caro de la negritud, y con Héctor Magnetto, El Beto, con sus aportes de silencios, en las kermesses anuales de IDEA ni siquiera se permitía el tratamiento de los temas que rozaran el menor sesgo crítico.

Hoy desde cualquier cámara la gastan. Ya ni resultan eficaces los recursos de la dupla Echegaray-Michel. Ampliaremos.

Por si no bastara, hoy cualquier dirigente empresario se le pronuncia. Le arroja, en el rostro, la maldita palabra inflación.

Trátase de la palabra que el genio de Axel Kicillof, El Gótico, aconseja negarle entidad. Lo conveniente es declararla inexistente, por absurda.

Ya que la inflación es un mito. Cualquier chartalista lo sabe. Como también pertenece al reino de la fantasía el déficit fiscal. O la necesidad reaccionaria de ajustarse.

La relación de Kicillof, el genio de cabecera, con Juan Carlos Fábrega, El Bancario Sensato y Elemental, ya no puede sostenerse. Cuesta disimular la persistencia del litigio. Y a esta altura sería excesivo sustituir a Fábrega con algún buscapina de La Cámpora.

Para hacer moco el Banco Central del mismo modo que se destruye, paulatinamente, el Banco Nación, que les dieron a los chicos para que se entretengan y ocupen los lugares claves.  A los efectos de hacer del Estado entero, con las recetas del MMT (´Teoría Monetaria Moderna”) una gigante Aerolíneas Argentinas. Total, el déficit no existe. ¿A quién le importa?. Si se cuenta con la generosidad inagotable de la maquinita de Boudou.

Si las tasas bajan el dólar se les escapa. Mientras tanto la recesión acecha. Como los licenciamientos de personal.

La Doctora está hipersensible porque se les desmoronan los pilares de flan del relato.

Y asoman, por todas partes, los impresentables pobres.

 

La justicia le pica el boleto

La Doctora siente que la justicia le tomó el tiempo. Que le picó sin piedad el boleto.

Le mantiene vivo el espectro de la equivocación fundacional y prioritaria. La culpa que, en exclusiva, le pertenece. Amado Boudou, El Descuidista.

Por suerte abundan los lineales opositores que le reclaman la renuncia. Sería la mejor manera de liberarla. Ni se dan cuenta (los lineales) que el precio más caro que La Doctora paga consiste en mantenerlo.

A su lado. Cerca en algunos actos, con la sonrisa fingida y los saludos hacia nadie.

“Es mucho peor tenerlo al lado que dejarlo caer” confirma la Garganta.

La justicia le voltea hasta el acuerdo demencial con Irán. Le brinda otra salida digna del embrollo en que se introdujo, según nuestras fuentes, por pedido de Hugo Chávez, a quien no podía decirle que no. Se le debe demasiado. Y no son precisamente favores ideológicos.

Aunque envíe a dos ministros agotados a reclamar, La Doctora debiera aceptar que la justicia en el fondo la salva. Aunque la vacune.

Cumplía con Chávez, en exceso. Y hasta cumplía con la memoria, a través del disparate de apoyar al inepto de Nicolás Maduro. Es quien se puso Venezuela de sombrero. Del mismo modo que puede ponérselo ella. En cualquier momento. Si sigue en la creencia del genio. En la inexistencia de la inflación o del mito del déficit.

Y hasta los curas de la Conferencia Episcopal ya no vacilan en vacunarla contra la enfermedad de la violencia.

Para replicar, La Doctora recurre a los textos del protector que ella y Verbitsky merecen. El Papa Francisco.

Es la última reserva moral que le queda. Es Francisco quien transmite, desde la nueva Puerta de Hierro, El Vaticano, la instrucción precisa de cuidarla.

Sobre todo, Eminencia, hay que cuidar a La Doctora. Tiene razón, pero hay que cuidarla de ella misma. Para que llegue, con algo de aire, hasta el final.

Pero quien reconforta es Julio De Vido, El Ex Superministro, en su audacia infinita. Cuando dice, en público, sin ningún prestigio que resguardar, sin nada para perder, sin ponerse colorado, que “no hay ningún final de ciclo”. Que el kirchnerismo, con su sexo breve y flojo, llegó para quedarse y ultrajarnos para siempre.

 

Oberdán Rocamora

Kicillof y los papagayos de la ortodoxia

“Es una obsesión de la derecha decir que hay que bajar el gasto público”. Lo confirma Axel Kicillof, El Gótico. Desde la heterodoxia intelectual con que encara el ministerio de Economía.

