La gran cuenta pendiente

Dicen que el primer paso para resolver un problema es reconocerlo. Ojalá esto se haga realidad ante el flagelo de la desigualdad económica que, recién ahora, está comenzando a ser un tema de fuerte consideración al interior de los organismos internacionales, gobiernos, organizaciones no gubernamentales e incluso en la Iglesia (con el giro impulsado por el nuevo Papa, Francisco, quien envió a una carta a Davos expresando la necesidad de “crecer con igualdad, más allá del puro crecimiento económico”).

Lo propio se refleja en el mundo académico, donde comenzaron a proliferar trabajos sobre esta cuestión. Como advierte el economista y ex director del diario El País; Joaquín Estefanía, “si se repasan manuales de Economía de las últimas tres décadas, en ellos las cuestiones relacionadas con la extrema riqueza y la extrema pobreza o no están, o figuran tan sólo en las páginas colaterales”. Hasta el FMI alerta ahora sobre esta problemática, a pesar de que antes, su antigua directora, Anne Kruger, sostenía que “parece mucho mejor centrarse en el empobrecimiento, que en la desigualdad”.

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