El debut de Granados

La presencia de Cristina Kirchner en una conferencia de prensa con el nuevo ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Granados, no dejó dudas sobre el respaldo presidencial al giro derechista de Scioli-Insaurralde.

En su debut, el ex intendente -autor intelectual de los escuadrones de la muerte municipales en Ezeiza-, le liberó el territorio a la patota que atacó a Sergio Massa en La Matanza.

La Bonaerense declaró oficialmente que la agresión no fue “previsible”. Sin embargo, se trató de tres ataques sucesivos y escalonados. Los agresores frenaron a un enorme conjunto de hombres y móviles, al estilo de la viejas caravanas menemistas. Interrumpir semejante despliegue dimensiona la magnitud de la agresión.

Con sus palabras, Luis D’Elía dio la señal de largada de una guerra de patotas: “El pueblo peronista reaccionó ante la provocación de Massa”. El “gandhiano” Scioli retrucó haber sufrido agresiones antes, como si eso lo absolviera de semejante práctica.

Nuestros militantes de La Plata fueron atacados -con el saldo de un herido- por patotas de Pablo Bruera con camionetas de la municipalidad. Ello, sin que intervengan los patrulleros que presenciaron la agresión, antes de las primarias de agosto.

 

La Bonaerense contra las huelgas

El reforzamiento represivo en la provincia no interfiere a las agresiones de las patotas paraoficiales. Sirve, en cambio, para atacar a las luchas obreras. La Bonaerense fue desplegada contra la huelga de Impresores, por orden judicial. Así, la infantería de la Bonaerense fue colocada al servicio de una patronal del Opus Dei, en el marco de un pedido de la Cámara Empresaria del Parque Industrial de Pilar -el más grande y negrero del país- para terminar con los piquetes. En la misma semana, una patota sindical al estilo Pedraza (con barrabravas) atacó la huelga de Cerámica Lourdes, llegando a herir con un puñal a un compañero. La patota, que pertenece al Sindicato Ceramista, contó con territorio liberado.

 

Giro

Es evidente que este giro represivo forma parte de una política más general, en el marco de los ajustes que se vienen.

La pretensión de centrar la agenda de la campaña electoral en torno a “seguridad” encubre este propósito. El voto al Frente de Izquierda es un arma para golpear la perspectiva del ajuste y preparar las luchas de los trabajadores, que ya adelantan los gráficos de Impresores.

Más que nunca, abolir el impuesto al salario

Echan lastre frente a la presión popular

Bajo el peso de la presión popular, la derrota electoral del gobierno y la proliferación de movimientos fabriles contra el impuesto al salario, Cristina Kirchner estableció nuevos pisos en la cuarta categoría de ganancias -el llamado “impuesto al salario”. El movimiento de lucha contra esta confiscación tuvo fuertes manifestaciones desde abajo. La coordinación que nació en una asamblea de Fate (y que concretó el Sutna San Fernando) llevó adelante tres plenarios por esta reivindicación. Organizó una movilización de miles de compañeros el 24 de mayo pasado y se planificó otra para el 13 de setiembre, a la que adhirieron el Suteba La Plata, AGD-UBA, el Sitraic y el Suteba Tigre, entre otros, mientras comenzaba a extenderse a todos los sindicatos y cuerpos de delegados combativos. Justamente, la agrupación antiburocrática del cuerpo de delegados de Acindar llamó a movilizarse ese día, colocando el debate en la UOM de Villa Constitución. El secretario general de esa seccional de la UOM planteó un plenario de delegados y activistas en conjunto con la CGT San Lorenzo, por este tema para las próximas semanas.

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