Y a los economistas ortodoxos, los “papagayos” según nuestras fuentes, les cuesta replicarle. Primero, porque ya nunca nadie quiere ser asociado a la superstición de la derecha. Pero sobre todo porque ninguno toma los principios de El Gótico con la seriedad que merecerían.
La Doctora considera que Kicillof es genial.
Entonces El Gótico le pasa a La Doctora películas de colores, documentales de Discovery, algo del Canal Encuentro, y hasta algunos dibujitos de Paka Paka. Lo gravitante es que La Doctora se encuentre siempre embelesada con las vueltas artificiales de discurso. Con tramos originales que debieran despertar, al contrario, cierta alarma.
Sin corbata, con egolatría y un vibrante desparpajo, el post keynesiano trafica los principios elementales de la MMT.
Trátase de la Modern Monetary Therory, Teoría Monetaria Moderna. La inspiran estudiosos como Galbraith “junior”, Warren Moslen y sobre todo el americano Randall Wray, que en su momento estuvo en Argentina y hasta se atrevió a componer un ensayo de celebración al Plan Jefas y Jefes de Hogar. Aparte, Randall supo indagar en la simbología del dinero, y en la sustancial crisis del capitalismo que brindará material de inspiración para los próximos cinco o seis siglos.
Para esta línea de pensamiento -que otros llaman “chartalista”- el aumento del gasto público no representa ningún problema grave. Un equívoco que cuenta, apenas, con mala fama, generada por los papagayos ortodoxos del neo liberalismo.
Tampoco es grave, para ellos, los chartalistas, la cuestión del déficit fiscal. Al contrario, lejos de ser el problema, el citado déficit emerge, en determinados casos, como la solución. Y es en apariencia lo que creen estos chicos inquietos y algo relajados que conducen la economía argentina, mientras los economistas formados en otras líneas más bartoleras, como Broda, los tabloneros Melconian y De Pablo, el efectista Cachanosky, Artana o Monteverde, se la pasan el día entero en la divulgación de sus informes estomacales, felizmente superados intelectualmente por nuestros “Tontos pero no Tanto”. Los que ya se enrolaron, según nuestras fuentes, en exclusiva, en La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. Por lo menos el Señor Ministro, como lo dijo por televisión Andrés Larroque. Aunque el afortunado Larroque no debe tener la menor idea de la magnitud de los disparates monumentales que esgrimen estos nuevos camporistas.
Por ejemplo Emmanuel Álvarez Agis, El Culata. que es el viceministro de Economía. El Culata considera -y hasta llegó a publicarlo- que “el déficit fiscal no representa ninguna amenaza”. Al contrario, “es una herramienta con la que cuenta el Estado para cumplir el objetivo del crecimiento”.

Inflación: palabra absurda

Como a los muchachos no les asusta para nada la cuestión del “déficit público” y menos el fiscal, tampoco le atribuyen la menor identidad a la inflación. Y distan de otorgarle el componente dramático que los moviliza hasta la insistencia a los papagayos de la ortodoxia. Lo transmitió Kicillof ayer, y con seguridad los economistas estarán demasiado ocupados en sus manganetas de subsistencia. En la siniestra activación del temor hacia los empresarios, que son los únicos culpables de los aumentos, a los efectos de producir el circuito cerrado de la inflación. Dijo El Gótico: “El fenómeno del movimiento de los precios es muchísimo más complejo que esa palabra inflación que tanto usan, y que encapsula una situación que no se da”.
O sólo se da en la fantasía de los interesados papagayos que asustan a los empresarios que trasladan sus julepes hacia la aumentación de los precios, para desconsuelo de la pobre señora que va al supermercado y no tiene la menor idea del MMT.
Ocurre que para Kicillof, Álvarez Agis, El Culata, y Augusto Costa, Pañal Reforzado, la “inflación es una palabra absurda”.
Se explica entonces que La Doctora esté persuadida que ni siquiera hace falta nombrarla. ¿Para qué hablar de la inflación? Es darle entidad.
A esta altura, a La Doctora la entretienen con películas del canal Infinito.
El dinero, por otra parte, es un problema sólo cuando no se lo tiene. Por lo tanto deja de ser un problema para el Estado, que lo tiene siempre. Tienen a entera disposición una imprenta como la de Boudou y pueden generar todo el dinero que quieran.
Es, en definitiva, un cuento de hadas. Ya que el déficit fiscal es un mito y el dinero no vale nada más allá de lo que dice el Banco Central de cada país que vale. En economía esta visión se denomina chartalismo.

Para los monetarios modernos, chartalistas que inspiran la filosofía post keynesiana de El Gótico, El Culata y Pañal Reforzado, hay que emitir tanto dinero como sea necesario. Pese a la reticencia y la mala onda de los papagayos ortodoxos que suponen que el mecanismo de la maquinita inagotable conduce invariablemente a la hiperinflación.
O al otro fantasma neoliberal, que es aún peor. La estánflación, que enarbola Domingo Cavallo, que hasta lanzó para asustar un libro al respecto.
Estanflación vendría a ser la suma combinada de la recesión con la inflación. Es tal vez donde habría que situar la surrealista actualidad de la economía argentina, que se desperdicia en manos de irresponsables ligeramente habilitados para conducir un ateneo de contadores sofisticados. De ningún modo un país a la deriva, que inexplicablemente aún funciona con el tradicionalismo de los yuyitos.

Ideas de derecha

Quienes hayan llegado hasta aquí podrán comprender por qué motivo, para estas alucinadas luminarias de La Cámpora, “reducir el gasto público es una idea de la derecha”. Como es también reaccionario y contrarrevolucionario intentar “el recorte de los subsidios”.
Lo patético es que los muchachos sinceramente creen que “la soberanía del Estado les permite aumentar el gasto indefinidamente”. Generar el déficit que se les ocurra, ya que no es ningún calvario. Apenas un instrumento.
“Como el Estado es quien emite la moneda nunca podrá quedarse sin ella”.
Es la certeza que moviliza a los clásicos del MMT. Pedorreos teóricos que improbablemente comparta, según nuestras fuentes, el actual presidente del Banco Central. Que se sepa, hasta hoy Fábrega no adquirió los versos de los monetaristas modernos. Tal vez influido por los nefastos papagayos, el bancario supone que el camino que marcan los irresponsables nos conduce, en línea recta, hacia algo menos tenso y dramático que el colapso. El ridículo.

Romance del Mauricio y La Doctora

Escribe Oberdán Rocamora

Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

 

En blanco y negro, El Romance del Aniceto y La Francisca es de los films más logrados de Leonardo Favio, el ingenio que nos falta. Se lo evoca apenas como punto de partida para tratar la enternecedora relación vecinal de La Doctora -lejos de ser la María Vaner de La Francisca- con Mauricio, El Niño Cincuentón, que poco tiene del Federico Luppi que hacía de Aniceto.

El romance político de Mauricio y La Doctora irrita por igual a los sensibles radicales -como Gerardo Morales, El Milagritos- y a los massistas ambiciosos como Darío Giustozzi, El Habitante Eterno del Cable.

Algo despechados, ellos creen asistir a las derivaciones graves de un pacto. Al contrario, la relación del Mauricio y La Doctora es, según nuestras fuentes, perfectamente cándida, platónica, casi naif. Aunque impregna de ternura la política swinger del sustancial 2014.

El entremés romántico, hasta hace tres días, era sólo telefónico. Aporta una tensión reconfortante a la parsimonia achanchada de Daniel, Mauricio y Sergio (cliquear). Consagrada miniserie del Portal que atraviesa la segunda época de sucesos.

El idilio facilita la convivencia. Atenúa los ataques devastadores del “anibalismo”. Posibilita la resolución de los temas pendientes entre los vecinos cordiales. Conversaciones que rozaban la problemática municipal. Con la idea de resolver los conflictos. Desde arriba se instruyen las soluciones, para que tres funcionarios casi familiares las concreten desde abajo. Viejos conocidos de la provincia de Buenos Aires, La Inviable.

Son Eduardo De Pedro, El Wado, y Florencio Randazzo, El Loco de la Florería, por parte de La Doctora. Y Emilio Monzó, El Diseñador, por el costado de Mauricio.

Desfila desde la culminación del tramo de la autopista hasta el traslado del jarrón chino del monumento a Cristóbal Colón.

Sin embargo la comunicación dejó de ser exclusivamente por telefonía celular. Fue La Doctora quien blanqueó el encuentro privado del primer tipo. El que debía mantenerse en el secreto.

Entonces Mauricio quedó como el “alma del bandoneón”. En “orsay”. Como en el tango.

 

Problemática nacional

Al adelantarse, La Doctora lo dejó a Mauricio fuera de juego. Como un caballero sin memoria, El Niño Cincuentón se bancó la desubicación. Como lo tratado sólo lo saben los dos, crecieron las especulaciones que aluden a la marcada preferencia de La Doctora. Para que Mauricio sea El Sucesor, en desmedro de El Enemigo, o sea Sergio, Titular de La Franja de Massa, y de El Esmerilado, Daniel, Líder de la Línea Aire y Sol (leer “El Enemigo, El Sucesor y El Esmerilado”).

El encuentro furtivo de los epígonos del Aniceto y La Francisca marca, pese al secreto, algunos cambios notorios. Es la primera vez que Mauricio se atreve a plantearle a La Doctora problemas nacionales. Nada tienen que ver con el erotismo municipal. Por ejemplo liberar las obstrucciones a la exportación de trigo. O colocar, en el momento cumbre del romance, la problemática que alude a una palabra que nunca debiera pronunciar un festejante educado. Inflación.

Ante el cambio del panorama, las segundas líneas de ambos gobiernos se esmeran en ostentar la obediencia. A creer que, entre los perversos tortolitos, está todo arreglado. Y que el mito bacheletiano (cliquear) de La Doctora puede convertirse en realidad. Por interesado amor, Mauricio se presta entonces para ser el Piñera que La Doctora necesita, para volver. Aunque aún ni remotamente piense en irse. Quedan alternativas. Ampliaremos.

No obstante, el idilio presenta sus incómodos inconvenientes para uno de los amantes. El varón. En el plano, sobre todo, electoral. Ya que el opositor duro que abunda, y que se siente representado en El Niño Cincuentón, sueña tiernamente con verla presa a La Doctora. La pobre, de pronto, pasa a transformarse en otro jarrón chino. Como el monumento a Colón.

¿Dónde poner a La Doctora? ¿Cómo desconocer el poder que aún detenta? En franca declinación. En el esplendor de la etapa lazarista del cristinismo. Pero con la botonera a su disposición, durante otros 17 meses. La Doctora va a utilizar la temible botonera hasta el último día. Y más aún.

 

El deporte de tirarse con La Doctora

Preguntas similares surgen también en el airesolismo sciolista. En medio de la trampera, Daniel, El Milagroso, tiene que esforzarse, primero, en conseguir el apoyo imposible de La Doctora.

Ella duerme poco sólo para disponer de más tiempo despierta. Para esmerilarlo.

Pero Daniel mantiene la potencia optimista del milagro. Y merced a la ideología del vitalismo va a ser el candidato (cercado) de La Doctora.

Por lo tanto el positivista tendrá que esmerarse después para lograr que el apoyo de La Doctora no lo sepulte. Para que no le espante a los hartos de las capas medias, que la detestan con énfasis. Y que, si aún respetan al Milagro Scioli, es porque El Milagroso se las ingenia, a pesar de todo, para diferenciarse.

El Aire y Sol trasciende en un extraño laberinto. No es como los que inexorablemente deben apoyarlo. Ellos prefieren, de entrada, apoyarlo a Sergio Urribarri, El Padre del Marcador de Punta, que compra cristinismo en pie. Entero. A ciegas y llave en mano. Nada tiene para perder, en definitiva.

Con los que quieren a La Doctora, en cambio, a Daniel no le alcanza para ganar nada. Aparte, para habilitarlo como el candidato “del espacio”, La Doctora le va a pegar otra estampilla como vice. Un nuevo Mariotto. Y va a llenarle la canasta de diputados. Que es precisamente lo que necesita La Doctora para hacerse la jefa de la oposición a Mauricio. Y perseguir los pasos de la señora Michelle Bachelet.

Tirarse con La Doctora amenaza con convertirse en un deporte de riesgo.

De los tres, quien menos padece ese furioso deporte es Sergio. Al escogerlo como El Enemigo, La Doctora lo purifica a Sergio ante los independientes hartos. Lo construye entonces como El Renovador. Así renueve, probablemente, la Permanencia.

 

Juan Manuel, Florencio y el Tío José

¿Habrá lugar para un cuarto personaje en la miniserie?

Pudo haber sido Milton Capitanich, El Premier, pero El Montenegrino Denso se derritió enseguida.

Parece postularse Juan Manuel Urtubey, El Bello Otero, que suele hacerse el tonto con inapelable idoneidad.

Al amparo del agotamiento posible del trío, el planteo de Urtubey, según nuestras fuentes, deriva en una jugada combinada, con obstáculos. Quiere asegurarse otros cuatro años como gobernador de Salta. Debe ganarle en abril de 2015 a Juan Carlos Romero, El Desperdiciado, que adhiere a La Franja de Massa. Con el territorio asegurado, Urtubey planifica saltar después hacia la carrera nacional. Nada tonta la ambición.

Pero el obstáculo de Urtubey no es solo Romero. Es el creciente Partido Obrero, que va por el control de Salta, La Troska.

Otro que amaga es Randazzo, El Loco de la Florería. Para diferenciarse, El Loco no estuvo presente en la kermesse del Mercado Central, organizada por el cristinismo duro de circuito cerrado, para lucimiento alucinante de Zannini, El Cenador, que se equivocó de década y habló como si fuera Agustín Tosco.

La Doctora, que en el fondo nunca lo quiso a Randazzo, según nuestras fuentes, lo amonestó. Pero El Loco es el único islote del archipiélago cristinista que funciona solo. Sostenido por documentos de identidad que sella, o por los vagones chinos que atenúan el escándalo por los vagones chatarra comprados en Portugal.

Los camporistas tampoco lo quieren. Aunque Máximo, con frecuencia, lo llama. Por ejemplo para ordenarle, según nuestras fuentes, que vaya a cerrar un acto en Córdoba. Contra José Manuel De la Sota, El Cordobés Profesional, que hoy figura en la miniserie como el complementario Tío José.